Brasil/EUU/ una convergencia para "modernizar" Cuba [Virgilio Arraes]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Jun 20 11:08:39 UYT 2015


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 20 de junio 2015

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A l’encontre – La Breche

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Brasil/Estados Unidos

Modernizar Cuba

Virgilio Arraes

Correio da Cidadania

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Traducción de Ernesto Herrera – Correspondencia de Prensa

Durante la convergencia temporal entre el mandato de George Bush y el de
Lula da Silva, una de las maneras que tuvo Brasil de valorizarse ante los
Estados Unidos fue el portarse como un confiable mediador diplomático, en
especial asuntos relacionados con Argentina, Venezuela y hasta Bolivia.

La posición de intermediación de Brasil fue aceptada de buen grado por
Washington. Cómo posible retribución a los mandados regionales, el Planalto
esperó una mayor concesión de la Casa Blanca a la exportación de
biocombustible derivado de la caña de azúcar, aunque no fuese al mismo nivel
del tratamiento dispensado a gobiernos del Caribe.

Por lo cual, sería natural que el país mantendría un posicionamiento con el
sucesor del presidente republicano, el demócrata Barack Obama. En el primer
semestre de 2009, el desembarazado movimiento brasilero se destinó a
viabilizar una aproximación con el arco cubano-venezolano, innecesario
inspirador de la retórica conservadora estadounidense.

Por entonces, para suavizar las rispideces, estuvo la V Cumbre de las
Américas, realizada al inicio de abril de 2009 en Trinidad y Tobago,
encaminada, en los hechos, a tratar burocráticamente temas importantes como
el combate al narcotráfico o la reforma macroeconómica.

De inicio, el simbolismo de la mayor necesidad de contacto con los
adversarios tradicionales, fue la presencia del propio Barack Obama en aquel
encuentro de la recién constituida Unión de las Naciones Sudamericanas, una
vez que había sido oficializada en mayo de 2008, sucedánea de la Comunidad
Sudamericana de Naciones.

La voluntad de la Casa Branca fue superar de modo gradual dos importantes
espectros políticos en la región latinoamericana. Uno emanado de la Guerra
Fría, el castrismo (o su otra denominación, resultante de la rivalidad
norteamericana-soviética: el castro-comunismo), existente como reminiscencia
de una época de cerrada oposición a Washington.

El otro, venido como fruto más reciente del desencanto de la globalización
neoliberal, el chavismo, de alcance político mayor, impulsado a lo largo de
varios años por una temeraria petro-diplomacia debido a la inestabilidad de
los precios del producto.

En la cumbre, Venezuela, Bolivia y Ecuador, se enfilaban más a la izquierda,
al solicitar de forma incisiva el ingreso de Cuba a la rutina diplomática
del continente, vía el fin de la exclusión en la Organización de Estados
Americanos (OEA); mientras que Brasil, Colombia, Chile y Perú, no compartían
la misma urgencia. De todas maneras, el documento oficial de la cumbre no
haría menciones al pedido bolivariano.

A los ojos del nuevo presidente estadounidense, casi medio siglo de boicot a
la pequeña isla caribeña no tenía ya sentido alguno. Además, el punto de
conflicto significativo entre los dos países se vinculaba al destino de
Guantánamo como presidio de máxima seguridad por los Estados Unidos.

Aunque la distensión ocurriese recién en el segundo mandato de Barack Obama,
estaba la expectativa, de parte de la cancillería brasilera, de que la Casa
Blanca pudiese indicar un nombre para ser negociador temporario con poderes
especiales.

Sin la vigencia de la bipolaridad, Cuba, con poco más de 10 millones de
habitantes, se había transformado en un fragmento histórico en poco tiempo.

Citada como fuente de inspiración para segmentos de la izquierda, como
prueba de una prolongada resistencia a Washington; o, según la derecha, como
una muestra del agotamiento anacrónico y autoritario, La Habana necesitaba
modernizarse.

En la apreciación de la diplomacia de Brasil, el camino para eso pasaría por
el acercamiento con la Casa Blanca, a través de la contribución del
Planalto. La materialización de esa convergencia entre los dos adversarios,
sería un impactante éxito de la postura independiente de la presidencia
brasilera, bajo el prisma de que la normalización se manifestaría en
términos políticos y económicos en el siglo XXI.

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