Brasil/ corrupción en Petrobras jaquea a Dilma [Anese Marra]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Feb 13 12:23:56 UYST 2015


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 13 de febrero 2015

germain5 en chasque.net

A l’encontre – La Breche

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Brasil

Escándalo de Petrobras

La joya de la corona jaquea a Dilma

Petrobras, la mayor empresa latinoamericana, generadora de empleo y
responsable del desarrollo social y económico de la era Lula, es hoy el
mayor enemigo del recién reelegido gobierno de Dilma Rousseff. El escándalo
de corrupción muestra la fragilidad del sistema político brasileño y pone al
PT en la mira.

Anese Marra, desde San Pablo

Brecha, Montevideo, 13-1-2015

http://brecha.com.uy/

“La investigación sobre la corrupción de Petrobras cambiará el país para
siempre.” Dilma Rousseff no sabía lo que se le venía encima cuando pronunció
estas palabras durante la última cumbre del G 20, en Australia. Le faltaban
dos semanas para ganar sus segundas elecciones y con esta frase quiso
demostrar que no le asustaban las acusaciones del candidato de la oposición,
el socialdemócrata Aécio Neves.

Petrobras fue el telón de fondo de una de las campañas electorales más
agresivas y con resultados más ajustados de los últimos 40 años. En ese
entonces el Partido de los Trabajadores todavía no estaba entre los
principales implicados. El candidato Neves centraba sus ataques en Dilma, de
quien decía que conocía el esquema de corrupción de la mayor empresa de
América Latina, pero sus acusaciones se basaban en especulaciones. “Nosotros
no conservamos la mugre en el cajón, la sacamos y la investigamos, también
será así con Petrobras”, le respondía Rousseff en cada debate televisivo.

La seguridad que tuvo durante la campaña no la ha mantenido después. Muchas
de sus promesas electorales tampoco. Sin embargo, las investigaciones sí han
seguido su curso y la presidenta no ha hecho nada para impedirlas. Todo lo
contrario. De este modo, el 1 de enero, el día que asumió su nueva gestión,
Rousseff estaba empantanada en el que ya se conoce como mayor escándalo de
corrupción de la historia brasileña: la operación Lava Jato.

Los orígenes

Las investigaciones comenzaron en el estado de Paraná mucho antes de las
elecciones. En un principio la Policía Federal y el Ministerio Público
buscaban pruebas de un esquema de lavado de dinero llevado a cabo por el
cambista y blanqueador Alberto Yousseff, quien ya había estado preso por el
mismo crimen. Rápidamente encontraron negocios entre Yousseff y Paulo
Roberto Costa, ex director de Abastecimiento de Petrobras. El 17 de marzo de
2014 Yousseff era detenido y tres días después Costa seguía el mismo camino.
A partir de ese momento ambos han narrado paso por paso en qué consistía el
esquema de desvío de dinero público. Cada mes surgen nuevos implicados, que
a su vez delatan a otros, desenmarañando una operación compleja y enraizada
desde hace al menos 15 años.

Políticos, funcionarios públicos, las principales constructoras del país y
diversos cambistas formarían la organización criminal Lava Jato, sospechosa
de lavar alrededor de 10 billones de reales. Las nueve empresas de
construcción implicadas (Camargo Corrêa, Oas, Utc-Constram, Odebrecht,
Mendes Júnior, Engevix, Queiroz Galvão, Iesa Óleo & Gás y Galvão
Engenharia), conocidas como “El club”, se distribuían entre ellas los
contratos con diversas empresas públicas, especialmente con Petrobras,
mediante el pago de jugosas “propinas”, es decir, desvío de dinero público
que era pasado a diversos partidos políticos. Según la Policía Federal,
Alberto Yousseff era el operador financiero del esquema (quien recogía el
dinero) y Paulo Roberto Costa el operador político que repartía los fondos
entre los funcionarios públicos y los partidos. El dinero salía de las
constructoras y pasaba por unas “consultoras” que lo lavaban y lo derivaban
a los políticos.

