Venezuela/ el pueblo tiene derecho a una salida revolucionaria [Orlando Chirino y Miguel Hernández]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Mar 5 00:03:37 UYST 2015


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 5 de marzo 2015

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A l’encontre – La Breche

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Venezuela

El pueblo tiene derecho a buscar una salida revolucionaria

Orlando Chirino y Miguel Ángel Hernández *

La Clase, Caracas, 3-3-2015

http://web.laclase.info/

Desde el mismo momento en que participamos de la fundación y legalización
ante el Consejo Nacional Electoral del Partido Socialismo y Libertad, hemos
utilizado todos los espacios políticos, electorales, laborales, educativos y
populares para expresar con toda claridad que somos una organización con un
perfil socialista y revolucionario, que lucha y luchará por alcanzar un
gobierno de las y los trabajadores junto con los sectores campesinos y
populares; que luchamos por un modelo económico libre de la explotación y en
armonía con la naturaleza y la preservación de toda forma de vida; bajo un
régimen político basado en la democracia obrera que brinde las más amplias
libertades democráticas, y de respeto profundo a los derechos humanos para
el conjunto de la población.

También hemos afirmado con gran responsabilidad -aún a riesgo que muchos de
los honestos seguidores del fallecido Hugo Chávez o del actual presidente
Nicolás Maduro pudieran resentir nuestras declaraciones-, que el modelo de
“Socialismo de Siglo XXI” que ellos pregonaron y desarrollaron durante estos
años, ha sido una farsa que nada tiene que ver con el verdadero socialismo
revolucionario y que lastimosamente hoy, en medio de una pavorosa crisis
recurre al engaño y las restricciones de las libertades democráticas para
implementar un ajuste económico de corte antiobrero y antipopular que agrede
a toda la población trabajadora, elimina grandes conquistas obtenidas con la
lucha y el esfuerzo del pueblo y ponen en riesgo la soberanía nacional.

Es por eso que hoy, cuando los venezolanos y las venezolanas discutimos en
los círculos familiares, en los puestos de trabajo, con los vecinos, en los
sitios de estudio y por supuesto en las inclementes y humillantes colas que
a diario nos toca hacer para proveernos de los artículos de consumo básico,
sobre cuál es la salida y quién debe ponerse al frente del país para atajar
esta caída por el despeñadero al que nos ha llevado este modelo disfrazado
de socialismo; desde el Partido Socialismo y Libertad queremos hacerle
conocer al conjunto de la población nuestras reflexiones y nuestras
propuestas sobre cómo y de la mano de quiénes podemos salir de la crisis.

El modelo económico y político del gobierno se agotó. Fracasó

Millones de compatriotas confiaron en que el modelo ofrecido por el
fallecido Hugo Chávez redimiría a la población venezolana de siglos de
explotación y discriminación. Muchos se ilusionaron cuando efectivamente
durante los primeros años de su gobierno se obtuvieron conquistas sociales
de diversa índole y se empezó a disfrutar de derechos que en el pasado
habían sido conculcados. La razón de esta realidad residía en que el pueblo
estaba movilizado, reclamaba y luchaba a brazo partido para que de inmediato
se cumplieran sus expectativas.

Con el tiempo, el propio gobierno se encargó de desactivar la movilización
que empezaba a serle incómoda, relegando el discurso de la democracia
protagónica y participativa. En cambio, fortaleció su imagen mesiánica,
construida sobre la base de utilizar los recursos de la espectacular bonanza
petrolera de los últimos años para comprar lealtades, conciencias y votos
para las diferentes coyunturas electorales. Fueron tantos los recursos que
ingresaron al país, que permitió a la atornillada camarilla burocrática que
ocupa los altos cargos de gobierno enriquecerse, gracias a la corrupción.
Muchos de ellos se dedicaron a acumular los suficientes capitales como para
convertirse en los nuevos burgueses de la era del “socialismo del siglo
XXI”.

La economía del país siguió anclada a la renta petrolera y el festín de las
multinacionales tuvo continuidad a partir del mismo momento en que el
gobierno, con la firma de Hugo Chávez, rubricara la política de empresas
mixtas, mediante la cual se permitió a la Chevron, Repsol, Total, ENI,
Halliburton, a los magnates chinos, iraníes, rusos, entre otros, que se
quedaran con el 40% de las ganancias de dichas empresas petroleras, con
contratos por 40 años.

Esta tragedia tuvo su complemento con una política de despilfarro, que no
privilegió la diversificación económica, la producción agropecuaria a gran
escala para atender la demanda interna, y muy por el contrario quiso cubrir
la creciente demanda con una espiral importadora que terminó de arruinar la
economía nacional, enriqueciendo a una minoría de grandes importadores,
ligados tanto a Fedecámaras como a la nueva burguesía emergente.

