Grecia/ debate: ¿existe un "buen dracma"? [Michel Husson]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Jul 30 08:53:15 UYT 2015


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 30 de julio 2015

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A l’encontre – La Breche

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Grecia

Contribución al debate

¿Existe un "buen dracma"?

Michel Husson

A l´encontre – La Breche

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Traducción de Viento Sur

La rendición del gobierno de Tsipras a las imposiciones de la troika
constituye una dolorosa derrota para quienes somos partidarios de una
alternativa a la austeridad neoliberal en Europa. Recordemos brevemente,
aunque sea de forma desordenada, las razones de esta derrota: subestimar la
agresividad de las "instituciones", esa mezcla de fanatismo económico y de
voluntad política para machacar una alternativa; no haber preparado las
condiciones materiales para una ruptura que pasaba, sobre todo, por la
suspensión unilateral del pago de la deuda; la no construcción de la
relación de fuerzas ideológica interna necesaria para esta ruptura; la
incapacidad de asumir el “no” del referéndum, al llevar a adoptar, en la
lógica de una unión nacional, medidas que el propio gobierno había planteado
a la población rechazar [en el referéndum]; y la ausencia de gobiernos que
se alinearan en la misma perspectiva y el débil apoyo de los movimientos
sociales.

A través de esa constatación, a menudo se llega a la conclusión de que, a
fin de cuentas, en la zona euro no es posible desarrollar una política
alternativa. Para Stathis Kouvelakis, "está claro que querer romper con las
políticas neoliberales, ultraausteritarias y de los "memorándum" en el marco
de la zona euro pone de manifiesto una ilusión que cuesta muy caro". La idea
del "buen euro" y de "hacer que cambie Europa", el rechazo obstinado a un
plan B y el encerrarse en un proceso agotador de pseudonegociaciones han
conducido al desastre más grande de la izquierda que lucha por la
transformación social en Europa tras el hundimiento de la URSS"/1.

Jacques Sapir llega a la misma conclusión: "en realidad, no es posible
modificar la UE desde dentro. La Izquierda Radical debe fijarse como primer
objetivo la ruptura, al menos con las instituciones cuyo contenido
semicolonial es predominante: es decir, el euro, y debe pensar construir
alianzas políticas a partir de ese objetivo. Para ella ha llegado la hora de
optar: habrá que romper [con el euro] o perecer"/2.

Es posible que hoy en día en Grecia no haya otra alternativa que el Grexit.
Se puede discutir. Pero de ahí no se puede llegar a la conclusión de que es
necesaria una revisión estratégica para el conjunto de Europa. Esta opción
binaria -o claudicar, de una forma u otra, o el Grexit- constituye un atajo
que borra de un plumazo los elementos intermedios que actúan en la
construcción de una relación de fuerzas.

En efecto, durante mucho tiempo el debate se ha planteado a menudo en esos
términos. Actualmente, a la luz de la experiencia griega, son muchos quienes
se apuntan a la salida del euro como la única alternativa posible. Pero, una
vez más, se mezclan dos debates: el primero tiene que ver con la situación
griega al día de hoy, y el segundo, es más general y se refiere a la
estrategia de ruptura para Europa.

Voy a comenzar con un comentario realizado sobre mi artículo La economía
política del crimen/3: "Interesante, pero entonces ¿por qué usted se
pronuncia siempre contra la salida del euro? Parece que le ha llevado tiempo
comprender que el euro y los planes de ajuste impuesto a Grecia van de la
mano. Su punto de vista no es coherente". La cuestión es que yo no he estado
nunca "contra la salida del euro", como queda de manifiesto, entre otras
contribuciones, en este resumen de un artículo publicado en 2011: "En este
esquema, la salida del euro no constituye, una precondición. Al contrario es
un arma que se puede utilizar como último recurso. La ruptura se debería
realizar fundamentalmente en torno a dos puntos que permitirían obtener un
margen de maniobra real: la nacionalización de la banca y la anulación de la
deuda"/4.

Como todo el mundo reconoce, la cuestión clave para Grecia es el carácter no
sostenible de la deuda. En base a ello, la medida prioritaria a adoptar es
la moratoria unilateral de la misma, seguida de su anulación total o
parcial. ¿Pero qué tiene que ver esto con la salida del euro? Jamás he
llegado a entender como se puede establecer una vínculo lógico entre esas
dos medidas.

Supongamos que Grecia sale del euro. Primer supuesto: continua pagando la
deuda. Se dirá que es absurdo, pero muchos de los que abogan por la salida
del euro, aunque resulte extraño, no excluyen en absoluto esta posibilidad.
Si la deuda debe ser reembolsada en euros, su valor real (en dracmas)
aumentará en relación a la devaluación. Si fuese reembolsada en dracmas,
equivaldría a una anulación parcial (por ejemplo, del 20 % si el dracma se
hubiera devaluado en un 20 %); pero esta posibilidad no existe
jurídicamente: la lex monetae no se aplica.

