Argentina/ petroleros: ¿anticipo de una nueva oleada de flexibilización laboral? [Esteban Mercatante]
Ernesto Herrera
germain5 en chasque.net
Vie Nov 4 09:20:34 UYT 2016
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de noviembre 2016
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Argentina
Un acuerdo que es caso testigo
Petroleros: ¿anticipo de una nueva oleada de flexibilización laboral?
Con la crisis de Vaca Muerta como telón de fondo, los petroleros firmaron un
acuerdo que incluye metas de productividad y cede beneficios contemplados en
el convenio de trabajo. ¿Modelo para futuras negociaciones?
Esteban Mercatante
La Izquierda Diario, 3-11-2016
http://www.laizquierdadiario.com/
El acuerdo que se está discutiendo entre el gremio petrolero neuquino
-conducido por Guillermo Pereyra- y empresarios del sector para modificar
las condiciones de trabajo y remuneración contempladas en el convenio
laboral, va camino de convertirse en un caso testigo de los cambios en las
relaciones laborales que el gobierno de Mauricio Macri aspira a extender al
conjunto de los convenios.
El acta que según diversos medios suscribieron los sindicalistas (aunque
continúan las negociaciones) consiste en una “adenda” (anexo) al convenio de
trabajadores petroleros, que sería solo para Neuquén y en exclusivo para
yacimientos no convencionales. Tiene la novedad de que ata la remuneración
de los trabajadores con su productividad. Así lo expresó con entusiasmo
Miguel Gutiérrez, presidente de YPF: “Por primera vez en la historia de la
Argentina, firmamos con el gremio un acta con metas de producción”.
Esta es apenas una de las varias “innovaciones” respecto de lo que establece
el convenio sectorial. Entre los cambios que tendrán fuerte impacto sobre
los ingresos de los trabajadores, está la eliminación de las llamadas “horas
taxi”: es lo que los trabajadores cobran por el tiempo que les toma el
traslado hasta sus trabajos. Este punto, así como la eliminación de horas
extra, llevó a manifestar al secretario general del gremio petrolero en
Chubut, Jorge Ávila, que el impacto será una pérdida salarial de 30 % para
los trabajadores petroleros neuquinos.
El acta no fue hecha pública, pero el diario La Nación adelantó el miércoles
varios aspectos sobre el documento de 4 carillas. Según consigna este medio
los gremios aceptaron que “todo personal que esté en condiciones de
jubilarse” se adhiera al beneficio previsional; habilitan la reubicación de
trabajadores “en forma temporal o permanente en tareas diferentes a las que
venían realizando”, siempre con el fin de “evitar despidos”; admiten la
ampliación de los horarios de trabajo, permitiendo que el montaje y
desmontaje de equipos se lleva a cabo durante la noche, y que “en una misma
operación podrán darse tareas simultáneas a los efectos de hacer más
eficientes los tiempos operativos”, lo que abre las puertas de la
polifuncionalidad, hasta ahora rechazada por la conducción sindical. También
se prevén medidas contra el ausentismo laboral, preocupación empresaria que
el presidente Macri ha hecho suya en varias oportunidades. Al respecto el
documento sostiene que “las empresas se comprometen a instrumentar
mecanismos necesarios para realizar los controles de ausentismo a efectos de
evitar abusos que podrían generarse por boletas médicas”.
El diario Clarín, que también se refirió a la negociación en su edición del
miércoles, señala que entre los aspectos negociados se encuentre el “trabajo
con viento”. Hasta hoy, es el sindicato detiene sus actividades cuando
considera que el viento es muy fuerte. El acto contempla que esta decisión
quede a cargo de una persona por parte de la compañía y el jefe de equipo,
quienes serán responsables de esa decisión.
La crisis del shale como oportunidad
Semanas atrás, durante el Coloquio de Idea, el presidente de Shell Teófilo
Lacroze sostenía que “hacer pozos en Vaca Muerta cuesta 50 % más que en EE.
UU.”. En el contexto de la baja del precio internacional del crudo, los CEOs
petroleros afirman que ajustar costos es vital para la viabilidad de la
explotación no convencional en el país, y para eso apuntan sus cañones
contra los “costos” laborales.
La presión que mete sobre el sector la parálisis de Vaca Muerta, permitió
que el gobierno y los empresarios lograran introducir acá una innovación que
ya estaba en carpeta, y cuya importancia no puede subestimarse: que los
convenios estén atados a la eficiencia y productividad. En ese sentido,
podría decirse que los petroleros están jugando hoy el rol que tuvo hace
veinte años el Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor
(SMATA), que abrió las puertas para el salto en la flexibilización y
precarización de las condiciones de trabajo formales durante los años ’90.
