Bolivia/ referéndum y post-extractivismo [Joan Martínez Alier]
Ernesto Herrera
germain5 en chasque.net
Dom Feb 28 18:00:23 UYT 2016
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Correspondencia de Prensa
28 de febrero 2016
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germain5 en chasque.net
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Bolivia
Después del referéndum: Bolivia y el post-extractivismo
Joan Martínez Alier
Rebelión
http://www.rebelion.org/
Varios factores explican el resultado del referéndum de Bolivia. En el
margen de votos, atribuyamos 2 por ciento a la arrogancia del
vice-presidente García Linera y a sus terribles insultos a los ecologistas
por la carretera del Tipnis y temas parecidos; otro 2 por ciento por haberse
negado Evo Morales a reconocer abiertamente su paternidad y actuar
legalmente en consecuencia, como cualquiera debe hacer sea obispo o
ministro; y finalmente otro 2 por ciento al cambio en la coyuntura
económica, pues la política extractivista de Bolivia ha sido errada como
indica el hecho que la balanza comercial sea ya negativa (como en casi todos
los países sudamericanos). Con todo eso, ya alcanza para perder el
referéndum. Yo hubiera votado por Evo Morales (pero no por García Linera).
Hubiera lamentado una vez más los 500 años de racismo; me hubiera
encomendado al espíritu del añorado René Zavaleta (1936-1984) (quien hubiera
disfrutado tanto con la “guerra” del agua en Cochabamba, con la “guerra” del
gas, con la expulsión del Goni y la elección de Evo Morales hace diez años
pero que hubiera sido más abierto que García Linera a la crítica
anti-extractivista).
En cualquier caso, Evo Morales ha perdido el referéndum que hubiera
permitido su candidatura presidencial, y tal como Cristina Fernández, Rafael
Correa y seguramente Nicolás Maduro, va ya de retiro. Y Dilma Rousseff
también. Eso no tiene por qué suponer un triunfo permanente del
neoliberalismo. Vean que Macri lo primero que ha hecho es dar más ventajas a
la exportación de soja y a las multinacionales mineras, suprimiendo las
“retenciones” (impuestos) a la exportación. El nuevo presidente de Argentina
se encamina por una senda tanto o más extractivista que su predecesora.
Se dice a veces que el nacionalismo popular sudamericano está de retirada no
por su culpa sino por un cambio de ciclo económico. Lo sucedido tiene
explicación. El volumen de la extracción de materiales y también el de la
exportación aumento cuatro veces, en América Latina en conjunto, desde 1970
al 2008. Algo parecido ocurrió en varios países africanos exportadores de
materias primas. Los mercados mundiales no iban a absorber ese creciente
exceso para siempre. Al aumentar las cantidades, ha bajado el precio de la
soja, del mineral de hierro, de los hidrocarburos, del cobre. La reacción
inmediata es intentar exportar más, hundiendo más los precios.
El valor en dinero de las exportaciones bolivianas registró una caída de
31,6 % en 2015, lo que provocó un déficit comercial de 773 millones de
dólares, el primero tras doce años de tener una balanza comercial con saldos
positivos. Las ventas bolivianas en el exterior fueron de 8.908 millones de
dólares en 2015, 4.120 millones menos que los 13.028 millones registrados en
2014. Las importaciones ya descendieron un 8,3 %, de 10.560 millones de
dólares en 2014 a 9.682 millones en 2015. La devaluación, el ajuste y el
creciente endeudamiento son ya una realidad en Bolivia lo mismo que en
Brasil, Argentina, Perú, Colombia o Ecuador. Lo mismo da que los gobiernos
sean “neo-libs” o “nac-pocs”, aunque el costo de la crisis se repartirá de
otra manera según sea el gobierno.
El nacionalismo popular sudamericano cometió un grave error al menospreciar
la crítica de los post-extractivistas como Alberto Acosta, Eduardo Gudynas,
Maristella Svampa. Esta crítica tiene cuatro puntos principales: la economía
extractiva exportadora alcanza volúmenes físicos sin precedentes y por tanto
conduce como nunca antes a la destrucción de ecosistemas y ataca la
supervivencia de los habitantes locales; esta economía no es sostenible
físicamente; esta economía lleva a un déficit democrático, al imponer
autoritariamente decisiones gubernamentales conjuntamente con empresas
nacionales o multinacionales, criminalizando a los ambientalistas y
prohibiendo en la práctica las consultas populares; esta política económica,
en fin, no es sostenible económicamente porque el exceso de exportaciones
puede llevar a un derrumbe de los precios.
Cabe argumentar que la economía industrial convierte en residuos casi todo
lo que se extrae (ya sea energía de los combustibles fósiles, que es
disipada por la combustión, ya sean materiales como cobre, aluminio, mineral
de hierro, pasta de papel, alimentos para el ganado como la soja, que se
reciclan en pequeña parte). Eso asegura una buena demanda futura de
producciones primarias. Eso es cierto. Pero difícilmente habrá otra época de
tanta alegría exportadora primaria como la que hubo en Sudamérica hasta hace
poco – sin que Alicia Bárcena y la CEPAL advirtieran en contra.
La inquina o el desprecio anti-ecologista de Rafael Correa, Alvaro García
Linera, Cristina Fernández, de los presidentes Lula y Rousseff les cobra
ahora un precio en beneficio temporal del neoliberalismo, que no tiene
ninguna política mejor que ofrecer. Es urgente que, de una vez, la izquierda
latinoamericana se vuelva ecologista.
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