Venezuela/ elecciones, crisis y decepción [Pablo Stefanoni]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Nov 30 00:25:32 UYT 2015


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Correspondencia de Prensa

30 de noviembre 2015

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Venezuela

Los desafíos post-Chávez

Elecciones, crisis y decepción

Pablo Stefanoni *

Le Monde Diplomatique N° 196, octubre 2015

http://www.eldiplo.org/

La Revolución Bolivariana se encamina hacia las parlamentarias del 6 de
diciembre en un contexto de crisis originado en la ausencia de un liderazgo
carismático y la caída de la renta petrolera. Los diversos sectores de la
oposición llaman a canalizar mediante el voto un descontento que alcanza
incluso a los “chavistas no maduristas”.

La nación venezolana depende ahora de los jóvenes profesionales que migran;
como en el caso de la diáspora armenia, ellos serán los encargados de
preservar nuestra cultura.” La frase, dicha por una “señora bien” refleja
dos síntomas de la Venezuela actual: las tendencias escapistas de una parte
de los críticos del régimen de Nicolás Maduro y, al mismo tiempo, una
situación que parece tocar fondo y –por razones reales o imaginadas– dejaría
a la emigración como única opción de futuro para muchos jóvenes
profesionales pertenecientes a las clases medias o altas. Un video de 2012,
disponible en Youtube, habla de Caracas como una “ciudad de despedidas”.
“Mis fines de semana son para despedir amigos”, dice uno de los
participantes; “Estoy enamorado de Caracas pero no podemos vivir juntos”,
acota otro, y la canción de fondo reza: “Parece que mi vida dejó de ser
interesante” (1). Al mismo tiempo, los rostros y fenotipos (blancos) así
como las marcas sociales (de las clases medias altas) dejan ver una de las
grietas de la sociedad venezolana, que no empezó con Chávez pero que sí se
politizó desde fines de los años 90 (2). Hoy la crisis fomenta estos
discursos, pero la decepción también parece incluir a muchos “chavistas pero
no maduristas”.

Si la fuente de legitimidad del chavismo fue la poderosa combinación de
carisma del líder y elevada renta petrolera, con proyecciones hacia toda
América Latina, el fallecimiento del Comandante Supremo, oficialmente el 5
de marzo de 2013, y la caída de los precios del petróleo erosionaron en sus
cimientos a la Revolución Bolivariana. Por su parte, en la oposición
predomina la expectativa respecto a los comicios parlamentarios del 6 de
diciembre, aunque sin la certeza de que la crisis juegue automáticamente a
su favor en las dimensiones que sus líderes y adherentes desean. Ahora la
apuesta es al “factor López”, quien, tras su reciente condena, se ha
transformado en un virtual mártir de la democracia y las libertades desde la
cárcel de Ramo Verde.

Economista, 44 años, descendiente de Simón Bolívar de parte de su madre,
buen orador y ex alcalde de Chacao, Leopoldo López fue encarcelado hace un
año y medio acusado de incitar a las protestas en las que el dirigente
antichavista buscó desplegar en las calles la estrategia conocida como “La
salida” (para forzar la renuncia de Nicolás Maduro, cuyo mandato termina
recién en 2019), condimentada por las llamadas “guarimbas”. Y el pasado 10
de septiembre fue condenado a 13 años, 9 meses, 7 días y 12 horas de prisión
por la jueza Susana Barreiros, quien ocupa su magistratura de forma
“provisional”. “Si me condena, le va a dar más miedo a usted leer la
sentencia que a mí recibirla”, interpeló el dirigente opositor a la
magistrada en la última audiencia, cuando en Caracas se esperaba con
ansiedad la decisión del tribunal.

Esa ocupación de las calles –que culminó con 43 muertos, unos 600 heridos y
centenares de detenidos– chocó entonces con la apuesta electoral de líderes
como Henrique Capriles, del partido Primero Justicia, que en 2013 había
estado cerca de derrotar a Maduro en las urnas. Ahora la oposición llama a
“canalizar el descontento” en el voto del 6 de diciembre. En el nuevo
escenario, salir a la calle significa acudir en masa a votar contra el
gobierno. “La Justicia en ntra Venezuela está podrida (sic), hoy +q nunca
entendamos q el camino a la libertad de Leopoldo y todos empieza el #6D”,
tuiteó rápidamente Capriles.

