Brasil/ la estrategia del PT: volver, como sea, al gobierno [Redacción - Raúl Zibechi)

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Jun 18 23:26:40 UYT 2016


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Correspondencia de Prensa

18 de junio 2016

Boletín Informativo

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Brasil 

Volver, como sea, al gobierno

Raúl Zibechi

Brecha, Montevideo, 17-6-2016

http://brecha.com.uy/

El artículo que reproducimos a continuación analiza críticamente “la
principal estrategia trazada por los dirigentes del PT”, es decir, por el
núcleo central del lulismo. Lo hace a partir de las opiniones de uno de sus
más fieles operadores: Miguel Rossetto. De visita en Montevideo, el ex
funcionario se reunió con sus “compañeros” del Frente Amplio para
enfatizarles que “la democracia en Brasil depende de la derrota del golpe”.
El análisis tiene validez, apenas lo empaña la presentación que hace de
Rossetto. Es cierto que integra las filas de la Democracia Socialista (DS),
una corriente fundadora del PT y que durante muchos años fue parte del
bloque de izquierda del partido, en oposición a la Articulación, fracción
mayoritaria encabezada por Lula. La pifia del artículo está en definir a la
actual DS como el “ala trotskista” del PT y componente de su “ala
izquierda”.

Hasta mediados de la década pasada, la DS fue la “sección brasilera” de la
Cuarta Internacional. Se alejó por decisión propia, culminando un proceso de
descomposición ideológica y política que había comenzado bastante antes de
que el PT llegara al gobierno federal en 2003. Decenas de sus cuadros fueron
haciendo el “aprendizaje” en la “gestión pública” a través de cargos
estaduales, municipales, parlamentarios. Todos ellos muy bien remunerados.
En todo caso, cuando el PT alcanzó el poder, la adaptación institucional de
la DS se completó, haciéndose más visible. Si bien continuó en la “disputa”
programática y mantuvo el discurso por un “giro a la izquierda” del partido
y del gobierno, su subordinación a la orientación estratégica del lulismo
-esto es, a la política de colaboración de clases y de alianzas con el gran
capital- fue completa. Tanto peor: en los casos más escandalosos de
corrupción, la DS se arropó en la “lealtad petista” y defendió a los
delincuentes contra los “ataques de la derecha”. 

Basta visitar su sitio (http://www.democraciasocialista.org.br/)
<http://www.democraciasocialista.org.br/>  para saber que cualquier alusión
a sus orígenes “trotskistas” ha sido borrada. En el proceso de reconversión
vergonzante, la identidad marxista revolucionaria desapareció. Y aunque sus
apelaciones al “socialismo” siguen colgadas como etiquetas, las DS terminó
cobijándose, a través de la práctica, en el redituable social-liberalismo
lulista. El “modo petista de gobernar” no hizo más que acelerar la derrota
política de la DS.  

Rossetto es un emblema de esa derrota y de la adaptación institucionalidad.
Su hoja de ruta como carrerista político es, sin duda, impresionante. Fue
vice-gobernador de Río Grande del Sur (1999-2002) y en tal calidad,
anfitrión de personalidades y delegaciones en el primer Foro Social Mundial
de Porto Alegre. Ministro de Desarrollo Agrario (2003-2007) en el primer
gobierno Lula; presidente de Petrobras-Biocombustibles a partir de 2009; de
nuevo ministro de Desarrollo Agrario (2014) en el primero gobierno Dilma
Rousseff; ministro de Trabajo y Previsión Social (2014); ministro-jefe de la
Secretaría General de la Presidencia (2015); y finalmente, coordinador de la
campaña por la reelección de Dilma (2015).

Su paso al frente del ministerio de Desarrollo Agrario no dejó haberes para
los Sin Tierra. El agro-negocios se revalidó como eje del modelo
“neodesarrollista” del PT; los sicarios del latifundio siguieron asesinando
campesinos; y la reforma agraria (tanto con Lula como con Dilma), fue
desplazada de la agenda. Rossetto se ciñó a las órdenes de sus jefes. La
política agraria no rompió la lógica neoliberal que venía desde los
gobiernos de Fernando Henrique Cardoso. El orden dominante siguió imponiendo
sus reglas en el campo.

