EEUU/ "Trump encontrará resistencia conforme vaya desvelando sus políticas reaccionarias" [Sharon Smith - entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Nov 15 13:16:37 UYT 2016


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Correspondencia de Prensa

15 de noviembre 2016

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Estados Unidos

Entrevista a Sharon Smith

"Trump encontrará resistencia conforme vaya desvelando sus políticas
reaccionarias"

Katerina Sergidou, Atenas

Diagonal, 10-11-2016

https://www.diagonalperiodico.net/

Entrevistamos a Sharon Smith, sobre Donald Trump, el “establishment”
político y los movimientos en Estados Unidos. Sharon Smith es activista y
escritora de varios libros, entre ellos Subterranean Fire: A History of
Working-Class Radicalism in the United States y Women and Socialism: Class,
Race, and Capital. (1) Es feminista y dirigente de la Organización
Socialista Internacional (ISO, por sus siglas en inglés). Sus artículos se
publican a menudo en las revistas International Socialist Review y
Counterpunch. Sharon Smith e ISO apoyaron la candidatura del Green Party
(Partido Verde), Jill Stein, como la única alternativa radical a los dos
grandes partidos. Encontramos a Sharon Smith en Atenas, en el mitin
internacional de izquierda anticapitalista que organizó Rproject, y hablamos
con ella de los acontecimientos políticos, las luchas y los movimientos
sociales.

-¿Por qué ha ganado Trump las elecciones?

Desgraciadamente, sabíamos que era una posibilidad porque la carrera estaba
muy disputada y por el carácter antidemocrático del sistema electoral
estadounidense, conocido como Colegio Electoral. Cada uno de los 50 Estados
tiene una elección individual, generalmente con un resultado: “el ganador se
lo lleva todo”. Esto significa que es posible ganar el voto popular a nivel
nacional y a la vez perder las elecciones. Así es que, aunque Hillary
Clinton ganó el voto popular, perdió las elecciones con un margen
considerable. Ésta es la segunda vez que pasa desde el año 2000, cuando Al
Gore ganó el voto popular pero perdió frente a George W. Bush. No hace falta
decir que éste es un giro desastroso de los acontecimientos. Trump prometió
eliminar el aborto legal, es contrario a las regulaciones medioambientales,
es partidario de rebajar los impuestos a las empresas. La lista es muy
larga, de manera que puede rebajar más los estándares de vida de la clase
trabajadora en Estados Unidos. Su abordaje de la política internacional es
peligroso, tanto a nivel económico como militar. Además, con los
republicanos controlando firmemente tanto el Senado como la Cámara de
Representantes, podrá recibir la aprobación para algunas de sus excéntricas
iniciativas. Al mismo tiempo, en los últimos dos días ha habido protestas en
todo el país en las que muchos de los jóvenes que apoyaron a Bernie Sanders
están ahora expresando su indignación con Trump y expresando la solidaridad
con las mujeres, musulmanes, inmigrantes mexicanos, LGTB y la clase
trabajadora. Sospecho que conforme Trump vaya desvelando sus políticas
reaccionarias en los próximos meses, irá encontrando resistencia a ellas y
también veremos un deseo creciente de tener mejor organizado nuestro lado de
la lucha. El interés en el socialismo que se despertó durante la campaña de
Bernie Sanders ha revivido con fuerza en los últimos dos días a la vez que
la perspectiva de la presidencia de Trump demuestra la urgencia de construir
una alternativa política.

-¿Cómo surgió Trump en la escena política?

Trump no apareció de un día para otro. Es el resultado de muchos años de
desplazamiento cada vez más a la derecha del Partido Republicano. Pero, aun
así, para muchas y muchos de nosotros ha sido un shock y una evolución muy
peligrosa. Cuando Trump anunció su candidatura todos reímos. Y de repente
inicia su campaña y empieza a concentrar masas. Y en sus actos
preelectorales, por ejemplo, el Ku Klux Klan distribuía octavillas políticas
pidiendo a los blancos que no votaran a Hillary Clinton porque ella llamaba
a los negros a matar a los blancos. Además, había seguidores de Trump
armados en el día de las elecciones en los colegios electorales donde votan
negros e inmigrantes para “controlar la situación”. En uno de sus actos
apareció un activista negro para protestar y Trump pidió al público que lo
golpeara. Cuando lo hicieron ofreció su apoyo económico para los gastos
judiciales a los que se enfrentaban por la denuncia que hizo el activista.
Su campaña quedó fuera de control de una manera impensable.
Desafortunadamente su discurso violento se demostró atractivo, ya que el
clima en Estados Unidos era muy polarizado y porque todos estaban hartos de
corrupción y desigualdad. De hecho él aprovecho los miedos de la clase media
blanca y de una parte de la clase trabajadora blanca. Es el equivalente de
Bernie Sanders, excepto que él había ofrecido una solución de izquierdas a
la ira y no una solución de derechas.

