Colombia/ Bernie Aronson, enviado de Obama: "la guerra se acabó y lo acordado es irreversible" [Entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Dom Jul 10 12:48:05 UYT 2016


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Correspondencia de Prensa

10 de julio 2016

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Colombia

Entrevista a Bernie Aronson, enviado especial de Barack Obama para los
diálogos con las Farc

“Un triunfo amplio del sí ayudaría mucho a la paz”

Pide apoyar los acuerdos cuando sean votados

Sergio Gómez Amaseri

El Tiempo, Bogotá, 3-7-2016 

http://www.eltiempo.com/

“Estoy convencido de que la guerra se acabó y lo acordado es irreversible”,
dice, sin siquiera titubear, Bernie Aronson, el enviado especial de Estados
Unidos para las negociaciones de paz con las Farc. (Ver también: Así
comienza el fin del conflicto) Aronson, que la semana pasada completó 25
visitas a Cuba en cumplimiento del rol que le asignó el presidente Barack
Obama, cree que lo importante ahora es que el pueblo colombiano respalde el
acuerdo de manera masiva para garantizar su legitimidad. En entrevista con
El Tiempo,el ex subsecretario de Estado también anuncia que tiene luz verde
de su Gobierno para acompañar un eventual proceso de paz con el Eln. 

-Tras los anuncios de la semana pasada, ¿qué tan confiado está Estados
Unidos de que el acuerdo con las Farc es ya una realidad a la vuelta de la
esquina?

Estoy convencido de que la guerra se acabó, y que lo que se acordó es
irreversible, asumiendo que sea aprobado por los colombianos en el
plebiscito. Si son unas semanas o mes y medio más para ultimar detalles, ya
es solo cuestión de tiempo. Pero ya llegamos al final. (Lea: Los tres
desafíos inmediatos que enfrenta el proceso de paz) 

-¿Cree que todo estará listo para este 20 de julio, la nueva fecha que se ha
mencionado para la firma definitiva?

El 20 de julio es para llegar a un acuerdo final sobre el lenguaje del
acuerdo y poner las iniciales, pero no es la firma final del acuerdo. Es
posible que para el 20 de julio, esto se pueda lograr, pero también podría
extenderse un poco más. No creo que sirva enfrascarse en temas de tiempos,
pues estamos en un muy buen lugar en este momento. 

-¿Qué sigue para usted de aquí en adelante?

Hay todavía algunas discusiones entre las partes y si puedo ser útil, allí
estaré. Hay potencialmente negociaciones con el Eln y el presidente Santos
me ha pedido que esté involucrado, y lo estaré, al menos inicialmente.
También está la implementación de los acuerdos y me quiere asegurar que el
Gobierno en Washington está marchando de una manera eficiente para ayudar en
donde podamos. Algunos ya están en proceso, como el esfuerzo de desminado.
También está la desmovilización de los niños soldados, y en eso espero
colaborar. Todavía hay cosas por hacer. 

-¿Su gestión como enviado especial para un eventual proceso con el Eln ya
está aprobada por el Departamento de Estado?

El Presidente me preguntó si sería útil y me interesaría reunirme con el
Eln, de la misma manera como lo hice con las Farc. Con el permiso de mi
Gobierno le dije que sí. ¿Cuál sería mi rol específico en ese proceso a
futuro? No se lo puedo decir por ahora.

-Al proceso con las Farc aún le falta. ¿Hay algo que le preocupe de manera
particular?

Mi esperanza es que Colombia esté unida en respaldo al proceso cuando llegue
la hora de votar. Por supuesto eso les corresponde a los colombianos. Sería
muy útil un contundente y amplio triunfo del sí para que esto no sea un tema
que genere división y más bien se convierta en una oportunidad y una
responsabilidad de los ciudadanos. 

-¿Le preocupa la oposición que se le hace al proceso?

Colombia es una democracia y hay diferentes puntos de vista y debe haber un
buen debate. Pero a la larga espero que los colombianos escojan la paz, y
por una gran mayoría, pues eso sería una base sólida para la implementación
de los acuerdos. 

-¿Cree que hay riesgo de que gane el no en un plebiscito?

