Paraguay/Asunción/ barrios pobres: innundados y desplazados [Mario Osava]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Abr 1 13:58:57 UYT 2016


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Correspondencia de Prensa

1° de abril 2016

Boletín Informativo

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Paraguay

Las lluvias esparcen por Asunción, otra vez, a sus pobladores pobres

Mario Osava, desde Asunción

IPS, 29-3-2016

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Néstor Colman recuerda, a los 69 años, haber sufrido nueve crecidas del río
que lo expulsaron de Bañado Sur, el pobre barrio de la capital de Paraguay
donde nació y siempre vivió. “Un récord”, se vanagloria irónicamente.

Es uno de los más veteranos en los llamados “refugios”, conjuntos de
casuchas improvisadas, de madera delgada y frágil, erguidas en plazas,
calles, canchas deportivas y cualquier espacio posible en Asunción, para
acoger desde noviembre a los desplazados por inundaciones en barrios
aledaños al río.

Con la guitarra pendiente del hombro y sus chistes, Colman parece soportar
sin amargura el drama que afecta a los más de 100.000 habitantes de los
bañados, los barriales donde vive una quinta parte de la población de la
capital paraguaya, la mayoría pobre, en los humedales a los márgenes del río
Paraguay.

“Toco y canto como voluntario en las iglesias católicas de seis o siete
comunidades”, dijo a IPS, explicando la guitarra. Para tener algún ingreso,
amplió su casa provisional con un kiosco. “Vendo de todo, menos bebida
alcohólica, si no viene la gente, se toma una botella, se queda y no hay
como sacarla”, detalló.

Con una hija y dos nietos, “todos del Bañado”, lucha hace cinco años por una
pensión, después que se cayó del techo y se dañó la columna vertebral.

En el Bañado Sur, una extensa área de tierras bajas entre la ciudad y el
río, en el pasado lejano vivían unas pocas familias, “pero hace unos 30 años
llegaron muchos, a vivir del vertedero”, recordó Colman.

Se trata de un gran basural a cielo abierto, implantado allí para recibir
los desechos urbanos,  donde miles de “gancheros (recolectores)” tienen
permiso para recoger objetos de valor o reciclables, aclaró Cleto Pérez, uno
de los fundadores del Movimiento 1811, formado por jóvenes del Bañado Sur
que usa como nombre el año de la independencia.

Buena parte de la población local se divide en gancheros o recicladores. Los
últimos recogen desechos en las calles, destacó Pérez, otro de los
damnificados entrevistados por IPS, mientras los primeros tienen que pagar
el equivalente a unos 580 dólares por un título que les permite hurgar en el
vertedero.

Néstor Colman, un decano de los afectados por las crecidas del río Paraguay,
en el Bañado Sur, en Asunción, al lado de Cleto Pérez, fundador del
Movimiento 1811 que organiza las luchas de los bañadenses. Detrás el pequeño
comercio de Colman en uno de los improvisados refugios de los expulsados por
las aguas en la capital de Paraguay. Crédito: Mario Osava/IPS

“Los vecinos nos tratan mal”, se quejó el reciclador Edgar Acuña, sobre los
dueños de las viviendas de clase media en el barrio donde se instalaron
refugios para los desplazados de las inundaciones. “Les digo que para ellos
es mejor que yo trabaje a que me ponga a robarlos”, ironizó.

Una queja es que él acumula cartones, vidrios, plásticos y metales en la
acera, al carecer del espacio que tenía en su casa del Bañado para
almacenarlos, antes de venderlos en su “moto-carga”, una motocicleta con un
carro adosado para transportar los materiales.

“Hacemos reuniones semanales en los refugios para discutir y fijar reglas,
como no poner música muy fuerte de noche”, informó Pérez. Precisó que el
ruido y las borracheras son las quejas más frecuentes de los vecinos del
barrio, donde se instalaron dos refugios, uno en la plaza con 77 familias y
otro en una zona descampada con 56.

“Vine al Bañado por poco tiempo por mi madre, ella luego murió y me quedé”,
contó Maria Nimia Falcón, una tejedora artesanal que vive en el Bañado Sur
hace 12 años, proveniente de Lambaré, una ciudad cercana al sur de Asunción.
Su producción casera de tapices, manteles y otras piezas  sostiene a cuatro
hijos.

“Mi miedo es que venga más agua”, confesó, recordando las dos inundaciones
en que “perdió todo”. Su reclamo es por más ayuda del gobierno, prevista
legalmente, y “una casa digna, mejor si es en el Bañado, porque en otro lado
no tendremos trabajo, sería imposible vivir”.

Su temor se justifica por el fenómeno El Niño/Oscilación del Sur (ENOS), al
que se atribuye las lluvias que hicieron crecer demasiado al río,
especialmente en diciembre.

La meteorología prevé nuevas crecidas “hasta fines de julio o comienzo de
agosto”, según David Avendaño, administrador de operaciones de la Secretaría
de Emergencia Nacional (SEN).

