Países Árabes/ el Estado Islámico no tiene nada de misterioso [Gilbert Achcar - entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Dom Ene 3 11:14:08 UYT 2016


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Correspondencia de Prensa

3 de enero 2016

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Países Árabes

Entrevista a Gilbert Achcar

El Estado Islámico no tiene nada de misterioso

Faruq Sulehria 

The new on sunday (TNS), Pakistán, 27-12-2015

http://tns.thenews.com.pk/

Traducción de Viento Sur

http://www.vientosur.info/

“El llamado Estado Islámico no tiene nada de misterioso… Hoy por hoy es tal
vez el fenómeno más estudiado y analizado de todo el mundo”, dice Gilbert
Achcar, profesor de Estudios sobre el Desarrollo y Relaciones
Internacionales en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos (SOAS) de
Londres. Achcar, nacido en Líbano, antes de ingresar en la SOAS enseñó en la
Universidad de París VIII y es uno de los comentaristas más destacados sobre
Oriente Medio. Ha escrito y editado varios libros, entre ellos Perilous
Power, una conversación con Noam Chomsky sobre Oriente Medio y la política
exterior de EE UU; The Arabs and the Holocaust, aclamado por la crítica, y
The People Want, sobre la revuelta árabe. En una entrevista con The News on
Sunday (TNS), analiza la revuelta árabe y el ascenso del Estado Islámico
(EI). He aquí algunos extractos:

-TNS: En torno al Estado Islámico o Daesh se tejen muchos mitos. Los
teóricos de la conspiración lo presentan como un caballo de Troya
imperialista. Otros ven en él un instrumento de los saudíes. Todos los
analistas serios, sin embargo, señalan su relación con la guerra de Iraq.
Algunos de ellos destacan el papel del régimen de Bachar el Asad en la
aparición del EI. ¿Qué opina usted del misterio que rodea al EI y sus
vínculos dudosos con fuerzas tan dispares?

Gilbert Achcar (GA): El llamado Estado Islámico es, ante todo, una
continuación de Al Qaeda en Iraq. Es fácil trazar los orígenes de Al Qaeda
hasta Arabia Saudí, por supuesto. No olvidemos que 15 de los 19 autores de
los atentados suicidas del 11 de Septiembre de 2001 eran ciudadanos saudíes.
Sin embargo, esto no significa que el reino saudí planeara y ejecutara
aquellos atentados, desde luego. La historia es harto conocida: cuando
participaba en la lucha contra la ocupación soviética de Afganistán, Osama
bin Laden –vástago de una familia rica saudí– recibió el apoyo de Arabia
Saudí, así como de la CIA y del servicio secreto paquistaní. Se volvió en
contra de Arabia Saudí en 1990 con motivo de la intervención militar de EE
UU contra el Iraq de Sadam Husein. Se opuso a la decisión saudí de acoger
tropas estadounidenses en su territorio y desde entonces se convirtió en
enemigo jurado de la familia real saudí, al tiempo que Al Qaeda dejó de ser
un grupo antisoviético para convertirse en una organización
antiestadounidense.

Cuando EEUU ocupó Iraq en 2003 y empoderó a fuerzas chiíes proiraníes como
el Consejo Supremo de la Revolución Islámica de Iraq y el partido Dawa, que
eran aliados de Washington, esto provocó un profundo resentimiento entre los
árabes suníes. Este resentimiento contra la ocupación estadounidense se
exacerbó por el hecho de que Irán estaba aprovechándose de ello para
extender su influencia, preparando el terreno para el crecimiento de Al
Qaeda en las regiones árabes suníes. Un proceso paralelo fue la
intensificación de la ideología antichií de Al Qaeda. El sectarismo antichií
es un elemento fundamental del wahabismo, la ideología oficial de Arabia
Saudí. De hecho, la doctrina de Al Qaeda no es más que una versión extrema
del wahabismo, enfrentada a la versión oficial preconizada por la dinastía
reinante en Arabia Saudí. Así, Al Qaeda pasó a actuar tanto contra la
ocupación estadounidense como contra la población chií en Iraq.