-¿Estamos también ante un cambio del Partido Republicano hacia una identidad
más populista y de ultraderecha?

Estamos frente a algunas contradicciones. Es verdad que el establishment del
Partido Republicano estaba bastante sorprendido de que el desplazamiento
constante hacia la derecha diera como resultado el fenómeno Trump. Eso
condujo a muchos dirigentes republicanos, entre ellos la familia Bush, a
apoyar a Hillary Clinton. Pero también hay que tener en cuenta que son
muchos los dirigentes que apoyan a Trump. En el liderazgo hay una división
que no sabemos qué dará en la época postelectoral. En realidad el populismo
no es un fenómeno nuevo en Estados Unidos. Empezó en los ochenta cuando
apareció la derecha cristiana, una corriente política que tenía como batalla
principal la lucha contra los abortos, la pena de muerte, la bomba de
neutrones que eliminaría solamente personas y no edificios, y tenía en su
cúpula a personalidades muy extremistas, fundamentalistas cristianos. En la
década actual aparece también el Tea Party, menos religioso y más un partido
clásico, ultraderechista y populista. Todos esos fenómenos coexisten y la
derecha los aprovecha según los desafíos políticos.

-¿Cómo es recibido el discurso misógino y sexista de Trump por la sociedad,
pero sobre todo por las propias mujeres? Y, por supuesto, su racismo, su
discurso xenófobo.

Hubo algo bueno en todo esto. Que su discurso brutal cuando alardeaba de sus
acosos sexuales hacia muchas mujeres despertó el miedo de los contrarios a
su ideología. Por ejemplo, con las acusaciones de acosos sexuales, mujeres
en todo el país que han sido víctimas de la violencia machista han empezado
a hablar sobre sus propias experiencias. Es como si fuera un despertar sobre
cómo las mujeres son tratadas en la esfera pública y sobre cómo hasta ahora
esa violencia contra las mujeres ha sido aceptada en Estados Unidos. Lo
mismo ha pasado con el racismo, que era dominante en la campaña electoral de
Trump. Eso también ha producido una resistencia y una creciente conciencia
sobre el racismo contra los negros, y la violencia policial, por el
movimiento Black Lives Matter. Y no podía ser menos, porque tenemos un
presidente que en su primer acto preelectoral afirmó que los inmigrantes
mexicanos son violadores y traficantes de drogas, y que como presidente
prohibiría la presencia de musulmanes en los Estados Unidos. El día de su
elección tuvimos manifestaciones de miles de personas en todo el país. 

-¿Si Trump usa el odio como herramienta política, cuáles son los
sentimientos que provoca Hillary?

Hillary provoca asco. Ella forma parte del establishment desde hace tres
décadas. Ella y Bill Clinton representan el sector demócrata del
neoliberalismo. Durante los mandatos de Clinton y Obama lograron imponer
silencio a los movimientos sociales con la amenaza de que siempre hay algo
peor: los republicanos. Es por este motivo por lo que no hemos tenido un
cambio radical y una alternativa en Estados Unidos durante décadas. Es por
eso por lo que necesitamos un tercer partido. En el caso de Hillary y Bill,
una pareja corrupta hasta más no poder, que vive en el lujo, han aparecido
muchos escándalos. Los correos desaparecidos durante la época en que ella
era ministra y, también, el origen de los fondos de la Fundación Clinton. Es
por eso que su campaña no despertó ninguna inspiración. Además, Clinton es
aún más militarista que Obama, que es el presidente de los drones. Porque
Obama prefería bombardeos más silenciosos, si me permite usar esa palabra.
Más silenciosos al menos a los oídos de los estadounidenses. Pero Clinton no
quería esconderlo. En la conferencia de los demócratas perdí la cuenta de
cuántos generales tenía a su lado en el escenario. Entonces no provocaba
sentimientos fuertes. Era más de lo mismo. En el caso de Estados Unidos
vivimos una contradicción. Ha habido un presidente negro y la candidatura de
una mujer a la presidencia. Pero aunque estas identidades escapan de lo
habitual, tenemos una política que sigue siendo la de siempre. Yo creo que
hay una identidad que no cambia y es que para ser presidente de Estados
Unidos tienes que ser al menos millonario y además tener relaciones con
grandes empresas y financieros, es decir, con la burguesía. Es ésta una de
las razones por las que Hillary Clinton no ha ilusionado a la gente como
candidata femenina. Con Obama era diferente. Para ser honestos, tener un
presidente negro en un país que cuenta siglos de esclavitud era chocante. En
el caso de las mujeres es diferente. Sí teníamos mujeres en el poder.
Madeleine Albright, que en los 90 supervisaba el hambre de 500 000 niños en
Iraq, y después Condoleezza Rice, y por supuesto Hillary Clinton, que es más
un robot que una persona con un sexo específico o cualquier sexo en general.

