Siria/ ataques a los hospitales: ¿normalización de las violaciones de la neutralidad médica? [Michele Heisler, Elise Baker y Donna McKay]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Ene 7 13:44:16 UYT 2016


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Correspondencia de Prensa

7 de enero 2016

Boletín Informativo

redacción y suscripciones

germain5 en chasque.net

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Siria

Ataques a hospitales 

¿Hacia la normalización de las violaciones de la neutralidad médica?

Michele Heisler, Elise Baker y Donna McKay

The New England Journal of Medicine

http://www.nejm.org/

Traducción de Viento Sur

http://www.vientosur.info/

En julio de 2015, un pediatra de 26 años de edad contó a nuestro equipo de
investigadores de Médicos por los Derechos Humanos (Physicians for Human
Rights, PHR), cómo en 2012, siendo estudiante de medicina, las fuerzas
gubernamentales lo detuvieron y golpearon brutalmente. Ahora trabaja de
médico de urgencias e interno residente en un hospital que ha sido
bombardeado dos veces por el gobierno sirio. Vive con el miedo de perder la
vida a causa de una bomba en su camino al trabajo o en el propio hospital.
Sus parientes quieren que se vaya de Siria, como han hecho ellos, pero él se
niega diciendo que “es nuestro país, y si nos vamos, se partirá en pedazos.
De vez en cuando pienso que tal vez me iré y me especializaré para luego
volver mejor preparado, pero después veo a toda esa gente que me necesita.
Tal vez sea este el factor principal que me mantiene aquí.”

La cobertura mediática de Siria se ha centrado en el éxodo de refugiados que
huyen de la guerra sectaria y de las atrocidades cometidas por el Estado
Islámico/1. En cambio, se presta menos atención a la destrucción de cientos
de hospitales y clínicas en las zonas controladas por la oposición y a la
muerte de médicos, enfermeros y demás personal sanitario. Desde que comenzó
el conflicto en 2011, PHR ha documentado el asesinato de 679 profesionales
de la salud, perpetrado en el 95 % de los casos por fuerzas gubernamentales
sirias. Algunos de esas personas murieron al ser bombardeados sus hospitales
o clínicas; a otras las mataron con armas de fuego y, por lo menos, 157
fueron ejecutadas o torturadas hasta morir/2.

En julio, un equipo de PHR examinó el estado del sistema sanitario en el
este de Alepo. Pese a que esta ciudad no es la que más destrucción ha
sufrido hasta ahora en Siria, su situación sí ilustra las consecuencias de
las repetidas incursiones: los equipamientos sanitarios de Alepo han sido
atacados casi 50 veces desde que grupos de la oposición se hicieron con el
control de la parte oriental en 2012. El gobierno ha lanzado cohetes,
misiles y, desde 2013, “bombas de barril” (barriles de 100 a 1 000 kg llenos
de explosivos, metralla, clavos y petróleo que se dejan caer desde
helicópteros y se rompen en miles de fragmentos al impactar) sobre casas e
infraestructuras civiles, incluso hospitales. El número de ataques con
bombas de barril alcanzó las cotas más altas entre abril y julio de 2015.
Estas bombas, que eliminan todo lo que tocan directamente e infligen graves
heridas a cualquiera que se vea expuesto a su onda expansiva, han tenido un
efecto devastador en la parte oriental de Alepo. Solo permanecen una cuarta
parte de los 1,2 millones de habitantes de la ciudad; más de dos tercios de
los hospitales han dejado de funcionar y alrededor del 95 % de los médicos
han muerto o huido/3.

Alepo también ofrece incontables ejemplos de valor y resistencia de
trabajadores y trabajadoras de la sanidad, que constituyen una parte
importante de la narrativa de la crisis siria. A pesar de los tres años de
muerte y destrucción, los habitantes que permanecen en Alepo han demostrado
todo lo que es capaz de hacer una comunidad resistente y entregada.
Profesionales de la salud han explicado cómo han reconstruido un sistema
sanitario que supera a cualquier otro creado en una zona de guerra. Los diez
hospitales que funcionan en la ciudad (de los 33 que había en 2010) varían
de tamaño y capacidad, pero el hecho de que el más grande solo cuente con
trece médicos refleja la falta de personal de estas instalaciones. Los
equipos disponibles también varían mucho de un centro a otro, y la falta de
escáneres de tomografía computadorizada y de resonancia magnética dificultan
o imposibilitan el tratamiento de los traumatismos encefálicos. No obstante,
el médico jefe de una unidad de traumatología de Alepo señala que “tal vez
seamos pocos médicos en un simple hospital con equipos simples, pero
salvamos montones de vidas”.

