Argentina/ ¿derechización? [Pablo Stefanoni]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Nov 6 13:07:15 UYT 2015


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 6 de noviembre 2015

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A l’encontre – La Breche

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Argentina

¿Derechización?

Pablo Stefanoni *

Perfil, Buenos Aires, 6-11-2015

http://www.perfil.com/

Las elecciones del 25 de octubre tuvieron un resultado en apariencia
contradictorio: pusieron en carrera a la Rosada a un frente hegemonizado por
un partido de centroderecha en un escenario nacional en el que el sentido
común de centroizquierda está lejos de haberse evaporado. Se puede decir que
Mauricio Macri ya tenía el voto de derecha y que por eso salió en busca de
los progresistas, pero su necesidad de sobreactuar hasta el extremo para
quitarse de encima su estigma de neoliberal y privatista –y evitar la
demagogia de la mano dura– parece mostrar que su voto no está asociado a una
derechización del electorado. Así, Gabriela Michetti dice que nunca
privatizaron ni privatizarán nada, que se equivocó en votar en contra del
matrimonio igualitario, que seguirán los juicios a los represores, etc. Y
Mauricio se fotografía con el referente qom Félix Díaz, a quien la
Presidenta decidió no recibir nunca jamás, y esconde a sus economistas más
connotadamente neoliberales para mostrar a los “desarrollistas” o
“keynesianos”.

Al final, Jaime Duran Barba la pegó con transformar al cambio en un
significante vacío, construido sobre un extendido cansancio con el
oficialismo, y sobre la completa ausencia de imaginarios de futuro en el
discurso sciolista. Continuidad-cambio (que incluye
kirchnerismo-antikirchnerismo como una variable central), le permitió al
frente PRO-UCR vencer las resistencias a Macri. Pero, en el caso de la
provincia de Buenos Aires, el perfil de María Eugenia Vidal, le dio un
poderoso sentido adicional a la contienda, planteada como una disputa entre
la gente y la casta (los barones –y varones– del Conurbano). Madre joven,
dinámica y de clase media, inteligente, mujer normal, discurso sensato,
sensibilidad social, vestimenta informal, Vidal es un perfecto exponente de
la imagen post-política (o de la política sin conflicto) que transmite el
PRO. Una imagen de “cercanía” en muchos sentidos opuesta a la de Cristina
Kirchner –rica, aislada en el poder, soberbia, etc.– (también es un anti Del
Sel). Y a todo ello se suma una efectiva y efectista proyección de una
(sobrevalorada) gestión local en la Ciudad de Buenos Aires.

En este contexto, el argumento de la izquierda kirchnerista o
filokirchnerista de que la elección del 22 de noviembre sería comparable al
ballottage francés de 2002 entre Jacques Chirac y el ultraderechista
Jean-Marie Le Pen (en el que la izquierda francesa votó con la nariz tapada
a Chirac) no resulta muy pertinente. Básicamente porque la mayoría de los
líderes del PRO se parecen muy poco a Le Pen y podrían ser bastante
comparables a la derecha democrática de Chirac. También el argumento de que
el PRO es la derecha orgánica y el sciolismo mantiene un vínculo con los
intereses populares es complicado: por lo pronto, es el mismo que se usó
para apoyar a Menem en 1989 (un argumento contrario podría ser que cuando es
el peronismo el que hace el ajuste suele ser más efectivo que el no
peronismo para controlar la situación y derrotar a los que protestan). La
eficacia del “cerco” está por verse.

Dicho eso, Cambiemos está hegemonizado por la centroderecha, y un posible
triunfo tendrá consecuencias en diversas áreas del Estado y en la política
regional. No cabe duda que el PRO es un partido con una evidente
sensibilidad proempresarial, que combina vínculos con un catolicismo abierto
a las nuevas espiritualidades y el voluntariado, con think tanks liberales y
redes internacionales de centroderecha o de derecha además de activar
imágenes de modernidad política (ver el libro Mundo PRO de G. Vommaro, S.
Morresi y A. Bellotti).

El sciolismo, por su parte, implicaría una reconstrucción del peronismo como
liga de caudillos provinciales, con un peso relativo del kirchnerismo y es
básicamente una incógnita hacia el futuro. Precisamente en el hecho de que
no pueda proponer nada más atractivo que una continuidad mejorada de lo que
hay –una especie de estancamiento dinámico– reside la potencia del cambismo
macrista. Y ahí parecen residir también los traspiés que se vienen
sucediendo en el oficialismo desde hace unos pocos días que ya parecen meses
o años.

* Jefe de redacción de Nueva Sociedad.

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