Estado español/ la inmolación de Podemos o sus primarias [Emmanuel Rodríguez]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Jul 1 17:24:51 UYT 2015


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 1° de julio 2015

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A l’encontre – La Breche

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Estado español

La inmolación de Podemos o sus primarias

Emmanuel Rodríguez 

Público, Madrid, 29-6-2015

http://blogs.publico.es/

El pasado 26 de junio, Pablo Iglesias declaraba: “Es el inicio de la carrera
hacia las elecciones generales, entendiendo que eso no lo podemos hacer
solos. […] Podemos es un instrumento que ha nacido para presentarse a las
generales, pero tiene que encontrarse con actores de la sociedad civil y
seguir trabajando en un tipo de relación y de accesibilidad con la gente muy
especial.” Y zanjaba: “Lo mejor que podemos hacer nosotros es abrir las
puertas. Abrir las puertas y que entren”.

Hay algo en Podemos que viene repitiéndose desde su comienzo y que parece ya
sello de la casa. Hablamos de la contradicción entre una retórica de
apertura y democracia radical, y la consolidación de una organización cada
vez más jerárquica y despegada de sus propias bases. El problema es que
entre querer ser el “instrumento de la gente” y el jacobinismo rígidamente
centralizado de Podemos existe la misma correspondencia que entre la
esponjosidad del pan y la contundencia del mazo, esto es, ninguna.

Hoy mismo circulaban ya los detalles del reglamento de primarias con el que
Podemos quiere elegir sus equipos para concurrir a las elecciones generales;
tres primarias: una para el cabeza de lista, otra para el Congreso y otra
para el Senado. No obstante, si lo que se quería era facilitar esa “apertura
de puertas” que reclamaba Pablo y que parece ser la única condición de
posibilidad para rebasar los resultados, más bien mediocres, de las
autonómicas, resultaba preciso tocar con tino al menos tres cosas: el método
de selección, la circunscripción y el censo. En los tres ámbitos, sin
embargo, Podemos se ha decantado, una vez más, por la decisión más
conservadora, esto es, por aquella que garantiza un mayor control por parte
del aparato y un diseño de “confluencia” a través de pactos por arriba,
justamente lo que de forma explícita se dice rechazar.

Comencemos por el método de selección. Más allá del cabeza de lista que va
por separado, se insiste en la fórmula empleada en las pasadas primarias a
consejos autonómicos y locales y a las candidaturas a las autonómicas. Se
plantea como una lista no bloqueda, pero completa, de acuerdo con un método
de “voto aprobatorio”, en el que tenemos la posibilidad de emitir un único
voto por candidatos que vendrán ordenados en distintas listas, por ejemplo,
hasta 350 (nada más y nada menos) para el Congreso de los Diputados y 3 para
la Comunidad de Madrid, ya que para el Senado se vota por Autonomía. El
problema de este método conocido como “lista plancha” es que aunque haya una
minoría de votantes que mezclen voto de distintas listas o de
independientes, la mayor parte de los votantes lo harán por confianza en una
única lista. Así por ejemplo entre dos listas, una con el 45 % de los votos
y otra con el 35 %, puede darse el resultado que todos los candidatos
elegidos sean de la primera. Cómo se ha repetido en múltiples ocasiones este
método no garantiza la más mínima pluralidad, algo que consideraríamos
inadmisible si se empleara en unas elecciones a representantes. Valga como
ejemplo las pasadas municipales de Madrid, donde el PP con una mayoría
simple del 34 % de los votos se quedaría con el 100 % de los representantes,
y ninguno para Ahora Madrid.

¿Cuál es por tanto la ventaja de las “listas plancha”? No nos engañemos:
este método tiene indudables ventajas a la hora de organizar equipos
“coherentes”  (deberíamos decir homogéneos o pactados). Las listas planchas
facilitan que, en la mayor parte de los casos, la lista propuesta por la
dirección sea la elegida con exclusión de otras listas e independientes. Los
pactos con otros “actores sociales” quedan así al capricho de la cúpula del
partido: materia de despachos y acuerdos a puerta cerrada. En definitiva,
con las listas plancha se aplica un criterio tan frágil de democracia que se
pueda dudar que lo sea. Toda pluralidad y representación de minorías queda
anulada.

Todavía peor es el camino por el que Podemos ha optado en relación con las
circunscripciones electorales. Mientras en las elecciones generales la
circunscripción es provincial, en las primarias de Podemos la
circunscripción es la Comunidad Autónoma para el Senado (recuérdese la
cámara que no importa) y única para el Congreso: ¡para todo el Estado se
dispone de hasta 350 votos! Esto quiere decir, que si alguien quiere elegir
su candidato, por ejemplo por Málaga, lo tendrá que hacer sobre una lista
para toda España. ¿Qué se consigue con esto? Naturalmente, unas primarias
extremadamente controladas en las que los primeros 20 o 30 puestos de la
lista tendrán sillón asegurado con independencia de la provincia que vayan a
representar. De hecho, el sistema es tan brutal y parcial que se ha
anunciado que se podrían reservar algunos puestos “territoriales” para las
Mareas, Compromís u otros en caso de que los pactos sigan para adelante.

