Ecuador/ Ruptura entre el presidente y el vice: crisis política y corrupción marca Odebrecht [José María León]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Ago 12 15:43:51 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

12 de agosto 2017

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Ecuador

La ruptura entre el presidente y el vice: el nuevo escenario político de
Ecuador

José María León, desde Guayaquil

The New York Times, edición en español, 10-8-2017

https://www.nytimes.com/es/

Ecuador vive una crisis política que no veía hacía más de una década. El 3
de agosto pasado, el presidente Lenín Moreno dejó sin funciones a su
vicepresidente, Jorge Glas. La medida no es una destitución, pero en la
práctica Glas queda marginado de todas las decisiones del gobierno, algo que
contrasta con el alto perfil que tuvo durante el gobierno de Rafael Correa
—fue también vicepresidente entre 2013 y 2017—, en el que manejó los
llamados ‘sectores estratégicos’ de la economía ecuatoriana: petróleo,
minas, energía, telecomunicaciones, medioambiente.

Su paso dejó varias megaobras como hidroeléctricas, hospitales, carreteras,
y acusaciones de corrupción. Esas acusaciones han ido en aumento y han
desatado un enfrentamiento entre Moreno y Glas, a dos meses de la asunción
de la dupla al mando del país.

La ruptura entre Moreno y Glas pone al Ecuador de vuelta en una vieja
tradición política en la que el primer peligro para un presidente es su
segundo al mando. José María Velasco Ibarra, cinco veces presidente del
país, resumió esa costumbre en una línea: “El vicepresidente es una especie
de conspirador a sueldo del Estado nacional”.

Después de ser secuestrado durante doce horas por un comando de la Fuerza
Aérea en 1987, cuando era presidente, León Febres-Cordero escribió el libro
Autopsia de una traición, pero no hablaba allí de la sublevación militar,
sino de las supuestas maniobras de su vicepresidente para quedarse en el
poder. En los derrocamientos de Abdalá Bucaram (1997), Jamil Mahuad (2000) y
Lucio Gutiérrez (2005), la figura del vicepresidente siempre ha sido una
pieza escurridiza, deslizándose con más o menos tino entre la lealtad al
binomio y la siempre latente aspiración de todo político al máximo poder.

La pugna entre el presidente y el vicepresidente es también la pugna entre
Moreno y su antecesor, Rafael Correa. A pesar de pertenecer al mismo
partido, a solo días de tomar posesión, Moreno se ha ido alejando del estilo
y las medidas de gobierno de su predecesor, del quien Glas es considerado un
incondicional.

Pocos días después de asumir, Moreno le dio una vuelta al tablero político
ecuatoriano: se reunió con líderes de la oposición, devolvió la sede a la
Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) que le había
sido quitada por el gobierno anterior y despidió a todas las cabezas de los
medios públicos, consideradas cercanas a Correa.

El expresidente ha acusado a su sucesor de entregar el manejo de empresas de
energía eléctrica a opositores a cambio de apoyo político, de traicionarlo
por quererse diferenciar de su gobierno,  de querer institucionalizar la
corrupción; de regresar, en definitiva, a lo que Correa llama “el viejo
país”.

Desde el primer día ha cuestionado su gestión y ha llegado a decir que será
efímera, y que Moreno no sabe de lo que habla o que directamente miente.
Moreno le ha contestado que no concibe la lealtad como la que se tiene la
mafia y que el expresidente sufre de síndrome de abstinencia del poder.

El enfrentamiento ha generado una división profunda en el partido de
gobierno, Alianza País (AP), que se ha cuarteado en facciones pro
Correa-Glas y otras pro Moreno.

Jorge Yunda, asambleísta de AP, dijo a los medios que se sentía como un niño
en medio de una pelea entre sus padres: “Uno no sabe si irse con la mamá, o
irse con el papá, uno quiere a la mamá, quiere al papá, y en esas
circunstancias anhela y espera que se hagan de a buenas y que podamos seguir
adelante en bien de los dieciséis millones de hijos que podrían ser parte de
este conflicto”.

Pero las consecuencias del divorcio podrían tener implicaciones más
profundas. Para el politólogo Oswaldo Moreno, la pugna entre los dos
mandatarios del Ejecutivo revela un cambio en el escenario político
ecuatoriano: “La oposición tradicional, que durante los 10 años de Correa
fue la prensa privada, acaba de acercarse con el leninismo.  Y la que era la
oposición política ahora es solo la derecha”.

La grieta se volvió insalvable a principios de este mes. El medio brasileño
O Globo publicó audios en los que el excontralor del Ecuador —hoy prófugo de
la justicia— Carlos Pólit conversa con José Conceição Santos, un ejecutivo
de Odebrecht en Ecuador que colabora con la justicia brasileña, sobre los
pagos para obtener informes favorables de la Contraloría (la entidad
encargada de supervisar el manejo de los fondos públicos en Ecuador). En uno
de los audios, se escucha cómo Santos le dice a Pólit: “Yo supe que Jorge
Glas está ahí haciendo caja, pidiendo plata, mucho dinero”. Según Santos, el
tío de Glas, Ricardo Rivera, la había pedido ese dinero.