Esa historia, que comenzó en 1994 con el convenio entre el gremio y General
Motors, y tuvo un gran hito con el acuerdo Fiat-SMATA de 1996, extendió en
sucesivas oleadas los turnos variables, la polivalencia y otras formas de
flexibilidad en la organización del trabajo, la flexibilidad para suspender
y recortar componentes salariales, para reasignar trabajadores a otras
tareas, y distribuir en el año las horas trabajadas según la conveniencia de
las terminales (el "banco de horas").
Esta “modernización” de las relaciones laborales fue tomada como ejemplo, y
extendida luego a otros gremios en distinta medida durante los años ’90 y
los 2000.
¿Qué implica la cláusula de productividad?
¿Por qué es tan importante la inclusión de metas de productividad?
Simplemente, porque una de las claves para el acrecentamiento de la ganancia
capitalista consiste en lograr que los trabajadores incrementen el volumen
producido durante su jornada laboral, sin que esto redunde en un incremento
equivalente en la remuneración de la fuerza de trabajo.
Para poner un ejemplo, si las cláusulas de productividad prevén que para que
los trabajadores reciban 20 % de aumento en sus salarios durante los
próximos 6 meses, la producción debe aumentar 30 %, y que si esto no se
logra no habrá aumento salarial o este será menor a lo pautado, los
empresarios se aseguran que estarán mejorando su participación en el reparto
de la torta. Se trata de una modificación que promete tener efectos
profundamente regresivos en el reparto del ingreso.
Apretar con incrementos de productividad -que pasan en gran medida por
disciplinar a los trabajadores para que "rindan" más- es el complemento del
"mandato" con el que llegó Macri, de imponer incrementos salariales
"responsables" con el discurso de atacar la inflación, que este año derivará
en una caída del poder adquisitivo promedio de 8 %. Un resultado que está
por debajo de las aspiraciones de la clase capitalista, que deberá
resignarse a que en el año electoral que se viene tampoco podrá avanzar
cualitativamente por la vía de ajustar el salario. Por eso, el camino de la
"productividad", usando para ellos las mesas sectoriales impulsadas en el
marco del “Diálogo para la Producción y el Trabajo", puede ser la vía más
promisoria que buscarán para avanzar en lo inmediato.
La burocracia sindical que se bajó del paro a cambio de un bono miserable
que cobrarán menos de la mitad de los trabajadores, seguramente estará
dispuesta a acompañar estas demandas.
Productividad, también se escribe con K
Si bien es una novedad la inclusión explícita de metas de productividad, no
puede decirse que sea algo enteramente ajeno a lo que estuvo sucediendo en
las relaciones laborales en tiempos recientes.
A pesar de las lágrimas de cocodrilo derramadas por los empresarios y los
medios que ofician de sus voceros respecto al crecimiento del ausentismo y
la “indisciplina” laboral, existen numerosas muestras de que durante la fase
expansiva de la posconvertibilidad (2003-2011, con excepción del período
entre el cuarto trimestre de 2008 y el año 2009 cuando impactó la Gran
Recesión internacional) las patronales lograron incluir en los convenios
numerosas cláusulas tendientes a mejorar la productividad. Esto habría
permitido a los empresarios resarcirse parcialmente del mayor costo que les
implicaban los aumentos salariales. Entre 2003 y 2011, la productividad
horaria en la industria se incrementó un 60 %. Esto permitió que los
aumentos salariales otorgados durante dichos años, no se tradujeran en un
incremento proporcional del costo salarial por unidad de producto, que tuvo
un incremento mucho menor.
Como analizamos en el libro La economía argentina en su laberinto. Lo que
dejan doce años de kirchnerismo, en este resultado la inversión en nuevos
medios de producción “no parece haber jugado un rol tan importante”; en
cambio, “resultó mucho más relevante la intensificación de los ritmos y
otras transformaciones de los procesos productivos” (p. 50). Para esto fue
crucial “la preservación del núcleo duro de las conquistas noventistas en
términos de flexibilización y precariedad”, gracias a lo cual “se pudo
mantener e incluso extender un régimen laboral con amplias ventajas para
arrancar mayores rendimientos por unidad de salario”.
En ese sentido, el nuevo salto que ahora se propone realizar Cambiemos en el
ajuste de tuercas sobre los trabajadores incluyendo objetivos explícitos de
productividad, para alcanzar el sueño eterno de la Argentina competitiva, se
apoya sobre la “pesada herencia” que dejó el kirchnerismo, en este caso muy
favorable para la clase capitalista y los objetivos de Macri: la
preservación de la condiciones de flexibilidad laboral, que se llevó a cabo
mientras se afirmaba que se estaba haciendo lo contrario.
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