Grecia/ de la tragedia a lo absurdo [Stathis Kouvelakis]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Jul 11 14:28:07 UYT 2015


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 11 de julio 2015

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A l’encontre – La Breche

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Grecia

De la tragedia a lo absurdo

Stathis Kouvelakis

Jacobin

https://www.jacobinmag.com/

Traducción de Luis Aldamiz, editada por Viento Sur

http://www.vientosur.info/

La situación en Grecia tras la victoria del referendum marcha por caminos
empedrados. Tras la victoria del NO en el referéndum, la decisión del
Gobierno de Tsipras de aceptar prácticamente al 100 % el paquete de
austeridad presentado por la Troika y rechazado en el referéndum, con la
condicionalidad de una reestructuración de la deuda, marca un punto de
inflexión cuyo resultado final no se conoce aún. De momento el Gobierno ha
pasado el primer trámite de que esta propuesta fuera aprobada por el
Parlamento griego. En adelante, todo va a depender de la reunión del domingo
de los jefes de Estado y de Gobierno de la UE: si se acepta la propuesta
griega o no. Y en caso de que se acepte, de las modalidades que se impongan
para conceder las ayudas que demanda Tsipras. A la espera de cómo concluya
esa reunión, publicamos hoy este artículo de Stathis Kouvelakis como
reacción a la decisión del gobierno encabezado por Tsipras. Sólo indicar que
finalmente Varoufakis -que no estuvo presente en la reunión del Parlamento-
envío una nota de apoyo a la propuesta del Gobierno. (Viento Sur]

Cualquiera que esté viviendo, o incluso simplemente observando, la evolución
de los acontecimientos en Grecia conoce muy bien el significado de
expresiones como “momentos críticos”, “clima de tensión”, “rechazo
dramático” y “presionando los límites”. Con la evolución acontecida desde el
Lunes, algún vocabulario nuevo tendrá que ser añadido a la lista: lo
“absurdo”.

La palabra puede parecer extraña e, incluso, insuficiente. Pero ¿cómo puede
caracterizarse de otro modo la inversión total del significado de un
acontecimiento como el del referéndum del 5 de Julio, sólo horas después de
que concluyera, por quienes llamaron a votar “no”?

Cómo puede uno explicar que Vangelis Mimarakis, de Nueva Democracia, o el
líder de To Potami, Stavros Theodorakis (cabecillas del campo totalmente
derrotado el domingo) se hayan convertido en los portavoces oficiales de la
línea seguida por el gobierno griego? ¿Cómo es posible que el “no” demoledor
a las políticas de austeridad del memorándum sean interpretadas como una
línea verde para un nuevo memorándum? Y para ponerlo en términos de sentido
común: si estaban dispuestos a firmar algo aún peor y aún más comprometedor
que las propuestas del Presidente de la Comisión Europea Jean-Claude
Juncker, ¿cuál fue el sentido del referéndum y la lucha para lograr una
victoria en él?

La sensación de lo absurdo no es sólo un producto de este cambio de rumbo
inesperado. Surge sobre todo del hecho de que todo esto se desarrolla ante
nuestros ojos como si nada hubiera ocurrido, como si el referéndum fuera
algo así como una alucinación colectiva que acaba súbitamente, dejándonos
continuar libremente con lo que estábamos haciendo antes. Pero como no nos
hemos convertido en amnésicos, hagamos al menos un breve resumen de lo que
ha sucedido en los últimos días.

El pasado domingo el pueblo griego sorprendió a Europa y al mundo
respondiendo masivamente al llamamiento del gobierno y, en condiciones sin
precedentes según los estándares de postguerra de cualquier país europeo,
votando “no” de forma masiva a las propuestas coercitivas y humillantes de
los prestamistas. Tanto la amplitud del voto del “no” como su composición
cualitativa ( mayoritario entre los trabajadores y trabajadoras y la
juventud, dan testimonio de la profundidad de las transformaciones que se
han dado o, más bien, que han cristalizado en tan poco tiempo en la sociedad
griega.

Las movilizaciones de masas, el clima “desde abajo” que ha prevalecido en la
última semana, por no mencionar la entusiástica oleada de solidaridad
internacional, atestiguan el inmenso potencial que se ha abierto optando por
la confrontación política popular más que por la retirada.

Pero desde la mañana del lunes, incluso antes de que los gritos de victoria
en las plazas del país se hubieran completamente apagado, el teatro del
absurdo dio comienzo. Bajo la égida del, activamente pro-“sí”, Presidente de
la República, Prokopis Pavlopoulos, el gobierno convocó a los líderes de los
partidos derrotados para definir un acuerdo para la negociación que proponía
el euro como límite inconturnable de la posición griega y, más en concreto,
declarando que no existe un mandato para abandonar la unión monetaria.