En algún momento, ya ejerciendo su primera función ministerial, Rossetto se
autodefinió como un “demócrata-republicano”. Supo besarle la mano al papa
Juan Pablo II en nombre de Lula (2003), y se prestó a las tareas más sucias
y tramposas. Cuando las masivas protestas en marzo de 2015, Dilma lo envió a
“dialogar con los jóvenes” en el Congreso de la Unión Nacional de
Estudiantes (UNE). En lugar de apaciguarlos, el funcionario lulista recibió
una estruendosa silbatina y gritos de “bobo” y “mentiroso”. Lo expulsaron
del Congreso. El siguiente video muestra, en poco más de un minuto, el
repudio y la indignación de los activistas estudiantiles. (Redacción de
Correspondencia de Prensa).

(https://www.youtube.com/watch?v=iXekdPCQGag)  

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La estrategia del PT en Brasil 

Retornar al gobierno es la principal estrategia trazada por los dirigentes
del PT. La fecha clave es agosto, cuando el Senado debe votar la destitución
definitiva de Dilma Rousseff PT en Brasil. Plazos demasiado cortos para un
objetivo ambicioso.

“Derrotar el golpe para restaurar la democracia con grandes movilizaciones
en la calle.” Palabras más o menos, es la estrategia trazada por el Partido
de los Trabajadores (PT) para los próximos meses, según el relato de Miguel
Rossetto, ex ministro y dirigente petista, a los medios y organizaciones
sociales montevideanos. “Los golpes pueden ser derrotados”, dijo el
dirigente, que visitó Montevideo en los últimos días.

Desde 2003 Rossetto fue ministro de Desarrollo Agrario de los gobiernos de
Lula y Rou-sseff. Antes se había incorporado al ala trotskista del PT. Forma
parte de Democracia Socialista, una de las corrientes más importantes del
partido, arraigada con fuerza en Río Grande del Sur y que cuenta entre sus
líderes más destacados al ex alcalde de Porto Alegre Raúl Pont. De algún
modo, Rossetto pertenece a los sectores que pueden ser considerados como el
ala izquierda del PT.

Llegó a Montevideo con el objetivo de difundir la situación de su país y, de
modo especial, para defender la idea de que no habrá democracia hasta tanto
la presidenta Rousseff no sea repuesta en el cargo, algo que puede suceder
en el mes de agosto si se modifica la relación de fuerzas que llevó a 55
senadores, el 12 de mayo pasado, a separarla de la presidencia por 180
días,.

Estrategia para dos meses

Rossetto se muestra optimista, por lo menos ante Brecha, a la hora de trazar
el futuro inmediato. “Se trata de construir opinión democrática movilizando
a la sociedad brasileña en las calles para generar la base política que
permita revertir el golpe. Todos los esfuerzos del PT y de los partidos
democráticos son para seguir en la calle con manifestaciones que son
enormes, ampliar el diálogo con los senadores para impedir la construcción
de una mayoría para el apartamiento de Dilma y conseguir el aislamiento
internacional del gobierno ilegítimo de Michel Temer.”

Según Rossetto, el PT es responsable ante el pueblo brasileño, que escogió a
Dilma con 54 millones de votos para presidir el país durante cuatro años,
por lo que considera que su retorno al Palacio de Planalto es innegociable.
“La democracia en Brasil depende de la derrota del golpe”, asegura el
dirigente. Cree que es posible derrotarlo porque en Brasil estaría creciendo
la opinión democrática que “rechaza al impostor Temer y a un gobierno
marcado por la corrupción que ya tiene dos ministros separados por
corrupción y que además desorganiza las políticas públicas y los programas
sociales”.

Rossetto asegura que “una parte de los senadores ya anunciaron que no están
comprometidos con sacar a Dilma del gobierno, y sabemos que algunos rechazan
su salida definitiva”. Además de volver al gobierno se trata de “crear las
condiciones para poder gobernar”. Eso pasa por un “diálogo con la sociedad”
que tarde o temprano debería cuajar en una reforma política, porque la
izquierda considera que el sistema de representación política fracasó en
Brasil, sobre todo por la financiación empresarial de las campañas
electorales.

En este punto, Rossetto debe responder por qué razones habría de hacerse
ahora una reforma que el gobierno del PT no consiguió plasmar en 12 años.
“Es el financiamiento empresarial lo que creó un Congreso donde dominan las
bancadas más conservadoras”, señala en referencia a la “triple B”, las
bancadas de la bala, la Biblia y el buey, hegemónicas en el parlamento más
conservador desde el retorno de la democracia, con fuerte presencia de
evangélicos, de defensores de la pena de muerte y del agronegocio.

