Haití/ "hay un desmoronamiento de todos los aspectos de la vida social" [Annold Antonin - entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Nov 18 16:40:54 UYT 2016


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Correspondencia de Prensa

18 de noviembre 2016

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Haití

Entrevista a Arnold Antonin

“En Haití hay un desmoronamiento de todos los aspectos de la vida social»

El cineasta y activista haitiano Arnold Antonin repasa las crisis que
atraviesa el país y la situación política en el marco de las nuevas
elecciones presidenciales del 20 de noviembre.

Pablo Stefanoni

Nueva Sociedad, noviembre 2016

http://nuso.org/

-¿Cuál es el balance de los últimos años con Michel Martelly, un outsider
que saltó de la música a la presidencia y acaba de terminar su mandato?

Martelly surgió en Haití un poco como Donald Trump en Estados Unidos, por
fuera de cualquier tipo de patrón pero con carisma y un discurso
antisistema, con grandes promesas y una actitud de desafío hacia todo, con
un lenguaje muy crudo. Y así se impuso como presidente. Venía del mundo de
la música, era un cantante con éxito, y parecía una especie de burla al
mundo político y hasta al sentido común. Lo paradójico, se sabría luego, es
que al parecer no ganó verdaderamente las elecciones y fue Hillary Clinton
quien lo impuso. Una vez en el poder el nuevo presidente prometió hacer una
revolución basada en las cinco E: educación, energía, empleo, estado de
derecho y medio ambiente (environnement, en francés). Hoy el balance es
raquítico. Su peor enemigo fue él mismo. Insultó a todo el mundo. Actuó de
manera soberbia y soez. Hizo declaraciones groseras sobre diputados, los
trataba de «maricas», alababa el tamaño de su sexo en público, y en una
ocasión, frente a una interpelación de una mujer del público, le respondió
que si quería acostarse con él, estaba dispuesto a hacerlo de inmediato… así
fue todo el tiempo, provocación tras provocación. Por otro lado, su
principal slogan era «Haiti is open for business» [Haití está abierta a los
negocios], pero en realidad no logró atraer capitales, y ni siquiera logró
convocar las elecciones municipales y legislativas previstas por la
Constitución durante su mandato. Hasta en eso fracasó.

-Y ahora no hay gobierno…

En la primera vuelta de elecciones de octubre él nombró como candidato, como
un mago que saca un conejo de la galera, a un joven agroindustrial exitoso
en la exportación de bananas llamado Jovenel Moïse, y lo presentó como
postulante de su partido, el Pati Hayisyen Tèt Kale [Partido Haitiano de las
Cabezas Rapadas*]. Moïse estaba por ganar las elecciones, según todas las
probabilidades, en medio de denuncias de fraude y movilización de la prensa
y la opinión pública. Y al final, en medio de protestas, se creó una
comisión independiente de verificación de las elecciones que dictaminó que
debían realizarse nuevas elecciones. El 7 de febrero, con la intermediación
de la Organización de Estados Americanos (OEA), Martelly decidió dejar el
poder dado que terminaba su mandato constitucional. Se llegó a un acuerdo
con el presidente del Senado para nombrar una figura de transición que
convocara a elecciones en tres meses. Y él mismo, Jocelerme Privert, se hizo
elegir presidente provisional por fuera de los marcos constitucionales, que
no prevén esa figura. Todo el mundo sabía que no iba a poder convocar a
elecciones en tres meses y diez meses después Privert sigue en el poder y se
comportó como un presidente electo. El otro hecho paradójico es que varios
parlamentarios elegidos en esas elecciones cuestionadas tuvieron tiempo de
juramentarse y se quedaron en sus cargos. Estamos frente a una concentración
de hechos inconstitucionales.

Finalmente, las elecciones fueron fijadas para el 9 de octubre pero entonces
llegó el huracán Matthew, y se pospusieron para el 20 de noviembre. Los
principales candidatos son Jovenel Moïse del PTK, Jude Celestin, de la Liga
Alternativa por el Progreso y Emancipación Haitiana, Moise Jean Charles del
partido Hijos del padre de la patria Dessalines y la médica Maryse Narcisse,
de Familia Lavalas, del expresidente Jean-Bertrand Aristide. Estas
elecciones las debe pagar íntegramente el Estado haitiano ya que la
comunidad internacional había aceptable la primera vuelta y ngeó los fondos
que tradicionalmente viene otorgando para los comicios.