“Matar un tigrito”

Los llamados bachaqueros son un grupo social emergente de la crisis
venezolana. Se trata de los revendedores de productos básicos que no se
pueden conseguir en supermercados o tiendas y cuya escasez provocó que las
largas colas se volvieran parte del paisaje venezolano. Muchos de esos
productos están regulados por la Ley de Precios Justos que, además, penaliza
con cinco años de cárcel esa actividad, sin conseguir contener la “plaga”,
como llamó a los bachaqueros el poderoso presidente de la Asamblea Nacional,
Diosdado Cabello. El alcalde oficialista de La Victoria, Juan Carlos
Sánchez, fue más allá: en la lógica de la “reeducación”, obligó a varios
bachaqueros capturados a realizar trabajo comunitario vestidos con mamelucos
de colores chillones con la leyenda “Soy bachaquero, quiero cambiar”. Y lo
mismo ocurrió en Puerto Cabello pese a las críticas de organizaciones de
derechos humanos que señalan que los alcaldes no pueden imponer penas.

Pero esta “plaga” tiene como caldo de cultivo una situación de escasez que
el presidente Nicolás Maduro atribuye a la “guerra económica” contra su
gobierno. Muchos venezolanos pasan siete u ocho horas a la semana haciendo
colas (de acuerdo a su disponibilidad de tiempo). En teoría, cada uno puede
comprar el día que le toca según el último número de su documento, pero
muchos van a hacer trueque a las filas, a “resolver”, a “matar un tigrito”.
Para comprar productos regulados hay que poner el dedo en un captahuellas
electrónico. En Caracas dicen que antes el término “bucear” se usaba cuando
alguien miraba a una chica o un chico por la calle, y que ahora se utiliza
también para observar, con más o menos disimulo, lo que otros llevan en sus
bolsas: harina PAN (utilizada para hacer arepas) , champú, desodorante,
máquinas de afeitar e incluso papel higiénico, así como numerosos
medicamentos son algunos de los productos “escasos” –y/o excesivamente caros
en el mercado negro– que les quitan el sueño a los venezolanos.

El cierre de la frontera con Colombia en el estado de Táchira se vincula con
el mismo problema: la corrupción y el contrabando, sobre todo de
combustible, que en Venezuela es casi gratis (3). Llenar un tanque de un
automóvil promedio cuesta unos 4 bolívares, mientras que una cajita de
chicles llega a 60. Pero a esto se suman los cuatro tipos de cambio, que van
desde 6,30 (el que se usa para importar medicinas y alimentos) hasta 700
bolívares (el dólar paralelo), pasando por uno de 13,50 (que se utiliza para
bolivarizar los gastos de los viajeros que consiguen permisos (4)) y otro de
unos 200 bolívares. Una práctica expandida es viajar al exterior a “raspar
tarjetas”: se consiguen dólares en efectivo mediante falsas compras, luego
esas compras se bolivarizan al valor oficial y los billetes conseguidos son
cambiados, al regreso, en el mercado negro. En varias ciudades de
Latinoamérica hay puntos para “raspar” y las ganancias justifican el viaje y
la estadía fuera de Venezuela.

En una reunión de la ONG Unión Vecinal en el barrio popular de Catia, en el
oeste de Caracas, priman los críticos y también el escepticismo. “Tenemos
que hacer colas kilométricas para comprar dos pollos, acá tenemos que
guapear todos los días. ¿Qué esperamos? A veces ya no esperamos nada”, dice
Mercedes Pérez, que lidera el colectivo de mujeres emprendedoras ATRAEM.
Otro dice, para explicar su mala situación: “Yo no tengo ni pistola, ni
estoy enchufado, ni tengo contactos con el gobierno” y un tercero explica
por qué a la oposición le cuesta tanto crecer, incluso en el actual
escenario de crisis: “Algunos opositores creen que estamos en la IV
República [antes de la V de Chávez], que porque la gente esté arrecha
[enojada] con el chavismo va a votar por la oposición. Antes era así, entre
adecos y copeyanos (5), pero ya no funciona de esa manera”.

La oposición está articulada en torno a la Mesa de la Unidad Democrática
(MUD), a la que se sumó una treintena de partidos, y es controlada por el
denominado G4, compuesto por los partidos Voluntad Popular, de Leopoldo
López; Primero Justicia, del ex candidato presidencial Henrique Capriles; la
tradicional y hoy debilitada Acción Democrática (AD), y Un Nuevo Tiempo,
liderado por el también ex presidenciable y ex gobernador de Zulia Manuel
Rosales, actualmente autoexiliado en Panamá. Un problema de la oposición
para llegar a los sectores populares es el origen de “niños ricos” de sus
tres principales líderes (Capriles, López y María Corina Machado), en un
contexto de clasismo y racismo estructurador de jerarquías sociales que
Chávez fue capaz de visibilizar y politizar presentándose él mismo como un
mulato. Por eso muchos antichavistas lo llamaban mono, haciendo un juego de
palabras con “mico-mandante”. Mientras que el partido que lidera López
–Voluntad Popular– se considera a sí mismo como socialdemócrata, y fue
aceptado como observador en la Internacional Socialista, para el oficialismo
se trata de una oposición de extrema derecha que quiere desestabilizar al
gobierno con apoyo externo.

