Argentina/ Macri: de los capitanes de la industria a la Casa Rosada [Martín Granovsky]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Nov 23 12:57:29 UYT 2015


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Correspondencia de Prensa

23 de noviembre 2015

Boletín Informativo

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Argentina

El recorrido de Mauricio Macri, de los capitanes de la industria a la Casa
Rosada

El capitán que consiguió los votos

Por primera vez en la historia argentina los grandes grupos económicos, que
influyeron en dictaduras y gobiernos civiles, lograron que el voto popular
legitimase de manera directa no a uno que desea ser como ellos, sino a uno
de ellos. Quién es, qué piensa y cómo se relaciona el presidente electo.

Martín Granovsky

Página/12, Buenos Aires, 23-11-2015

http://www.pagina12.com.ar/

Si es cierto que Franco Macri trataba a su hijo Mauricio de “pelotudo”, el
que ayer se recibió de pelotudo fue él. A los 56 años el primogénito de tres
varones y dos mujeres demostró que fue capaz de articular un partido de
capitanes de la industria en condiciones de ganar por el voto nada menos que
la Capital Federal, la provincia de Buenos Aires y la Presidencia de la
Nación.

La referencia a los capitanes, ese grupo reducido de industriales que creció
gracias a los contratos con el Estado y a la concentración sin límites, o
sin límites razonables, es fáctica y no ideológica.

Por tomar sólo tres hechos:

- Mauricio Macri fue desde muy joven directivo de Socma, Sociedades Macri.

- Ayer el presidente de Fiat, Cristiano Ratazzi, quiso dar testimonio de su
compromiso personal con Cambiemos y fue fiscal nada menos que en La Matanza,
el corazón del peronismo.

- Uno de los ministeriables de Macri, el economista Alfonso Prat-Gay, es el
responsable de las cuentas en el exterior de la ya fallecida Amalia Lacroze
de Fortabat, una integrante conspicua del grupo de los capitanes desde su
cementera Loma Negra.

La novedad con Mauricio Macri presidente no es que los grandes industriales
estén cerca del poder. Ni siquiera la novedad consiste en que lo hagan por
primera vez en democracia. Las dos cosas ya pasaron. Naturalmente los
grandes grupos se beneficiaron de la concentración económica en tiempos de
José Alfredo Martínez de Hoz, que no liquidó de plano toda la industria como
a veces se cree, sino más bien el mundo industrial constituido durante
décadas con sus componentes de pequeñas y medianas empresas, sus sindicatos
y sus barrios.

Luego de la dictadura, los capitanes influyeron en el gobierno de Raúl
Alfonsín a través de sus relaciones con el sector de la Junta Coordinadora
Nacional encabezado por Enrique “Coti” Nosiglia.

Redoblaron su papel de manera notable en los diez años de gobierno de Carlos
Menem, entre 1989 y 1999, cuando se transformaron en una pieza clave en la
tríada de cada privatización como operadores locales junto con un banco que
canjeaban títulos de deuda mediante el Plan Brady y una compañía europea de
servicios públicos.

Con el kirchnerismo no salieron de escena aunque aparecieron nuevos grupos
con la misma metodología. ¿Transportistas como los Cirigliano cooptaron a
los funcionarios de la Secretaría de Transportes de Ricardo Jaime o los
funcionarios de Ricardo Jaime cooptaron a los Cirigliano? En todo caso el
resultado fue primero el fracaso de una política popular de transportes y
luego la evidencia de ese fracaso en la tragedia de Once. De paso, el área
de Transporte, como cualquiera que tenga que ver con la logística, es un
buen puesto de observación sobre el ida y vuelta de los grupos económicos y
sus gerentes. Allí recaló, para reemplazar a Jaime, Juan Pablo Schiavi, que
había sido el armador de Compromiso para el Cambio, el partido original de
Macri, en nombre del ex intendente y ex gerente de Socma Carlos Grosso.
Transportes es uno de los ámbitos del Estado que sufrieron menos
transformaciones. Armando Canosa, el secretario durante el menemismo, se
convirtió en defensor de Jaime junto con Roberto Marutian, el abogado del
dictador Roberto Viola en el Juicio a las Juntas de 1985.

Sería tonto pensar que millones de votantes legitimaron ayer esa historia.
Que sufragaron a conciencia por el drenaje de divisas de Amalita con la
ayuda de Prat-Gay. Que se preocuparon especialmente por validar la matriz de
contratista estatal de primer nivel de los Macri o su carácter de grupo
beneficiario de subsidios fiscales.

