Palestina/ Han conseguido convertir Gaza en un lugar inhabitable
[Michael Lynk]
Ernesto Herrera
germain5 en chasque.net
Lun Ago 14 00:08:37 UYT 2017
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Correspondencia de Prensa
14 de agosto 2017
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Palestina
¿Cómo es la vida en un lugar con unas pocas horas de electricidad al día y
ocho horas de agua cada cuatro días?
Han conseguido convertir Gaza en un lugar inhabitable
Michael Lynk
Aljazeera, 24-8-2017
http://www.aljazeera.com/
Traducción de Paco Muñoz de Bustillo - Rebelión
http://www.rebelion.org/
Gaza y Tel Aviv están tan solo a 75 kilómetros de distancia. Comparten la
misma topografía arenosa y los mismos veranos levantinos tremendamente
calurosos. Pero las similitudes prácticamente terminan ahí. Cualquier imagen
nocturna del Mediterráneo oriental tomada por satélite recientemente
mostraría un fulgor incandescente sobre Tel Aviv y unas débiles lucecitas al
sur sobre Gaza.
Gaza atraviesa el tercer mes consecutivo de restricciones externas a su ya
débil suministro eléctrico. Este enclave en el que viven dos millones de
personas necesitaría normalmente unos 450 megavatios (Mw) de electricidad al
día. Sin embargo, durante la mayor parte de la última década, y como
resultado del férreo bloqueo israelí, su suministro eléctrico ha fluctuado
en torno a los 200 Mw, lo que ha supuesto persistentes apagones. Pero, según
la organización israelí de derechos humanos Gisha, durante los últimos meses
el suministro eléctrico a Gaza ha oscilado entre los 140 Mw y un mínimo
histórico de 70 Mw, alargando los apagones y el sufrimiento humano.
La causa inmediata de la crisis energética recae en la disputa entre la
Autoridad Palestina (AP) y Hamás sobre el pago de los impuestos al
combustible. Ello dio pie a que la AP solicitara a Israel reducir los 120 Mw
que vendía diariamente a alrededor de 70 Mw, algo que Israel ha cumplido sin
demora.
La segunda fuente de electricidad de Gaza es su única central eléctrica, que
solo puede producir de 50 a 55 Mw al día (en las ocasiones en que ha podido
importar combustible de Egipto). Esta central fue gravemente dañada en los
bombardeos israelíes de 2006 y, de nuevo, en los de 2014, e Israel ha
restringido la entrada en Gaza de piezas sustitutorias. Si estuviera
completamente operativa, podría producir alrededor de 140 Mw.
La tercera fuente de suministro eléctrico de Gaza proviene de Egipto y
proporciona en torno a los 28 Mw al día, aunque actualmente sufre
interrupciones constantes. Y la cuarta fuente son los paneles solares y los
generadores individuales solo al alcance de las familias pudientes.
Las consecuencias sociales de esta crisis energética extraordinaria son
graves. Las viviendas sin acceso a generadores o paneles solares –que son
mayoría en Gaza– tienen, en el mejor de los casos, entre 4 y 6 horas de
electricidad, seguidas por 12-16 horas de apagón. Los hospitales basan su
funcionamiento en generadores que no dan a basto y tienen que racionar el
suministro. Los lugares de trabajo se ven obligados a cerrar. Cada día se
vierten al Mediterráneo más de 100 millones de litros de aguas residuales
sin depurar, que ensucian las playas y los caladeros de pesca. La comida
debe comprarse a diario y consumirse rápidamente. El servicio de Internet
–el único vínculo con el mundo exterior para casi todos los gazatíes– es
irregular. Y apenas hay electricidad disponible para conectar el aire
acondicionado y los ventiladores con los que combatir el sofocante calor
estival.
Antecedentes de la crisis de Gaza
El equipo de la ONU destinado a los territorios palestinos ocupados ha
publicado recientemente un informe incisivo sobre Gaza [1], centrado en el
impacto humanitario de los 10 años de bloqueo de Israel y las divisiones
políticas internas de los palestinos. Sus conclusiones son desalentadoras:
el empobrecimiento de Gaza es exclusivamente producto de decisiones humanas
y no de consecuencias naturales.
El año 2007 fue el año cero para Gaza. En julio de aquel año Israel impuso
un bloqueo global sobre la Franja y la declaró “entidad enemiga”. Antes de
2007, la vida allí ya era muy difícil, pero ahora se ha convertido en cruel
e implacable. Gaza, de la que una vez se afirmó que sería “el futuro
Singapur de Oriente Próximo”, se ha convertido en una metáfora de la
pauperización.
