Argentina/ hacia la intensificación del neodesarrollo capitalista [Mariano Féliz]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Ene 15 16:15:18 UYT 2016


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Correspondencia de Prensa

15 de enero 2016

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germain5 en chasque.net

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Argentina 

Camina hacia la intensificación del neodesarrollo 

Mariano Féliz *

Brecha, Montevideo, 15-1-2016

http://brecha.com.uy/

Argentina tiene nuevo gobierno nacional que auspicia la intensificación del
proyecto económico hegemónico. Electo en una apretada segunda vuelta, el
nuevo gobierno carece de la legitimidad política institucionalizada que le
permita llevar adelante su programa. Por ello, avanza estirando hasta sus
límites la legalidad, exacerbando el presidencialismo y la delegación de
atribuciones, con una política de hechos consumados apuntando a construir un
nuevo statu quo.

La nueva fuerza política en el Estado, la coalición Cambiemos (hegemonizada
por el Pro y acompañada por la Unión Cívica Radical y otras fuerzas) ha
construido un gabinete de gobierno a imagen y semejanza de la fuerza social
hegemónica, con ministros y secretarios de Estado que son en su mayoría ex
directivos de corporaciones trasnacionales. Se despliega una novedosa
“Ceocracia”.

El gobierno está decidido a desactivar las principales barreras del proyecto
neodesarrollista (nacido en 2002) sin superar sus límites. Las barreras a
superar son el déficit fiscal y externo (ambos crecientes), la inflación
elevada, y el estancamiento e inestabilidad económica crónica. Los límites
que prevalecerán son la industrialización trunca, la redistribución del
ingreso estancada, y la prevalencia de la precarización extendida de las
condiciones de vida y trabajo; todos ellos expresión de un proceso de
desarrollo dependiente en el capitalismo periférico.

El neodesarrollo emergente de la crisis neoliberal pone al mercado (es
decir, al gran capital) como principal articulador de la sociedad, a la vez
que ubica al Estado como garante de las condiciones institucionales y de
infraestructura económica y social que permitan la producción, apropiación y
uso capitalista de la mayor plusvalía social posible. Nació a comienzos de
los dos mil como respuesta a la crisis neoliberal dando cuenta tanto de sus
facetas políticas como de las nuevas bases estructurales. Estas últimas
fueron consolidadas en el tridente de la trasnacionalización periférica del
capital, el extractivismo contaminante y la financiarización de la vida. Su
faceta distribucionista (apoyada desde el Estado en su primera etapa por el
kirchnerismo) fue la consecuencia de la necesidad de recuperar el control
social, de contener y desarticular las demandas más radicales surgidas del
seno de la lucha contra el neoliberalismo, garantizando una nueva
gobernabilidad capitalista.

El gobierno del Pro viene a intensificar el ciclo neodesarrollista, creando
nuevas condiciones para valorizar sus bases estructurales. El principal
objetivo de mediano plazo es recuperar el crecimiento económico. Ello
permitirá ampliar la base de legitimación del gobierno si es acompañado de
una mejora, aun si es un leve “derrame”, en la situación económica de las
familias trabajadoras. Un aumento en el empleo aparecerá como una bocanada
de aire fresco, por limitado, precario o mal pago que sea, en comparación
con cuatro años de estancamiento.

Para lograrlo, el gobierno del presidente Macri busca desarmar los
desequilibrios que bloquean la acumulación de capital. El gobierno anterior
había comenzado en este camino a partir de 2011 con un proceso de ajuste
heterodoxo, que se aceleró en 2013 con la devaluación del peso y el
re-endeudamiento externo. Sin embargo, ese cambio en la política económica
del kirchnerismo chocó con sus preceptos distribucionistas y debilitó sus
bases de apoyo. De ahí que su aplicación haya sido dispar e inconsistente,
capaz de evitar el estallido de las contradicciones acumuladas, pero incapaz
de relanzar el crecimiento.

Nueva política, “más justa” para el capital. El nuevo gobierno busca crear
condiciones macroeconómicas “más justas” para el capital para arrancar un
ciclo inversor liderado por las trasnacionales. Las primeras medidas buscan
desmontar las restricciones a la entrada y salida de capitales (generando
como consecuencia instantánea la devaluación del peso) y eliminar y reducir
los impuestos a las exportaciones. Se busca incentivar las exportaciones
primarias que son la principal fuente de dólares, mientras se crean
condiciones para acelerar el ingreso de capitales sin restricciones a su
salida y se recupera la capacidad de endeudamiento externo.

