Debates/ ocho años después: romper la parálisis del Banco del Sur [Ariel Noyola Rodríguez]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Ene 30 14:50:53 UYT 2016


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Correspondencia de Prensa

30 de enero 2016

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Debates

Por qué es urgente romper la parálisis del Banco del Sur 

Ariel Noyola Rodríguez *

Brecha, Montevideo, 28-1-2016

http://brecha.com.uy/

De cara a la profundización de la recesión mundial, es urgente que los
mandatarios de América del Sur pongan todas sus energías en la construcción
de instituciones de crédito propias y en el uso de instrumentos de
cooperación financiera orientados a debilitar la influencia del dólar en la
región. Toda vez que el gobierno de Estados Unidos busca imponer por todos
los medios posibles su dominación económica en la región, para los países
sudamericanos se ha vuelto indispensable conquistar autonomía política
frente a las instituciones tradicionales de crédito.

El modus operandi del Fondo Monetario Internacional (Fmi), el Banco Mundial
y el Banco Interamericano de Desarrollo (Bid) es ya bastante conocido: la
utilización de la deuda como un mecanismo de presión contra los pueblos
hundidos en la insolvencia; la imposición de medidas económicas draconianas
(disminución de los gastos sociales, recortes de los salarios, privatización
de las empresas estatales de carácter estratégico); la asistencia financiera
sin límites a gobiernos surgidos de un golpe de Estado pero avalados por la
Casa Blanca (como ocurrió en Chile en la década de 1970). Por esas y muchas
otras razones es necesario fortalecer los cimientos de la arquitectura
financiera sudamericana.

En primer lugar, se requiere una Unidad Monetaria Sudamericana (Ums). La Ums
no es una “moneda común”, como el euro, sino una canasta de referencia
conformada por un conjunto de monedas (como los “derechos especiales de
giro” del Fmi). En definitiva, la Ums es una referencia que goza de mayor
estabilidad que el dólar, tanto para la emisión de bonos como para la
comparación de precios dentro de la región. En paralelo, se debe promover
que los intercambios comerciales se facturen en monedas nacionales.

Desde 2008 Argentina y Brasil pusieron en marcha el Sistema de Pagos en
Monedas Locales. Y en octubre de 2015 Paraguay y Uruguay implementaron un
mecanismo de pagos análogo. Gracias a ello se ha evitado pasar por el dólar,
y los costos de transacción entre las empresas de ambas partes se han visto
considerablemente reducidos. Ahora solamente falta involucrar a Bolivia y
Venezuela para, de esta manera, incentivar la desdolarización entre todos
los países que integran el Mercosur.

En segundo lugar, los países de América del Sur están necesitados de un
poderoso fondo de estabilización monetaria capaz de proteger sus balanzas de
pagos de las violentas fluctuaciones del dólar, más todavía luego de que el
sistema de la Reserva Federal de Estados Unidos elevó la tasa de interés de
los fondos federales en diciembre del año pasado. A lo largo de 2002 y 2009
el auge de los precios de las materias primas (commodities) favoreció la
acumulación masiva de reservas internacionales, y sin embargo América del
Sur siguió financiando a los países industrializados.

Una buena parte de los miles de millones de dólares que la región
sudamericana ahorró durante los últimos años se fue a invertir en bonos del
Tesoro de Estados Unidos, en lugar de canalizarse a actividades productivas
mediante un fondo del sur de gran potencia. En estos momentos el único fondo
de estabilización que existe en la región es el Fondo Latinoamericano de
Reservas (Flar), lanzado originalmente por la Comunidad Andina en 1978 bajo
el nombre de Fondo Andino de Reservas, y actualmente conformado por Bolivia,
Colombia, Costa Rica, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela.

Sin embargo, los recursos a disposición del Flar son insuficientes para
contener estampidas de capitales en coyunturas críticas: su capital suscrito
es de apenas 3.609 millones de dólares, menos de un 15 por ciento de las
reservas almacenadas por el Banco Central de Bolivia. El mercado mundial de
crédito se ha vuelto demasiado volátil. Tan sólo en 2015 se fugaron más de
98.000 millones de dólares de inversiones financieras de los países
emergentes, según las estimaciones del Instituto de Finanzas Internacionales
(Iif, por sus siglas en inglés).