Sin embargo, en términos de la energía social que se requiere para ganar las
elecciones, este método de circunscripción única sólo puede recibir un único
juicio: derroche gigantesco y gratuito. Con estas listas de 350, en la mayor
parte de las provincias se elegirá a un representante con ninguna
implantación sobre el territorio. Resultado: desafección o indiferencia por
parte del tejido social que podría llevar a cabo la campaña. En este
aspecto, Podemos ha demostrado, una vez más, una escasísima sensibilidad
respecto de la dimensión territorial –cuasi federal– de la constituency del
Estado español. En unas elecciones generales se puede apostar con más
garantías que en unas autonómicas o locales, por el liderazgo carismático de
Pablo u otros, pero sin candidatos locales directamente reconocidos se
perderá tanto voto como militancia activa en campaña.

Por último, el censo. Podemos tiene actualmente 374.409 ciudadanos censados
en su web. Valga decir que cualquier comparación con la militancia
tradicional en un partido (cuotas, participación, etc) es pura fantasía.
Pero es que esta cifra tampoco se puede identificar con una ciudadanía que
suma 46 millones largos de personas. El censo se mueve así en una particular
tierra de nadie que demuestra a un tiempo que no hay vocación de construir
organización, ni tampoco mecanismos suficientes de democracia efectiva, que
siempre exigen unos mínimos compromisos más allá del voto digital.

Hasta ahora, no obstante, y como se vio especialmente en Vistalegre, este
inmenso censo ha permitido que las “elecciones internas” de Podemos
funcionen como un mecanismo pleibiscitario de las apuestas de la dirección.
Y esto sencillamente porque a más alejado se esté de la vida y los debates
internos de la organización (y es lo que ocurre con la mayor parte del
censo), menos informado y más “delegativo” es el voto. Paradójicamente con
ese censo es difícil que otros actores sientan la confianza, siquiera el
interés, de participar en las primarias. El resultado puede ser una baja o
bajísima participación como ha ocurrido en las últimas elecciones internas
de Podemos. De nuevo, el peligro obvio, es el desinterés.

A pesar de que este sistema ha mostrado ya defectos y problemas difíciles de
discutir, la alternativa a este modelo de primarias era relativamente
sencilla:

1. Un sistema de voto que garantizase la pluralidad de la representación. En
Ahora Madrid se probó una modalidad de voto ponderado que garantizaba una
representación proporcional en la lista definitiva de candidatos por parte
de cada equipo que se presentaba a la primarias. También se podría haber
elegido un sistema de voto limitado (a 3 o a 5) como en las elecciones
europeas, de tal modo que cada votante sólo eligiera a aquellos que conoce y
de los que tiene una opinión formada –¿quién podrá decir que conoce con
garantías a 10 de los 350 propuestos en la lista oficial–. Cualquiera de las
dos opciones no sólo proporcionaría mayor pluralidad y proporcionalidad, y
por ende mayores garantías democráticas, sino también la colaboración, en
este caso imprescindible, de sectores sociales y políticos que con este
sistema se van a quedar fuera, inevitablemente. Basta considerar los
innumerables conflictos y deserciones que se han producido en los círculos
tras la elección de secretarios y consejos para prever, de nuevo, un final
nada feliz.

2. Unas primarias con circunscripción provincial, de tal modo que cada
elector eligiera únicamente a sus candidatos provinciales. En ese caso, se
conseguiría generar una mayor cercanía entre representante y representado, y
con ello también un cuerpo social y militante proclive a una mayor
identificación y participación en la campaña: no es sólo cuestión de
democracia, sino de eficacia.

3. Por último, la creación de un nuevo censo, entendiendo que lo que se
promueve es una candidatura más amplia que Podemos. El “no podemos solos” y
el “abrir de puertas” de Pablo tendría que haberse seguido de una invitación
a componer un nuevo censo con mayores garantías, menos inflado y
probablemente mucho más ajustado a las expectativas de voto.

Con este reglamento de primarias que conoceremos con todo detalle en pocas
horas, Podemos parece haber confiado todo al liderazgo carismático de Pablo,
su buena oratoria y su capacidad para zafarse en las tertulias
pre-electorales. Buenas armas pero seguramente insuficientes. El desborde,
la capacidad de entusiasmar por medio de la participación, la expectativa de
que en estas elecciones se juega algo más que la suerte de la formación
morada, la posibilidad de ensayar una gran alianza social por el cambio (un
proceso constituyente), más allá de Podemos y de la “coalición de
izquierdas”, son sacrificadas en pro de un grupo parlamentario homogéneo y
controlado.

Desgraciadamente, Podemos ha elegido ser un partido antes que un instrumento
de la ciudadanía. Hay bastante de autoinmolación en esta elección. Esperemos
que el tiempo nos quite la razón, o mejor aún , que la nueva ola democrática
y ciudadana en formación sea capaz de desbordar las inercias conservadoras
de Podemos.

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