Rusia/ la caída del precio del petróleo, del turismo. y las negociaciones de Ginebra [Charles-André Udry]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Feb 9 11:48:52 UYT 2016


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Correspondencia de Prensa

9 de febrero 2016

Boletín Informativo

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germain5 en chasque.net

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Rusia

La caída del precio del petróleo, del turismo… y las negociaciones de
Ginebra 

Charles-André Udry

A l´encontre

http://alencontre.org/

Traducción de Viento Sur

http://www.vientosur.info/

La economía rusa se deteriora por momentos, mientras que el gobierno dispone
de un margen de maniobra estrecho. “Las sanciones de EE UU y de la UE
afectan de modo sensible a Rusia”, según ha declarado el propio presidente
Vladímir Putin. A esto se añade la fortísima caída del precio del barril de
petróleo desde hace año y medio (hoy está por debajo de los 30 dólares),
decidida por Arabia Saudí y tal vez amplificada por la llegada de Irán al
mercado petrolero, una vez levantadas gran parte de las sanciones
internacionales. El primer ministro ruso, Dmitri Medvédev, declaró a
mediados de enero que “si el precio del petróleo sigue bajando, podemos
prepararnos para el peor de los escenarios”. El presupuesto de 2016 está
basado en un precio del barril de 50 dólares. En suma, ¿cómo pueden
reaccionar las autoridades y qué consecuencias tendrá su decisión para la
población?

El “negocio” del turismo

Durante los últimos tres años, el euro se ha revaluado un 111 % con respecto
al rublo. Pese a que la inflación de la moneda rusa ha sido galopante
durante todo el periodo (un 34 % de inflación acumulada), el gobierno
apuesta a fondo por el turismo en dos vertientes. La primera consiste en
atraer a turistas europeos para que visiten la plaza “Roja” y el Kremlin en
Moscú, el museo Ermitage y los palacios de San Petersburgo, o tal vez vayan
a esquiar a Sotchi. En un año ha aumentado un 57 % el número de visitantes.
Les ofrecen vacaciones a un precio del tipo “a cada uno según sus
necesidades”, si este propósito viene acompañado del la divisa comprendida
por los suizos y aprendida durante la “guerra fría”, al menos en su fase
tardía de comienzos de la década de 1980: “el silencio es oro”. En cambio,
el ministro de Turismo, Oleg Safónov, estimula el turismo intrarregional
para sus compatriotas. No sacar divisas del país, excepto quienes ya han
sacado miles de millones de dólares y euros. La suspensión de vuelos
regulares tras el atentado en Egipto –reconocido con retraso como tal– y los
“incidentes” con Turquía han venido como anillo al dedo: dos destinos
frecuentados a los que ahora han puesto la señal de stop.

El 9 de diciembre de 2015, Anabelle Arsicaud escribió: “Oleg Safónov
promueve el turismo intranacional, recordando por ejemplo que en EE UU el 80
% de los ciudadanos no van nunca al extranjero y solo viajan por el interior
de su país. Preconiza asimismo el desarrollo de fórmulas ‘todo incluido’,
las preferidas por la mayoría de rusos que salen al extranjero. Rusia
debería seguir desarrollando sus infraestructuras turísticas según el modelo
“exitoso” de Sotchi.” A propósito de “exitoso”, habría que mencionar a los
trabajadores de la construcción que nunca han recibido su paga y han sido
devueltos a su Cáucaso “natal” sin haber cobrado. Safónov, sabedor de
ciertas dudas con respecto a las inversiones en Sotchi, añade: “Los
escépticos pensaban que una vez concluidos los Juegos Olímpicos, las
infraestructuras se quedarían vacías. Nada de eso: los primeros meses, los
hoteles tuvieron dificultades para alcanzar la plena ocupación, pero este
año, Sotchi ha acogido a más de cinco millones de visitantes, un récord en
términos de frecuentación.”

Desde el punto de vista de la rentabilidad, cabe dudar: el coste total
oficial de las obras para los JJ OO de Sotchi fue de 50 000 millones de
dólares. “Esta cantidad, anunciada hace unos días por el viceprimer ministro
ruso, Dmitry Kozak, resulta sorprendente. Supera el presupuesto de los
Juegos de Pekín (42 000 millones de dólares), elevando los JJ OO de Sotchi a
la primera categoría de las olimpiadas más caras de la historia. Y pone en
entredicho la eventual rentabilidad de las infraestructuras. Si en 2007
Vladímir Putin anunciaba que el coste de los Juegos de Sotchi no rebasaría
los 12 000 millones de dólares, esa cantidad de 50 000 millones de dólares
no data de ayer”, constataba Lazlo Perlestein en el diario económico francés
La Tribune del 6 de febrero de 2014.

