Feminismo/ El caso de Melania Trump [Gabriela Wiener]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Feb 1 00:15:24 UYT 2017


  _____

Correspondencia de Prensa

1° de febrero 2017

Boletín Informativo

redacción y suscripciones

 <mailto:germain5 en chasque.net> germain5 en chasque.net

  _____

Feminismo

El caso de Melania Trump

La primera dama estadounidense es ahora un papel en blanco sobre el que las
mujeres proyectamos nuestras pesadillas. No sabemos si tomarla como víctima
o acusarla por su complicidad con el misógino más poderoso del mundo. Pero
la denuncia debe trascender a Melania.

Gabriela Wiener, desde Madrid

The New York Times, edición en español, 27-1-2017

https://www.nytimes.com/es/

Pasan los días y seguimos sin saber cómo tomar a Melanija Knavs, la exmodelo
yugoslava que se nacionalizó estadounidense en 2006 y once años después se
convertiría en la primera dama de Estados Unidos.

No sabemos si abrazarla fuerte en medio de ese gesto contrito, desolado, o
tomarla con pinzas cuando dice que su marido es un tipo con el corazón y la
mente de un líder, algo que es comprensible que alguien diga de su marido. A
menos que este sea presidente de los Estados Unidos de América y se llame
Donald Trump.

Por eso, por momentos, cuando veo la mirada perdida de Melanija/Melania, tan
lejana que hace que las flores del mantel parezcan tener más vida que ella,
tengo ganas de aplaudirle en medio de la nariz, como cuando se despierta a
las personas hipnotizadas. O a alguien que lleva más de una década al lado
del misógino más poderoso del mundo.

Los mensajes de sororidad —irónica y en dosis ajustadas, tratándose de la
aventajada esposa blanca de un multimillonario blanco del hemisferio norte—
de la campaña #FreeMelania, parecen ser parte de un guion cómico de Lena
Dunham o de Amy Schumer, sobre todo cuando son enarbolados por jóvenes como
muchas de las que marcharon el otro día: “Melania, si estás en peligro,
pestañea dos veces”.

El estilo dominante en las protestas en Estados Unidos ha sido el del humor
feminista en modo guerrilla. Al final se han oído más risas por el supuesto
“síndrome de Estocolmo” de la señora Trump, que por las comparaciones
sexistas de su vestido azul con el vestido de Michelle o el de Jessica Lange
en la segunda temporada de American Horror Story. Y la denuncia ha
funcionado. La idea de Melania como víctima ha calado.

Sin embargo, a la hora de ponernos serias, la opinión se ha dividido entre
los que creen que hay que “ser amables” con ella, aunque solo sea una
presunta víctima, y no olvidar ni por un segundo que Trump es el verdadero
objetivo; y los que rechazan que se le victimice y alegan que hay que
hacerla responsable de sus decisiones; por ejemplo, la de seguir tolerando a
un hombre de ideas abiertamente xenófobas como su marido y continuar en el
papel de colaboradora de un gobierno que niega el cambio climático y se
relame con la elaboración de muros.

Y aun así, más que una incógnita o un personaje ambivalente, la primera dama
estadounidense es ahora mismo un papel en blanco sobre el que estamos
proyectando nuestras pesadillas. Por si fuera poco, todos esperarán
convertirla en su instrumento: mientras su marido parece usarla como trofeo,
los enemigos de Trump la quieren de arma arrojadiza, e incluso desde el
feminismo la hemos usado como símbolo de un estado de cosas, minimizando o
exacerbando las circunstancias concretas de su “drama particular” (en caso
de que sea efectivamente un drama).

Pero si intentamos trascender, por un momento, la figura de Melania, el
#FreeMelania tiene un efecto mucho más potente. La denuncia es otra. No se
trata de “liberar” a la supermodelo “secuestrada” por el supertirano, sino
de liberarnos a nosotras mismas de los modelos que nos imponen y que no nos
representan: la mujer-florero, la mujer-objeto, la mujer detrás del “gran”
hombre, la primera dama…

La rebelión ante esta nueva encarnación de lo más rancio del aparato
misógino y opresor en el poder es lo que viene explotando en las calles día
tras día. Y no solo en las calles en las que Madonna o Scarlett Johansson
dan discursos, también en las que se llenan de mujeres perseguidas: las
negras, las indígenas, las musulmanas, las mexicanas, mujeres que corren
auténticos riesgos.

Melania no solo no pertenece a ninguno de esos colectivos sino que lo más
probable es que no mueva un dedo por ellos, ni siquiera en nombre de su
origen balcánico y su condición de inmigrante en Estados Unidos. ¿Por qué
entonces debemos preocuparnos por sus ataques de spleen o melancolía? Tal
vez porque en eso (también) consiste el feminismo: en saber que estamos aquí
las unas para las otras. Aunque la víctima de turno no pestañee.

  _____





---
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
https://www.avast.com/antivirus


------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20170201/fc73eb92/attachment.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa