Argentina/ ¿por qué "segunda independencia"? [Rolando Astarita]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Jul 8 17:18:27 UYT 2016


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Correspondencia de Prensa

8 de julio 2016

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Argentina 

¿Por qué "segunda independencia"?

Rolando Astarita 

https://rolandoastarita.wordpress.com/

El próximo sábado, 9 de julio, se cumplen 200 años de la declaración de la
independencia argentina.

A raíz de la conmemoración, se multiplican desde el nacionalismo
progre-izquierdista hasta la mayoría de la izquierda radical, los llamados a
luchar por una “segunda independencia”.

La idea central es que Argentina hoy está sometida a un dominio de tipo
colonial (algunos hablan de semicolonia, otros de neocolonia).

En este amplio “frente de hecho” existen, por supuesto, matices y
diferencias.

Los militantes y organizaciones de izquierda (trotskistas, guevaristas,
maoístas, entre otras) afirman que hay una doble explotación: la del país de
conjunto y la explotación de la clase obrera por el capital. Y que la
explotación nacional se mantuvo desde que Argentina se constituyó como
nación formalmente independiente, hasta el día de hoy.

El nacionalismo burgués o pequeño burgués, en cambio, no habla de la
explotación de la clase obrera, y por otra parte afirma que el dominio
colonial fue interrumpido entre 1946 y 1955, con los gobiernos de Perón; y
entre 2003 y 2015, con los gobiernos de los Kirchner.

En cualquier caso, y por sobre las diferencias, el punto de acuerdo es que
en Argentina hoy está planteada la tarea histórica de lograr la segunda
independencia. En definitiva, estaríamos más o menos como antes del 9 de
julio de 1816.

En otras notas del blog he argumentado -recogiendo una tesis que viene de
Lenin, y fue desarrollada en Argentina por diversos grupos, al menos desde
los años 1960- por qué considero que la demanda de una segunda independencia
no tiene sentido (aquí, aquí,aquí).

Reproduzco algunos pasajes que sintetizan la posición. En primer lugar,
sobre la noción de liberación nacional:

Liberación nacional

“El significado de la demanda de liberación nacional deriva de la naturaleza
de la relación colonial o semicolonial, ya que se trata de obtener el
derecho a la autodeterminación política y ‘a la existencia de un Estado
separado’ (Lenin, 1916).

Por eso, es una demanda democrático-burguesa, del mismo tenor que otras
reivindicaciones democráticas; por ejemplo, el derecho al voto, o al
divorcio. La autodeterminación constituye un derecho formal, pero de
consecuencias económicas, ya que la constitución de un Estado independiente
termina con el pillaje y el robo del país sometido por medios
extraeconómicos. Por eso también, la autodeterminación genera mejores
condiciones para el desarrollo capitalista (Lenin, 1916).

Un país que deja de ser colonia, o semicolonia, y se constituye como Estado
autónomo pasa así al estatus de ‘dependiente’. Esto implica que el Estado
tiene jurisdicción sobre su territorio: ‘En el momento en que una colonia ha
luchado y conquistado su independencia política, se constituye nuevamente en
una formación social propia’ (Sonntag p. 151).

Sonntag sostiene que después de la independencia se continúa acumulando
capital para la economía dominante (o las economías dominantes), pero
también ‘debe iniciarse un proceso de acumulación interna y de reproducción
ampliada de capital que tenga como objetivo el sustentamiento y la expansión
interna de las formaciones sociales creadas, incluso cuando sea muy bajo su
volumen’ (pp. 151-2)”.

Los textos aquí referidos son el folleto de Lenin “El imperialismo fase
superior del capitalismo” y ““Hacia una teoría política del capitalismo
periférico” de Sonntag.

Dependencia

Pero la liberación nacional no elimina la dependencia económica:

“Sin embargo, la autodeterminación nacional no elimina –ni puede hacerlo- la
dependencia económica, que en el enfoque de Lenin, está asociada al
predominio del capital financiero, y no puede desaparecer en tanto haya
capitalismo (véase 1916).

Por eso, la superación de la dependencia económica de un país atrasado
excede lo que puede lograr una revolución nacional burguesa y democrática, o
anti-imperialista.

