Colombia/Ecuador/ el empuje extractivista y la convergencia entre conservadores y progresistas [Eduardo Gudynas]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Oct 19 15:38:56 UYT 2016


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Correspondencia de Prensa

19 de octubre 2016

Boletín Informativo

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germain5 en chasque.net

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Colombia/Ecuador

El empuje extractivista en Colombia y la convergencia entre conservadores y
progresistas 

Desde el punto de vista de los movimientos sociales no puede pasar
desapercibido que este discurso de Santos expresa cristalinamente que para
su gobierno, así como para el de Correa, la resistencia ciudadana no es una
cuestión de minorías, sino que se ha vuelto tan potente, e incluso eficaz,
para terminar siendo un gran dolor de cabeza de ambos gobiernos.

Eduardo Gudynas

Palabras al Margen, 14-10-2016

http://palabrasalmargen.com/

La proliferación de emprendimientos extractivistas en Colombia, sigue
generando importantes impactos sociales y ambientales, y por ello se
multiplican las resistencias ciudadanas y las tensiones políticas. El
proceso de paz ofrece muchas opciones para poder democratizar las políticas
ambientales, protegiendo tanto a las comunidades locales como a sus
ambientes. Pero también encierra muchos riesgos, entre ellos un
repotenciamiento de las locomotoras extractivistas.

En ese contexto, hace pocos días atrás, el presidente Juan Manuel Santos
brindó un discurso de enorme importancia para entender el futuro inmediato
que desea para los extractivismos. Anunció que buscaría apoyarlo
económicamente y protegerlo militarmente, mientras compartió sus ideas para
controlar y encauzar la resistencia ciudadana. A todas esas revelaciones, de
enorme relevancia, le siguió otra todavía más sorprendente: seguirá las
sugerencias que le hizo el presidente ecuatoriano Rafael Correa para
convertir a las comunidades locales en “cómplices” de los extractivismos.
Desembocamos así en una convergencia entre conservadores y progresistas para
proteger los extractivismos y controlar la sociedad civil organizada.

El empuje extractivista colombiano 

Analicemos el caso, comenzando por describir el contexto en el cual se
realizaron estas revelaciones. Todo ocurrió en el acto de inauguración del
II Congreso Internacional de la Asociación Colombiana del Petróleo (ACP), el
pasado 29 de septiembre de 2016. Esa asociación nuclea a corporaciones como
Chevron, Exxon, Oxy, Pacific, Petrobras, Repsol, Shell y Total, y sus
ejecutivos estaban presentes en la sala. El evento contó con 500 asistentes
registrados, y el tema en discusión era el “futuro del petróleo y el gas”.

En esa ocasión, Santos defendió el proceso de paz colombiano, y la vez
intercaló informaciones y opiniones sobre el sector petrolero y el papel que
le asigna en un escenario post-conflicto (1). Sus palabras destacaron la
importancia de la explotación petrolera para el crecimiento económico del
país, con citas a las recaudaciones de impuestos y su uso en distintas
obras. Mencionó a la llamada “enfermedad holandesa” (aunque uso el
calificativo de “resfrío”), y resaltó el aporte de todo esto para reducir la
pobreza.

A juicio de Santos, los problemas que enfrenta ese sector, en el orden que
les dio, fueron la caída de los precios internacionales, la protesta social
y los bloqueos, las licencias ambientales demoradas y la competitividad. En
el plano económico, el presidente colombiano le anunció a las corporaciones
que tiene la intención de bajarles los impuestos, incentivar la explotación
(con medidas fiscales entre otras) y que su prioridad es apoyar a la
extracción.

Avanzó aún más, explicando que si el proceso de paz tiene éxito, entonces
las fuerzas armadas que resulten liberadas de sus presentes posiciones para
enfrentar a las guerrillas, serían reubicadas para proteger la
infraestructura petrolera. Aunque Santos no lo dijo explícitamente, es obvio
que esa protección militar se erguirá ante las comunidades locales, tal como
se desprende de otros de sus dichos en su discurso.

El mensaje a los empresarios fue muy claro: el gobierno destaca el valor del
extractivismo petrolero, apoyará económica y políticamente a las empresas y,
si la paz se firma, los militares se desplegarán para protegerlos. Es, por
lo tanto, un escenario de profundización de los extractivismos, una
situación que muchos ya han alertado dentro de Colombia.

Santos reconoció que hay protestas sociales y las vinculó con un
ambientalismo “fundamentalista”. Ahora las ONGs vienen a defender el
ambiente, vienen a “atacar” a cualquier empresa, subrayó el presidente.
Enseguida reconoció que “infortunadamente, no nos digamos mentiras, la
industria petrolera está de primera” en esa lista, “está en la mira”.

La calificación de la resistencia ciudadana como “fundamentalista” es un
término que repetidamente vienen usando todos los gobiernos, también los
progresistas, para criticar y rechazar las movilizaciones ciudadanas.