La presencia creciente de Al Qaeda en Iraq suponía un importante desafío
para los ocupantes estadounidenses, ya que estos habían invadido Iraq con el
pretexto, entre otros, de golpear a Al Qaeda. El gobierno de Bush había
declarado que ésta contaba con el respaldo del régimen de Sadam. La verdad,
sin embargo, es que en el momento de la invasión de EEUU apenas había
actividad de Al Qaeda en Iraq. Bajo la ocupación estadounidense, Al Qaeda no
solo surgió como fuerza en Iraq, sino que logró hacerse con el control de
amplias zonas del país. En esto le ayudaron los conocimientos de muchos
antiguos miembros del aparato militar y de seguridad de Sadam Husein. El
odio común a la ocupación estadounidense y la animosidad compartida y
sectaria contra los chiíes llevaron a un gran número de antiguos leales de
Sadam Husein a unirse a Al Qaeda. En 2006, la organización pasó a
denominarse Estado Islámico de Iraq (ISI). Después, EE UU cambió de
estrategia y comenzó a empoderar a las tribus árabes suníes,
suministrándoles dinero y armas. Cuando esas tribus se pasaron al bando de
EE UU, los ocupantes lograron marginar al ISI o incluso a derrotarlo
completamente.

-TNS:¿Cómo es que se recuperó si había sido casi derrotado?

GA: Dos hechos destacados de 2011 explican esta recuperación. Por un lado, a
finales de ese año las tropas estadounidenses se fueron de Iraq en un clima
de fracaso total, dejando atrás un país destrozado, cada vez más dominado
por Teherán, el archirrival regional de Washington. Libre de la tutela
estadounidense, el gobierno proiraní de Maliki aplicó su propia política
sectaria chií, soliviantando de nuevo a los árabes suníes. Maliki consiguió
revertir muy rápidamente lo que EEUU había logrado en los años anteriores a
su retirada. En 2012, los árabes suníes de Iraq protagonizaron acciones
masivas de carácter pacífico de una magnitud impresionante, pero el gobierno
de Maliki se negó a ceder ante ninguna de sus reivindicaciones. Esto creó el
terreno abonado para el resurgimiento del ISI en Iraq.

Por otro lado, a finales de 2011, la revuelta en Siria empezó a
transformarse en resistencia armada cuando las crecientes deserciones del
ejército sirio brindaron la posibilidad de oponerse con las armas a la
represión cada vez más violenta del régimen de Asad. En 2012, Siria se sumió
en una guerra civil, y aprovechando esta oportunidad, los remanentes del ISI
entraron en Siria y crearon la rama siria de Al Qaeda, el Frente Al Nusra,
escindiéndolo más tarde para fundar el Estado Islámico de Iraq y Siria
(ISIS, en inglés, o Daesh en árabe), posteriormente convertido en “Estado
Islámico”. Un factor importante en este proceso es el hecho de que el
régimen sirio facilitara la penetración de Al Qaeda en Siria, después de
haber facilitado la infiltración de militantes de Al Qaeda en Iraq durante
los primeros años de ocupación estadounidense.

-TNS:¿Cómo es que Al Qaeda recibió ayuda de un régimen “laico”, aliado de
Irán?