El público, aún en los efluvios del domingo, observó como el representante
del 62 % por ciento [del NO] se subordinó al 38 % por ciento [del SI] justo
después de una sonora victoria en favor de la democracia y la soberanía
popular.

El martes, el gobierno, sin una nueva “propuesta” que ofrecer, se desplazó a
Bruselas para la reunión extraordinaria del Eurogrupo y, como es totalmente
lógico, se encuentra con un nuevo e incluso más severo ultimátum. Al día
siguiente Euclides Tsakalotos se estrena como ministro de finanzas (por ser
breve pasaremos por alto el factor de la dimisión de Yanis Varoufakis, baste
decir que fue una exigencia de los acreedores) con el envío al Mecanismo de
Estabilidad Europeo (ESM), la organización que gestiona la mayoría de la
deuda griega, una carta pidiendo un nuevo préstamo de 50 mil millones de
euros, que será acompañado, por supuesto, de un tercer memorándum. En él se
plantea que el parlamento comenzará el lunes a votar la legislación que lo
ponga en pie.

La carta de Tsakalotos continúa con referencias a que Grecia procederá a
“honrar sus obligaciones financieras con todos sus acreedores de forma
completa y sin retrasos”. Resulta obvio que, pese a las promesas que se
hicieron tras la proclamación del referéndum sobre “reiniciar las
discusiones a partir de cero”, las “negociaciones” continúan exactamente
donde se dejaron, con los griegos rebajando la barra frente a sus oponentes
en cada nueva reunión.

El mismo día, cuando aún no existía la nueva “propuesta” griega, que sería
“fiable” y detallada, el Primer Ministro Alexis Tsipras se dirige al
Parlamento Europeo y declara que “si mi objetivo hubiera sido sacar a Grecia
del euro, no habría hecho las declaraciones que hice justo tras el cierre de
las urnas, ni interpretado el resultado del referéndum no como un mandato
para la ruptura con Europa sino como un mandato para reforzar nuestros
esfuerzos negociadores y alcanzar un mejor acuerdo”.

Esto supone más o menos un reconocimiento de que el resultado del referéndum
estaba siendo interpretado con un fin específico: el de la negociar cueste
lo que cueste y evitar la ruptura.

En el mismo discurso, el primer ministro esbozó sucintamente la filosofía en
la que durante muchas semanas se ha basado la posición de la parte griega y
en la que el paréntesis del referéndum no ha provocado el más mínimo cambio:

“Evidentemente, con estas propuestas hemos adquirido un compromiso poderoso
para lograr los objetivos fiscales que se requieren sobre la base de la
reglas, porque reconocemos y respetamos el hecho de que la Eurozona tiene
reglas. Pero nos reservamos el derecho de elegir, el derecho de ser capaces,
como gobierno soberano, a elegir dónde debemos colocar y dónde añadir la
carga de los impuestos, para poder lograr los objetivos fiscales
requeridos”.

De ese modo, quedaba definido el cuadro general: medidas restrictivas que
aseguran el superávit y avanzar hacia el pago de la deuda. Sin duda, ese es
el cuadro general de los memorándum. El desacuerdo está en la “distribución
de la carga”. Implica una variante de la austeridad (supuestamente
"socialmente más justa" que será presentada como “redistribución” al mismo
tiempo que perpetúa la recesión (toda referencia a un compromiso con medidas
no-recesionistas ha sido eliminado) y el empobrecimiento de la mayoría de la
población.

Mientras tanto, y mientras se proponen estás garantías tranquilizadoras que
echan por tierra lo que quedaba de los compromisos programáticos de Syriza,
el Estado de sitio [financiero] que sufre el país se agrava: el Banco
Central Europeo mantenie cerrado el grifo de la liquidez e, incluso, devalúa
los bonos bancarios griegos, conduciendo de manera inexorable al colapso.

Y a pesar de ello, a pesar de la gravedad de la situación y pese al hecho de
que a través del establecimiento del control de capitales ya se haya
recorrido parte del camino nadie, aparte de Costas Lapavitsas y algunos
cuadros de la Plataforma de Izquierda, está hablando de las medidas
evidentes y básicas de auto-protección que se necesitan en estas
circunstancias, comenzando por el control público y la nacionalización del
sistema bancario.