Hoy, en el contexto de deterioro económico y falta de un liderazgo
carismático, el chavismo vive una crisis emocional y partidos más pequeños
como Marea Socialista buscan capitalizar el descontento en clave “chavista
pero no madurista”. El eje de su campaña, por estos días, es la Plataforma
para una auditoría pública y ciudadana para “detener el desfalco, la fuga de
divisas y la corrupción”. “Marea busca contener a los decepcionados,
evitando que se vayan a la oposición”, resume su líder Nicmer Evans, quien
considera que su partido sufre una suerte de proscripción en virtud de la
cantidad de candidatos invalidados de su fuerza, incluido él mismo.

Socialismo militar

Una arista del chavismo fue, desde el comienzo, la fuerte presencia de los
militares en el gobierno, y esa presencia no ha hecho más que aumentar tras
la muerte del presidente. “Nunca los militares tuvieron tanto peso económico
y político, ni siquiera con la dictadura de [Marcos] Pérez Jiménez
(1953-1958)”, dice el historiador Tomás Straka. Doce de los veintitrés
gobernadores provienen de las fuerzas armadas. Y una gran proporción de los
altos funcionarios lucen o lucieron uniformes verde oliva. El propio Chávez
dijo, en 2013, que Pérez Jiménez había sido uno de los mejores presidentes
de Venezuela (6).

Hoy, algunos chavistas críticos se ven entre la espada, los militares, y la
pared: Nicolás Maduro, el sucesor de Chávez, ex chofer de metrobús y hombre
muy cercano a Cuba. Maduro revalidó su poder frente a Capriles triunfando
por escaso margen (50,6 a 49,1%) el 14 de abril de 2013. Hoy, los militares
son acusados, con evidencias, de formar parte de vastas redes de contrabando
en la frontera con Colombia y de estar involucrados en numerosas corruptelas
con las importaciones de alimentos y equipos médicos, sobre todo desde
China.

El problema es que si el chavismo tiene filones autoritarios –y violatorios
de la división de poderes (7)– está lejos de generar un orden, y ese
autoritarismo, a menudo, es desorganizador en varias dimensiones. En ese
marco, Venezuela vive una profunda crisis de seguridad: la vida nocturna de
Caracas se fue apagando al ritmo de los datos que la posicionan como una de
las ciudades con más crímenes del mundo; los secuestros son parte de los
argumentos para migrar, y las cárceles funcionan como fortalezas en las que
el Estado solo controla las murallas, dejando que en su interior operen todo
tipo de redes criminales lideradas por los llamados Pranes (PRAN: preso
reincidente asesino nato). El asesinato de la ex reina de belleza Mónica
Spear en enero de 2014 conmovió a los venezolanos y puso el tema en los
medios internacionales. En cada restaurante de Caracas hay colgado un cartel
que prohíbe la portación de armas y municiones. Y ese clima de violencia
está en la base de la puesta en marcha de la controvertida Operación de
Liberación y Protección del Pueblo (OLP), que para la organización de
derechos humanos Provea impulsa acciones de las fuerzas militares que
carecen de cualquier garantía; incluso chavistas críticos consideran que
termina por criminalizar los barrios y la pobreza.

A esto se suman diversos grupos políticos armados, como algunos de los
llamados colectivos, organizados para “defender a la Revolución” y que
responden a diferentes liderazgos. Entre ellos se encuentran La Piedrita,
Tupamaros, Alexis Vive o 5 de Mayo. Pero también otras organizaciones
militarizadas son los Comandos Populares Antigolpe, las Milicias
Estudiantiles y Campesinas, la Brigada Especial contra las Actuaciones de
los Grupos Generadores de Violencia, la Fuerza de Choque de la Fuerza Armada
Nacional Bolivariana o las Milicias Obreras (8).