Las más de 20.000 familias que viven en los humedales ribereños de Asunción
se dividen entre Bañado Norte, Chacarita (en el centro) y Bañado Sur.

De ese total, 13.454 tuvieron que dejar sus casas y alojarse en 143 refugios
y albergues, precisó a IPS el funcionario de la SEN, creada en 2005 como
órgano para la gestión de desastres, adscrito la Presidencia de este país
sudamericano de 6,8 millones de personas.

Una de las muchas calles de Bañado Norte que aún permanecían inundadas e
intransitables en marzo de 2016, semanas después de la crecida del río en
Asunción, en la capital de Paraguay, que obligó a desalojar sus pobres
viviendas a cerca de 14.000 personas. Crédito: Mario Osava/IPS

De ese total, 13.454 tuvieron que dejar sus casas y alojarse en 143 refugios
y albergues, precisó a IPS el funcionario de la SEN, creada en 2005 como
órgano para la gestión de desastres, adscrito la Presidencia de este país
sudamericano de 6,8 millones de personas.

Una minoría escapó de las aguas o pudo regresar pronto a sus casas, por
vivir en partes más elevadas, aunque vulnerables a crecidas más fuertes.

Dos décadas sin inundaciones graves alentaron a los migrantes llegados del
campo a construir sus viviendas en las riberas más bajas y los bañadenses
tradicionales a mejorar sus hogares, con reformas, ampliaciones y aparatos
domésticos más caros. Por ello las pérdidas resultaron peores.

El nuevo ciclo de inundaciones empezó en mediados de 2014. Con el ENOS,
fenómeno que calienta las aguas del océano Pacífico y afecta el clima en
todo el mundo, la crecida del río Paraguay se intensificó desde noviembre y
se prolongaría con altibajos por cuatro meses más, angustiando a los
ribereños.

A Benita Falcón la vida en un refugio, en 2014, le fue tan sufrida, que esta
vez decidió resistir en su barrio, en una casa en una parte alta,
transformada en una isla. “Era una convivencia sin respeto, una semana sin
agua potable ni baño ni electricidad, un mes sin asistencia del gobierno”,
recordó.

“Salimos en un bote cuando es necesario, aguantamos tormentas, lluvias y
víboras invadiendo la casa”, contó Falcón, de 48 años, seis hijos y seis
nietos. Del Bañado Sur se mudó al Bañado Norte hace 27 años para juntarse al
marido. Además de recicladora en las calles, cría cerdos, gallinas, vacas.
“La cultura bañadense es rural”, sostuvo.

“No hay una política de Estado para los Bañados, no hay prevención de
catástrofes, ya se sabía de El Niño y no se adoptaron medidas, no se
organizaron refugios”, lamentó Maria Garcia, “nacida y crecida” en el Bañado
Norte. Con 44 años y dos hijos, es coordinadora local de Cobañados, una red
de 10 organizaciones comunitarias.

Abajo, casas destruidas por las inundaciones en Bañado Sur, uno de los
barrios de población mayoritariamente pobre de las riberas del río Paraguay
en Asunción. En el centro, las casuchas fabricadas algo más arriba por
quienes se negaron a dejar el área, y al fondo el vertedero el basural que
atrajo a muchos pobladores hacia este humedal con recurrentes inundaciones.
Crédito: Mario Osava/IPS

Su casa está inaccesible por la calle aún inundada, a pocos metros de una
laguna que otrora fue la cancha comunitaria. Ella prefirió “refugiarse” en
casa de familiares, en la vecina ciudad de Loma.

“Asistimos a los desalojados con materiales para la casa y alimentos para
todos, colchones para los que necesitan, y todos disponen de agua y luz”,
contrarrestó Avendaño. La solución definitiva sería el reasentamiento en
otras partes, como el municipio de Itauguá, a 30 kilómetros al sureste de
Asunción.

Mil viviendas se construirán al lado del Jardín Botánico, en el norte de
Asunción, anunció. Eso se hace con ayuda de ONU-Hábitat y otras agencias de
la ONU (Organización de las Naciones Unidas), de la cooperación Europea y de
Estados Unidos. “Pero muchos no quieren salir del bañado”, admitió.

Además de discrepancias sobre la asistencia oficial, Cobañados defiende como
solución definitiva que la Avenida Costanera, que ya tiene 3,8 kilómetros y
se prolongará por 22 más, se construya acercándose a la orilla, como un muro
de defensa costera, protegiendo a los bañados.

Con compuertas y bombeo, como se hizo en Holanda y en otras ciudades
paraguayas, como Pilar y Concepción, se preservaría los barrios inundables y
saldría mucho más barato que rellenar los humedales, elevando el suelo y
reconstruyendo todo, como piensa el gobierno.

Además de costosa, la propuesta oficial podría expulsar definitivamente a
los bañadenses y destinar el área a pobladores más ricos y a empresas.

Pero “es poco sensato, alteraría el ecosistema de forma terrible”, criticó
Elías Díaz Peña,  coordinador de la organización ambiental Sobrevivencia.

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