Venezuela/ ¿crisis del "socialismo del siglo XXI"? [Rodrigo Alonso]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Mar 6 16:10:19 UYST 2015


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 6 de marzo 2015

germain5 en chasque.net

A l’encontre – La Breche

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Venezuela

¿Crisis del “socialismo del siglo XXI”?

Rodrigo Alonso *

Brecha, Montevideo, 6-3-2015

http://brecha.com.uy/

La sobreexposición mediática de Venezuela y su (ir)realidad es algo
recurrente que opera por picos informativos; hoy probablemente estemos en
uno de ellos. Esta sobredosis informativa no suele traducirse en una mayor
comprensión general sobre lo que allí ocurre, más bien todo lo contrario. El
eje mediático compuesto por los principales medios estadounidenses,
españoles, y la cadena de medios de la derecha latinoamericana, trabaja
arduamente por marcar la pauta informativa sobre Venezuela en pos de
sedimentar la idea de que estamos ante un “Estado fallido” en una creciente
deriva represiva. Entre tanto ruido no es fácil aproximarse a comprender la
situación venezolana por fuera de los lentes de quienes están dispuestos a
todo por acabar con el proceso abierto por Hugo Chávez en 1998.

La actual recesión de la economía venezolana (en 2014 el Pbi cayó
aproximadamente un 3 por ciento), y la serie de desequilibrios que presenta
(en los últimos dos años la inflación superó el 50 por ciento anual, hay
escasez en varios rubros de la canasta básica, y además actualmente
coexisten tres mercados cambiarios legales con una diferencia entre el mayor
y el menor de más de 27 veces), sugieren que estamos ante el agotamiento del
actual modelo de gestión económica. Ante este escenario, los sectores
antichavistas sostienen que lo agotado es el “socialismo del siglo XXI”, o
el “modelo chavista”, sin más.

Por nuestra parte, la tarea es más afinar el diagnóstico de lo que sucede
que comprar el paquete pronto del veredicto interesado, más aun cuando lo
que ahora ocurre en Venezuela puede ser el espejo de nuestro futuro, de
revertirse una serie de condiciones para las economías latinoamericanas.

La economía venezolana

Con un Pbi que equivale aproximadamente al 70 por ciento del argentino y 30
millones de habitantes, Venezuela es uno de los cuatro países con mayor Pbi
per cápita de la región (aproximadamente 12 mil dólares anuales) y el
segundo menos desigual de América Latina, luego de Uruguay. La
particularidad más relevante está en su aguda condición monoexportadora, ya
que las ventas petroleras, en su mayoría bajo control estatal, representan
aproximadamente el 96 por ciento del total de las exportaciones. Esto a su
vez se relaciona con otro elemento diferenciador: Venezuela es de los pocos
países con un estructural superávit comercial y de cuenta corriente, y un
sistemático déficit de cuenta capital y financiera. Es decir, una parte
considerable de la renta que Venezuela capta del mercado mundial por las
exportaciones petroleras acaba siendo devuelta al resto del mundo cómo
depósitos en moneda extranjera. El segundo rubro de exportación del país
caribeño son los dólares. En los últimos dos años, según cifras del Banco
Central venezolano, se ha acumulado por lo bajo una fuga de divisas de unos
150 mil millones de dólares, casi dos años completos de exportaciones. Una
cifra por demás relevante en un escenario actual de graves problemas de
restricción externa (disponibilidad de divisas).

Por si alguien cree que en Venezuela se vive en socialismo, ha de saberse
que el 70 por ciento del Pbi se encuentra en manos del sector privado, y
tanto gran parte de la banca como del comercio exterior son manejadas por
empresarios, tal como ocurre en el resto de nuestros países. Sin embargo sí
hay una serie de controles que la diferencian, fundamentalmente el control
de precios en varios rubros de la canasta básica, y el control cambiario
(limitación en el otorgamiento de divisas). Varios productos están
subsidiados, el más extremo es el de la gasolina: llenar el tanque sale más
barato que la propina que se le dará al pistero de la estación de servicio,
literalmente.

