Chile/ el gran titiritero: Andrónico Luksic Craig, presidente del Banco Central [Horacio Brum]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Mayo 1 12:53:30 UYT 2015


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 1° de mayo 2015

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A l’encontre – La Breche

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Chile



El gran titiritero

El gran titiritero de Chile Presidente del Banco de Chile, fue el hombre
clave en el otorgamiento de un préstamo de más de 10 millones de dólares al
hijo de la presidenta Bachelet y su esposa. Luksic es cabeza de un grupo
familiar que aparece en la lista de las cien mayores fortunas del mundo
elaborada por la revista Forbes. Aquí un retrato de Andrónico Luksic Craig.

Horacio Brum, corresponsal en Santiago

Brecha, Montevideo, 30-4-2015

http://brecha.com.uy/

Por la barba frondosa pero bien recortada y el pelo negro entrecano podría
representar a un sultán turco, como el que en estos días está al centro del
éxito de la telenovela que apasiona a los chilenos. Su cabeza tiene algo de
toruno, con unos ojos que denotan decisión y fuerza de carácter; el cuerpo
macizo, casi regordete, parece desmentir que, además de integrar como
oficial la reserva del Ejército, es un muy buen montañista, conquistador de
varias de las cumbres más altas del mundo.

El caso Caval –por el nombre de la empresa de Sebastián Dávalos Bachelet y
Natalia Compagnon– no sólo es uno de los varios procesos judiciales que en
los últimos meses han dejado al descubierto la telaraña que envuelve a la
política con los negocios en este país, sino que plantea la posibilidad de
que el verdadero poder esté en las manos de un hombre que no necesita hacer
política, porque hace a los políticos. En tanto que el matrimonio
Dávalos-Compagnon ha pasado largas horas ante los jueces, defendiéndose como
puede de las acusaciones de tráfico de influencias, y la presidenta trata de
recuperar con angustiosas disculpas públicas la cantidad de puntos de
confianza y popularidad perdidos, Andrónico Luksic no da entrevistas a los
medios, no es citado por los jueces y una comisión investigadora del
Congreso apenas comienza a considerar la posibilidad de invitarlo a
declarar, subrayando que no está obligado a concurrir. Sin embargo, algunos
de los testimonios que recopiló la justicia, así como las circunstancias en
que se aprobó el préstamo, ponen por lo menos dudas razonables respecto del
papel de Luksic en el caso.

Aparentemente, fue él quien solicitó, por intermedio de sus secretarias –las
que sí ya fueron llamadas a declarar–, que el hijo de Bachelet acompañara a
su esposa a una reunión para tratar el asunto, pese a que Natalia Compagnon
era la cabeza de Caval. Por otra parte, dijo inicialmente que había tenido
un solo encuentro con la pareja, pero hace unos días debió admitir varios
contactos de negocios con la esposa de Dávalos. Es sugestivo además que la
aprobación del préstamo, cuyo trámite había comenzado cuando Bachelet era
candidata presidencial, le fue comunicada a Caval al día siguiente de que
las urnas dieron a la madre de Dávalos un segundo mandato.

El imperio Luksic

Cuando uno toma un agua mineral Nativa en Uruguay, o una cerveza Schneider
en Argentina, está contribuyendo a aumentar una fortuna que surgió de lo que
algunos en Chile llaman “pillería” o viveza, pero que bajo otra óptica
podría haber sido una estafa. El imperio económico de la familia Luksic
abarca desde minas de cobre hasta complejos turísticos europeos, pasando por
una de las empresas navieras más importantes de América y la multinacional
de las bebidas Cervecerías Unidas, y fue construido por Andrónico Luksic
Abaroa, hijo de un inmigrante de Croacia, quien después de probar varias
profesiones se dedicó a buscar yacimientos de minerales y comerciar los
derechos de explotación. En una de esas transacciones, en los años
cincuenta, tuvo que negociar a través de un intérprete con unos
inversionistas japoneses; cuando éstos le pidieron el precio de la mina que
vendía, Luksic Abaroa les dijo “500 mil”, pensando en pesos chilenos. Los
japoneses entendieron que quería 500 mil dólares y aceptaron el trato, sin
que nada en la conciencia del vendedor lo llevara a corregir el
malentendido. Hasta hoy, esa manera de actuar es aclamada en los círculos
empresariales chilenos como un ejemplo de la habilidad para los negocios de
don Andrónico, el padre del hombre que prestó 6.500 millones de pesos
chilenos al hijo de una candidata presidencial, seguramente con el ojo
puesto en el inminente regreso de la madre a la casa de gobierno.

