Argentina/ Macri y el país dividido por la felicidad [Fernando Rosso]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Mayo 5 14:35:43 UYT 2016


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Correspondencia de Prensa

5 de mayo 2016

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Argentina

Macri y el país dividido por la felicidad

Luego de los diez días que conmovieron a Macri, el presidente realizó una
conferencia de prensa e hizo renacer la grieta.

Fernando Rosso

La Izquierda Diario, Buenos Aires, 4-5-2016

http://www.laizquierdadiario.com/

El presidente Mauricio Macri salió finalmente a responder a los reveses
políticos que sufrió en estos días con la media sanción de la llamada “ley
antidespidos” y la multitudinaria movilización sindical del 29A.

La respuesta, realizada mediante una conferencia de prensa en Casa Rosada,
fue un espejo de la metodología del kirchnerismo tardío.

Frente a la pregunta sobre la “ley antidespidos” -uno de los temas candentes
de la coyuntura-, el presidente redujo la controversia a un problema del
kirchnerismo.

“Invito a Sergio Massa y al resto de los dirigentes a que no acompañemos al
kirchnerismo en esta propuesta”, exigió Macri.

Luego explicó el presunto obstáculo terrible que significa una limitada ley
que pondría freno parcial a los despidos y que, según su peculiar visión,
atenta contra el trabajo “de calidad”. Parece que el trabajo “de calidad” es
aquel que permite al empresario tener vía libre para el despido. La calidad
del trabajo está garantizada por la facilidad del despido.

Para complementar retomó el relato de manual de autoayuda tan gastado
durante la campaña electoral: “el gobierno promueve el diálogo y el debate”;
“creo en ustedes, los argentinos, por eso estoy acá”; afirmó Macri mirando a
cámara como en un spot de campaña con delay de cinco meses.

En este punto, como en el de la inflación, Macri confunde la “grieta” con la
fractura social; la (contra)batalla cultural con las tensiones reales que
provocan las medidas económicas en la cotidianeidad de los trabajadores; la
realidad con los relatos.

No tan distintos

Esta metodología para responder a las crisis políticas o a las situaciones
adversas no es muy diferente a la que aplicaba Cristina Fernández. Negar la
realidad de los problemas sociales (y hasta dibujar los números) y cargar
las responsabilidades sobre el enemigo a medida. Todo acompañado por una
buena dosis de narrativa propia.

La bandera de la ley contra los despidos es tomada por la oposición
tradicional como un movimiento político preventivo para contener el malestar
social que genera el plan de ajuste. La movilización masiva del 29A fue su
expresión sindical. Para unos se trata de parlamentarizar cualquier
tendencia a la acción directa; para los otros, de movilizar a los muchos
encuadrados que tiene el aparato sindical argentino, para evitar la lucha,
es decir, esquivar la huelga.

Pero más allá de estas características, cualquiera de estas expresiones en
la superestructura son de naturaleza muy diferente a las batallas culturales
del kirchnerismo, cuyo modelo fue la guerra santa contra Clarín y la “ley de
medios” que el macrismo derribó sin despeinarse el jopo.

Con la escalada inflacionaria, Macri tuvo una respuesta similar: la
necesidad del sinceramiento para superar la pesada herencia. Todos los
índices conocidos en estos días (Elypsis, Estudio Bein y CGT) pronostican
una inflación arriba del 40 % interanual, con abril como mes récord de los
últimos 14 años. En paralelo, un fanático de los aumentos, Juan José
Aranguren, volvió a anunciar una suba de las naftas que “derrama” sobre toda
la economía.

La cuestión es que los “precios sinceros” arruinan el salario de la mayoría
de la población y eso hace crecer el malestar y la bronca. Sobre todo,
cuando la misma “sinceridad” aumentó sideralmente las ganancias de los ricos
de todas las ramas de la economía (sojeros, mineros y financieros).

La respuesta y reubicación de Sergio Massa, deja en evidencia los problemas
del macrismo. Al reclamo del presidente de no acompañar la ley contra los
despidos, el tigrense alegó: "Este gobierno se preocupa mucho por los
empresarios y poco por los laburantes". Después de “apoyar lo bueno” empieza
a “criticar lo malo”, preparándose para lo único que le importa a este
arribista profesional, nacido de las entrañas de la UCeDe: las elecciones
del año que viene.

La semana pasada, Macri protestó ofuscado, en público y personalizadamente
contra el jefe de la bancada del Frente para la Victoria en el Senado,
Miguel Pichetto; hoy repitió el reclamo, pero apuntando a Massa. Sólo le
falta quejarse en cadena nacional de Diego Bossio, para completar la terna
de los mejores colaboradores que tuvo en estos cinco meses.

Cristina Fernández y sus seguidores místicos afirmaban que todos los que no
apoyaban incondicionalmente sus medidas “le hacían el juego a la derecha”;
Macri parece asegurar que quienes no se subordinan de manera absoluta a sus
exigencias, “son todos kirchneristas”.

“Saquemos una ley que diga que estamos todos obligados a ser felices”,
intentó ejemplificar, ejem... creativamente el presidente. Y la cara de
Macros Peña dijo más que mil palabras.

Ante la coyuntura hostil, Macri reinventa un discurso de dudosa eficacia: el
país dividido por la felicidad. Sin embargo, todavía no puede asegurar que
desde las profundidades argentinas, la cosa en realidad no esté estallando
desde el océano.

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