El voto que consagró presidente a Macri merece y merecerá un detalle mayor y
es insuficiente limitar su explicación a la aprobación de la élite dirigente
por parte del los votantes. Entre otras cosas porque en un ballottage no
existe victoria sin derrota ajena y ayer el Frente para la Victoria sufrió
una derrota dura después de 12 años de gobierno.

Sin embargo, los hechos son los hechos. Y uno de los hechos salientes es que
el grupo de empresarios que siempre apostó a influir sobre los gobiernos
militares y civiles por fin logró con Macri construir una fuerza competitiva
electoralmente y en democracia convenció a la mayoría de los argentinos de
dos cosas. Una, que es una fuerza mejor para gobernar que el FpV. Otra, que
es a la vez un modo eficaz de castigar al kirchnerismo y, según los casos,
por ejemplo Hugo Curto en Tres de Febrero o el propio PJ en Berisso, al
peronismo adocenado y sin gestión concreta.

Con experiencia en ballottage (perdió uno con Aníbal Ibarra en 2003 y le
ganó dos veces a Daniel Filmus en 2007 y 2011), Macri pareció dominar la
polarización que en parte se dio de hecho y en parte fue alimentada por el
kirchnerismo, que pareció considerarlo en los últimos 12 años como el
contrincante ideal por su pensamiento conservador y quizá por lo que creía
una opción débil de construcción política. Si fue así, el FpV habrá repetido
la misma lectura fallida de 2009, cuando la polarización extrema con
Francisco de Narváez terminó agrandando la figura del empresario y consagró
la derrota de Néstor Kirchner como cabeza de lista a la Cámara de Diputados.
En el caso de Macri, además, el ejercicio polarizador quizá no tuvo en
cuenta que con el tiempo Mauricio se fue desprendiendo en público del peso
de Franco. “Mauricio, que es Macri”, recordaba Kirchner en 2003 cuando apoyó
la reelección de Aníbal Ibarra. Pero los años pasaron, Macri y Jaime Durán
Barba pusieron empeño en separar la imagen del hijo de la del padre y el
propio transcurrir del tiempo ayudó al olvido. Hoy Franco Macri, que a sus
85 años ni siquiera protagoniza historias en las revistas del corazón, es un
desconocido salvo para el establishment y los dirigentes políticos.

El Mago y el Fino

Hay una fecha que no olvidarán nunca ni los hinchas de Racing ni los hinchas
de Boca, pero tampoco Macri: el 3 de diciembre de 1995. Ese día Racing le
ganó a Boca en la Bombonera por 6 a 4 con tres goles del Mago Hugo Capria.
El mismo día, hace casi 20 años, Macri fue elegido presidente de Boca
Juniors. Era su primera apuesta en una carrera popular electiva y una de las
tantas en que desafió a su padre, que no estaba de acuerdo con poner los
activos de Socma en juego. Los activos simbólicos, claro.

Habían pasado sólo cuatro años de su secuestro a manos de una banda que
luego sería desbaratada por el comisario Carlos Sablich, entonces jefe de
Delitos Complejos de la Policía Federal. Sablich es el mismo oficial que en
2014 fue condenado a prisión por haber usado apremios ilegales para
esclarecer, justamente, el secuestro del ahora presidente electo. Confiado
en los vínculos personales como una vía hacia los cargos institucionales,
Macri creyó en la palabra de Sablich para entronizar en 2009 al comisario
Jorge “El Fino” Palacios, un amigo de Sablich, como jefe de su recién creada
Policía Metropolitana. Palacios había sido desplazado de la Federal por
orden del propio presidente Kirchner en 2004. Hoy está procesado en una
causa por escuchas ilegales en la que también está procesado Macri, el
primer presidente electo a pesar de esa categoría penal en la Argentina,
como lo recordó la semana pasada el periodista Darío Villarruel, y en la
causa por encubrimiento y falseamiento de pruebas abierta por
irregularidades en la investigación del atentado a la AMIA de 1994.

En Boca y en la Ciudad desde que fue elegido por primera vez jefe de
Gobierno, en 2007, Macri contó con la incondicionalidad del amigo que
negoció con los secuestradores hasta acordar el pago y conseguir su
libertad, Nicolás “Nicky” Caputo, su compañero del Colegio Cardenal Newman.
Con Caputo y con otro amigo, el omnipresente en los directorios de Socma
Leonardo Maffioli, en 1983 fundaron Mirgor, empresa de aire acondicionado
para autos. La empresa todavía existe, se expandió hacia los sistemas de
aire para viviendas y creció gracias al consumo de los últimos años.