La búsqueda discreta de influencia política tiene una tradición en la
familia Luksic: Andrónico padre negoció con Salvador Allende la expropiación
ventajosa de algunas de sus empresas y pudo conservar otras; además, le hizo
el favor al presidente de dar refugio en una de sus residencias al general
Carlos Prats, a quien más tarde asesinó la dictadura de Pinochet. El
empresariado que participó en la preparación del golpe de 1973 tuvo al
patriarca de los Luksic por traidor, y Augusto Pinochet lo castigó con la
prohibición de que obtuviera alguna parte del botín de las privatizaciones
de las empresas estatales. Don Andrónico capeó el temporal en Inglaterra,
donde hasta hoy la familia posee una mansión, pero aprovechó la crisis
económica que en los primeros años de la década de 1980 fue el prólogo a la
consolidación del neoliberalismo en Chile, para comprar a precio de
liquidación buena parte de las empresas de sus antiguos enemigos.

Por alguna extraña coincidencia, Luksic Abaroa empezó a hacer grandes
inversiones en Croacia, la patria de sus ancestros, apenas dos años después
del descubrimiento, en 1991, de un gran contrabando de armamento del
Ejército chileno a ese país, que tras la disolución de Yugoslavia había
caído en una de las guerras civiles más sangrientas del siglo XX. Los
culpables aparentes de ese envío clandestino fueron condenados recién en
2012, pero todavía hay muchos aspectos poco claros del caso, como quién dio
la orden de asesinar, en plena democracia, al oficial que había autorizado
el envío de las armas desde los depósitos del Ejército, o quién puso el
dinero para que un intermediario europeo pagara por ellas. Sea como fuere,
el gobierno croata demostró sus profundas simpatías por Chile a través de
los Luksic, dándoles todas las facilidades para adquirir un conjunto de
complejos turísticos que actualmente valen más de 800 millones de dólares.
Andrónico padre fue homenajeado en 1993 por el presidente Franjo Tudjman.

En el diario El Mercurio, abanderado de los empresarios, conservador y
clerical, el fallecimiento de Andrónico Luksic Abaroa, en 2005, ocupó más
páginas que la muerte de Juan Pablo II o la abdicación del papa Ratzinger.
Las apologías y ditirambos no conocieron fronteras políticas, tal vez por
las generosas contribuciones que el difunto, a través de sus empresas, hacía
a las campañas electorales de todos los sectores. Esta práctica permitió la
construcción de una amplia y útil red de contactos políticos, que se hizo
más estrecha con la Concertación centroizquierdista a partir de la
candidatura presidencial de Ricardo Lagos, en 1999. Lagos, que fue aclamado
como “el primer presidente socialista de Chile después de Salvador Allende”,
terminó su mandato adorado por los empresarios, quienes lo despidieron con
la frase “We love Lagos!”. En una de sus primeras invitaciones de campaña,
fue llevado por los Luksic a una de las minas más grandes de su propiedad,
poco antes de las elecciones. Al poco tiempo de asumir la presidencia de la
república, Lagos designó al gerente de comunicaciones de la mina y
organizador de la visita como subsecretario del Ministerio de Planificación;
el gerente general, vinculado al Partido Socialista y jefe de dos divisiones
de la empresa minera estatal Codelco bajo los gobiernos de Patricio Aylwin y
de Eduardo Frei, es hoy presidente ejecutivo de Codelco. El ministro de
Energía actual y recaudador principal de la campaña de Ricardo Lagos tuvo
una amistad íntima con Andrónico Luksic padre, un vínculo que se trasladó a
los hijos, y la lista de los “enlaces” entre los Luksic y el mundo político
podría ocupar más espacio que este artículo.

Como la derecha sólo ha tenido un gobierno desde el fin de la dictadura, son
menos los ex funcionarios que recibieron o reciben el sueldo del bolsillo de
Andrónico Luksic Craig, aunque en la gerencia legal de Quiñenco, el grupo
que incluye a sus principales empresas, se destaca Rodrigo Hinzpeter,
fundador y prohombre de Renovación Nacional, ministro del Interior y de
Defensa del presidente Sebastián Piñera. Y para cerrar el círculo en el
Banco de Chile, uno de los integrantes del directorio es el ex diputado
socialista y también ministro de Lagos Jaime Estévez. En el año 2000, cuando
era presidente del Banco del Estado de Chile, Estévez aprobó un préstamo de
120 millones de dólares, a la tasa más baja del mercado, para que los Luksic
compraran la institución bancaria cuyo cuerpo directivo integran
actualmente.

Hace unos días el gerente general del grupo Quiñenco, también director del
Banco de Chile y hermano de un ministro de Vivienda del gobierno anterior,
se refirió en su columna habitual del diario La Tercera a la financiación de
la política por parte del sector privado, sosteniendo que no debería haber
límites para los aportes económicos. En cuanto a la posibilidad de
corrupción, el ejecutivo de Luksic opinó: “El verdadero remedio consiste en
que como ciudadanos nos aseguremos de que nuestras autoridades no tengan
demasiado poder”. Para eso, su jefe mantiene firmemente en la mano todos los
hilos del retablo político chileno.

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