Según una nota de la Agence France Press del 7 de diciembre de 2015, aparte
del Cáucaso, el “jefe del turismo” también promociona Crimea, del mismo modo
que Kamchatka, región de difícil acceso, pero en la que el número de
visitantes ha crecido un 25 % en 2015. También ha declarado a los rusos que
“las ganas de pasar las vacaciones junto al mar es un efecto de moda
reciente, pero que nosotros ya hemos integrado como nuestra opinión propia”,
y que “nuestros antepasados, incluso los más ricos [¡la aristocracia
zarista!], no iban tanto de vacaciones al extranjero”. Manifestaciones que
han sido inmediatamente objeto de mofa, pues Safónov es propietario de dos
chalets en sendos países tropicales. Incluso la agencia de noticias rusa RIA
Novosti ha señalado que “una casa en las Seychelles no impide al jefe del
turismo Safónov adorar su tierra natal” (The Guardian, 7 de diciembre de
2015).

Precio del petróleo y crisis

Mientras que el ministro de Energía, Alexander Novak, apuntaba a una posible
reducción coordinada de la producción de petróleo a escala mundial, el
viceprimer ministro ruso Arkadi Dvorkóvitch señaló por su parte que
corresponde a las compañías petroleras, y no al Estado, decidir una eventual
reducción de la producción del oro negro en Rusia. “Si Rusia y Arabia Saudí
decidieran efectivamente reducir la producción de petróleo, ambos países
juntos ya producirían entonces un millón de barriles diarios de menos. Y si
se les unieran otros productores, el excedente de oferta podría erradicarse
totalmente del mercado”, señalan los analistas de Commerzbank.

A comienzos de enero de 2016, Putin declaró: “Las estadísticas muestran que
la economía rusa, en su conjunto, ha superado la crisis, en todo caso el
pico de la crisis, no la crisis misma.” La cuestión del precio del petróleo
era una de sus principales preocupaciones, no en vano las previsiones
económicas se han elaborado sobre la base de un precio del barril de 50
dólares (que hoy ronda los 30 dólares). En cambio, el ex ministro de
Hacienda, Alexei Kudrin, es mucho más pesimista que el presidente. Según él,
la situación sigue empeorando, máxime cuando “los precios del petróleo no
son estables. Si el precio del barril continúa tan bajo durante seis meses
más o un año, la economía seguirá deteriorándose”, ha advertido en
declaraciones a la agencia de noticias rusa Interfax.

Los salarios han caído en picado: las ventas del comercio minorista han
descendido un 13,1 % en 2015 (estadística oficial) con respecto a 2014; las
de automóviles, un 42 %. El sector bancario está en crisis: de un total de
800 bancos, más de 70 han perdido su licencia (Libération, 1 de enero de
2016). El descontento social crece y la campaña nacionalista y religiosa,
“antiterrorista” y represiva, así como la demostración de la capacidad
mortífera del ejército del régimen en Siria, no pueden servir para mantener
cerrada la tapa de la olla en la crisis socioeconómica más prolongada de la
historia reciente de Rusia. De ahí la voluntad combinada del Kremlin de
afirmar su presencia militar en Siria/1 –y en otras partes– y de llegar a un
acuerdo con sus socios, incluida Arabia Saudí, con vistas a estabilizar al
alza el precio del petróleo y proceder a una especie de división de Siria,
entre la “Siria útil para el régimen de Bachar” (y para Rusia e Irán) y las
“regiones suníes”, donde podrían colocar sus peones Catar y Arabia. Pero es
sabido que hoy por hoy estos planes cambian a menudo. Conviene tener en
cuenta estos elementos a la hora de analizar el circo trágico de las
llamadas “negociaciones de Ginebra” sobre Siria.

Nota

1) Los bombardeos de aviones rusos del 3 de febrero –secundados en tierra
por tropas de los Guardianes de la Revolución iraníes, de las milicias
chiíes de Irak, de Hisbolá y de los restos del ejército oficial del régimen–
se concentran en Alepo para cortar todas las vías de acceso a la frontera
turca. Mediante octavillas lanzadas sobre la ciudad se amenaza con reducir
Alepo a sus cenizas “si los habitantes no obligan a los terroristas a
abandonar Alepo”, cuando hace varios meses que los rebeldes habían obligado
al Estado Islámico (EI) a retirarse de la ciudad. En la revista Etudes de
febrero de 2016, Antoine Sfeir subraya: “EE UU busca una alianza estratégica
que le permita retirarse de la región.” No con algún país árabe, sino con
Turquía, con Israel y un Estado chií, Irán, que tiene la gran ventaja de
“contar con una ventana sobre el golfo Pérsico, así como sobre Afganistán,
Pakistán, el Cáucaso y Asia Central”. Lo que constituye un elemento
adicional para comprender mejor la política de las diversas “potencias” en
la mencionada Conferencia de Ginebra. Con un Bachar que gana terreno en el
plano militar, Rusia que puede negociar sus intereses y EE UU en trance de
concretar sus planes, la población siria puede morir de hambre, quedar
diezmada, “desaparecer” en el exilio. Y el inefable emisario de la ONU,
Staffan de Mistura, va y anuncia la “suspensión de las conversaciones” –que
nunca han comenzado– hasta el 25 de febrero. Por otro lado, el 11 de febrero
tendrá lugar una reunión en Múnich (menudo símbolo) del grupo internacional
de apoyo (sic) a Siria, compuesto por una veintena de países, entre ellos
los principales valedores del régimen “instituido en Damasco”.

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