GA: El régimen de Asad estaba interesado en que fracasara la ocupación
estadounidense. Se sentía amenazado por el “cambio de régimen” en Iraq,
máxime cuando tanto Iraq como Siria estaban gobernadas por el partido Baas,
aunque por alas mutuamente hostiles del mismo. El régimen de Asad también
necesitaba demostrar que la única alternativa a la dictadura era el
yihadismo y el caos. Esta es la razón por la que ayudó a Al Qaeda a
establecerse en Iraq. No obstante, tuvo que renunciar a esta política bajo
presiones de Bagdad y Teherán a partir de 2007. Pese a ello, los servicios
secretos sirios siguieron infiltrados en Al Qaeda, permitiendo a esta entrar
en Siria para contribuir a militarizar lo que había comenzado en marzo de
2011 como revuelta pacífica. La lógica subyacente era la misma: demostrar
que la única alternativa a la dictadura es el yihadismo. Con este fin, el
régimen de Asad no solo dejó a Al Qaeda penetrar en Siria, sino que también
puso en libertad, en otoño de 2011, a una serie de militantes yihadistas que
estaban encarcelados. En el verano de 2014, el EI lanzó una vasta ofensiva
desde Siria al interior de Iraq, aprovechando el resentimiento que se había
propagado entre las tribus árabes suníes.

-TNS: ¿Cómo financia el EI sus necesidades militares y administrativas?
¿Quién les proporciona fondos?

GA: En su mayor parte se autofinancian. Han conseguido controlar pozos
petrolíferos desde el comienzo y venden petróleo al régimen de Asad y a
traficantes turcos. También se han incautado de enormes cantidades de dinero
en los bancos de las ciudades que han capturado. Reciben asimismo el apoyo
de donantes privados, mayormente de los Estados del Golfo, aunque no
dependen de ningún apoyo extranjero. De hecho, el llamado Estado Islámico no
tiene nada de misterioso. El proceso de creación, sus fuentes de
financiación y su modo de funcionamiento están plenamente documentados. En
estos momentos es tal vez el fenómeno más estudiado y analizado de todo el
mundo. Agentes de los servicios secretos de Moscú a Washington,
investigadores, académicos y un montón de otros actores están estudiando el
“Estado Islámico”.

Este fenómeno encaja plenamente en lo que califiqué de “choque de barbaries”
en mi libro del mismo título, escrito poco después de los atentados del 11
de Septiembre. Allí expliqué que la barbarie imperialista es la causa
primaria que conduce a la emergencia de contrabarbaries del tipo de Al Qaeda
en el lado opuesto. En Siria, la barbarie del régimen de Asad –apoyado por
Rusia e Irán– provocó la expansión de la contrabarbarie del llamado Estado
Islámico. Lo que genera esa violencia fanática es el grado de odio creado
por la violencia frente a la que reacciona.

-TNS: Aunque usted, en sus escritos y entrevistas, no culpa únicamente a
Occidente de la violencia en Oriente Medio, hay sin embargo una tendencia a
achacar todo lo que está mal en Oriente Medio a Occidente. En su libro sobre
el choque de barbaries, la responsabilidad principal se atribuye de nuevo a
Occidente. ¿Qué me dice de la ideología que empuja a los yihadistas a la
violencia? ¿Acaso no existen otros factores que han contribuido al aumento
de la violencia religiosa que emana de Oriente Medio y a la radicalización
de la juventud musulmana en Occidente?

GA: Hay muchos factores más, desde luego. Un factor importante es el fracaso
de la izquierda. Las circunstancias que radicalizaron a los jóvenes
musulmanes podrían haberlos radicalizado a la izquierda. Si la izquierda
radical en Europa hubiera logrado construir puentes con la juventud de la
inmigración musulmana y ponerse a la cabeza de sus luchas sociales, serían
muchos menos los jóvenes seducidos por la vía fundamentalista reaccionaria
para manifestar su frustración social. Pero esto no tiene que ver con la
ideología. Siempre han existido ideologías fanáticas reaccionarias. ¿Por qué
asistimos actualmente a su expansión en las formas opuestas de
fundamentalismo islámico por un lado y racismo antimusulmán por otro, entre
otras formas? De hecho, estas manifestaciones de profunda frustración social
no pueden disociarse del desmantelamiento del Estado de bienestar, del
aumento del paro y de la creciente precariedad de la vida que han supuesto
las políticas neoliberales. Los gobiernos de Francia y el Reino Unido llaman
a los imanes a combatir el fundamentalismo islámico radical. Sin embargo, no
se puede derrotar a estas corrientes tan solo mediante la lucha ideológica.
Ante todo hace falta acabar con la situación que constituye el caldo de
cultivo de sus ideologías, es decir, con las circunstancias sociales,
económicas y políticas en que están inmersos.