No quiero especular. Muchos países en el mundo, entre ellos el mío, son muy
volátiles y por eso nunca se debe decir nunca. Pero la reacción inicial tras
los acuerdos anunciados la semana pasada fue muy positiva. La gente salió a
las calles a celebrar. 

-¿Le preocupan a EE. UU. las zonas de despeje que se acordaron con las Farc
y que sea una repetición de lo que sucedió con El Caguán hace 15 años, o que
solo entregarán las armas en 180 días tras la firma del acuerdo?

Me parece que el cronograma para el desarme es muy bueno. Ciento ochenta
días para completarlo no es largo y comenzará con las armas pesadas y
explotando el inventario de armas y municiones no usadas. También hay que
darle tiempo a la ONU con el fin de que desarrolle su estrategia. En cuanto
a los despejes, conozco que se ha consultado a la Fuerza Pública y a las
autoridades locales y que el Gobierno ha hecho un buen trabajo a la hora de
delimitarlas.

-¿En qué se diferencia este acuerdo con las Farc de otros en los que usted
participó en Centroamérica?

La parte más significativa es que los de Centroamérica se dieron antes de la
Convención de Roma y del establecimiento de la Corte Penal Internacional
(CPI), y los de Nicaragua y El Salvador terminaron en amnistías para los
actores. Colombia está frente a un nuevo escenario en el que no pude haber
impunidad frente a crímenes de guerra o graves violaciones a los derechos
humanos. Este acuerdo no proporciona impunidad. El tribunal especial que se
creará (para juzgar esas violaciones) es un nuevo desarrollo en el área de
la resolución de conflictos. 

-¿Ve algo en lo acordado que podría activar una intervención de la CPI?

No he visto evidencia de eso hasta ahora. La visión de ellos es que mientras
existan procesos locales para establecer culpas y sanciones para los
responsables, la CPI no tiene un rol. No hablo por ellos, pero el acuerdo
sobre justicia transicional es público desde hace 6 meses y no he visto
evidencia que la CPI esté reclamando su derecho a intervenir y me
sorprendería si lo hicieran. Pero eso solo se sabrá con el tiempo.

-Esta semana, una comisión del Senado aprobó una partida de US$ 391 millones
que había solicitado el presidente Barack Obama para ayudar en la
implementación de los acuerdos. En la Cámara se está considerando hasta
elevar la cifra en US$ 100 millones. ¿Cree que el Congreso le cumplirá a
Colombia?

Esos dos desarrollos son prueba de que el Congreso quiere cumplir y los veo
con optimismo. Que una Cámara aprobara lo mínimo que pidió el Presidente y
la otra incluso más, muestra que el consenso bipartidista que ha respaldado
a Colombia desde el comienzo sigue firme e intacto y que tienen el deseo de
apoyar ahora que se está dando el paso hacia la paz.

-Donald Trump, candidato a la presidencia por el Partido Republicano, ha
dejado claro que de ganar la Casa Blanca piensa replegar la presencia de
EE.UU. en el mundo. ¿Qué tan en riesgo estarían los recursos para Colombia
durante una eventual presidencia del magnate?

No es mi tarea especular sobre lo que hará o no un presidente de EE. UU.
Pero sí diría que Colombia es un país donde el involucramiento de EE. UU.
fue efectivo, si se mira dónde estábamos cuando arrancó el Plan Colombia y
donde estamos ahora, cerca de firmar la paz. Ojalá las figuras políticas de
mi país reconozcan esto, y el voto del Congreso de esta semana sugiere que
ellos lo entienden y que esto es un logro bipartidista para EE.UU.

-¿Cree usted que las Farc deberían recibir curules en el Congreso colombiano
de manera automática?

Eso depende del Gobierno colombiano y del pueblo colombiano. Lo que las Farc
me han dicho es que ellos ya tenían miembros del Congreso electos
popularmente cuando existía la Unión Patriótica y que se perdieron cuando
fueron asesinados. Desde su punto de vista entregarles cupos automáticos es
una reparación. Pero este es un tema en el que EE.UU. no tiene una posición.
Les corresponde a los colombianos decidirlo.

-De una u otra manera, las Farc terminarán en la arena política. ¿Podrá
EE.UU. reconocer y entablar una relación con un grupo al que todavía
consideran narcoterrorista y cuyos líderes están pedidos en extradición?