-¿Y qué pasa con el fenómeno de Sanders o la candidatura alternativa de Jill
Stein?

El fenómeno Sanders es fruto de la polarización, igual que Trump. Sanders
provocó esperanzas no sólo entre la gente de izquierda, sino también en
sectores más amplios de la sociedad. El problema es que Sanders pretendía
ser candidato de los demócratas. Debería haber sido natural para la juventud
que lo apoyaba votar automáticamente a Jill Stein, la candidata de los
Verdes. Pero no fue el caso. Debería haber sido natural porque él dijo que
era socialista y porque se oponía al establishment del partido. Pero al
final eso no sucedió. En realidad Sanders confundió mucho a sus partidarios.
Porque apoyó a Hillary. Fue él quien le dio simbólicamente la confirmación
cuando empezó su campaña. Estaba a su lado durante toda la campaña
preelectoral. Sí tenemos una radicalización en un sector de la sociedad,
pero al final lo que predominó fue lalógica del mal menor, el sentimiento de
miedo en lugar de la esperanza.

-¿Hay alguna noticia de lucha que deba llegar hasta Europa?

Son muchas. Muchísimas. Poco antes hice referencia a Black Lives Matter,
también hace poco años teníamos la huelga de los maestros y la Fight for 15
de los trabajadores de los establecimientos de comida rápida. Justo ahora
hay una lucha que está durando mucho, es la lucha en Standing Rock. Es una
lucha magnífica tanto en participación como en dinámicas. Los indios de
América, entre ellos muchas mujeres, y miles de personas, están luchando
para que no pase el oleoducto por Dacota del Norte. El Estado está
respondiendo de la manera clásica, militarmente, con centenares de
detenciones, tratando de eliminar el movimiento. Hasta ahora no lo ha
logrado. En general diría que la conciencia de clase ha aumentado
drásticamente, pero las huelgas están en niveles históricamente bajos. A
pesar de las ideologías, un elemento que falta es la autoestima si
consideramos que hemos pasado cuatro décadas de retiradas, capitulaciones y
derrotas. Esto es un deber para la izquierda en Estados Unidos: recuperar
esta autoestima y las ganas de luchar.

Tú eres autora de un libro y bastantes artículos sobre feminismo y las
luchas de las mujeres en Estados Unidos. ¿Qué te han parecido las grandes
manifestaciones que ha habido últimamente en Polonia, en Argentina contra la
violencia machista y las leyes sexistas? ¿Tienes noticias del Estado Español
en este terreno?

Lo de Polonia ha sido fantástico, una lucha verdaderamente masiva. Y además
ganaron. Lo que pretendían los gobernantes no era solamente aprobar una ley
tan bárbara, sino penalizar a las mujeres. Pero la participación y la
indignación han sido increíbles. En Polonia, en Argentina, en Islandia, en
España, las mujeres han empezado a hablar. Y están enfadadas. Y hacen que
nuestras vidas se convierten en portada en todo el planeta. En Estados
Unidos falta un movimiento feminista en este sentido. Tenemos un movimiento
de LGBTQ bastante fuerte que ha logrado el derecho al matrimonio, pero no
con las mujeres. Quizás ahora con el despertar ideológico que provocó la
aparición de Trump cambiarán las cosas. El cambio de conciencia es el
preludio de la acción, ¿no? Pero hay algo más que nos ha preocupado y
producido mucho debate dentro de los movimientos. En los últimos años en los
Estados Unidos, y en general en los países más desarrollados de Occidente,
como Inglaterra, Francia etc., han aparecido las llamadas políticas
identitarias: la lógica que se enfoca al individuo y la identidad personal.
No tenemos tiempo de analizarlo, pero yo quería dar énfasis a otro elemento
que falta de estos movimientos, que es la solidaridad y el sentido de
unidad. Si Bernie Sanders ha hecho algo es que provocó y creyó en este
sentido de unidad entre las capas oprimidas. Por ejemplo, mucha gente está
metida en la campaña de Solidaridad Negra con Palestina. Es un ejemplo
estupendo. Tenemos un regreso a este sentimiento de que si tocan a una, nos
tocan a todas, y ésta sí que es una buena noticia.

Nota de Correspondencia de Prensa

1) Edición en castellano: Fuego Subterráneo. Historia del radicalismo de la
clase obrera en los Estados Unidos (Editorial Hiru, Hondarribia, Gupúzcoa,
2015).

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