-TNS: ¿Qué futuro le espera al Estado Islámico?

GA: Todas las potencias mundiales combaten codo a codo contra el llamado
Estado Islámico. Mientras que Turquía y Siria han mantenido una relación
ambigua con el mismo, Arabia Saudí e Irán, así como Rusia y EE UU, son
enemigos del EI a pesar de apoyar a bandos opuestos en Siria. Sin embargo,
las potencias occidentales no están dispuestas a enviar tropas terrestres
para luchar contra el EI, y por eso, para derrotarle, necesitan el concurso
de fuerzas suníes locales. Luchar contra una fuerza sectaria suní como el EI
con fuerzas sectarias chiíes o con tropas del régimen de Asad no hará sino
reforzar su capacidad de reclutamiento. EE UU es consciente de ello, y por
eso Washington aspira a crear una fuerza árabe suní para enfrentarla al EI,
del mismo modo que trata de sostener a sus socios árabes suníes que se alían
con las fuerzas kurdas. En Siria, Washington desea unificar a la oposición
entera con excepción del Frente Al Nusra y el EI. El gobierno de Obama
también sabe que una condición indispensable para poner fin a la guerra en
Siria es que Asad se retire. Washington espera que Rusia pueda contribuir a
ello, pero Putin todavía no ha dado señales de estar dispuesto a hacerle
este favor. Así, mientras no se resuelvan estos problemas, el llamado EI
está para quedarse. No se le podrá derrotar ni marginar de nuevo tan solo a
base de bombardeos.

-TNS: En el verano de 2014, tras su repentina incursión en Iraq cruzando la
frontera, el EI proclamó “el fin de Sykes-Picot”. ¿Está sobre el tapete la
partición de Siria?

GA: Se plantean dos cuestiones distintas en este terreno. Es muy probable
que la constitución de Estados autónomos kurdos sea ya irreversible. La
autonomía de las regiones kurdas de Iraq y Siria responde a las aspiraciones
del pueblo kurdo a disponer de un territorio soberano propio. Sacando
provecho de la prohibición de sobrevolar la parte kurda de Iraq, impuesta
por EE UU, el Kurdistán iraquí se ha convertido en un Estado independiente a
todos los efectos. De hecho, este Estado tiene su propia bandera y su propio
ejército. Iraq ha pasado a ser una confederación bastante laxa. Creo que
Iraq solo podrá sobrevivir siendo una confederación entre entidades
soberanas, ni siquiera como federación. En Siria, en cambio, la situación es
diferente.

Rojava, o el Kurdistán Occidental, ha surgido en forma de cantones kurdos
autónomos. Desde el punto de vista de la correlación de fuerzas, los kurdos
no son tan fuertes en Siria como en Iraq. Sin embargo, ambas regiones están
interconectadas de muchas maneras. Los kurdos de Siria no piden la
separación, pese a que la dinámica de la situación apunta actualmente en esa
dirección, ahora que el país se encuentra en plena efervescencia. Por otro
lado, la partición de Siria no entra en los planes de nadie. El régimen de
Asad no puede abogar por la partición porque el régimen también cuenta con
una base suní. Y la oposición está claramente en contra de la partición.

-TNS: Usted ha dicho que el cese de Asad es indispensable para que se pueda
progresar en Siria. Sin embargo, la alternativa no parece sonar a progreso,
¿no?