Yo ya llevo un año y medio tratando con ellos. Lo que les he dicho es que si
se desarman del todo y suspenden todas sus actividades ilegales –tráfico,
extorsión, secuestro y se convierten en un partido político legal–, EE. UU.
los tratará como tales. Si hay personas que tienen deudas pendientes con la
justicia de EE.UU. por narcotráfico, eso tendrá que mirarse de manera
individual. Teniendo en cuenta nuestras propias limitaciones legales,
apoyamos el proceso mediante el cual las Farc se transforman de una
organización militar ilegal en una organización política legal.

-Entonces, si cumplen con esos requisitos, ¿incluso podrían, por ejemplo,
visitar EE.UU?

No quiero especular. Será una cosa que se determinará caso por caso.

-Muchos dicen que lo más difícil viene ahora, cuando comiencen a
implementarse los acuerdos. ¿Está Colombia preparada?

Creo que sí, y hay que resaltar que no hay ningún otro país en Latinoamérica
que tenga más experiencia en la desmovilización de organizaciones militares.
En las últimas décadas han pasado unos 58 mil por ese proceso. Además tiene
una de las economías más fuertes y un presidente muy capaz, que ha
demostrado su capacidad al llevar estas negociaciones a buen puerto.

También está la comunidad internacional, que se ha comprometido a ayudar a
Colombia. La Unión Europea ofreció 540 millones de euros, EE. UU. también
contempla una suma grande y estamos organizando un esfuerzo internacional
para desminar al país. Pero también es un examen para Colombia, para su
clase empresarial, sus líderes políticos, de si estarán a la altura de este
reto. 

Resaltaría sin embargo que muchos de los acuerdos que se alcanzaron son
buenos sin que existiera la guerra con las Farc. Los compromisos que se han
hecho para desarrollo rural en infraestructuras, carreteras, titulación de
tierras para campesinos son cosas que se han tratado de hacer por décadas y
que nosotros respaldamos. O los acuerdos para combatir al paramilitarismo y
las ‘bacrim’ (bandas criminales) que son buenos no porque se acordaron con
las Farc sino porque Colombia lo necesita. Los colombianos no deberían ver
esto como un precio que toca pagar para acabar con la guerra sino una
oportunidad para realizar reformas que son buenas para todos.

-Hace un par de semanas, el subsecretario para Asuntos de Narcotráfico,
William Brownfield, dijo en una audiencia en el Congreso que había
preocupación por el aumento de los narcocultivos en Colombia y que en cierta
medida era culpa del Gobierno, pues los acuerdos con las Farc en esta
materia frenaron los esfuerzos de erradicación. ¿Es esta una percepción
generalizada en su Gobierno?

No creo que el secretario Brownfield sugiriera que acá falta un compromiso
de Colombia para enfrentar el problema. Ha sido nuestro socio por muchas
décadas en la erradicación de cultivos y en el combate contra los grupos
ilegales. Pero no hay duda de que la producción ha aumentado y eso nos
preocupa a nosotros y al presidente Santos, y estamos trabajando para
enfrentar el problema.

Pero también se están batiendo marcas en el frente de la interdicción de
drogas y esfuerzos efectivos para golpear las estructuras del negocio.
También hay programas pilotos con las Farc y el Gobierno y en eso estamos
trabajando juntos. Hay compromiso para reversar la tendencia y tomará
tiempo. Pero creo que podemos lograrlo.

-Si llegan a la paz, ¿cuándo cree que las Farc saldrán de la lista de
organizaciones terroristas elaborada por su país?

No puedo especular. Pero les hemos dicho a las Farc que una vez se desarmen
y cesen toda actividad ilegal comenzaremos la revisión de ese tema. Hay que
ver qué tan rápido suceden las cosas en el terreno.

-¿Ve usted algún escenario en el que su Gobierno le da la libertad a Simón
Trinidad?

Ya sobre esto me he referido antes (en este mismo diario) y la posición de
EE.UU. no ha cambiado desde entonces. (Que el guerrillero está pagando una
condena de 60 años por secuestro, que no existen discusiones en torno a su
liberación y que EE.UU. no forma parte de las negociaciones con las Farc.)

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