Hasta el momento se sabe que los principales partidos beneficiados han sido
el Partido de los Trabajadores (PT), el Partido del Movimiento Democrático
Brasileño (Pmdb, principal aliado del gobierno) y el Partido Progresista
(PP). A su vez el Partido Socialista Brasileño (Psb) y su ex presidente, el
fallecido Eduardo Campos, habría recibido alrededor de 20 millones de reales
para su campaña de reelección de 2010 en Pernambuco. El Partido de la Social
Democracia Brasileña (Psdb), principal opositor del gobierno, se habría
llevado ­–en manos del también fallecido Sergio Guerra– alrededor de 10
millones de reales a cambio de no investigar las primeras denuncias sobre la
corrupción de Petrobras. Todos ellos niegan su participación en esta
gigantesca trama.

Amenazas de impeachment

Lava Jato se ha convertido en la principal piedra de un camino que ya
acumulaba varios obstáculos para la recién electa presidenta. El día que
tomó posesión de su cargo por segunda vez aseguró que iba “a defender a la
empresa estatal de los predadores internos y de los enemigos externos”. Para
entonces ya sabía que su mano derecha, la ex ministra de la Casa Civil
Gleisi Hoffmann, había sido acusada de recibir dinero para su campaña en el
Senado, y que el ex ministro Antonio Palocci también era mencionado como
receptor de 2 millones de reales para la campaña de la propia Rousseff.

En enero Petrobras ya había cancelado sus negocios con más de 23 empresas
privadas, y se sumaban 39 personas presas, entre funcionarios y ejecutivos
de las constructoras. Otros cinco directores de diversas áreas de la
petrolera también habían sido acusados.

De una lista de 2 mil funcionarios públicos a investigar, 150 ya han sido
llamados a declarar.

Si enero fue un mes negro para Dilma, febrero ha empezado todavía peor. El
día 4 la presidenta de la estatal petrolera, Graça Foster, presionada por
los resultados de las investigaciones, dimite de su cargo. Al día siguiente
el tesorero del PT, João Vaccari, acusado de acumular más de 200 millones de
reales para su partido y otro pico para su cuenta personal, es llevado a
declarar por la Policía Federal. El viernes 6 Rousseff anuncia la
designación del nuevo presidente de Petrobras: Aldemir Bendine, ex
presidente del Banco de Brasil, poseedor de un perfil más político y menos
de mercado, provocando las críticas del mercado financiero internacional y
una nueva caída de las acciones de la petrolera estatal.

A medida que se descubren nuevas implicaciones del PT en la organización
Lava Jato, las amenazas de impeachment contra la presidenta en el parlamento
aumentan. En realidad desde que Rousseff ganó las elecciones por una
ajustada victoria, este término jurídico se ha repetido hasta la saciedad.
En el mes de noviembre unos 10 mil manifestantes marcharon en San Pablo,
apoyados por el candidato perdedor Aécio Neves, pidiendo este “golpe” a la
presidenta.

Pero lo que parecía una jugada más vinculada con la ignorancia y con el
fervor generado tras unos comicios muy agresivos, hoy parece cobrar fuerza.
El propio ex presidente Fernando Henrique Cardoso (Psdb) reclamó a su
abogado que contactara con el jurista Yves Gandra Martins para fundamentar
un eventual proceso de impeachment con base no en los crímenes de la
presidenta, porque no existen esas pruebas, sino en su supuesta
responsabilidad en los crímenes de otros. El periodista Ricardo Kotscho
advierte de una “versión brasileña del golpe paraguayo” que derrocó a
Fernando Lugo en 2012, y recuerda que Gandra es un abogado vinculado al
Comando Caza Comunistas que apoyó el golpe brasileño de 1964 contra João
Goulart.

La presidenta no responde ante las amenazas, tampoco da explicaciones, y le
quedan pocos apoyos. A pesar de haber intentado contentar a la derecha con
un equipo económico proclive a los deseos del mercado y de anunciar
políticas de recorte del gasto público calcadas de las que predicara la
oposición, Rousseff no ha podido conquistarlos. A la vez su giro a la
derecha ha enfadado mucho a los sectores que confiaron en sus promesas “de
izquierda”. La elección de ministros como Katia Abreu en Agricultura
(conocida como la “reina del agronegocio”) o de Gilberto Kassab en la
cartera de Ciudades (uno de los ex alcaldes de San Pablo más desprestigiados
y corruptos) ha enfurecido también a los propios afiliados y compañeros del
PT.