GA: El caso es que no puede haber progreso alguno para salir de la tragedia
siria sin el cese de Asad. Después de semejante carnicería, no se puede
parar una guerra cuando el principal culpable sigue estando en el puesto de
mando. No hay ninguna posibilidad de que la oposición deponga las armas
mientras Asad siga en el poder. Al comienzo de la revuelta siria cabía
ofrecer alternativas progresistas al régimen, pero la militarización de la
revuelta, por un lado, y el apoyo dado por Arabia Saudí y Catar a los grupos
fundamentalistas islámicos, por otro, comportan, en efecto, que ahora sea
poco probable una alternativas progresista. Eso es lo que pretendía el
régimen de Asad desde el comienzo, haciendo todo lo posible para que se
cumpliera ese propósito.

Debido a esto, no existe ninguna salida realista que sea ilusionante, al
menos desde una perspectiva progresista. El colapso total del Estado sirio
sería, en efecto, bastante peligroso. La prioridad, sin embargo, es detener
la sangría y la destrucción. De ahí que cualquier solución que permita parar
la guerra, como un acuerdo de transición entre la oposición y el régimen,
podría suponer un avance. Esto no puede producirse sin el cese de Asad. Si
este hubiera dimitido desde el comienzo de la revuelta, Siria se podría
haber ahorrado todo este caos sangriento. En cuanto a quienes, en Occidente,
piensan que Al Qaeda y el llamado Estado Islámico son el problema principal,
debería quedar claro que este problema no se resolverá mientras Asad esté en
el poder. Por eso es un completo sinsentido propugnar una alianza con Asad
para combatir al EI, máxime sabiendo que Asad está mucho más preocupado por
combatir al resto de la oposición que al EI.

-TNS: Más allá de Siria, la primavera árabe se ha convertido, por decirlo de
alguna manera, en una pesadilla árabe. Mientras Libia y Yemen se han sumido
en una guerra civil, el ejército vuelve a mandar en Egipto. En Túnez, la
situación es inestable. Sin embargo, usted sigue siendo optimista. En su
libro sobre la revuelta árabe, The People Want, la describe como un proceso
revolucionario prolongado. ¿En qué se basa su enfoque optimista?

GA: Yo nunca he sido “optimista”. Al contrario, al comienzo me acusaban de
ser pesimista precisamente porque insistí en que el proceso sería largo y
difícil. Cuando estalló la llamada primavera árabe, la mayoría de la gente
esperaba una transición democrática pacífica y rápida. Yo sostuve que la
revuelta árabe era un proceso a largo plazo que pasaría por una alternancia
de revolución y contrarrevolución, de revuelta popular y restauración
reaccionaria, de derrotas y victorias, como todos los grandes procesos
revolucionarios de la historia. Con lo que está ocurriendo ahora, la euforia
dominante de 2011 se ha convertido en melancolía aplastante. Así que cuando
ahora insisto en que la primavera árabe es un proceso prolongado, parece que
sea optimista. Sin embargo, no lo soy: solo insisto en que la primavera
árabe no ha pasado a la historia, ni mucho menos, y en que el potencial
revolucionario está lejos de haberse agotado.

Creo que la revuelta árabe todavía se halla en sus fases iniciales. Todavía
queda mucha tela que cortar. Los procesos revolucionarios históricos tardan
décadas en completarse: las revoluciones inglesa, francesa y china se
desarrollaron durante decenas de años. Hace muy poco, en Iraq y Líbano, dos
países en los que el sectarismo es una característica del Estado, se han
producido movilizaciones masivas pacíficas en torno a cuestiones sociales,
por encima de las divisorias sectarias. Reflejan el hecho de que el
potencial de una lucha social progresista sigue vivo. La revuelta árabe es
en su origen una rebelión contra unas circunstancias sociales, económicas y
políticas represivas que son comunes a toda la región. A menos que se
eliminen dichas circunstancias, la región seguirá siendo un hervidero.

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