Argentina/ industria textil: miles de inmigrantes bolivianos trabajan en semiesclavitud [Manuel González Ayestaran]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Mayo 25 09:10:18 UYT 2015


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 25 de mayo 2015

germain5 en chasque.net

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Argentina

Esa sádica industria textil

El 27 de abril dos niños de origen boliviano murieron asfixiados en el
incendio de un taller ilegal en el barrio porteño de Flores. Diez días
después el mismo taller fue nuevamente incendiado. Miles de inmigrantes
bolivianos trabajan en semiesclavitud para empresas contratadas por grandes
trasnacionales, como en Bangladesh.

Manuel González Ayestaran

Brecha, Montevideo, 22-5-2015

http://brecha.com.uy/

A las 10.30 del 27 de abril se prendía fuego el local en el que vivían y
trabajaban los padres de Rodrigo y Rolando, los dos niños fallecidos,
menores de 10 años, junto al tío de ellos y otro matrimonio boliviano. Las
ventanas y puertas tapiadas para ocultar el carácter ilegal del taller
dificultaron la salida de los trabajadores, así como la acción de los
bomberos para dominar el fuego. El jueves 14, el juez Manuel Gorostiaga
determinó que la muerte se produjo cuando los chiquilines se encontraban en
un sótano “sin conexión con el exterior, sin otra abertura que una escalera,
y al producirse el foco ígneo el ambiente mismo operó como una suerte de
jaula, dentro de la cual se intoxicaron por la combustión que provocó la
propia quemadura de las prendas de vestir que fabricaban”. Gorostiaga
dictaminó también que Rodrigo y Rolando habían sido víctimas de trata y de
explotación sexual.

La familia (padre, madre e hijo mayor) había llegado a Buenos Aires seis
años antes, y ante la falta de documentación tuvieron que comenzar a
trabajar en el sector textil de forma ilegal. “En 2009, en Bolivia había
papeles, folletos y hasta se convocaba por radio a venir aquí a Argentina”,
dijo a la agencia Telam Esteban Murs, padre de los dos niños.

La red eléctrica Edesur, beneficiaria de la campaña de privatizaciones
llevada a cabo por Carlos Menem en los noventa, había cortado el suministro
eléctrico del lugar, y por ello la familia usaba velas para alumbrarse,
llegando una de ellas, a ocasionar accidentalmente el primer incendio.

Diez días después el local, custodiado por la policía debido a la
investigación que se estaba llevando a cabo, volvía a prenderse fuego por
causas que aún se desconocen. La abogada de los padres de las víctimas,
Gabriela Carpinetti, indicó a la prensa que se encuentran esperando el
informe de los bomberos para saber si el segundo incendio fue provocado, ya
que en el taller “había documentación que acreditaba el vínculo laboral que
estamos denunciando y otra documentación importante, y todavía no se había
realizado el peritaje”.

La Central de Trabajadores de Argentina y la Unión de Trabajadores de la
Educación (Ute) se movilizaron exigiendo políticas públicas que garanticen
trabajo digno. “Estamos lamentando vidas por el trabajo precarizado. Hace
siete años, en Luis Viale, murieron cinco niños. La semana pasada Rolando y
Rodrigo. Son niños de nuestras escuelas públicas”, dijo a Telam Eduardo
López, docente y titular de Ute. “Venimos como integrantes de la clase
trabajadora a exigir que haya mejores condiciones de trabajo, que no haya
más trabajo precarizado; y como maestro de estos chicos vengo a decir que no
vamos a permitir ni un pibe menos.”

Mafia textil

La asociación Alameda lleva más de diez años denunciando las condiciones de
los trabajadores textiles en Buenos Aires, ofreciéndoles apoyo gremial a
través de la Unión de Trabajadores Costureros (Utc). La asociación denuncia
que es común que se trabaje con el sistema conocido como “cama caliente”,
lugares en los que se vive y se labura en turnos de entre 11 y 16 horas
diarias en condiciones de insalubridad y con falta total de privacidad. Se
calcula que existen cerca de 5 mil talleres de este tipo en la ciudad de
Buenos Aires, 170 de ellos identificados por Alameda en los barrios de
Flores y Floresta.

En ellos viven familias enteras inhalando constantemente las sustancias
nocivas que emanan de los diferentes materiales con que trabajan, ya que las
ventanas que dan a la calle suelen estar tapiadas para evitar delatar el
lugar. Varios videos disponibles en la página web de Alameda muestran
paredes que se caen a pedazos, habitaciones precarias con camas situadas
entre bolsas de telas, hilos y pelusas, y, en algunos casos, muros falsos
destinados a ocultar lugares de trabajo en los que muchas veces los niños
llegan también a ser explotados.

En 2013 el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas (Conicet) realizó
un estudio en el que vinculó el incremento de los casos de tuberculosis
constatado en la capital argentina con la abundancia de este tipo de
talleres. Según su informe, en los barrios de Flores y Floresta se han
detectado 138 casos cada 100 mil habitantes, cuando la media de la ciudad es
de 37,5. Alejandro Goldberg, investigador del Conicet, afirmó que las
condiciones en que viven las trabajadoras y trabajadores, en ambientes
húmedos y mal ventilados donde no entra la luz del sol, favorecen
especialmente la propagación del bacilo de Koch. Sólo en el hospital Muñiz,
donde se hizo el trabajo de campo, se registraron en un año 240 pacientes
bolivianos contagiados , y todos habían vivido o trabajado en alguno de
estos talleres.

La proliferación de estas fábricas clandestinas en la última década se
inició con la crisis de 2001, y se ha desarrollado paralelamente al
crecimiento del mercado La Salada, una gran feria de ropa barata con
alrededor de 40 mil puestos que ha sido denunciada por Estados Unidos y la
Unión Europea como el mercado negro más grande del continente.

Gigantes esclavistas

Alameda también denuncia a gigantes multinacionales, como Lacoste, Puma,
Adidas e Inditex (que opera a través de marcas como Zara, contra la que esta
asociación lleva adelante una cruzada particular), entre 113 marcas más, por
nutrirse del trabajo esclavo producido en estos centros.

El líder mundial de esta industria basada en la semiesclavitud es sin duda
el español Amancio Ortega, propietario de la multinacional gallega Inditex,
considerado el hombre más rico de Europa y cuarta fortuna del mundo. Ortega,
modelo del empresario “hecho desde abajo”, ha sido premiado por el propio
gobierno español con la Cruz de la Orden de Mérito Civil.

Pero las denuncias por explotación laboral desmedida con que carga su
imperio trascienden fronteras y continentes. El pakistaní Ehsan Ullah Khan,
líder de movimientos sociales contra la explotación de niños, declaró el año
pasado que “el 100 por ciento de la producción de Zara en Asia es trabajo
infantil”. El gobierno brasileño amenazó al imperio textil con una multa de
25 millones de reales por incumplir un acuerdo que firmó en 2011, surgido de
un escándalo ligado a la esclavitud y a la explotación de menores. Inditex
dijo que se irá de Brasil.

La asociación Alameda de Buenos Aires tiene en su poder videos en los que se
ve a proveedores argentinos de Zara retirando mercancía de talleres como el
que recientemente se incendió

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