En otros términos, acabar con la dependencia no puede plantearse como tarea
nacional burguesa y democrática.

Por ejemplo, y siempre según el enfoque de Lenin, Noruega, al independizarse
de Suecia, había alcanzado su liberación nacional, esto es, el derecho
formal a ser un Estado independiente. Sin embargo, desde el punto de vista
económico, seguía siendo dependiente, y esto no podía ser de otra manera en
tanto subsistiera el sistema capitalista. ‘Ninguna medida política puede
prohibir un fenómeno económico’ observa Lenin. Noruega, Polonia y otros
países atrasados podían acceder a la independencia política, pero esto no
cortaría la dependencia del capital financiero. ‘La independencia de
Noruega, lograda en 1905, fue solo política.

No podía afectar su dependencia económica, ni era su intención’ (1916).
Subrayaba que ‘la autodeterminación concierne sólo a lo político’, y no
tenía sentido siquiera hablar de la imposibilidad de la autodeterminación
económica’.

Argentina, ¿relación colonial?

Con respecto al caso específico de Argentina, las políticas adoptadas por su
clase dirigente, no se pueden aprehender con el esquema “relación colonial”:

“…en el caso de Argentina, se puede sostener que desde su organización
nacional más o menos definitiva, en 1880, las políticas económicas y
sociales no fueron impuestas por potencias extranjeras, ocupaciones
militares o gobiernos instalados por ellas. A lo largo de la historia los
gobiernos argentinos adoptaron muchas medidas que serían impensables dentro
de una relación colonial, o semicolonial. Como botones de muestra,
recordemos que en 1973 Argentina estableció relaciones comerciales con Cuba,
la Unión Soviética y Polonia, y obligó a las multinacionales
estadounidenses, a participar en ese comercio, contra los deseos de
Washington; más tarde, la dictadura militar exportó trigo a la URSS, a pesar
de la oposición de EEUU; en 1982 Argentina ocupó militarmente Malvinas; ese
mismo año el país entró en cesación de pagos de su deuda; en ! 2001,
defaulteó; desde 2005 el gobierno argentino se ha negado a realizar los
informes anuales para el FMI; también en años recientes Argentina reconoció
a Palestina como ‘Estado libre e independiente’, contra la posición de EEUU;
actualmente el gobierno sigue sin regularizar su deuda con el Club de París;
y negocia con China y otros países según sus conveniencias. Cualquiera de
estas medidas era inconcebible en una semicolonia como lo era China de los
años 1910”.

Bases materiales de la dependencia

Vinculado a esto, es necesario tener en cuenta que la misma dinámica del
desarrollo capitalista genera las bases materiales para las políticas de los
países dependientes, no coloniales:

“A medida que los países se fueron liberando del dominio colonial y
semicolonial –América Latina en el siglo XIX, la mayor parte de Asia y
África en la segunda posguerra, y hasta los años 1970- se generalizó el modo
de producción capitalista, y con él la participación de las burguesías de
los países atrasados en el manejo de “sus” Estados.

En consecuencia, las medidas económicas de estos gobiernos se deciden de
manera creciente teniendo en cuenta la situación competitiva en que se
encuentran los capitales locales y de qué manera pueden avanzar sus
intereses, en el marco de relaciones económicamente desiguales.

Esto comprende incluso a países cuyas luchas fueron ejemplos del combate
antiimperialista y anticolonial. Por ejemplo, hasta 1975, el gobierno de
Vietnam del Sur era un títere del imperialismo estadounidense, y por lo
tanto podía considerarse que el país era una variante de semicolonia.
Después de 1975, y con el triunfo sobre EEUU, Vietnam se unifica bajo el
nuevo gobierno revolucionario.

Pues bien, y contra lo que muchos esperaban (o esperábamos), en 1976 el
gobierno vietnamita pidió el ingreso del país al Fondo Monetario
Internacional y al Banco Asiático de Desarrollo, y aprobó leyes para
fomentar las inversiones extranjeras.