El asesinato de trabajadores sanitarios en los conflictos bélicos no es una
novedad. Los gobiernos y grupos armados han atacado cada vez más centros
médicos y a personas que han jurado prestar asistencia a sus pacientes
(véase más abajo “Derecho humanitario internacional y sus violaciones”).
Tanto si estos actos forman parte de ataques más amplios en zonas
residenciales como si representan un esfuerzo deliberado por castigar a los
trabajadores sanitarios, a los civiles y a los combatientes por su presunta
afiliación política, o si se pretende impedir que los médicos traten a los
“enemigos” o aporten pruebas de crímenes de guerra, o destruir
infraestructuras vitales, en todo caso violan el derecho humanitario
internacional.

En ninguna otra parte esas violaciones han sido tan atroces como las
cometidas por fuerzas gubernamentales en Siria; violaciones particularmente
penosas dado que el presidente sirio, Bachar el Asad, es médico. El
menoscabo de los servicios sanitarios ha pasado a ser una brutal arma de
guerra. Pese a que casi todos los bandos del conflicto sirio violan los
derechos humanos y el derecho internacional, la amplitud y la intensidad con
que el gobierno ataca al personal médico y los equipamientos sanitarios son
de lo peor que se ha visto desde la adopción de las modernas convenciones de
Ginebra.

Cuando los sistemas de atención sanitaria son objeto de ataques, las
pérdidas son mucho mayores que el número del personal sanitario muerto y los
tejados y muros demolidos de los hospitales. Se pierden espacios seguros
para civiles heridos que requieren atención médica y poblaciones enteras
pueden dejar de tener acceso a un tratamiento. Cuando esos ataques son tan
extendidos como en Siria, las consecuencias se replican en todo el país y la
región.

Todos los médicos a los que hemos entrevistado y que siguen trabajando en
Alepo dicen que, si se van, morirán personas por falta de atención médica.
Puesto que arriesgan su vida para tratar a civiles, inclusive colegas, cuyos
cuerpos han sido destrozados por bombas de barril, estos médicos han
manifestado su consternación por la incapacidad de la comunidad
internacional para hacer cumplir las convenciones de Ginebra. Insisten en
que el principal obstáculo para el personal médico es la inseguridad y en
que la principal necesidad es su protección. Como explica uno de ellos: “Has
de estar seguro para salvar a otros… Si matas al médico o destruyes el
hospital, la medicina deja de beneficiar a la gente. El gran problema es la
incapacidad de proteger al personal.” En concreto, todos los médicos que
hemos entrevistado han insistido en poner coto a las bombas de barril. Uno
de ellos nos ha dicho que “si dejan de lanzar bombas de barril, los médicos
volverán. No hace falta nada más que parar las bombas de barril; es lo
primero y lo último que necesitamos.”

Estas violaciones del derecho humanitario internacional están bien
documentadas en tiempo real, pero la respuesta internacional ha sido mínima.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas –el organismo internacional
encargado de proteger a los civiles en los conflictos, hacer cumplir el
derecho humanitario internacional y remitir los casos de violación al
Tribunal Penal Internacional para que investigue si se han cometido crímenes
de guerra– está paralizado por motivos políticos. No ha adoptado más que una
sola resolución, en febrero de 2014, en la que reclama que todas las partes
del conflicto dejen de atacar a civiles y respeten el principio de
neutralidad médica. Desde entonces, ha asistido al aumento de los ataques a
civiles e instalaciones médicas en Siria sin emprender ninguna acción más.
Pensamos que los gobiernos y las organizaciones no gubernamentales deberían
emplazar al Consejo de Seguridad a que haga respetar la paz y seguridad
internacional y asegure el enjuiciamiento de quienes los perpetran, y que en
caso de que no haga nada, esas organizaciones exijan la reestructuración del
Consejo. Además, cada gobierno puede incrementar la presión diplomática y
plantear la imposición de sanciones a los violadores.

Si la comunidad internacional no se moviliza para poner fin a los ataques a
los profesionales de la salud y las infraestructuras sanitarias en Siria,
seguirán sufriendo y morirán civiles. Además, no será posible alcanzar una
paz duradera si no se enjuicia a los autores de esos crímenes. Los efectos
de estas violaciones y de la falta de enjuiciamiento repercutirán mucho más
allá de Siria. Cuanto más tarde la comunidad internacional en hacer respetar
el derecho humanitario, tanto mayor será la probabilidad de que esas
violaciones se conviertan en la “nueva norma” en conflictos armados en todo
el mundo, menoscabando el inveterado principio de neutralidad médica. Si no
se contrarrestan, los ataques a la atención médica se convertirán en un arma
de guerra convencional.

