Grecia/ así resiste el hospital oncológico de Atenas [Ana R Cañil]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Jul 17 16:48:54 UYT 2015


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 17 de julio 2015

germain5 en chasque.net

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Grecia

Así resiste el hospital oncológico de Atenas

Hace tiempo que los profesionales de la sanidad griega se han organizado
para mantener con dignidad y sin perder calidad el sistema sanitario,
machacado por la crisis. Lo logran gracias al esfuerzo de miles de personas
anónimas que han perdido más del 40% de su salario y han doblado sus
horarios de trabajo.

Ana R. Cañil, desde Atenas

eldiario.es, 4-7-2015

http://www.eldiario.es/

En Atenas hay un hospital oncológico, el más conocido de Grecia -aunque hay
otros dos dedicados al cáncer en el país- que es motivo de orgullo para los
atenienses. Se trata del Agios Sabras Santo Sabas, situado en la esquina de
la Avenida Alexandras con Dimitsanas. Su estación de metro es Ambelopiki, a
media docena de paradas de Syntagma. Los griegos saben que la mayoria de los
profesiones de este centro contribuyen con su esfuerzo a mantener una red de
asistencia paralela para atender a los más desfavorecidos, los que han
quedado fuera del sistema o los que aun estando dentro de la Seguridad
Social, no tienen ni un euro para pagar los medicamentos o seguir los
tratamientos.

Hace tiempo que la capital griega está sembrada de desahuciados, no hace
falta alejarse del centro, solo perderse por la plaza Omonia, cerca de
Syntagma. Ya no son emigrantes, son griegos desesperados. Sus vidas han
comenzado a interesar al resto del mundo, de verdad, desde hace unos pocos
días, cuando el primer ministro Alexis Tsipras convoco el referéndum. El
interés creció tras el corralito decretado el lunes. Seguir la asfixia del
pueblo griego de cerca -no la de sus políticos ni de sus banqueros- es ahora
una prioridad. Tienen la esperanza de que no sea demasiado tarde, pero está
siendo una semana brutal.

"Estoy preparada para lo que nos pueda pasar al final de esta semana. Sé muy
bien que las cosas van a ser muy difíciles y no me siento bien. Todos
estamos agotados, pero no vamos a rendirnos ahora". Maria Kolofrantza es
radióloga, tiene 40 años y lleva 17 peleando en el Agios Sabras y el
Instituto Griego contra el cáncer, situados en edificios contiguos. Ha
salido a fumar un cigarro, a tomarse un respiro en la larguísima jornada que
ya lleva a su espalda. Son las tres de la tarde, ha empezado a las 7.30 y
acabará a las diez de la noche. "No me han quitado gente, pero no renuevan
las jubilaciones. Solo hoy tengo que radiar a cien personas, ¿cómo crees que
me siento? Es una responsabilidad enorme, no me puedo equivocar. Pero
llevamos así desde 2012 y lo último que haremos será dejar tirados a
nuestros pacientes, a nuestra gente".

La charla con la doctora Kolofrantza tiene lugar fuera, porque el gerente
del hospital, un tipo elegante, con camisa Ralph Laurent, manos con manicura
y bronceado que sube por encima de la manga corta, explica que no puede
dejar que los profesionales del hospital hablen sin el permiso del ministro
de Sanidad. Hay que enviar el correspondiente email oficial para que él
pueda conceder esa autorización. Las explicaciones tienen lugar en su
despacho, mesa de caoba, tapete de piel verde, con la bandera de la UE y la
griega a sus espaldas.

La decisión del gerente es la políticamente correcta, pero contrasta con la
flexibilidad que durante toda la semana muestran los atenienses, deseosos de
explicar al mundo, como sea, lo que les están haciendo y preguntar por qué.
El ciudadano de a pie hace tiempo que no espera nada de Bruselas y de
Alemania, "solo más dolor con lo que nos proponen" cuenta Manuel Taryki, un
compañero de María que trabaja en la cocina del hospital desde hace quince
años.

La frialdad y educada distancia del gerente tienen una explicación. En estos
cinco meses de Gobierno de Tsipras, Syriza no ha tenido tiempo de sustituir
al frente de las instituciones a los altos funcionarios de Nueva Democracia,
a la gente de Samarás, el anterior primer ministro. El gerente es un hombre
de Nueva Democracia. Quien debería ser ya nuevo delegado del ministro de
Sanidad en el Agios Sabras está en una reunión urgente, montando el
dispositivo de esta semana de corralito. Y de lo que se les viene encima, si
el próximo lunes o martes se agota el dinero en los cajeros y a los miles de
pobres se les suman los que no tienen euros para pagar en las farmacias.