Maduro vuelve a apelar a un libreto conocido: denuncia intentos de asesinato
de la derecha uribista, una guerra económica y otras amenazas –reales,
exageradas e imaginadas–, sin prestar suficiente atención a las propias
dinámicas económicas que genera el desorden monetario. El salario mínimo es
de 10 dólares a la cotización del paralelo, que está fuera de control, lo
cual termina alentando la creatividad popular para conseguir los productos
básicos. Venezuela sigue importando casi todo lo que consume, lo que agrava
la crisis, y la “siembra de petróleo” fue otra vez, como en el anterior auge
petrolero de los 70 con la Gran Venezuela de Carlos Andrés Pérez y su Estado
de Bienestar, una quimera.

La muerte de Chávez y la desorganización económica acabaron con la
perspectiva de algún tipo de “socialismo del siglo XXI” (el creador del
término, Heinz Dieterich, es hoy un opositor radical a Maduro). El propio
Cabello advirtió desde su programa “Con El Mazo Dando” sobre los riesgos de
división dentro del chavismo y del Partido Socialista Unido de Venezuela
(PSUV). En ese programa, el líder del ala militar del chavismo suele
utilizar información de los “patriotas cooperantes”, informantes destinados
a combatir a los “escuálidos”, como se denomina a los opositores en el
militarizado lenguaje chavista.

Escenario incierto

Desde la oposición piensan en ganar la Asamblea y desde allí abrir espacios
de negociación con el gobierno. Pero, pese a la crisis, el escenario
electoral no es sencillo y además, el armado de las circunscripciones
electorales beneficia al oficialismo. Por lo pronto, muchos en ese espacio
tratan de despegarse del mote de derechistas con que los trata el chavismo.
Por ejemplo, Freddy Guevara, 29 años, parte de la generación de estudiantes
que se movilizaron en 2007 y uno de los líderes del partido de Leopoldo
López, ubicó entre sus influencias “la socialdemocracia, el socialismo
liberal, el anarquismo de Kropotkin y la democracia liberal”.

En un clima de expectación, hay quienes imaginan barcos llenos de alimentos
para descargar justo antes de las elecciones y otras maniobras oficiales de
último momento, siempre vinculadas al consumo de primera necesidad. Algo
estilo “Dakazo”, en referencia a la ocupación gubernamental de la tienda
Daka y la puesta a la venta de sus productos a “precios justos”, en el marco
del relato de la guerra económica, en las pasadas elecciones para cargos
locales.

En algunas santerías caraqueñas hoy se vende la imagen de Chávez, y la gran
incógnita es qué harán los chavistas desencantados el 6 D. Lo que es claro
es que cada vez menos opositores parecen imaginar un reemplazo tout court
del chavismo y anticipan un intrincado y sinuoso escenario de pactos entre
sectores del oficialismo y de la oposición para diseñar la Venezuela
postchavista. Tras el frustrado intento de golpe de 1992, Hugo Chávez fue
encarcelado y luego liberado por el presidente Rafael Caldera… “Por ahora no
pudimos”, profetizó… Habrá que ver entonces cómo afecta la dura condena
judicial al líder de Voluntad Popular y a la oposición en su conjunto. 

* Jefe de Redacción de la revista Nueva Sociedad.

Notas

1. https://www.youtube.com/watch?v=GfxToCNh6rQ

2. Para poner este tema en perspectiva histórica, véase: Tomás Straka, “La
larga tristeza”, La República fragmentada. Claves para entender a Venezuela,
Alfa, Caracas, 2015.

3. Sobre los abusos y expresiones de xenofobia involucrados en esta
operación, véase Daniel Pardo: “‘D’, la marca que condena al derrumbe las
casas de los colombianos deportados de Venezuela”, BBC en español, 26-8-15.

4. Para conseguir cupos de dólares para viajar al exterior es necesario
tener una cuenta en un banco estatal, pero el sistema público se encuentra
desbordado de solicitudes.

5. Por los partidos AD (Acción Democrática, socialdemócrata) y Copei (Comité
de Organización Política Electoral Independiente, socialcristiano).

6. “Yo creo que el general Pérez Jiménez fue el mejor presidente que tuvo
Venezuela en mucho tiempo. ¡Ufff! Fue mejor que Rómulo Betancourt, fue mejor
que toditos ellos. No los voy a nombrar. Fue mejor, ¡Aahh! Lo odiaban porque
era militar”, El Universal, Caracas, 23-1-13.

7. La propia presidenta del Tribunal Supremo de Justicia, Luisa Estela
Morales, dijo en una ocasión que la división de poderes debilita al Estado
(El Universal, Caracas, 5-12-09).

8. Situación de los derechos humanos en Venezuela. Informe anual
enero/diciembre 2014, Provea, Caracas, 2014.

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