Definitivamente ni el gobierno de Chávez ni mucho menos el de Maduro, jamás
intentaron en verdad romper con las pesadas anclas que atan la economía
venezolana al modelo capitalista prevaleciente en la nación. En algunos
casos se estatizó propiedades de terratenientes o empresas, no porque así lo
quisiera el gobierno del PSUV sino porque así lo impusieron los
trabajadores, como sucedió en Invepal y Sidor, sólo para colocar dos
ejemplos, pero no se pudo ejercer en ninguna de ellas el verdadero control
democrático por parte de los trabajadores de la administración y la
producción de las empresas.

Y en los casos en que los trabajadores y los campesinos no estuvieron al
frente de la lucha por la nacionalización de las empresas, las compras
forzadas se dieron porque los mezquinos intereses del gobierno así lo
exigían para poner dichas empresas en manos de sectores de la burguesía roja
interesados en ampliar los negocios bajo su control. Lo que sí fue claro en
ambos casos, es que el gobierno terminó comprando e indemnizando a sus
propietarios y colocó al frente de las empresas estatizadas a burócratas que
tenían por misión desactivar la lucha de la clase trabajadora, eliminar los
sindicatos y los contratos colectivos, y desmantelar las empresas como hoy
se hace evidente en todas ellas.

Se impuso un control cambiario, necesario para impedir la fuga de capitales,
pero que gracias al manejo burocrático sin control popular, terminó siendo
una pesadilla al servicio de la corrupción y el enriquecimiento ilícito de
los altos jerarcas políticos, testaferros y empresas fantasmas que robaron
más de sesenta mil millones de dólares mediante sobrefacturación de
importaciones, y participaron de una fuga de capitales superior a los
doscientos mil millones de dólares. El fracaso de ese modelo salta a la
vista y se expresa en cifras. Una acelerada devaluación combinada con la más
alta tasa de inflación del continente, que licuó los salarios de la masa
trabajadora. Caída de la producción, cierre de empresas y despidos a niveles
insostenibles. Crisis y caída de la producción agropecuaria.
Desabastecimiento generalizado de productos de la canasta familiar y
consolidación en Venezuela de una economía de puertos en la que se importa
la mayor parte de lo que consume. Un espectacular escalamiento de la deuda
externa de la nación y de PDVSA que nos resta toda posibilidad de soberanía.
Caída de la calidad de vida de las familias de los trabajadores y sectores
medios de la producción, retrotrayéndonos a épocas que ya se consideraban
superadas.

En medio de este caos económico y gracias a la depresión de los salarios
provocada por la devaluación y la inflación, ha florecido en los últimos
quince años una nueva capa de ricos y multimillonarios que lo han logrado en
virtud al control que tienen de las finanzas públicas, de Pdvsa, de las
empresas del Estado y de la galopante corrupción. De igual modo, otros
sectores de la economía alcanzan altísimas ganancias como acontece en el
sector bancario y de los seguros, así como los grandes conglomerados
económicos con carácter monopólico, cuyo caso más significativo es el Grupo
Polar que obtiene fabulosas y groseras utilidades.

La MUD ofrece una falsa “salida”

En este contexto, los sectores de la burguesía que fueron desplazados del
gobierno y del control del aparato estatal, no han escatimado esfuerzos para
retomar el control de los recursos de la nación y gobernar como lo hicieron
en el pasado, al servicio de los ricos y de los empresarios locales e
internacionales. En todos sus intentos siempre han buscado el atajo y han
recurrido a mecanismos que no implique la participación protagónica y
decisiva del pueblo.

La MUD siempre ha tenido como norte capitalizar el descontento con el
gobierno, bien sea electoralmente o por la vía de los paros patronales y
otras maniobras antidemocráticas. Nunca vimos a esos partidos, “moderados” o
“radicales” llamando a movilizarse en favor de los derechos económicos y
sociales de los trabajadores y el pueblo. Si hacemos memoria, así ocurrió
desde abril de 2002 cuando se quiso utilizar una movilización para encubrir
un criminal golpe de Estado. En los últimos años, cuando se abrió con fuerza
la crisis económica internacional y nacional, nunca tuvieron como
preocupación defender en las calles la capacidad adquisitiva de los
salarios. No los vimos luchando al lado de los trabajadores petroleros
denunciando y combatiendo el modelo de las empresas mixtas entre el Estado y
las multinacionales petroleras con el que se ha venido perdiendo la
soberanía sobre nuestro principal recurso. Por el contrario avalaron esta
apertura petrolera al gran capital multinacional.