Por lo tanto, es urgente poner manos a la obra ante esta peligrosa
vulnerabilidad. Los países del Mercosur necesitan un fondo de estabilización
propio que, dado el alto grado de integración financiera de Brasil con el
resto del mundo, cuente con por lo menos 100.000 millones de dólares de
capital suscrito, que es el volumen de recursos con el que comenzará a
funcionar el Acuerdo de Reservas de Contingencia de los Brics (acrónimo de
Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).

Y en tercer lugar, los países sudamericanos deben sacar el Banco del Sur del
atasco burocrático en que se encuentra para que emita por fin sus primeros
préstamos. Los detalles técnicos están prácticamente listos: el capital
inicial será de 7.000 millones de dólares y el capital autorizado, de 20.000
millones de dólares; la sede principal estará en Venezuela; Argentina y
Bolivia acogerán otras dos sucursales. Con todo, su puesta en funcionamiento
se ha postergado una y otra vez, tanto así que después de más de ocho años
de haberse firmado su acta fundacional en la ciudad de Buenos Aires, el
Banco del Sur aún no consigue abrir sus puertas.

Es que existen poderosos intereses económicos que obstaculizan quebrar el
statu quo, tanto dentro como fuera de la región. Aunque en un primer momento
se contempló que el Banco del Sur iba a aglutinar a todos los países de la
Unión de Naciones Sudamericanas, esto parece imposible: Surinam y Guyana no
tienen interés, mientras que Chile, Colombia y Perú están obcecados en
respaldar los proyectos de integración impulsados por Washington, tanto la
Alianza del Pacífico como el Acuerdo de Asociación Transpacífico (Tpp, por
sus siglas en inglés).

En consecuencia, los miembros del Banco del Sur han quedado reducidos a los
países del Mercosur más Ecuador. Por otra parte, las resistencias dentro del
bloque vienen sobre todo de Itamaraty, el Ministerio de Relaciones
Exteriores de Brasil. En América del Sur la influencia del Banco Nacional de
Desarrollo Económico y Social (Bndes) de Brasil es aplastante, a tal grado
que en varios años ha conseguido superar los montos de crédito provistos por
el Fmi, el Banco Mundial y el Bid.

El Bndes no tiene interés en hacer avanzar la integración latinoamericana,
en realidad su misión es garantizar el suministro de materias primas a las
empresas brasileñas. Los recursos del Bndes están orientados a megaproyectos
que reproducen la dependencia primario-exportadora de los países
sudamericanos, como la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura
Regional Sudamericana (Iirsa), una red de carreteras de dimensiones
continentales que únicamente beneficiará a un puñado de corporaciones.

En contraste, el dinero del Banco del Sur no se dirigirá únicamente a obras
de infraestructura, sino que también estará orientado a un amplio abanico de
programas de inversión vinculados con la educación, la salud, la vivienda.
El Banco del Sur desechará por completo los criterios del “Consenso de
Washington” que tanta miseria trajeron a nuestra América; otorgará préstamos
a tasas de interés muy bajas, pues su objetivo es impulsar el desarrollo
económico integral de los pueblos.

Es indudable, el Banco del Sur constituye una gran esperanza en tiempos de
crisis. Por un lado, servirá como un poderoso mecanismo de alivio económico
para los países de América del Sur que son víctimas de severas
contracciones. Por otro lado, será un soporte decisivo para financiar las
metas más ambiciosas de la integración sudamericana: proyectos científicos y
tecnológicos conjuntos, una red de ferrocarriles y otra energética,
etcétera.

En conclusión, los gobiernos sudamericanos necesitan tomar medidas concretas
que pongan un alto a la restauración conservadora que está en curso, de lo
contrario precipitarán su debacle. Es evidente que el gobierno de Brasil
tiene la mayor responsabilidad de salvaguardar la soberanía continental. De
los altos funcionarios de Itamaraty dependerá en última instancia romper la
parálisis del Banco del Sur. 

* Economista egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México. Fuente:
Russia Today (Rusia). En América Latina exclusivo para Brecha.

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