Afganistán/ la colina de las viudas de Kabul [Silvia Ayuso]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Nov 7 19:47:07 UYT 2015


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 7 de noviembre 2015

germain5 en chasque.net

A l’encontre – La Breche

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Afganistán

La colina de las viudas de Kabul

Un grupo de mujeres cuyos maridos han fallecido desafía la tradición
cultural al crear su propio barrio en la capital afgana.

Silvia Ayuso, enviada especial a Kabul

El País, Madrid, 7-11-2015

http://internacional.elpais.com/

Bibikoh llega casi sin aliento a su casa, que se levanta en uno de los
puntos más altos de una colina en el este de Kabul conocida como Zanabad,
que en darí (variedad afgana del persa) significa “construido por mujeres”.
Otro de los sobrenombres que tiene este barrio de viviendas de adobe y
empinadas callejas sin asfaltar es el de “colina de las viudas”, por la
comunidad de mujeres que se instaló hace 30 años en esta empobrecida zona de
la capital afgana para vivir solas y por su cuenta, desafiando todas las
tradiciones y costumbres del país, que condena a las viudas a una vida de
sumisión a sus familiares o de marginación social.

Tras casi cuatro décadas de conflictos bélicos encadenados, Afganistán tiene
una de las tasas de viudedad más altas del mundo. Entre 1,5 y 2 millones de
mujeres han perdido a sus maridos en un país con 30 millones de habitantes.
La mayor parte enviudaron jóvenes, entre los 25 y los 35 años, una edad a la
que la mayoría de ellas cargaba ya con varios hijos. En un país donde la
mujer pertenece al cabeza de familia —ya sea padre o marido—, una viuda se
convierte en deg-e be-sarposh, o una “cazuela sin tapa”, explica Naheed
Esar, una antropóloga cultural que lleva años estudiando su situación en
Afganistán. Ello las convierte en uno de los grupos “económica y socialmente
más vulnerables” de la población.

Bibikoh, considerada la líder de la comunidad de Zanabad, no sabe si tiene
60 o 70 años. A veces se siente como si tuviera 100, suspira. Enviudó a
principios de los noventa, en la guerra de los muyahidines, cuando un cohete
impactó en su casa en la provincia de Parwan y mató a su marido, uno de sus
siete hijos y a sus padres, dos primos y un hermano. Bibikoh sobrevivió,
pero perdió un ojo y su cara quedó marcada por la metralla, aunque las
profundas arrugas que ahora surcan su rostro casi ocultan esas heridas. Fue
casada, como suele ser tradición en este país, con su cuñado. Cuando este
murió también, su familia política la acusó de ser la causante de las
desgracias familiares y acabó huyendo con sus hijos a rastras hasta Kabul,
donde se topó con la colina en la que construiría una vida junto a otras
mujeres en similar situación.

Terrenos militares

No lo tuvieron fácil. Las mujeres —hoy son ya unas 1.000 viudas— tenían que
construir sus casas de noche, puesto que durante el día la policía les
pegaba y les impedía continuar las obras, erigidas en unos terrenos
militares ocupados ilegalmente. Hoy siguen sin título de propiedad. Hace
solo cinco años que las modestas casas de adobe en las que se agolpan
familias numerosas tienen agua corriente; la electricidad llegó hace uno.

En los pasados años, las viudas se coordinaron para aprender a leer y
escribir, ya que muchas de ellas son analfabetas y trabajan, cuando
encuentran empleo, en tareas como lavandería o limpieza de casas que apenas
les dan para sobrevivir. Durante un tiempo recibieron raciones de comida de
una ONG, pero eso se acabó hace ya más de un año. Nunca han percibido una
ayuda del Gobierno, asegura Bibikoh.

La vida no ha sido amable con esta mujer, que hace un par de años perdió a
otro de sus hijos en un accidente. Dice que fue como enviudar por tercera
vez. Cuando su nuera —para la que no ahorra improperios— se volvió a casar,
dejó a sus siete hijos con Bibikoh, ya que su nuevo marido no quería cargar
con ellos. Este es uno de los motivos por los que muchas viudas se niegan a
casarse de nuevo y acaban en lugares como Zanabad. Lo que más le duele a
Bibikoh es que su nieta mayor, María, de 13 años, tuviera que dejar la
escuela para encargarse de la casa y de sus hermanos menores mientras la
abuela sale en busca de trabajo todos los días. El ciclo de pobreza y
marginación social amenaza así con repetirse en la nueva generación de
Zanabad.

Aun así, Bibikoh afirma que no lamenta haber apostado por convivir con
mujeres en su misma situación: “Estoy contenta aquí porque estoy rodeada de
viudas, podemos compartir experiencias y el mismo dolor. Eso nos alivia, y
no nos sentimos solas”.

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Un oficio para aprender a ser autosuficientes

“Antes era como una sonámbula, pero ahora me siento viva de nuevo y tengo
esperanzas para el futuro”. Para Anisa, una viuda de Kabul de 39 años y seis
hijos, la existencia cambió el pasado 1 de agosto. Ese día se convirtió en
una de las 20 mujeres, 14 de ellas viudas, todas analfabetas, que participan
en un taller del que saldrán, en diciembre, con un título de costureras y
sabiendo leer, escribir y con nociones de matemáticas.

El proyecto, financiado por España, pretende “empoderar” a estas mujeres
afganas, hasta ahora condenadas a una vida de dependencia y marginación
social. “Ahora podrán ser autosuficientes”, explica la directora del
proyecto, Shukria Jalalzay. La primera fase del proyecto ha costado unos
18.000 euros. Jalalzay espera obtener financiación para una segunda fase del
programa con el objetivo de educar a otras 40 mujeres el año que viene. La
lista de espera no para de crecer, asegura.

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