De todos modos, los acreedores no aceptarían una reducción semejante sin
reaccionar y adoptar represalias, más allá de especular contra la nueva
moneda. Lo mismo ocurre en el segundo caso en el que la salida del euro iría
acompañada -lógicamente- de una anulación, tota o parcial, de la deuda. Como
señala John Milios/5, es fácil imaginar "la situación en la que Grecia, una
vez fuera del euro, no podría encontrar reservas necesarias para mantener el
tipo de cambio de su nueva moneda y debería pedir prestado en la zona euro o
en otros lugares. Pero en la fase actual del capitalismo, cualquier préstamo
conduce a un programa de austeridad. Así pues, ¿quién financiará al país
para poder mantener el tipo de cambio de la nueva moneda?"

Los acreedores estarán presentes siempre y el paso al dracma les otorgará un
baza importante. Una baza que solo dejaría de ser eficaz si el comercio
exterior de Grecia fuera equilibrado. Este es el segundo argumento a favor
de la salida del euro: gracias a la devaluación, las exportaciones griegas
aumentarán y el comercio exterior se equilibraría de forma permanente.

Ahora bien, este esquema no toma en consideración dos elementos. El primero,
la dependencia de la economía griega/6: toda recuperación de la actividad se
traduciría en un incremento notable de las importaciones, sobre todo, de
productos alimenticios, medicamentos y petróleo (cuyos precios serán más
caros debido a la devaluación). Se puede y, evidentemente, es necesario
imaginar políticas industriales que reduzcan esta dependencia, pero sus
efectos no serían inmediatos.

La segunda cuestión tiene que ver con el comportamiento de los capitalistas
cuya prioridad es el restablecimiento de sus beneficios. La experiencia
reciente muestra que la reducción de salarios en Grecia no se ha traducido
en una reducción de precios sino en un aumento de los márgenes de beneficios
en el sector de la exportación, hasta el punto punto que la Comisión Europea
se planteaba interrogantes en torno a las "ausentes"· exportaciones
griegas/7. Este punto es importante: al hacer de la divisa el alfa y omega
de problema griego, se entra en un callejón sin salida en lo que tiene que
ver con las relaciones de clases en la sociedad griega. Por consiguiente, la
salida del euro, en sí misma, no pone en cuestión la estructura oligárquica.

La otra ventaja de una salida del euro sería posibilitar que el Banco
Central financiase el déficit público; es decir, al margen de los mercados
financieros. Pero ahí también, la salida del euro no constituye la condición
previa a la búsqueda de otros modos de financiación. La nacionalización de
los bancos, con una cuota impuesta de títulos públicos, sería otro canal de
financiación posible, al igual que la confiscación del Banco central. Esto
constituiría otra forma de ruptura que no tendría nada que ver con la
exigencia de un "buen euro".

Los partidarios de la salida del euro han logrado encerrar el debate en
torno a la siguiente opción binaria: el "buen euro" idílico o la salida del
euro; escurrirse por debajo de la mesa o ponerla patas arriba; no hacer del
euro un tabú (¿pero sí un tótem?), etc. Que el balance de la experiencia
griega conduzca a encerrar el debate estratégico en esa opción binaria
resulta comprensible, pero la cuestión es más compleja.

No existe una salida fácil a la situación dramática en la que actualmente se
encuentra Grecia. Puede ser que actualmente una salida del euro fuera para
Grecia menos costosa que la aplicación del tercer memorándum que se avecina,
que es más monstruoso aún que los dos anteriores. Pero no se trata de un
camino de rosas y es necesario confesarlo de forma honesta. En segundo
lugar, el riesgo es de hacer de ello la solución a todos los problemas de la
economía griega, tengan que ver con la estructura productiva o ell poder de
la oligarquía.

La salida del euro se presenta casi siempre como una varita mágica que
permite escapar a la dominación del capitalismo financiero, así como a las
contradicciones internas entre capital y trabajo. Como si la salida del euro
equivaliera a la salida de las políticas neoliberales. ¿Es que las grandes
firmas y los ricos griegos van a abandonar la evasión fiscal por arte de
birlibirloque? ¿Por qué regla de tres van a aceptar los armadores financiar
las pensiones?