Pero no resulta sencillo explicar cómo se puede crear una nueva relación de
fuerzas, justo ahora que los conservadores son fuertes y la izquierda está
en franco retroceso. Más aun cuando el PT se propone no sólo generar las
condiciones para la reforma política sino también para la democratización de
los medios de comunicación, “que censuran la realidad brasileña y perjudican
la democracia”. Rossetto sostiene que “los medios eliminaron la agenda
democrática nacional” y que resulta urgente resolver esta cuestión porque la
sociedad tiene “derecho a la información democrática”.

Demasiadas incertidumbres

La dirigencia del PT parece acertar en la descripción de la situación
actual, pero no logra convencer en cuanto a los caminos para resolverla. La
propuesta de Rossetto es calcada de la que defiende Emir Sader, uno de los
intelectuales fieles al partido. En su opinión, se trata de llegar al 16 de
agosto (fecha de la votación decisiva en el Senado) con la capacidad de
impedir que los partidarios del impeachment obtengan dos tercios de los
votos.

Sader razona que se puede cambiar la relación de fuerzas mediante un
plebiscito para que la población decida si quiere nuevas elecciones
presidenciales. Pero esa convocatoria debe contar con el apoyo de la mayoría
del Congreso. “Es una posibilidad, la única concreta que se puede
vislumbrar, de derrota del golpe y de reafirmación de la democracia en
Brasil. En caso de darse, el país saldría más fuerte, la democracia
renovada, el pueblo más confiado y decidido a tomar otra vez en sus manos el
destino de Brasil”, asegura el sociólogo (Alai, 13-VI-16).

Hace una semana Dilma Rousseff defendió en una entrevista televisiva que el
plebiscito sería una forma de rehacer el “pacto democrático” que, en su
opinión, fue roto al abrirse el proceso de impeachment. “Es necesario un
proceso en el que la población sea consultada. Puede ser un plebiscito. Es
algo que está siendo discutido” (El País, 1-VI-16). Para evitar su
destitución, Dilma necesita el voto de 28 senadores, un tercio del cuerpo.
Hace un mes hubo 22 que votaron en contra del impeachment, 54 lo hicieron a
favor y cuatro no votaron. En suma, necesita convencer a seis senadores.

Hay dos aspectos que no parecen claros en esta estrategia. El primero, y
básico, es que los aliados con que cuenta el PT son pocos y es difícil que
pueda sumar nuevos. Según Rossetto, además de los movimientos y la Iglesia
Católica, hay sectores empresariales que estarían apoyando el retorno de
Dilma, aunque no consiguió aclarar a cuáles hacía referencia. Es cierto que
el gobierno de Temer es débil (tiene un apoyo similar al que tuvo Dilma, en
torno al 11 por ciento), pero no debe olvidarse que la mayor parte de la
población apoyó y sigue apoyando la destitución. El discurso que dice que si
Dilma no retorna al gobierno “es el fin de la democracia brasileña” parece
poco atractivo aunque racionalmente suene coherente.

Esta posición argumenta que el movimiento social ha infligido derrotas al
gobierno golpista, como la restauración del Ministerio de Cultura, que Temer
había suprimido. Pero en el PT hay quienes dudan de la conveniencia de esta
estrategia. Señalan que al adoptar el discurso del plebiscito el PT daría un
giro radical a su posición de que la separación de Rousseff de la
presidencia fue un “golpe”. Sin embargo, uno de los movimientos más activos
en estos momentos y con mayor incidencia en los barrios populares, el
Movimiento Sin Techo, cree que lo mejor es la convocatoria de nuevas
elecciones, ya que el gobierno de Temer es la peor salida para el proyecto
de país que defienden.

Los problemas del PT tienen difícil solución en cualquiera de los escenarios
imaginables. Una reciente encuesta de cara a las elecciones de 2018 muestra
a Lula bien posicionado en la primera vuelta, pero siempre derrotado en la
segunda. Su principal problema es que el índice de rechazo supera el 50 por
ciento (El País, 11-VI-16). Quienes todo lo apuestan al carisma de Lula
pueden equivocarse feo si hubiera elecciones este mismo año. Pero los
riesgos también son grandes a mediano plazo, ya que el gobierno de Temer
puede mejorar la situación económica y poner en jaque el capital político
del PT.

Según Rossetto, “los golpes pueden ser derrotados, como sucedió en 2002 en
Venezuela”, cuando Hugo Chávez fue derribado y hecho prisionero. Esta
posición olvida que, en una década, el clima político regional cambió de
rumbo y que hoy las tendencias conservadoras son más potentes que las
progresistas.

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