Recortes en sanidad

"Los recortes que se hicieron en Sanidad en el primer periodo, del 2010 al
2012, incluso estaban justificados. Había despilfarro en muchas áreas, pero
lo que ha pasado en los últimos años es insostenible. Nuestro sistema de
salud está a punto de romperse, se mantiene gracias al esfuerzo de los
profesionales, mis colegas están dando un ejemplo a lo largo de todo el
país". El cirujano Evangelos Filopoulos es una autoridad internacional en
oncología, sobre todo en el cáncer de mama.

Dirige el departamento de Mastología del Agios Sabras y ha salido para
descansar media hora, tomar el almuerzo y dirigirse a otra consulta de la
tarde. Como todos, está preocupado, pero no asustado. Y muy orgulloso de la
respuesta de la sociedad civil griega, de sectores como el de la sanidad y
de los organismos vinculados a las ONG, que les están ayudando. Tras beber
agua, se aleja camino de otra consulta.

"No te lo va a decir, pero es una consulta a pacientes con menos medios,
desahuciados", añade Tyrakis, que regresa a la charla con la radióloga.

Ambos dejan claro que van a votar no. Kolofrantza es rotunda. "Lo que nos
ofrece Bruselas y Merkel es más de lo mismo, no podemos mas. Quieren echar a
Tsipras y no piensan en nosotros, el pueblo. Si sale el no, que no significa
salir del euro sino rechazar la austeridad que nos ha traído esta situación,
tendremos unos años muy duros, pero podremos seguir adelante. Si sale el sí,
será una catástrofe para la gente normal, los desfavorecidos. Mi sueldo se
ha rebajado en un 40%, pero eso no es lo peor, lo peor es la tensión que
vivo, porque mi trabajo se ha visto perjudicado. Llegar a las 7.30 y
marcharme a la 10 (de la noche), bajo la presión de que no me puedo
equivocar, es tremendo. Pero no soy yo sola, son todos los compañeros los
que estamos haciendo lo mismo. El sistema sanitario se mantiene gracias a
los grandes profesionales que tiene, estoy orgullosa de todos mis colegas,
de arriba a abajo y viceversa". A la radióloga se le humedecen los ojos
maquillados -es guapa y se cuida, está claro por su aspecto- apaga el
cigarro y se vuelve adentro, no sin antes sonreír ante el comentario de su
elegancia. Pobres, pero dignos hasta el último minuto.

Antonia y Cleopatra se ocupan de la recepción de los pacientes en Agios
Sabras. Salen a hablar algo temerosas y piden que no haya fotos, pero una
vez que están bajo la marquesina de la parte trasera del hospital, se
despachan. "La situación de los enfermos no ha empeorado, pero gracias al
trabajo de los profesionales, que nos dejamos la piel. Desde los doctores a
los celadores. En los últimos años no se ha cubierto ni una sola baja, ni
una sola jubilación y eso que este es un hospital símbolo en muchos
aspectos, de referencia. Imagínate lo que sucede en otros centros", espeta
Antonia, seria y muy cabreada con la situación.

Va a votar no por "dignidad, por el futuro de mis hijos", añade, mientras
Cleopatra asiente a su lado. "Nos han rebajado los salarios un 40%,
trabajamos más de nueve horas diarias y no llegamos a los 800 euros. Estamos
en el oncológico desde hace 28 años", apostilla Cleo, volviendo la cabeza
hacia atrás por si en algún momento sale el gerente que no les deja hablar
dentro del hospital. Ni fuman ni quieren una botella de agua, solo que
alguien les explique el por qué son ellas y sus pacientes, sus familias,
quienes están pagando esta odisea.

Una de ellas añade lo que ya hemos oído muchas veces estos días en las
calles de Atenas: "Ni soy banquera, ni soy política, ni soy vaga ni nunca he
dejado de pagar mis deudas. Por qué nos hacen esto, a quién quieren que
sirvamos de ejemplo", y se pierden tras las puertas correderas del hospital,
apuntando con el dedo índice a la española que se queda fuera. De nuevo la
imagen, la frase, castigan a los griegos para que los españoles, los
portugueses, los italianos no sean malos.

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