El impacto inmediato ha sido reducir el costo en dólares de la fuerza de
trabajo, haciendo caer también el poder de compra de los ingresos del
trabajo. La devaluación y la suba de precios internos acentuarán la
incidencia de la pobreza y el hambre, en tanto la pérdida salarial provoca
una caída en el consumo popular y en la producción de bienes de consumo
masivo. Ello podrá ser compensado por el aumento de las exportaciones de
alimentos y del consumo suntuario de las fracciones sociales beneficiadas
por la redistribución del ingreso. En el mediano plazo, la inversión podrá
subir en función de una mayor tasa de ganancia y el aumento de esa demanda.
En los próximos meses la caída en el consumo de las masas acentuará el
estancamiento y la pérdida de puestos de trabajo. Hacia fines de 2016 la
economía podría volver a crecer, aunque al costo de una mayor desigualdad y
más conflictividad. Para el gobierno entrante la pregunta es si esto
alcanzará para ganar legitimidad social y política para ampliar su capacidad
hegemónica. Con ese objetivo en mente, las políticas sociales
universalistas, pero básicas, serán ampliadas (como viene ocurriendo desde
hace años, con el apoyo del Banco Mundial y el Bid) para que garanticen
niveles mínimos de ingresos pero obliguen al pueblo trabajador a seguir
concurriendo masivamente a un mercado de trabajo precarizado.

Más allá del corto plazo. El proyecto de intensificación desarrollista debe
ser acompañado por varios elementos que lo harán potencialmente viable como
proyecto de desarrollo capitalista en la periferia, al menos hasta la
próxima crisis.

Desde lo estructural, el gobierno proyecta medidas que promuevan la
inversión, dando carnadura a la veta desarrollista que lo constituye. No
será meramente un gobierno neoliberal, sino un gobierno que buscará crear
las condiciones normativas e institucionales que permitan, con el apoyo
fundamental del Estado, relanzar el crecimiento en un marco capitalista. No
asistimos al ajuste estructural neoliberal sino a la intensificación del
neodesarrollismo.

Desde el Proyecto Belgrano (un proyecto de infraestructura de trasporte y
energía, enmarcado en la Iniciativa para la Integración de la
Infraestructura Regional Suramericana, Iirsa) hasta la política de
comunicaciones (que pretende abrir a las trasnacionales un campo fértil para
inversiones en tecnologías de la comunicación y la información); desde la
continuidad en el Ministerio de Ciencia y Tecnología (con la permanencia del
ministro kirchnerista Lino Barañao) en favor de las asociaciones
público-privadas con fondos y recursos públicos, hasta la creación del
Ministerio de Agroindustria y del Ministerio de Energía y Minería para
apuntalar el desarrollo del saqueo de las riquezas naturales, pasando por
una nueva política de precios en los servicios públicos privatizados que
elevará las tarifas y quitará regulaciones para inducir a la inversión.
Estas iniciativas pretenden alimentar un shock de inversiones que propulsen
el crecimiento.

Esta política sólo será exitosa en sus propios términos si logra reducir la
inflación y mantener el dólar caro como garantes de la competitividad. Esto
supone, primero, contener la emisión monetaria (reduciendo el gasto público)
y encarecer el crédito para ajustar la demanda y, en paralelo, contener las
demandas salariales para que los salarios suban en 2016 por debajo de la
inflación. Con relación al primer punto, si bien la emisión monetaria no
causa la inflación, sí puede favorecerla, pues crea condiciones de demanda
adecuadas a su desenvolvimiento. En relación con el segundo punto, si bien
los salarios no son la causa de la inflación, su contención sí puede ser un
eficaz medio para su reducción (como ya ocurrió en 2014 cuando los salarios
subieron por debajo de la inflación y ésta se redujo diez puntos
porcentuales en sólo un año, al costo de una significativa caída en el
consumo popular).

Por último, mucho depende de la evolución favorable de la coyuntura regional
y global, algo que parece poco probable. Con Brasil sumido en recesión y los
principales actores de la economía mundial con crecimiento bajo (Estados
Unidos, Europa) o descendiendo (China), el contexto global no favorece las
posibilidades de expansión de una economía altamente dependiente.

El gobierno que se inicia avanza con pies de plomo, en un nuevo marco, hacia
la profundización del neodesarrollo capitalista en Argentina. Todo ello a un
elevado costo social y –es de esperar– con un creciente costo político. Las
luchas sociales contra la intensificación capitalista son incipientes. Los
movimientos políticos y sociales populares están despertando de la
desarticulación y letargo provocados por el kirchnerismo. El futuro se
acerca, despacio pero viene. 

* Doctor en economía y en ciencias sociales. Profesor Unlp. Investigador
Cig-Idihcs/Conicet-Unlp. Miembro de la Sociedad de Economía Crítica de
Argentina y Uruguay. Militante de la Colectiva en Movimiento por una
Universidad Nuestramericana (Comuna) en el Frente Popular Darío
Santillán-Corriente Nacional.

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