Henrique Capriles, Leopoldo López, Antonio Ledezma o María Corina Machado
denuncian la política económica del gobierno, hacen propaganda incansable
sobre la inviabilidad del modelo económico, y reclaman divisas para los
empresarios, aún mayor libertad para las grandes empresas capitalistas. Pero
no se atreverán jamás a colocarse al frente de la movilización de los
trabajadores en defensa de salarios dignos, del derecho a la negociación de
contratos colectivos, contra el endeudamiento externo, o por cárcel para los
sobrefacturadores de importaciones. La apuesta de la MUD es por un modelo
neoliberal, subordinado al FMI y el BM. De ahí que ellos estén de acuerdo
con la sustancia y objetivos del ajuste que aplica Maduro, por ellos no
dicen nada contra el aumento del precio de los alimentos, del transporte, o
de la gasolina y los servicios públicos, aunque quisieran que los ritmos de
aplicación del ajuste fueran otros.

La MUD le teme al pueblo movilizado, porque saben que serán rebasados cuando
millones reclamen con vehemencia lo que les corresponde. ¿Acaso no han sido
los empresarios que respaldan a la MUD quienes más provecho han sacado de la
actual crisis económica, el desabastecimiento, la especulación y el robo de
las divisas junto a los funcionarios del gobierno y la nueva boliburguesía?
Esos partidos y los empresarios que les apoyan se frotan las manos de
felicidad al saber que Nicolás Maduro y el PSUV se están encargando de
aplicar un durísimo plan de ajuste antipopular, que les permite a ellos
esperar pacientemente al proceso electoral para lograr un recambio
negociado, gracias a que el chavismo se ha encargado de la parte más difícil
del ajuste.

Y cuando recurrieron en cierta forma a la movilización de amplios sectores
de la población descontentos con el gobierno, como aconteció entre febrero y
abril de 2014, fue imponiendo un programa político que no tenía nada que ver
con las necesidades urgentes de la población y gritando a destiempo y en
forma irresponsable la consigna “fuera Maduro” que no contaba con el aval de
la mayoría de la población. Debido a que no había consignas contra el
ajuste, ni se daba expresión a las más sentidas exigencias sociales y
económicas de la población, nuestra organización no participó en dichas
protestas, pero sí denunciamos por todos los medios los violentos atropellos
que desde los aparatos represivos y grupos parapoliciales se desarrollaban.

Los resultados de esa aventura, plagada de acciones violentas aisladas de
las masas, no se hicieron esperar. Decenas de personas murieron, centenares
de procesados judicialmente, y otros tantos siguen tras las rejas
abandonados a su propia suerte. El saldo fue negativo para la población que
se atemorizó, y relativamente fortaleció al gobierno que se envalentonó para
reprimir y se creyó en mejores condiciones para aplicar el doloroso plan de
ajuste que hoy soporta la mayoría de la población. Esos son los resultados
de las políticas irresponsables, equivocadas y propatronales de la
oposición.

Por todo lo anterior, la dirigencia política de la oposición está
incapacitada política y moralmente para ser una alternativa de cambio. Ya
ellos gobernaron en forma desastrosa, tienen gestiones nefastas en alcaldías
y gobernaciones, y si ahora se pronuncian contra el gobierno y su modelo
económico, social y político, no es para reivindicar los derechos del
conjunto de la población, sino para defender sus particulares intereses.

No es casual que hoy, cuando la situación es insostenible, cuando estamos
sufriendo los peores efectos de la pavorosa crisis económica y cuando el
gobierno desata la más brutal cacería política, el recorte de las libertades
políticas y la criminalización de la protesta, es cuando la oposición
muestra la hilacha. Guarda silencio, no convoca a la calle y todos sus
voceros aúpan la “unidad” pero para las elecciones, de las cuales ya se
sienten vencedores, mientras que el pueblo y los trabajadores se comen un
cable. Esa es su filosofía, esa es su política.

Repudiemos el intento gubernamental de castrar los derechos democráticos de
la población

Aunque el Presidente Chávez, Maduro y la dirigencia del Psuv enlodaron hasta
más no poder los conceptos de revolución y socialismo, ello no puede ser
obstáculo para que quienes estamos del lado de la clase trabajadora y del
pueblo nos pronunciemos en favor de reivindicar una verdadera salida de la
mano de los trabajadores y los más pobres de la sociedad, sin la vieja y
nueva burguesía, sin la corrupta burocracia estatal, que ha infiltrado a las
organizaciones sindicales, estudiantiles y populares.