Por supuesto, la explicación para esto es muy sencilla: cualquier acción de
este tipo situaría a Grecia con un pie fuera del euro, lo que el gobierno es
completamente contrario a hacer, a pesar del hecho de que incluso
economistas convencionales como Paul Krugman afirman que “la mayor parte del
coste ya ha sido pagada” y que es hora de que Grecia “coseche los
beneficios”.

Ahora bien, el referéndum tuvo lugar. No fue ninguna alucinación de la que
todo el mundo se ha despertado. Al contrario: lo alucinante es el intento de
degradarlo a un “desahogo” temporal antes de retomar el camino cuesta abajo
hacia un tercer memorándum.



Y parece que el gobierno está, precisamente, encaminándose por esa cuesta
suicida. Ayer, ya al anochecer, envió a todos los parlamentarios un texto de
doce páginas escrito a toda prisa y en inglés por expertos enviados por el
gobierno francés y basado en la solicitud de Tsakalotos de un préstamo de 50
mil millones de euros al MSE.

No es más que un nuevo paquete de austeridad; de hecho, una copia casi
exacta del plan Juncker rechazado por el electorado hace unos pocos días. Su
núcleo es demasiado familiar: superávits primarios, recortes de pensiones,
incremento del IVA y otros impuestos, y un puñado de medidas que le den
cierto sabor a “justicia social” (un incremento del impuesto de sociedades
en dos puntos). El documento fue aprobado por todos los ministros
principales excepto Panos Kamnenos, líder del partido Griegos Independientes
(ANEL), y Pangiotis Lafazanis, líder de la Plataforma de Izquierda.

Se ha convocado al Parlamento para votar este texto hoy mismo, bajo los
mismos procedimientos de emergencia que, anteriormente, eran denunciados
enfáticamente por la propia Syriza. En muchos aspectos este proceso puede
ser considerado como un “golpe parlamentario”, ya que se pide al Parlamento
que vote un texto, que no es ni una proposición de ley ni un acuerdo
internacional, para dar carta blanca al gobierno para que firme cualquier
acuerdo crediticio. Esta aprobación parlamentaria fue puesta como condición
para cualquier negociación ulterior por parte del ministro alemán de
finanzas Wolfgang Schäuble.

Como era predecible, y probablemente incluso planificado, este acuerdo
propuesto ha desatado un clamor en Syriza. De momento la mayoría de las
reacciones fuertes vienen de la Plataforma de Izquierda y otras corrientes
del ala izquierda de Syriza como KOE, la organización maoísta que tiene
cuatro parlamentarios. En la dramática reunión de hoy, Lafazanis, ministro
de energía y líder de la Plataforma de Izquierda, dijo que el acuerdo es
“incompatible con el programa de Syriza” y que “no ofrece un panorama
positivo al país”. Se espera que los ministros de la Plataforma de Izquierda
dimitan hoy.

Thanassis Petrakos, uno de los tres portavoces del grupo parlamentario de
Syriza y miembro prominente de la Plataforma de Izquierda declaró:

“El “no” del referéndum fue un “no” radical y de clase. Algunos camaradas de
alto rango insisten en la lógica de que “no hay otro camino”. Debemos
prepararnos para salir de la Eurozona y decir eso a la gente de forma clara.
La Izquierda tiene futuro cuando abre sus alas a lo desconocido, no al
vacío. Aquellos que insisten en permanecer en el euro a cualquier precio
deberían saber que es un desastre. Necesitamos una salida preparada para
ofrecer un camino nuevo. Los primeros pasos son el control público de los
bancos y del banco central griego, junto a medidas severas a la oligarquía.

Se dice que Varoufakis también se opone al acuerdo, así como algunos
parlamentarios del grupo de los “cincuentaitrés” (el ala izquierda de la
mayoría de Syriza), aunque en una reunión interna que hubo ayer se apreció
una brecha significativa entre los camaradas de a pie y los de rango medio,
fuertemente opuestos al acuerdo, y los parlamentarios, mucho más inclinados
a apoyarlo. El voto que tendrá lugar esta noche será de importancia crucial
para los acontecimientos futuros, pero también para el futuro de Syriza.

Más allá de lo que ocurra en las próximas horas y días, una cosa debe quedar
clara: cualquier intento de cancelar la voluntad popular de terminar con la
austeridad y los memorándum no es sino un “hubris” en el antiguo sentido
griego de la palabra [“arrogancia, insolencia, ofensa”, N. del T.] Quien ose
conducir al país y a la Izquierda a la rendición y a la deshonra debe estar
preparado para enfrentarse a su correspondiente Némesis [la diosa de la
justicia retributiva, la solidaridad, la venganza, el equilibrio y la
fortuna].

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