Brasil/ "vivimos un cambio de era, y no de coyuntura, eso explica la caída de Dilma" [José Correia Leite - entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Mayo 19 14:16:11 UYT 2016


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Correspondencia de Prensa

19 de mayo 2016

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Brasil

Entrevista a José Correia Leite *

“Vivimos un cambio de era, y no de coyuntura, eso explica la caída de Dilma

Gabriel Brito, de la Redacción

Correio da Cidadania, 13-5-2016

http://www.correiocidadania.com/

Traducción de Ernesto Herrera – Correspondencia de Prensa

Dilma cayó, Temer asumió y un clima de incertidumbre se cierne sobre el
país. Si, de un lado, las manifestaciones que respaldaron el impeachment no
se repitieron siquiera mínimamente después del logro, de otro lado, la
reacción de los sectores progresistas, dentro y fuera del lulismo, todavía
es confusa. Para analizar el intrincado momento histórico, Correio da
Cidadania conversó José Correia Leite que liga la  instabilidad brasileira a
un cuadro mundial no muy diferente de crisis sin soluciones.

-Correio da Cidadania: ¿Cuáles los elementos centrales de la crisis política
de este período que llevaran a la caída de Dilma?

José Correa Leite: Son dos elementos básicos de partida. El primero dice
respecto a la naturaleza de lo que ocurrió. No tengo duda de que fue un
golpe institucional, que está en la secuencia de un proceso visto en otros
países de América Latina, como Honduras en 2009 y Paraguay en 2012.
Gobiernos electos por el voto popular son sustituidos por articulaciones de
ocasión de las oligarquías, para derribar legalmente al presidente. Por
tanto, frustran la voluntad y soberanías populares, al ver presidentes
electos cambiados por oligarcas. Es la primera caracterización. Está de
acuerdo con los cambios institucionales del continente en las últimas
décadas, en que los militares ya no son la columna vertebral del
conservadurismo, pero, si, las instituciones políticas y los grandes medios
de prensa.

El segundo elemento central que parece definidor es que tenemos el
agotamiento del ciclo petista, que corresponde a un cambio de período. No es
simplemente el cambio de coyuntura, sino de período histórico, en sintonía
con el mismo cambio de período histórico de América Latina. El período de
reformas neoliberales de los años ’80 y ’90 generó resistencias populares,
que cavaron expresándose en casi todos los países, gobiernos que se decían
“antineoliberales”, o con mandatos de tal orientación. Partidos de izquierda
fueron capaces de galvanizar el descontento con las políticas neoliberales y
llegar a los gobiernos.

Raramente tales gobiernos hicieron rupturas con la orientación política
neoliberal. Tuvieron el carácter de gobiernos que aplicaron políticas que
podríamos definir como de redistribución neo-extractivista. O sea, en la
nueva división internacional del trabajo cupo a los países latinoamericanos
el papel de ofrecer commodities, materias primas agrícolas más baratos, para
el avance de la industrialización asiática. En Brasil eso fue muy claro,
inclusive con énfasis no sólo en la exportación de minerales de hierro,
productos agropecuarios, sino también con la extracción de petróleo el
pré-sal. Al mismo tiempo, se aplicaron políticas redistributivas. Los fondos
venidos de tales exportaciones eran parcialmente derivados hacia políticas
de redistribución del ingreso, que tuvieron impacto positivo en el combate a
la pobreza, principalmente por la inserción de capas de la población en el
mercado de consumo.

Ahora volvemos, en muchos lugares, a la aplicación de la política neoliberal
plena. Significa un esfuerzo de reversión de elementos progresistas
anteriores. Para la izquierda del continente que vivió 15 años en un
ambiente rosa, es un cambio sustancial. Es lo que va a ocurrir en Brasil.

-Correio da Cidadania: ¿Por tanto, es el cambio de era, más allá de la
coyuntura, lo que explica la transición forzada y hasta golpista, del poder
al PMDB y evita el fardo de presentar tal programa en una disputa electoral?