Plantearse una salida a la actual crisis, incluyendo la lucha por un nuevo
gobierno surgido de la iniciativa y decisión colectiva de la población es un
derecho inalienable que ningún gobierno puede anular. En el caso de los
trabajadores y de los partidos que nos reivindicamos del campo del
socialismo revolucionario, es una obligación resaltar el derecho que tiene
la población a rebelarse políticamente para enfrentar a cualquier gobierno
cuando este se evidencia como anti-popular, genuflexo ante las
multinacionales y las potencias extranjeras, cuando es violento y atenta en
forma alevosa las libertades democráticas y los derechos humanos del
conjunto de la población.

Ni el presidente Maduro ni la cúpula del PSUV desde la Asamblea Nacional,
las gobernaciones, las alcaldías y los concejos legislativos regionales
pueden restringir ni criminalizar el derecho de la población y de los
partidos políticos a presentar sus propuestas, sus programas y a plantearse
como alternativa de gobierno ante la debacle a la que ellos nos han
conducido.

Es perverso demonizar la lucha política y propio de regímenes
antidemocráticos catalogar y judicializar como golpista o terrorista a
aquellos que presenten propuestas de gobierno opuestas por el vértice a las
que ofrece la actual casta burocrática y al servicio de la burguesía
roja-rojita instalada en el poder.

La acción política, al fin y al cabo, solo es posible si incluye la
posibilidad de postularse como alternativa de poder. Ese es un derecho
histórico y ningún gobierno puede liquidarlo. ¿Acaso el chavismo no apareció
en la escena política nacional protagonizando una rebelión militar, en una
acción aislada del conjunto de la población que desgraciadamente se cerró
con víctimas fatales, heridos y privados de libertad?

Nosotros reivindicamos la acción revolucionaria de los pueblos, ese es un
derecho que se ha ganado la humanidad y nadie lo podrá regimentar,
disciplinar o aplastar, como lo pretende el gobierno.

Levantémonos contra el plan de ajuste en la perspectiva de luchar por un
gobierno de los trabajadores

Basados en la larga tradición revolucionaria del pueblo venezolana que data
desde las épocas de la rebelión anticolonial en la que participó Simón
Bolívar, en las extensas y duras luchas contra las dictaduras militares de
principios y mediados del siglo pasado, y en la gloriosa revolución
democrática del 13 de abril de 2002, llamamos a la población a movilizarse,
a ganar las calles, o cualquier escenario político como las elecciones, para
confrontar al gobierno y su antipopular plan de ajuste, y en ese movimiento
forjar los nuevos organismos que se postulen como alternativa de poder.

La misión histórica de la clase trabajadora como factor de poder aún no se
ha materializado en Venezuela. Sin embargo los largos años de lucha, las
experiencias acumuladas, las inconmensurables conquistas obtenidas deben ser
el aliciente para que la clase trabajadora, acompañada de los sectores
pobres de la ciudad y el campo, avance, no se deje chantajear ni atemorizar,
y particularmente no vuelva a caer en la trampa de depositar su confianza y
la conducción política en elementos y partidos políticos que representan a
la burguesía, sea esta tradicional y proimperialista como la agrupada en la
MUD, o en la nueva burguesía roja y los burócratas del PSUV que detentan el
poder político actualmente en Venezuela.

Proponer y alcanzar la independencia política es la tarea primordial que hay
que consolidar en la conciencia de la clase trabajadora venezolana si de
verdad queremos salvaguardar al pueblo venezolano de nuevas traiciones, de
nuevas frustraciones. Llegó la hora en que la clase obrera debe cumplir su
papel de protagonista central en la solución de la crisis. No confiemos en
cuentos de camino que se ofrecen desde la derecha o desde el PSUV. La
derecha ya gobernó, mientras que la burocracia actual del Psuv es una
enemiga irreconciliable del poder de los trabajadores y el pueblo
organizado.

Aquellos que, considerándose la izquierda del chavismo, proponen que el
presidente Maduro reemplace a los ministros y corrija el rumbo, sólo
producen mayor confusión entre el pueblo descontento, al intentar sembrar
expectativas en una dirección política totalmente quebrada política y
moralmente. Esa vía está totalmente agotada y no existe la menor posibilidad
de rectificación por parte de Maduro y Diosdado. Los revolucionarios y
socialistas tenemos la obligación de levantar un proyecto alternativo para
enfrentar el ajuste y proponer un gobierno de los trabajadores y el pueblo
organizado.

No dudemos, demos un paso al frente. Venezuela tendrá futuro si la clase
obrera se coloca a la vanguardia de la lucha política y social, si construye
su propio partido revolucionario orientado por un programa de la lucha por
el poder para la clase trabajadora, por un gobierno sin capitalistas,
burócratas ni corruptos.

* Miembros de la dirección nacional del Partido Socialismo y Libertad (PSL).

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