El clima de tensión dentro del propio partido se sintió el pasado fin de
semana cuando la formación oficialista celebraba sus 35 años de fundación, y
el presidente uruguayo José Mujica aparecía como estrella invitada. El ex
presidente Luiz Inácio Lula da Silva defendió las decisiones económicas de
Dilma con una frase que se pretendía terminante: “No hay otro camino
posible”. Pero los sindicatos no aceptaron esta justificación y pidieron un
nuevo diálogo entre Rousseff y los movimientos sociales, otra promesa que
todavía no se ha cumplido. Lula rechazó todas las acusaciones relacionadas
con el escándalo de Lava Jato y cerró el acto anunciando su candidatura para
2018 en un intento de hacer borrón y cuenta nueva con el pasado y con un
futuro inmediato que pinta muy oscuro para el partido.

El valor de Petrobras

Si Lava Jato ha vuelto a colocar al PT en el punto de mira en materia de
corrupción, la prensa “grande”, siempre alineada con la derecha más
conservadora, también colabora en el hundimiento del partido. La semana
pasada el periodista Luis Nassiff denunciaba el envío de un mail de la
directora de la Central de Globo de Periodismo, Silvia Faria, en el que
advertía a sus redactores que eliminaran las partes en las que aparecía el
nombre de Fernando Henrique Cardoso vinculado a la operación Lava Jato.

El diputado del izquierdista Partido Socialismo y Libertad (Psol) Jean
Wyllys hacía la misma advertencia: “Está claro que hay que investigar la
corrupción en Petrobras durante los gobiernos petistas, pero también durante
la etapa tucana. Los medios seleccionan la información relativa a la
corrupción del PT y obvian la de los otros partidos”. Wyllys también
destacaba cómo este escándalo debía servir para reflexionar sobre la
financiación privada de las campañas electorales: “El desvío de dinero iba
directo a los cofres para financiar campañas. Lava Jato es el símbolo de la
corrupción en Brasil entre el sistema privado y el público, es urgente
pensar en una reforma de la financiación de los partidos políticos”,
apuntaba el dirigente izquierdista,

La otra gran víctima de la prensa está siendo la propia compañía, que es
presentada como una empresa arruinada. La Federación Única de Petroleros
(Fup) fue la primera en quejarse del maltrato mediático: “Estamos viendo
cómo intentan desprestigiar a Petrobras, esconder sus éxitos para
disminuirla ante los inversores privados”, dicen los sindicalistas en una
carta publicada en el portal Carta Maior.

Desde la Fup recuerdan que en los últimos 12 años las inversiones que hizo
condujeron a que la empresa se volviera autosuficiente y cosechara éxitos
tecnológicos como el descubrimiento de los yacimientos petroleros del
pre-sal. En 2002 su valor en el mercado era de 15 billones de dólares y
ahora alcanza los 110 billones, nueve veces más. A finales del año pasado la
producción de Petrobras fue superior a la de la estadounidense Exxon Mobil,
con una cifra de 150 mil barriles por día, convirtiéndose en la mayor
productora de petróleo del mundo entre las empresas de capital abierto.

La prensa, sin embargo, insiste en la caída de las acciones de Petrobras en
las bolsas extranjeras y evita hablar de la crisis internacional de la Opep
y de la nueva guerra de precios del petróleo marcada por Arabia Saudita, que
ha dejado a países como Irán, Rusia y Venezuela en serios problemas (véase
nota de Andrés Alsina, Brecha 29-I-15).

El papel geopolítico de Brasil en el sector petrolero es difícil de poner en
duda. Pero Petrobras es todavía más importante a nivel nacional, al generar
el 13 por ciento del producto bruto interno del país y el 20 por ciento de
las inversiones realizadas en Brasil. Las 23 empresas que están marcadas por
Lava Jato suman el 14 por ciento de los empleos formales totales en el
gigante latinoamericano. Si estas constructoras se mantienen imposibilitadas
de ofrecer productos a Petrobras y de participar en obras públicas, el
desempleo será una de las primeras consecuencias.

La izquierda reivindica el papel social y simbólico de esta gran empresa:
“Petrobras es y será, con todos sus problemas, un instrumento fundamental
para el desarrollo del país, su valor es inconmensurable”, subraya por
ejemplo el periodista Mauro Santayana. Dilma Rousseff tiene por delante la
difícil tarea de castigar a los corruptos sin dañar a la empresa, y salvar a
su partido de una oposición sedienta de poder y con mayoría en el Congreso.

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