José Correa Leite: Temer recibe un mandato para combatir la recesión
económica con el programa que Dilma no conseguía llevar adelante. Es un
gobierno vinculado ante todo al capital financiero y al agro-negocio sin
elementos reformistas como antes. Es un gobierno de carácter conservador.
Eso queda claro en el gabinete ministerial, que tiene la emblemática figura
del ministro de Justicia, Alexandre de Moraes, comprometido aquí en San
Pablo con el escamoteo de informaciones básicas de seguridad pública. Ni
siquiera informaciones de homicidios se logra obtener con tal figura. De los
21 ministros, dos son investigados por corrupción y siete son citados por
las investigaciones de la Operación Lava Jato. Estamos, por tanto, lidiando
con un grado enorme de gansterismo.

Es un gobierno que tiene un corte claramente conservdor y al mismo tiempo no
marca una ruptura tan profunda con el bloque de poder, cambiando al PT y PC
do B por el PSDB y DEM. Así, muchos problemas que marcaron la política
institucional permanecen. Eso hace con que podamos prever un escenario de
inestabilidad, porque en principio el mandato viene con políticas muy
impopulares: corte de gastos sociales, ajuste fiscal, congelamiento
salarial...

No obstante, tales políticas tienen un precio electoral. Y no me parece que
la base de sustentación del gobierno se disponga a promover políticas. Así,
tendremos la continuidad de la inestabilidad política, pero, bajo un
gobierno conservador.

Esta inestabilidad también se hace presente por las cuestiones pendientes
sobre la salida de Dilma -decisión del Supremo Tribunal Federal- y por la
eventual divulgación de nuevas cuestiones de la Operación Lava Jato.

Así, la política económica de corte liberal más claro puede provocar
reacciones populares en las calles, movilizaciones importantes. Pienso que
estas coordenadas diseñan lo que podemos esperar del gobierno Temer.

-Correio da Cidadania: ¿Sobre el agotamiento del ambiente rosa y la venida
de una nueva derecha a retomar viejos ciclos, que vislumbra usted en la
economía en este momento?

José Correia Leite: No da para retomar viejos ciclos. El cuadro
internacional es muy desfavorable, no sólo en América Latina sino en el
mundo en general. Desde 2008, el crecimiento es bajo en todas las regiones
del planeta. Necesariamente, el capitalismo tendrá que inventar alguna cosa
nueva. A medio y largo plazo, la aplicación de políticas neoliberales tiende
a generar procesos mucho más recesivos.

Es muy difícil visualizar las alternativas posibles dentro del sistema. En
toda parte, el dominio del capital financiero sigue imbatible. El bloque del
poder no se alteró en el mundo. Tenemos una continuidad de políticas
neoliberales, con una gran capacidad de crecimiento. De ese modo, podemos
especular sobre eventuales salidas todavía más conservadoras, como se ve con
la derecha xenófoba de Europa o con  Donald Trump en los Estados Unidos.
Significarán políticas más nacionalistas, más de corte autoritario.

En el caso brasilero, es difícil que este tipo de nacionalismo gane terreno.
Podemos tener un conservadurismo de naturaleza antisocial más establecido.
Pasaría por el sustancial fortalecimiento de la figura de un Bolsonaro en la
próxima elección en 2018. Pero todavía es especulación.

-Correio da Cidadania: Todavía dentro del contexto económico, recientemente,
el analista político argentino Jorge Benstein teorizó que la derecha que
retorna al poder a través de figuras como Macri en Argentina no es igual a
la derecha tradicional de los años ’90, además de optimista tendría
fundamentos económicos más sólidos. Sería algo más “nihilista”, una
“lumpenburguesía”, lo que en cierta medida coincide con la columna de Jânio
de Freitas en Folha de Sâo Paulo de este jueves. Gobierno al servicio de los
que siempre tuvieron más, quieren todo de una vez y punto final.

José Correia Leite: Sí, es una derecha con intereses completamente
particularistas. En ese sentido, es interesante recuperar el análisis de
Marcos Nobre, de la Unicamp (Universidad de Campinhas) que estudia al PMDB.
Según él, FHC (Fernando Henrique Cardoso) y Lula gobernaron con
macro-coaliciones, grandes articulaciones de gobierno capaces de incorporar
múltiples intereses particularistas a una orientación general. Y Dilma,
frente a la crisis internacional, intentó alterar el cuadro de forma
tecnocrática, lo que dio mal. Intentó, por ejemplo, mezclar un trípode
macroeconómico, lo que sería una alternativa progresista, pero no fue capaz
de consolidar una nueva orientación política para su gobierno. Al hacer eso
se confrontó con intereses muy poderosos del capitalismo financiero global.