Los emergentes y los problemas aparentes

Los primeros síntomas de agotamiento económico aparecen entre mediados y
finales de 2012 cuando comienza a despegarse el valor del dólar paralelo o
dólar de mercado negro. Hasta ese momento, habiendo control de cambios,
persistía un dólar paralelo un poco por encima del oficial. La demanda de
dólares por parte de quienes tenían excedentes en moneda local y querían
resguardarlos de la inflación o acceder al mercado mundial para alguna
transacción o depósito era satisfecha tanto por las divisas que otorgaban
las exportaciones como por endeudamiento con el capital financiero
internacional. A fines de 2012, ya con una deuda externa creciente, el
gobierno decidió frenar el mecanismo de emisión de bonos para continuar
inyectando dólares, y por lo tanto esta demanda de dólares insatisfecha y al
alza, dada la alta inflación, ya no encuentra satisfacción en el mercado
legal y comienza a empujar hacia arriba el valor del dólar en el mercado
paralelo. Este creciente diferencial cambiario incentivará a su vez el
contrabando de extracción, esto es, la venta ilegal de productos venezolanos
o importados por Venezuela en países cercanos para obtener moneda extranjera
a ser cambiada con altos niveles de rentabilidad en el mercado paralelo.

El mismo fenómeno que está detrás de la disparada del dólar paralelo, es
decir, la insuficiencia de la renta petrolera para satisfacer la demanda
creciente de dólares, también comienza a restringir el volumen de las
importaciones: entre 2012 y 2014 (dos años) las importaciones descendieron
más de un 25 por ciento. La restricción externa, por tanto, derivada de un
achicamiento relativo de la renta petrolera, se acaba trasladando a la
inflación interna y a la escasez por dos vías que reducen la oferta real de
bienes: a) la caída de las importaciones provoca una menor disponibilidad
tanto de bienes finales como de bienes intermedios para producir
internamente; y b) el contrabando de extracción derivado fundamentalmente
del creciente dólar paralelo. El acaparamiento masivo de productos por parte
de los sectores empresariales, tanto para especular con el proceso
inflacionario como para provocar el descalabro económico y de esa forma
alterar la correlación de fuerzas en el escenario político (“guerra
económica”), es también otro factor coadyuvante de la inflación y la
escasez. A lo anterior hay que sumarle que la medida de protección del poder
adquisitivo que toma el gobierno (el control de precios), una vez rebasada
por el proceso inflacionario y en el marco de una economía en gran parte
bajo control privado, acaba teniendo un impacto contradictorio en la medida
que desestimula la producción y la distribución de los bienes bajo precios
regulados, contribuyendo por esa vía también a una mayor escasez.

Desequilibrios

Dado que el gobierno es expresión de los sectores populares y medios, no fue
aplicado el clásico ajuste (“paquetazo”) consistente en la contracción de la
demanda agregada y la liberación de los precios. Si así hubiera sido, una
megadevaluación y una inflación generalizada a todos los rubros hubiera
recuperado los equilibrios, aunque al precio del empobrecimiento
generalizado de vastos sectores sociales. Como el “paquete” no se aplica,
los desequilibrios persisten. El control de precios, que ante una baja de la
oferta real de bienes se traduce en escasez y colas, acaba “democratizando”
el ajuste en la medida en que todas las personas acceden a una porción menor
de bienes, pero no se condena a los de menor poder adquisitivo a quedar
fuera del mercado de consumo básico.

Si validamos que el origen aparente del problema se encuentra en la
restricción externa, entonces tenemos que volver al fenómeno de la fuga de
divisas. Cabe preguntarnos: ¿cómo es posible que siendo el Estado el que
maneja la oferta de divisas en el país, aun así ocurra una salida de
capitales de enorme magnitud que a la larga trae restricciones a las
importaciones y, en el marco del control de cambios, un mercado paralelo que
distorsiona la economía en general? La respuesta debe buscarse en la
existencia de sectores empresariales con capacidad para concentrar enormes
excedentes en moneda local, cuyo manejo requiere su transformación en
divisas ya sea para resguardar su valor mediante depósitos o inversiones en
el extranjero, o para importaciones suntuarias y viajes al exterior. En la
concentración del ingreso, pero antes, en el control privado de gran parte
del producto social y áreas clave de la economía, está el origen del
problema económico venezolano.

La crisis en curso en Venezuela no nos dirá nada sobre cómo funciona y
fracasa una experiencia socialista. Por el contrario, su correcta
interpretación nos podrá hablar del techo histórico del capitalismo
latinoamericano para combinar desarrollo e inclusión, así como de los
límites de las medidas para reformarlo y controlarlo.

* Economista uruguayo.

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