Y para enfrentar toda esa problemática, a los “fundamentalistas”, Santos
ofreció una receta que no es propia, sino que es la que le aconsejó el
presidente de Ecuador, Rafael Correa. Allí está la otra impactante
revelación: un progresista le explica a un conservador cómo defender los
extractivismos y lidiar con la protesta ciudadana. En efecto, Santos relató
que Correa le aconsejó sobre los modos para enfrentar a los ambientalistas
“fundamentalistas” e inyectar dinero en las comunidades para que sean
“cómplices” de los extractivismos. Consejos que Santos destacó, aceptó y
valoró tanto que los compartió con los empresarios petroleros. Quedó
confirmada la CPC: una convergencia progresista – conservadora.

Las enseñanzas de Correa a Santos 

Esto es lo que dijo Santos: “Yo hablaba con el presidente Correa del
Ecuador, sobre las consultas y las protestas, él me decía: mire yo tengo una
población muy difícil, en ese sentido, la mayoría, 50% indígenas, muy
antipetroleros, e inclusive el gobierno ha sido muy hostil a la industria
petrolera en muchos sentidos, así lo percibe mucha gente, pero yo hice algo
que ha sido muy, muy efectivo, y es algo muy práctico. 

Que en lugar de ir, perforar, y después ir a hablar con las comunidades, lo
hago a la inversa. Antes de perforar, antes de hacer cualquier cosa, voy y
hablo con las comunidades y les pregunto, ¿cuáles son sus necesidades?
¿ustedes qué quisieran? ¿qué es lo que necesitan? 

Entonces las comunidades se ponen de acuerdo, las comunidades se ponen de
acuerdo: mire, necesitamos esta carretera, necesitamos este hospital,
necesitamos esta cosa. Ah, bueno, esto es posible si podemos perforar aquí,
y entonces eso va a producir los recursos para esto. 

Que eso cambia totalmente la mentalidad, la agresión de las comunidades, a
la complicidad de las comunidades. Eso me lo decía el presidente Correa. Y
eso fue muy importante para continuar nosotros en el ejercicio de la
exploración y la sísmica en Ecuador”.

Con esto quedaron expuestas muchas cosas. La primera es que para el gobierno
de Ecuador, desde una mirada progresistas, los ambientalistas e indígenas
también son “fundamentalistas” o “anti-petroleros”. Ese gobierno, además,
tiene una estrategia explícita para enfrentarlos. La segunda es que esas
prácticas le gustaron mucho a Santos y las valora como un ejemplo a seguir
por su propio gobierno en Colombia como modo de superar la resistencia
ciudadana a los extractivismos. Le gustó tanto que ya le adelantó a todo el
empresariado petrolero colombiano que usará los instrumentos de Correa. O
sea, el progresismo le enseña a los conservadores cómo imponer los
extractivismos. Esto es, ni más ni menos, que la más clara evidencia de una
CPC, una convergencia progresista conservadora.

Las prácticas gubernamentales sean de uno u otro régimen político convergen,
por un lado, hacia el control político de los extractivismos para legitimar
ante la opinión pública y el electorado la importancia de ese tipo de
explotaciones, y por el otro lado, hacia controlar o anular la resistencia
ciudadana. Los progresismos y los conservadores aprenden unos de los otros
y, más allá de los discursos, conciben de similar manera las oposiciones
ciudadanas y convergen hacia similares prácticas. Todo ese intercambio
podría llevar a preguntarse si Santos sería el más “progresista” de los
gobernantes conservadores, o si Correa representaría al más “conservador”
entre los que se autoproclaman como progresistas.

La convergencia hacia los extractivismos 

El examen de las estrategias extractivistas en América del Sur muestra un
panorama muy particular. Por un lado, existe una amplia diversidad en las
justificaciones políticas, que van desde los extractivismos defendidos por
gobiernos conservadores a los promovidos bajo ideas progresistas. Sus
discursos son extremadamente distintos, en unos casos apoyándose en el
mercado y en los otros invocando al socialismo.

Pero, por otro lado, existe una llamativa convergencia en las prácticas
concretas para imponer emprendimientos como las explotaciones mineras,
petroleras o agrícolas (2). En repetidas ocasiones en los últimos años se ha
alertado sobre esas similitudes entre progresistas y conservadores. Y de la
misma manera, a lo largo de estos años, se alzaron las defensas progresistas
que insistían en que esas afirmaciones eran una exageración sin evidencia.
Tampoco faltaron quienes eran muy agudos en entender los impactos negativos
de los extractivismos dentro de Colombia, pero no lograban advertirlos en
países como Ecuador y Bolivia, ensimismándose en la ilusión de un paraíso
social y ambiental bajo los progresismos.