La pregunta que queda es:¿será posible que en el próximo período exista una
orientación política de la burguesía con capacidad hegemónica, de modo de
reunificar múltiples sectores de la clase dominante y de la sociedad en
torno de una orientación? Parece que no.

En ese sentido, y de acuerdo con el análisis de Benstein, asistimos en
Brasil y en América Latina a una lucha desesperada de cada sector por su
propia sobrevivencia. Y la disputa por las migajas en un cuadro en que la
mesa está quedando más chica. Es un elemento importante para entender porque
Dilma cayó. No es algo inmediato. Ella, aparentemente, implementaba la
continuidad de la política de Lula. Pero de hecho ella intentó darle
estabilidad al gobierno con una continuidad de la política de FHC de
contención macro-económica, lo que mantenía al capital financiero dócil.

-Correio da Cidadania: ¿Cuánto hay de oposición de izquierda, cómo debería
actuar, dentro o fuera de la institucionalidad?

José Correia Leite: La recomposición de la izquierda es un proceso que lleva
tiempo, e incluso los reposicionamientos tácticos demoran, por ejemplo, los
petistas todavía de mueven lentamente. Hay un vacío en la orientación
petista, dado que la propia Dilma es una figura difícil de lidiar. Pero
Lula, ya hace tiempo, trabaja con la idea de quedar en la oposición y
prepararse para la disputa de 2018. En ese sentido, los petistas están
construyendo una narrativa de lo que está pasando y cuál fue la naturaleza
del golpe, con el fin de disputar una adhesión de masas. Eso busca
consolidar su base social, que subsiste, e intentar preparar una nueva
disputa más adelante.

Es una alternativa esencialmente falsa, al decir que el gobierno fue
derrocado por sus cualidades, por haber promovido la inclusión, la reducción
de la desigualdad, etc. Existieron tales elementos en la política, pero la
disputa y la caída de Dilma se dio dentro de un cuadro en el cual la
orientación era muy conservadora, con profundas políticas de ajuste.

Es evidente que el ciclo petista deja un legado de reducción de las
desigualdades sociales en el país por la inclusión de sectores antes
marginados del mercado como consumidores. Por tanto, refuerza una serie de
características conservadoras, cuya expresión más paradojal es la teología
de la prosperidad de las iglesias pentecostales. Personas que viven bajo tal
creencia y fueron “bendecidos” por esas políticas económicas, atribuyen la
mejoría de su situación a dios, y no a las políticas económicas.

Por tanto, el legado es contradictorio. Claro que el PT y sus partidos
satélites van a pasar a la oposición con un punto de vista progresista. Van
a colocarse como izquierda que combate al gobierno de la derecha. Es el
balance de los gobiernos Lula y Dilma que venderán. Eso coloca para la
izquierda que combatió el proyecto petista, hoy más visible en el PSOL
(Partido Socialismo y Libertad), la tarea de conseguir llevar adelante un
proceso de recomposición, de construcción de nuevas referencias, otro
proyecto de poder para la sociedad brasilera, capaz de materializar un
bloque histórico popular, con el fin de enfrentar las tareas pendientes,
como las grandes reformas estructurales en la sociedad brasilera.

No será la afirmación de una izquierda sólo a partir de lo nuevo. Tendrá que
ser capaz de incorporar, además de las nuevas generaciones políticas, a una
parte de aquellos que se identificaron en el pasado con las políticas de
Lula y Dilma. Tendrá que ser capaz de conducir luchas de frente único, de
dialogar con sectores del antiguo bloque histórico. Para dar un ejemplo
concreto: una de las cosas que delinean en el gobierno Temer es la
desvinculación presupuestaria de la educación y la salud. Claro que tiene un
carácter de corte de inversiones sociales.

Para combatir este proyecto, el PSOl, el PCB (Partido Comunista Brasilero) y
el PSTU (Partido Socialista de los Trabajadores Unificado) pueden estar
juntos en las calles junto al PT, el PCdoB (Partido Comunista del Brasil) y
el PDT (Partido Democrático Laborista); lucharan juntos contra las políticas
antisociales del gobierno temer. Así, habrá una reeducación de la militancia
que se forjó en los últimos 15 años de luchas contra el gobierno del PT y
sus aliados. Por lo tanto, es un giro político importante, pues tendremos
algunas luchas de frente único al lado de sectores que eran gobierno hasta
hace poco. Va a causar extrañeza en una militancia joven que pasó toda su
vida política bajo los gobiernos del PT. Una generación que desarrolló
conciencia en una época que los gobiernos petistas aplicaban políticas
regresivas en varios aspectos.