La fijación sobre la cuestión de la moneda resulta peligrosa en la medida en
que desplaza a un segundo plano toda una serie de cuestiones que tienen que
ver con las relaciones entre las clases y que van más allá de las fronteras.
Grecia no es una "nación proletaria" sometida al yugo del euro; es una
formación social estructurada por relaciones de clase. La suma total de los
capitales huidos desde hace 10 años es tan grande como el total de la deuda
griega, lo que no tiene nada que ver con el euro. Y la vuelta al dracma no
cambiará nada. Peor aún, permitirá a los evasores fiscales repatriar sus
capitales obteniendo una plusvalía proporcional a la tasa de devaluación.

Los partidarios de la salida del euro afirmarán aún que ellos también están
a favor de la reforma fiscal y de otras medidas. Pero esos elementos del
programa se relegan a un segundo plano y, además, es imposible demostrar que
la salida del euro facilitaría su puesta en práctica. Más que reprochar a
Tsipras el no haber preparado un plan B asimilado a la salida del euro,
sería mejor reprocharle el no haber establecido, desde el primer día, un
control de capitales, cosa que no hizo para mostrar su buena voluntad a las
instituciones (troika).

Los argumentos a favor de la salida del euro se basan, en última instancia,
en la fórmula definida por Jacques Sapir en una reciente tribuna: "las
cuestiones del cambio de moneda y de la suspensión de pagos están
íntimamente relacionadas"/8. En relación al Grexit, plantea los siguientes
problemas a resolver:

1.Las reservas del Banco Central;

2.La liquidez de la banca

3.La deuda

4.Los bancos comerciales

Y subraya que es "muy importante que el gobierno griego anuncie la
suspensión de pagos de la deuda al mismo tiempo que anuncia que el euro no
es moneda de curso legal en su territorio."

Es la simultaneidad entre suspensión del pago de la deuda y abandono del
euro la que es discutible. La lógica razonaría según una secuencia
diferente: de entrada, la suspensión del pago de la deuda, porque es la
condición necesaria para una reorientación de la economía griega, y,
después, las medidas de acompañamiento que se derivarían de ello:
nacionalización de bancos, confiscación del Banco Central, control de
capitales y creación eventual de una moneda paralela. Es un programa
coherente que implica rupturas fundamentales con las reglas de juego
europeas, pero que no exige a priori la salida del euro.

La salida del euro no constituye en sí mismo un programa; no es más que un
instrumento a utilizar en caso de necesidad, y es necesario demostrar esa
necesidad, más allá del encantamiento. La fetichización de la moneda
desequilibra la construcción de un programa como el enunciado, da rienda
suelta a ilusiones sobre el "buen dracma" que valen lo mismo que las,
imaginarias, sobre el "buen euro" y solapa los problemas sociales tras una
lógica nacional-monetaria.

John Milios, el antiguo "economista jefe" de Syriza, lo explica muy bien.
"No hay ninguna razón para que las movilizaciones sociales que se oponen al
neoliberalismo y al capitalismo dejen de existir porque Grecia continúa en
el euro. Si fuera el caso, podría ser necesaria una nueva moneda para apoyar
esta nueva vía. Pero nosotros tenemos que partir de esas movilizaciones y no
al contrario. Por ello creo que la cuestión de la salida del euro es
secundaria. Desde un punto de vista no teórica sino político (cómo modificar
las relaciones de fuerza políticas y sociales) considero el euro como un
problema falso. No participo en los debates sobre la moneda porque desplazan
la cuestión principal que es cómo derrotar la estrategia a largo plazo, a
favor de la austeridad, de los capitalistas griegos y europeos."

Notas

1/ Stathis Kouvelakis, "Il faut s’opposer à ceux qui mènent la Grèce et la
gauche grecque à la capitulation", 24 de julio de 2015.

2/ Jacques Sapir, "La Grèce, la gôche, la gauche", El Correo, 25 de julio de
2015.

3/ Michel Husson, "La economía política del crimen" en
http://www.vientosur.info/spip.php?.... NB. Como he estado implicado de
forma directa en el debate griego en tanto que miembro de la Comisión por la
verdad sobre la deuda griega, aquí me expreso en primera persona.

4/ Michel Husson, "Euro : ¿Salir o no salir?, en
http://vientosur.info/spip.php?arti...

5/ John Milios, "Ils pensaient pouvoir gouverner de la même façon qu’avant
la crise", A l’encontre, 22 juillet 2015.

6/ Michel Husson, "Grèce : une économie dépendante et rentière", A
l’encontre, 12 Mars 2015 ; George Economakis, Maria Markaki, Alexios
Anastasiadis, "Structural Analysis of the Greek Economy", Review of Radical
Political Economics, Vol. 47(3), 2015.

7/ Uwe Böwer, Vasiliki Michou, Christoph Ungerer "The Puzzle of the Missing
Greek Exports", European Economy, 2014

8/ Jacques Sapir, "Les conditions d’un "Grexit"", 11 juillet 2015.

9/ John Milios, ya citado.

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