Pero no se trató de una imposición colonial, sino de la decisión de un país
políticamente independiente (…) el gobierno argentino de Cristina Kirchner
está procurando atraer inversiones chinas, y no por ello es “lacayo” del
imperialismo chino. Como tampoco lo es de Estados Unidos, aunque cierre
acuerdos con Chevron, acate las sentencias del CIADI y negocie la deuda con
el Club de París (…)

Todo esto no niega el hecho de que existen presiones políticas y
diplomáticas de los Estados más poderosos, y de los capitales
internacionalizados, sobre los gobiernos de los países más débiles:

“En este punto, y a diferencia del planteo de Lenin, diría que esa
dependencia económica no está asociada exclusivamente a la existencia del
capital financiero internacional, sino al conjunto del capital –las grandes
transnacionales abarcan también la industria, el comercio, la agricultura- y
a la estructura desigual del modo de producción capitalista mundial.

Naturalmente, los capitales más avanzados científica y tecnológicamente, y
con mayor poder comercial y financiero, ejercen presión sobre los capitales
más débiles; y los Estados nacionales más fuertes, asociados a esos
capitales avanzados, tienen un poder de presión incomparablemente mayor que
los Estados de los países atrasados.

Por eso, así como EEUU presiona a los países latinoamericanos, Brasil hace
lo propio con Paraguay y Bolivia (recordemos los conflictos en torno a
Itaipú, o por los precios que paga Petrobrás a Bolivia); y también Argentina
con Paraguay y Bolivia; o con Uruguay.

Pero esto no significa que existan relaciones de tipo semicolonial entre
estos países. Por ejemplo, Argentina presiona a Uruguay por la construcción
del puerto de aguas profundas que alienta el gobierno de Mujica, sin que
ello implique que Uruguay sea semicolonia argentina. Estas presiones derivan
del modo de producción capitalista, y son ineludibles en tanto exista la
propiedad privada y el mercado mundial”. (…)

“Es puro utopismo pequeño burgués pensar que un país capitalista puede
abstraerse o modificar esta dinámica objetiva. La dependencia económica de
los países atrasados con respecto a las grandes potencias no se puede
eliminar con la liberación nacional, que atañe a lo político. Es una
dependencia que está asociada al desarrollo internacional desigual de las
fuerzas productivas. Por eso, un programa socialista sería reaccionario (en
el sentido del atraso de la ciencia y la tecnología) si propusiera
desarrollos autárquicos, y basados en los particularismos nacionales.

Una “liberación nacional” a lo Corea del Norte no es “liberación” en ningún
sentido de mejora de las condiciones de vida de las masas trabajadoras, ni
de las condiciones para terminar con toda forma de explotación, que es lo
que en definitiva importa”.

¿Qué explotación?

En cuanto a la “explotación”, no tiene sentido sostener que Argentina es
“explotada”. Son los trabajadores los explotados, no “el país” (esto es, el
conjunto de la población). Esto se debe a que la relación dominante es
capitalista. En esta explotación, los capitales nativos y extranjeros
participan como socios, según sus fuerzas relativas.

“Para expresarlo con nombres, en Argentina los grupos SOCMA, TECHINT, Lázaro
Báez, Bulgheroni, Clarín, Macro, Arcor, Pescarmona, GROBO y similares, no
son explotados, sino explotadores.

Algo similar ocurre con los grandes grupos económicos mexicanos, chilenos,
malayos o indios. Pueden estar asociados con capitales extranjeros, sean
financieros, comerciales o productivos, pero no por ello están colonizados.
Lo mismo se puede decir de los inversores argentinos (o de cualquier otro
país atrasado) que realizan inversiones directas en otros países, o colocan
fondos en los grandes centros financieros internacionales.

Sus intereses están entrelazados con los del gran capital.

Un funcionario argentino que invierte sus dinerillos en un paraíso fiscal,
no es un explotado por el capital financiero internacional; es alguien que
ha participado, y se ha beneficiado, de la explotación de la clase obrera de
“su” país, y se sigue beneficiando de la explotación del trabajo a nivel
global. ... la clase dominante argentina, como la de cualquier otro país
dependiente, no es  ‘semi-oprimida’ ni ‘semi-explotada’, como aparecía en la
visión tradicional basada en la caracterización ‘Argentina semicolonia”.

En definitiva, lo que está planteado hoy como tarea es la liberación social
de los explotados por el capital. 

La consigna de la segunda independencia solo lleva agua al molino de la
conciliación de clases y del nacionalismo.

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