Argentina/ las paradojas del primer año de gobierno de Macri [Fernando Rosso]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Dic 7 16:04:08 UYT 2016


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Correspondencia de Prensa

7 de diciembre 2016

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Argentina

Las paradojas del primer año de gobierno de Macri

Los primeros doce meses de Cambiemos. El fracaso del nuevo paradigma y la
fuerza propia en el aporte ajeno.

Fernando Rosso

Alfil, 7-12-2016

http://www.diarioalfil.com.ar/

Lo llaman el gobierno de los ricos, pero es criticado por los empresarios y
“bancado” -en última instancia- por los sindicatos y los llamados
movimientos sociales. Esa es la aparente paradoja que cierra el primer año
de administración de Mauricio Macri y Cambiemos.

El paradigma que el nuevo gobierno diseñó hace un año y sus consecuencias en
la orientación económica y política, resultaron un fracaso en sus grandes
trazos.

Medido con su propia vara, Cambiemos no logró prácticamente ninguno de los
grandes objetivos que bosquejó de entrada: correr el eje hacia el “inversor”
terminó siendo una ilusión que chocó con la cruda realidad, no se produjo
lluvia (ni si quiera garua) de inversiones; disminuir el déficit fiscal, ese
anhelo tan preciado por el establishment quedará como una simple expresión
de deseos; aumentar la productividad en los términos en los que desde su
lógica económico-política sería necesario, es una tarea pendiente.

El “protocolo antipiquetes”, la temprana bandera de la nueva administración
que obraba como amenaza de garrote para disciplinar el malestar, duerme el
sueño de los justos en algún cajón del escritorio de la apagada Patricia
Bullrich Luro de Pueyrredón. La ministra, que vestida de guerrera debutó
atrapando varias a veces a los mismos tres presos que – como Pedro a Jesús-
antes que el gallo cante, la negaron tres veces en el conurbano bonaerense y
entre los arrozales santafecinos.

Pese a todos los límites del plan original, la devaluación y la consecuente
inflación, los tarifazos y el planchazo de la economía, producto de las
altas tasas de interés del Banco Central, implicaron un ajuste y un
deterioro de las condiciones de vida de las grandes mayorías, con la pérdida
del poder adquisitivo del salario y el derrumbe del consumo como evidencias
inocultables.

El gobierno que asumió con la promesa de “pobreza cero”, doce meses después
decreta la emergencia social por tres años y porotea en el Congreso
ofreciendo el porcentaje más conservador de aumento del mínimo no imponible
del impuesto a las ganancias, mientras había jurado eliminar ese tributo que
se aplica sobre el salario.

El meta-relato que coronaba este camino al éxito (al que estamos condenados
los argentinos, según el filósofo de Lomas de Zamora), era la vuelta al
mundo, justo cuando está cerrando sus compuertas, producto de la debacle de
la llamada globalización.

Mauricio Macri no termina de conformar a su núcleo duro, aumenta el fastidio
en sectores cada vez más amplios de la población y ofrece el retorno a un
mundo al que no le falta sólo un tornillo, se le derrumba la estantería
entera.

Los dadores voluntarios de gobernabilidad en el terreno sindical y social,
así como en la escena parlamentaria, combinados con la moderación de su
programa máximo, fueron la clave de la estabilidad de Cambiemos.

En el Congreso logró la aprobación de prácticamente todas las leyes que
necesitaba, gracias a los buenos servicios prestados por los peronismos
varios, un dato que puede festejar el Gobierno, hasta que se le recuerda que
Fernando de la Rúa también consiguió aprobar la mayoría de los proyectos en
los primeros dos años, como recordó con un dejo de ironía el agudo
politólogo Andrés Malamud.

Pese a todos estos contrastes, los números de la imagen del presidente se
mantienen relativamente dignos, contrariando los índices que miden las
percepciones sobre la economía y la gestión que se ubican por el suelo.

Pero el sustrato de esta precaria conciencia media está hecho de un material
absolutamente endeble: la bronca contra el pasado y la esperanza sobre el
futuro (después de todo, algo de verdad tiene la sabiduría popular que
asegura que “es lo último que se pierde”).

“El gobierno vive de cierta inercia social antikirchnerista, sumado al
handicap de la confianza”, escribió certeramente el periodista Andrés
Fidanza. Macri debería construirle un monumento a José López que le obsequió
una postal, una imagen de realismo mágico que vale más que mil palabras.

Pero la vida sigue y el show debe continuar, empezó a aumentar la
temperatura y de manera directamente proporcional comenzaron los cortes de
luz, el dólar amenaza con un alza todos los días y diciembre es un mes
inflacionario por naturaleza.

Gracias al invalorable aporte de las mal denominadas oposiciones y los
aparatos que administran la protesta social (bendecidos por el Vaticano),
Macri quizá pueda decir “felices fiestas, la casa está en orden”. Pero
inmediatamente caerá encima el 2017 que empieza con Donald Trump asumiendo
en la Casa Blanca y la campaña electoral en la que las fuerzas políticas
tradicionales se sacarán los ojos por el botín del Estado.

Cambiemos cumple un año y tiene todavía el pescado sin vender, parece no
tener idea de los bueyes con que ara, varios tiros que salieron por la
culata y sus primeros trapitos al sol, en un país que siempre, aunque a
veces no lo parezca, fue de pocas pulgas.

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