Contratista del Estado y sobre todo del gobierno porteño, Caputo aceptó
hacer un relato para El pibe, el libro sobre Macri que escribió la
periodista y legisladora kirchnerista Gabriela Cerruti. Caputo, que ve a
Macri tres o cuatro veces a la semana y cena por lo menos una vez con él,
dijo sobre su amigo: “Lo de la política lo decidió mucho antes de meterse en
Boca. A mí me lo decía siempre y no sabía si lo iba a lograr en serio,
porque no es lo mismo decir que hacer, pero cuando él se propone algo lo
cumple. Hoy lo ayudo desde mil lugares distintos, desde lo estratégico, por
ejemplo. En 2003 lo vi triste, pero no desmoronado. Es muy difícil verlo
desmoronado a Mauricio, tiene una energía distinta al resto. Se le nota”.

Las fuentes

En Mundo Pro. Anatomía de un partido fabricado para ganar, el libro de
Gabriel Vommaro, Sergio Morresi y Alejandro Bellotti, quedan claras no sólo
las relaciones empresarias, proveedoras también de gerentes convertidos en
funcionarios, sino también las fuentes en que abrevó el macrismo.

Una de ellas, los cuadros de la Fundación Sophia, encabezados por Horacio
Rodríguez Larreta y que incluyen a María Eugenia Vidal.

Otra fuente, radicales como Hernán Lombardi y dirigentes de Recrear, la
agrupación de Ricardo López Murphy con la que Macri realizó la primera
alianza.

Y también peronistas con ejercicio de construcción territorial como Cristian
Ritondo, que acaba de ser designado ministro de Seguridad bonaerense.
Ritondo es la mano derecha de Miguel Angel Toma, dirigente del peronismo
porteño con Carlos Grosso, secretario de Seguridad de Carlos Menem y jefe de
Inteligencia con Eduardo Duhalde.

Toma, uno de los apoyos políticos de Antonio “Jaime” Stiuso, el
recientemente destituido jefe de Operaciones de la ex Secretaría de
Inteligencia, suele jactarse de su llegada a los espías de los Estados
Unidos, aunque normalmente en la Argentina ese tipo de relaciones tenga más
terminales en Miami que en Washington. ¿Qué hará Macri desde el 10 de
diciembre con Stiusso? ¿Seguirá reclamando a los Estados Unidos que lo envíe
a declarar a la Argentina? ¿Y cómo manejará el nuevo presidente las viejas
contradicciones entre Stiusso y Palacios, que disputaban el favor de Miami y
competían por seducir a los sectores más duros de Jerusalén?

Sin duda la recomposición de vínculos con los Estados Unidos estaba en la
agenda de cualquiera de los dos candidatos. La pregunta es desde dónde
recompondrá Macri y si planteará un revival de las relaciones carnales y la
alianza extra OTAN construidas por Menem. En el último año manejó con mayor
discreción sus relaciones en América y en Europa pero no rompió con ninguno
de sus vínculos más permanentes. El primero de ellos es el Partido Popular
de José María Aznar y Mariano Rajoy, que se apresta a poner en juego el
gobierno de España frente al desafío de los socialistas y de Podemos. El PRO
tiene mucho de PP tanto por su relación con el ámbito de las empresas y sus
gerentes como por su heterogeneidad de orígenes, por su dirigencia
proveniente de las élites sociales y su relación con religiones organizadas,
como relatan los autores de Mundo Pro, desde el catolicismo hasta el
judaísmo pasando por ramas del mundo cultural protestante.

La Fundación Pensar, que orienta Iván Petrella, realizó actividades
conjuntas con la FAES, la Fundación del PP, partido con el que el PRO
coincidió en definir la recuperación del control estatal de YPF como “una
confiscación”. Uno de sus blancos comunes fue el régimen de Hugo Chávez (al
punto en que, igual que en Brasil contra Dilma Rousseff, chavismo quedó como
un insulto político), frente al cual estarían, en la otra vereda, Macri en
la Argentina, Sebastián Piñera en Chile y el alcalde de Caracas Antonio
Ledesma en la misma entraña de Venezuela.

Pensar también es parte de la red internacional de la Fundación Atlas, que
toma su nombre de una novela que Macri acostumbra recomendar, La rebelión de
Atlas, de Ayn Rand. Trata sobre los males que devastaron a los Estados
Unidos en la posguerra, cuando supuestamente aumentó el intervencionismo del
Estado.

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