Otro aspecto es que el PT tendrá que ser oposición en las calles también,
terreno donde no sabemos exactamente lo que sobrevivió del partido, después
de tanto tiempo en la institucionalidad. ¿Cuál el poder de convocatoria de
organizaciones como la CUT (Central Única de los Trabajadores) y la UNE
(Unión Nacional de Estudiantes) como oposición? Tendremos varios test
políticos en que veremos con precisión cual reposicionamiento político del
petismo en la lucha de clases brasilera. En principio, será una oposición de
izquierda a un gobierno de derecha, aunque todavía una izquierda bastante
color rosa, con colores muy pálidos luego de su pasaje por el gobierno.

Y también muy comprometida con la campaña de Lula en 2018, figura que es
blanco de una destrucción de la derecha, pero que mantiene un apoyo popular
importante. Sabemos que el proyecto de Lula es extremamente moderado, un
proyecto donde todos ganan, desde los banqueros a los beneficiarios del
Bolsa Familia. Algo así ya se mostraba impracticable en el primer mandato de
Dilma, en función de la profundidad de la crisis. Es otro elemento de
disputa entre la izquierda socialista y el petismo en el próximo período.

Todo eso hace parte de una disputa narrativa y un balance de lo que pasó en
Brasil y en América Latina en la última década y media. La izquierda
socialista apunta, por encima de todo, a la insuficiencia de las políticas
del lulismo. El petismo va a enfatizar los logros obtenidos bajo los
gobiernos de Lula y Dilma. Tal disputa de narrativa es clave para el futuro
de la izquierda brasilera. Definirá cual fuerza de izquierda socialista en
el próximo período.

-Correio da Cidadania: ¿Vislumbra la posibilidad de que la idea de
elecciones generales gane fuerza en el sentimiento popular?

José Correia Leite: Para completar, tendremos que saber cuál será la bandera
de enfrentamiento al gobierno Temer. En este año, en lo inmediato, no puede
ser otra que nuevas elecciones. Sabemos que no existe correlación de fuerzas
para eso, pero puede existir y tornarse opción masiva caso que el gobierno
Temer no consiga presentar soluciones estabilizadoras de corto plazo. Puede
ser también un elemento de inestabilidad, de peso, para el gobierno Temer.
El problema es que esa bandera ha sido bloqueada por el propio PT, con el
argumento de que Dilma tiene que agotar todo el proceso legal del
impeachment. Pero así perderemos el momento de levantar esa bandera, que
debería estar pronta para salir a las calles ahora mismo.

Mientras tanto, el petismo está discutiendo que no puede levantar esa
bandera ahora, porque perjudica la defensa de Dilma en el Senado y el
Supremo Tribunal Federal. Es un preciosismo completo. Estas instituciones
están comprometidas con el golpe institucional. Por eso, la única
posibilidad de revertir el juego e impedir que el gobierno Temer se asiente,
es cuestionar su legitimidad y apuntar que el cambio de gobierno debe estar
de acuerdo con la voluntad soberana del pueblo, con nuevas elecciones.

Claro que idealmente tales elecciones deberían ser también elecciones
parlamentarias, a fin de barrer la corrupción generalizada que toma cuenta
del Congreso. Pero eso sólo sería posible con una sublevación popular en las
calles, contra el orden político, como en 2013, pero de modo muy
amplificado. No me parece que eso esté en el horizonte, inclusive por el
desgaste institucional del PT y el grado de articulación entre golpistas,
instituciones, grandes medios...

La demanda sobre la convocatoria de nuevas elecciones para presidente es
relativamente simple de hacer y ser entendido por el pueblo, en torno del
60% de las personas ya prefieren nuevas elecciones. Pero la idea pierde
validez y caduca, caso el gobierno Temer termine el año estable. Pero, en un
plazo inmediato, es la bandera que puede mover la correlación de fuerzas de
la actual coyuntura.

* Docente en ciencias políticas, militante del PSOL.

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