Sin embargo, en esas naciones se repite la imposición de emprendimientos
mineros, petroleros y agrícolas de todo tipo, se recortan los mecanismos de
consulta y participación ciudadana, y no se duda en usar la represión
policial. El testimonio de Santos muestra que, en la intimidad, Correa
parece creer que su gobierno “dialoga” con las comunidades, que antes de
iniciar un proyecto extractivista se acerca a hablar con ellas y que las
escucha. Es un entendimiento contrario tanto a lo que señalan muchos actores
locales dentro de Ecuador como a un examen del desempeño gubernamental.
Basta pensar en el conflicto que todavía persiste en cuanto a la explotación
petrolera en el área de Yasuní en la Amazonía o la imposición de
emprendimientos mineros.

También se reconoce otro punto sobre el que se ha alertado desde la teoría
sobre los extractivismos: los gobiernos usan intencionalmente las
compensaciones económicas como un instrumento para justificar los
extractivismos, para amortiguar la resistencia ciudadana, e incluso para
dividir a las organizaciones locales. El gobierno ecuatoriano le diría a las
comunidades locales que para cumplir sus pedidos, por ejemplo de carreteras
u hospitales, sólo sería posible si hay extractivismo, según lo que cuenta
Santos. Y se apela al dinero, sea en obras o en pagos, para que la
“agresión” se convierta en “complicidad”, desnudándose la base conceptual de
muchas prácticas: pagar por la aceptación. Este sería el mecanismo que
quiere potenciar en el futuro inmediato la administración Santos.

Esas son ideas que deben ser cuestionadas. Es evidente que las
responsabilidades estatales de proveer servicios básicos son fines en sí
mismos, y no pueden ser reducidas a una mera consecuencia de un
extractivismo exitoso. Dicho de otro modo, no se puede extorsionar a las
comunidades locales diciéndoles que se les proveerá de infraestructura o
servicios solamente si aceptan los impactos y contaminaciones
extractivistas. Y de la misma manera, el entregar obras o dineros para que
la gente no proteste dista mucho de una verdadera política en justicia
social o ambiental. Estamos ante prácticas que convierten la compensación
económica en un mecanismo de control y apaciguamiento político.

Tanto se ha insistido con esas ofertas monetarias que, hay que reconocerlo,
muchas comunidades locales están divididas. Y también hay que entender esa
situación, ya que para muchos comunarios sumidos en la pobreza por décadas,
esas mejoras en infraestructura o una ayuda en dinero, pueden tener un
enorme impacto en sus vidas. Pero todos esperaríamos que el gobierno no se
aprovechara de la condición de pobreza para negociar aceptaciones cómplices.

Aunque estamos frente a una CPC, no se debe caer en confusiones. Es que
progresismo y conservadurismo siguen siendo distintos; no es lo mismo el
régimen político de gobierno ecuatoriano que el observado en Colombia. Pero
en algunas cuestiones clave, tales como el papel de los extractivismos como
motor del desarrollo, convergen hacia similares planes de acción, parecidas
herramientas políticas y económicas, e incluso semejantes posturas
culturales. Se descalifica a quienes alertan o cuestionan tildándolos de
“fundamentalistas”. Es por ello que puede hablarse de una situación CPC,
donde la convergencia está en los instrumentos y prácticas. Pero los marcos
conceptuales bajo las cuales son presentadas siguen siendo diferentes y las
metas son distintas.

A su vez esta confluencia sirve para reforzar la distinción entre izquierdas
y progresismos (3). Es que la utilización de ese tipo de prácticas y
acciones para imponer los extractivismos son factores que explican el cambio
de las izquierdas iniciales hacia los progresismos actuales en naciones como
Ecuador, Bolivia, Argentina o Brasil.

Finalmente, desde el punto de vista de los movimientos sociales no puede
pasar desapercibido que este discurso de Santos expresa cristalinamente que
para su gobierno, así como para el de Correa, la resistencia ciudadana no es
una cuestión de minorías, sino que se ha vuelto tan potente, e incluso
eficaz, para terminar siendo un gran dolor de cabeza de ambos gobiernos. En
muchos casos, esa resistencia ciudadana cuestiona las bases conceptuales del
desarrollo, expresado tanto en extractivismos progresistas como
conservadores. Por lo tanto, esos discursos que la tildan de minorías
infantiles, no tienen ningún sustento, y ellos lo saben, lo que es de enorme
importancia. Debemos tomar nota de esta situación.

Notas 

1. El discurso de J.M. Santos está disponible por el servicio de prensa
presidencial en https://www.youtube.com/watch?v=b870ezpLm3Y

2. Sobre los diversos extractivismos ver la entrevista a Eduardo Gudynas,
Palabras al Margen, 9 noviembre 2015,
http://palabrasalmargen.com/index.php/articulos/nacional/item/entrevista-a-e
duardo-gudynas
<http://palabrasalmargen.com/index.php/articulos/nacional/item/entrevista-a-
eduardo-gudynas> 

3. Sobre la distinción entre progresismo e izquierda, ver Izquierda y
progresismo: la gran divergencia, E. Gudynas, ALAI (Agencia Latino Americana
de Informaciones), Quito, 23 diciembre 2013,
http://www.alainet.org/es/active/70074

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