Pese a que la falta de respuesta de la comunidad internacional ha costado
cientos de miles de vidas, no es demasiado tarde para rectificar el rumbo.
Como organismo mundial dotado del mayor poder para detener esos ataques a
corto plazo, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas debería hacer
cumplir su resolución para proteger a los civiles y las infraestructuras
civiles. Una protección efectiva de la neutralidad médica salvaría vidas y
es una condición necesaria para cualquier proceso de paz efectivo. La
reconstrucción del sistema sanitario sirio llevará décadas, pero los médicos
que hemos entrevistado están dispuestos a abordar la tarea. Primero
necesitan el apoyo de la comunidad internacional para asegurar que esté
protegido el derecho a administrar y recibir atención médica.

El derecho humanitario internacional y sus violaciones

La 1ª Convención de Ginebra, de 1864, consagró los principios que protegen
los espacios médicos y a los trabajadores sanitarios de toda interferencia y
de todo ataque durante los conflictos armados. Actualizadas y reforzadas,
las cuatro Convenciones de Ginebra de 1949 han sido ratificadas por 196
países, incluida Siria, que también ha ratificado el Protocolo Adicional I.
Estos exigen que todas las partes de un conflicto protejan y aseguren el
funcionamiento de las instalaciones sanitarias, el transporte de heridos y
enfermos y al personal médico; que protejan y aseguren un tratamiento
ecuánime tanto de los civiles como de los combatientes heridos; y que el
personal médico administre un tratamiento imparcial tanto a los civiles como
a los combatientes heridos, de conformidad con la ética profesional. Un
ataque a un centro médico solamente sería legal si se cumplieran todas y
cada una de las siguientes tres condiciones:

1. El centro está siendo utilizado para cometer actos lesivos para el
enemigo que no guardan relación con la función humanitaria del centro.

2. La parte que ataca el centro ha planeado un ataque proporcionado,
considerando que la ventaja militar que espera obtener del ataque sería
mayor que el daño colateral potencial a los civiles y los bienes civiles
protegidos.

3. La parte atacante ha dado un aviso previo, concediendo tiempo suficiente
para que se ponga fin a todos los actos lesivos para el enemigo, se ofrezcan
explicaciones si se ha cometido un error o sean evacuados los heridos y
enfermos.

Una agresión a un trabajador o trabajadora sanitario solo sería legal si
participa directamente en acciones hostiles/4.

Desde la década de 1990, el incumplimiento de estas normas de protección
está bien documentado. En Afganistán, la República Democrática del Congo,
Ruanda, Somalia y la antigua Yugoslavia, los combatientes atacaron a civiles
y en algunos casos entraron en hospitales para secuestrar y ejecutar a
pacientes. En Bahréin y Libia, médicos que atendían a manifestantes civiles
heridos fueron detenidos y torturados. En el decenio pasado se produjeron
asimismo graves atentados contra la neutralidad médica en zonas de combate
en Afganistán, Iraq, Ucrania y Yemen. El bombardeo de un hospital de Médicos
sin Fronteras en Kunduz, Afganistán, por parte de la fuerza aérea de EE UU
el 3 de octubre de 2015, que causó la muerte de 30 pacientes y profesionales
sanitarios, no es más que un ejemplo reciente de tales ataques.

Fuente: Departamento de Medicina Interna, Facultad de Medicina e Instituto
de Política Sanitaria e Innovación de Ann Arbor, de la Universidad de
Michigan (M.H.); Physicians for Human Rights, Nueva York (M.H., E.B., D.M.).

Notas

1/ Sengupta S., “Refugee crisis in Europe prompts Western engagement in
Syria”. New York Times, 30 de septiembre de 2015.
(http://www.nytimes.com/2015/10/01/w...).
<http://www.nytimes.com/2015/10/01/w> 

2/ Physicians for Human Rights, Anatomy of a crisis: a map of attacks on
health care in Syria (https://s3.amazonaws.com/PHR_syria_...).
<https://s3.amazonaws.com/PHR_syria_> 

3/ Physicians for Human Rights, Aleppo abandoned: a case study of health
care in Syria (http://www.phr.org/aleppo-2015).
<http://www.phr.org/aleppo-2015> 

4/ Comité Internacional de la Cruz Roja, Summary of the Geneva Conventions
of 1949 and their additional protocols
(http://www.redcross.org/humanityinw...).
<http://www.redcross.org/humanityinw> 

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