-¿Y Aristide sigue teniendo apoyo popular?

Tiene, claro. Su partido está entre los cuatro más destacados. Pero ha
perdido muchos seguidores. El problema de estas elecciones es que los
perdedores no van a reconocer la elección gane quien gane. Lo decían ya
abiertamente antes de Trump.

En este marco político caótico llegó el Huracán, que causó una catástrofe en
el sur de Haití, una devastación equivalente a la del terremoto de 2010 en
Puerto Príncipe. Pero todos estos desastres son producto de la negligencia
criminal de los dirigentes haitianos. No se ha tomado ninguna medida para
hacer frente a esa situación. Como dijimos varias veces en nuestra revista,
el Observatorio de la Reconstrucción, en Haití es una ilusión creer que se
está combatiendo la pobreza, el caos político o los desastres naturales.
Porque estas tres cosas son fondos de comercio, hay grupos poderosos que
sacan provecho de todo eso. Si no se logra romper con ese esquema el país
nunca va a progresar.

-¿Y qué pasa con la Minustah [Misión de Estabilización de las Naciones
Unidas en Haití], que lleva más de una década en el país?

Ha reducido la cantidad de efectivos pero renovó su presencia en el país.
Desgraciadamente está muy desacreditada. En estos años se gastaron 650
millones de dólares al año, mientras que para el ciclón solo se consiguieron
10 millones. Su principal misión terminó siendo protegerse a sí misma. Y en
segundo lugar, algunos soldados nepaleses fueron los introductores del
cólera, que ha creado una hecatombe que ha sido la causa de 9.000 muertos,
equivalente al balance de una guerra en el medio Oriente, se podría decir.
Se reclamó que al menos la ONU reconociera su responsabilidad y utilizara
sus fondos para reconstruir el sistema de salud haitiano. Pero la ONU no lo
aceptó. Ban Ki-Moon recientemente se limitó a pedir disculpas, pero es al
menos una forma de reconocimiento de la responsabilidad de la ONU. Espero
que su sucesor Antonio Guterres, que es un hombre sensible a estos temas, se
ocupe de la utilización de los fondos de la ONU en Haití para la reparación
de los daños cometidos.

Pese a que se dijo que se iba a aprovechar el terremoto para repensar, desde
el punto de vista político y social, y hasta del medio ambiente, la
reconstrucción de Haití, esto no ha sido así de ningún modo. A tal punto que
hoy hay un desmoronamiento sobre todos los frentes: sanitario –hubo tres
meses de huelga general radical en los hospitales y la gente casi no se dio
cuenta, a tal punto llega la crisis del sistema–; de los servicios públicos
–puentes, carreteras, transporte, energía–; de la seguridad pública; en la
Justicia; en las cárceles, donde hay fugas masivas; de la educación, pese a
las promesas de Martelly (la universidad se paralizó por una huelga y
ocupación de seis meses); de la recolección de basura, que invadió las
calles. Y a esto se suma una catástrofe ambiental.

-¿Qué se puede hacer?

En 2010 desde el Observatorio de la Reconstrucción que creamos conjuntamente
con Fundación Friedrich Ebert y el Centre Pétion-Bolivar, propusimos la
creación de una entidad estatal autónoma que se ocupara de la reconstrucción
del país sobre nuevas bases, para evitar que se cayera en los espasmos
permanentes de la vida política haitiana. La reconstrucción debe tener en
cuenta los cambios climáticos y en vez de comenzar en Puerto Príncipe
debería hacérselo por las ciudades del interior. En Haití hace falta un
reordenamiento territorial. Y junto con eso propusimos llamar a una
convocatoria internacional para que grandes arquitectos y urbanistas de todo
el mundo contribuyeran gratuitamente con proyectos de reconstrucción de las
ciudades afectadas por el terremoto. Existía entonces una gran solidaridad y
disposición internacional pero los intereses creados impidieron llevar
adelante una iniciativa de estas dimensiones, que hubiera podido hacer de
las ciudades haitianas faros en el Caribe para el siglo XXI. Ahora, después
del huracán, la gente está cansada y esa oportunidad parece hacer pasado de
largo.

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