Según el mencionado informe de la ONU, entre 2006 y 2016, el producto
interior bruto (PIB) per cápita de Gaza descendió un 5,3 por ciento,
mientras en la Cisjordania ocupada crecía un 48,5 por ciento. La pobreza ha
aumentado desde el 30 por ciento en 2004 a alrededor del 40 por ciento en la
actualidad. Gaza sufre uno de los índices de desempleo más elevados del
mundo, el 41 por ciento a finales de 2016. Más del 60 por ciento de los
gazatíes entre 20 y 24 años están sin trabajo y el índice de desempleo
femenino pasó del 35 por ciento al 64 por ciento entre 2006 y 2016. En 2017,
más del 60 por ciento de la población era parcial o totalmente dependiente
de la ayuda humanitaria. Según otros informes, la violencia de género, la
tasa de divorcios y de suicidios y el consumo de drogas están todos en
aumento.
Los sectores económicos tradicionales de Gaza se están marchitando. La
agricultura, la silvicultura, la pesca y la manufactura han reducido su
volumen económico y, trágicamente, la reconstrucción de los barrios
destruidos durante los tres conflictos con Israel de los últimos nueve años
se ha convertido en la principal fuente de crecimiento.
Israel controla todo lo que entra y sale de Gaza. El número de camiones
cargados de productos que partió de la Franja en los cinco primeros meses de
2017 es inferior a una tercera parte de los que salieron en la primera mitad
de 2007. El informe destaca que “la trayectoria económica de Gaza a lo largo
de la última década es un claro indicador de su constante retroceso del
desarrollo”.
La situación del agua potable es desesperada. El exceso de extracción al que
se somete al acuífero costero de Gaza ha provocado la intrusión de agua
marina haciendo que el 96 por ciento del agua subterránea sea ahora
inadecuada para el consumo humano.
La mitad de la población solo tiene acceso al agua durante ocho horas cada
cuatro días, y otro 30 por ciento recibe agua ocho horas cada tres días. El
agua transportada en camiones es 15-20 veces más cara que la procedente de
la red y su calidad es poco fiable. Como ocurre con otros bienes escasos,
los más afectados son los pobres y los más vulnerables. Un nuevo acuerdo
sobre el agua entre la AP e Israel, recientemente anunciado, puede aliviar
la situación en un futuro, pero la mejor apuesta de Gaza es la utilización
de plantas desalinizadoras y fuentes de electricidad segura propias.
El informe de Naciones Unidas recuerda al mundo que Israel sigue siendo la
potencia ocupante en Gaza, pues controla sus fronteras terrestres, aéreas y
marítimas, aunque ya no tenga “soldados sobre el terreno”. Como tal, sigue
teniendo la obligación legal de asegurar la salud, la dignidad y el
bienestar de su población. En particular, el informe recalca que “las
numerosas restricciones impuestas por Israel a los movimientos de personas y
bienes hacia el interior y el exterior de Gaza impiden el disfrute de toda
una serie de derechos humanos como el derecho a la libertad de movimientos y
[…] el derecho a la salud, la educación, el trabajo, así como niveles
adecuados de vida y una vida familiar”. Las otras partes que comparten
responsabilidad por lo que acontece en Gaza –Hamás, la Autoridad Palestina y
Egipto– tienen asimismo el deber legal de observar los derechos humanos y
los estándares humanitarios, algo que no siempre se ha cumplido en los
últimos años.
En 2012, la ONU emitió un informe titulado “Gaza en 2020: ¿un lugar
habitable?” [2]. Si aquel informe era sombrío, el nuevo es desolador.
Concluye afirmando que, en los cinco años que median entre ambos informes,
Gaza ha soportado “una espiral descendente de reversión del desarrollo y sus
habitantes están atrapados en un ciclo de necesidades humanitarias y
dependencia asistencial perpetuo”.
Cuando quedan menos de tres años para alcanzar el 2020, el informe advierte
de que a menos que la trayectoria actual varíe radicalmente, Gaza cada vez
estará “más aislada y más desesperada”, lo que probablemente provocará más
conflictos devastadores y una economía aún más arruinada en el horizonte. Si
ello fuera así, resultaría todavía mucho más difícil lograr la
reconciliación política entre los palestinos y un acuerdo de paz duradero
entre Israel y Palestina. ¿Podrán esas imágenes aéreas nocturnas de Gaza
detectar pronto alguna luz?
* Michael Lynk es Relator Especial de Naciones Unidas para los derechos
humanos en los territorios palestinos ocupados por Israel desde 1967. Fue
nombrado en 2016. Es profesor de derecho en la Universidad de London,
Ontario, Canadá.
Notas
[1]
https://unsco.unmissions.org/sites/default/files/gaza_10_years_later_-_11_ju
ly_2017.pdf
<https://unsco.unmissions.org/sites/default/files/gaza_10_years_later_-_11_j
uly_2017.pdf>
[2]
https://www.unrwa.org/userfiles/file/publications/gaza/Gaza%20in%202020.pdf
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