Rivera es el principal detenido por el caso Odebrecht en Ecuador. Aparece en
conversaciones con funcionarios de la compañía brasileña, fue filmado por el
ejecutivo Santos, y el empresario de telecomunicaciones ecuatoriano Tomislav
Topic dijo a la Fiscalía que le pagó más de cuatro millones de dólares por
su intermediación con una empresa china, y con Odebrecht. Dijo que esos
pagos no habían sido en dinero efectivo, sino en “servicios de cortesía” y
que no eran ilegales, sino “prácticas normales de mercado”.

El 2 de agosto, de forma paralela al caso Odebrecht, la Contraloría del
Estado —ya sin Pólit a la cabeza— anunció que hay indicios de
responsabilidad del vicepresidente Glas y otros funcionarios en la
adjudicación del campo petrolero Singue a un consorcio chino-ecuatoriano que
no cumplía con los requisitos legales. El Fiscal General de la Nación ha
anunciado que investigará el caso.

Ese mismo día, Glas respondió: “Pueden venir más persecuciones, pedidos de
juicios políticos, más difamaciones y amenazas personales. Tengo la
obligación de pronunciarme hoy con la fuerza de los verdaderos
revolucionarios”, escribió. Correa dijo que la Contraloría era el “nuevo
instrumento de persecución” del gobierno.

Glas ha repetido que los audios, conversaciones y videos que se han
presentado son parte de una campaña de venganza de Odebrecht en su contra.
En su comunicado, el vicepresidente despejaba cualquier duda sobre su
quiebre con Moreno, que es también el quiebre de la facción correísta de AP
con el gobierno: “¿Acaso está preparando el terreno para perseguir a sus
antiguos compañeros para saciar la sed de venganza de sus nuevos amigos?”.

Un día después de ese comunicado, Lenín Moreno firmó el decreto 100 y dejó a
Glas sin funciones. Glas dio una rueda de prensa desde la Vicepresidencia
donde dijo que no renunciaría, y que se dedicaría a recorrer el país. Esa
noche, O Globo publicó otra nota en la que se asegura que el delator Santos
afirmó ante los fiscales brasileños que pagó al menos 14 millones de dólares
al tío de Glas —Rivera— y a Glas mismo.

También apareció un nuevo audio en el que Santos habla directamente con Glas
sobre cambios de precios en contratos y pagos atrasados en contratos, e IDL
Reporteros publicó un video en que Rivera aparece acordando un pago y
pidiendo plata “para la campaña de vidrio” (vidrio en inglés es glass, por
lo que se supone que es una alusión directa al vicepresidente).

Glas ha negado repetidamente haber sido parte de cualquier esquema ilegal.

Algunos analistas anticipaban desde la campaña electoral la ruptura entre
presidente y vicepresidente. Según María Paula Romo, exasambleísta y
disidente de AP, la tensión entre ambos se remonta a la época en que el
partido gobernante definía su candidato presidencial, y Moreno terminó
nominado porque era mucho más popular que Glas. Pero el distanciamiento ha
sucedido mucho antes de lo esperado. “Pocos nos imaginamos que sería tan
rápido y virulento, acelerado por la cantidad de indicios que vinculan a
Glas con los temas de corrupción. La corrupción y la situación económica
desbordaron las propias preocupaciones y sospechas de Moreno”, dijo.

Mientras Correa se queja desde Bélgica y Glas se atrinchera en su cargo,
Moreno avanza con su agenda de gobierno, no sin protestas de buena parte de
su partido. Algunos militantes le gritaron ‘traidor’ en una aparición en el
balcón del palacio de Carondelet, la sede presidencial. Pero en el panorama
general, Moreno parece consolidar su estilo y forma de gobierno: según la
encuestadora Cedatos Gallup tiene una aprobación de gestión del 70%, veinte
puntos más de lo que tenía al llegar al poder.

En los últimos días, la pelea ha entrado en una tregua, pero el desenlace de
la pugna podría darse en los próximos días. Nada está dicho aún, y es
difícil saber cómo terminará. Oswaldo Moreno y María Paula Romo coinciden en
que, sin el pararrayos de Rafael Correa, el vicepresidente Jorge Glas deberá
defenderse solo. Moreno dejó su habitual ecuanimidad e hizo las
declaraciones más fuertes que ha hecho en todo su gobierno en un evento
público el 4 de agosto: “Lastimosamente, ingeniero Jorge Glas, el dedo
apunta cada vez más hacia usted”.

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