Argentina/ Códigos de la calle: protestar, negociar, reprimir [Tali Goldman]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Jul 4 22:52:54 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

4 de julio 2017

Boletín Informativo

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Argentina

Protestar, negociar, reprimir

Códigos de la calle

Tali Goldman *

Revista Anfibia, julio de 2917

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La represión contra manifestantes en la Avenida 9 de Julio puso en las
pantallas de todo el país a un frente de organizaciones sociales con quienes
el gobierno no ha tejido acuerdos. La reconstrucción detallada de las
negociaciones entre los referentes, funcionarios y policías permite ver cómo
se establecen –y se rompen- pactos de convivencia en un corte de calle. Un
recorrido por la trayectoria de los líderes de las agrupaciones y algunas
claves para entender cómo actúan las diferentes áreas del Estado frente a la
protesta social.

No había mate, ni té, ni café. Esto sería rápido, comentaron algunos de los
18 referentes, todos hombres menos dos, que se acomodaron de un lado de la
mesa en una oficina del subsuelo del Ministerio de Desarrollo Social de la
Nación. Del otro lado se sentaron Fernando Regio, secretario de Abordaje
Territorial, y Leandro Ledinic, Coordinador de Organizaciones Sociales del
ministerio de Trabajo, junto con sus asesores. Eran las dos de la tarde del
miércoles 28 de junio. Fuera del edificio, sobre la 9 de Julio y la Avenida
Belgrano, unos 7 mil militantes de las agrupaciones que conforman el Frente
por el Trabajo y la Dignidad Milagro Sala, cantaban contra el gobierno,
quemaban gomas e interrumpían el funcionamiento del Metrobús, un símbolo de
la gestión de gobierno en la Ciudad de Buenos Aires.

Los reclamos eran claros, así se lo habían hecho saber a la propia ministra
Carolina Stanley en una reunión en el mes de febrero, la única vez que los
recibió, hace ya seis meses. Le pedían tarifas diferenciales para las
empresas recuperadas y los emprendimientos de las cooperativas. También
reclamaban no des-cooperativizar el programa de empleo, o sea, demandaban
que se les garantizara el mantenimiento de las cientos de cooperativas que
forman el frente, por medio de la vigencia del programa de empleo. Exigían
la marcha atrás con las bajas a los pensionados. Y, por último, la
declaración de la emergencia alimentaria.

En los primeros 40 minutos de reunión, las dos partes no se movían un
casillero de sus posiciones.

—A ver, muchachos, ustedes sabían que movilizábamos; nos estaban esperando
en la puerta para negociar, estamos hace casi una hora y nos dicen que no
tienen ninguna respuesta. ¿Con qué idea se vinieron ustedes para negociar?
Porque en una negociación todos tenemos que ceder una parte. ¿Qué es lo que
ustedes están dispuestos a ceder? ¿Cuál es su propuesta? —dijo Coco
Garfagnini, referente nacional de la Tupac Amaru.

—Nosotros venimos a escucharlos —respondió Regio.

—Entiendo, pero yo, para que me escuchen me busco un terapeuta. Yo necesito
que me resuelvas los problemas con los compañeros.

—Nosotros estamos dispuestos al diálogo y escuchamos.

—Necesitamos respuestas, no que nos escuchen.

En la calle, un carro hidrante de infantería comenzaba a moverse.

***

Los días de movilización, Alejandro Coco Garfagnini sabe a qué hora sale de
su casa, pero nunca a qué hora vuelve. El miércoles 28 de junio se fue a las
10 de la mañana y volvió a las 6 del día siguiente.

En las marchas es fácil identificarlo por su vestimenta: siempre va de
pantalón y campera de jogging, crocs u ojotas. Fue la cara más visible del
la tarde del 28 de junio, cuando la policía reprimió a los manifestantes y
todo el país siguió por televisión las imágenes de carros hidrantes, agentes
en moto disparando balas de goma y otros repartiendo palazos.

Garfagnini empezó a militar a los 16 años en el peronismo. Entró al mundo
sindical de la mano de Saúl Ubaldini, para convertirse, muchos años después,
en una de las personas de mayor confianza de Milagro Sala. Garfagnini estuvo
vinculado al ministerio de Desarrollo Social entre 2004 y 2015: entró en un
plan denominado “Promotores territoriales para el cambio social”, con un
contrato precarizado denominado C4, que debía renovar cada diciembre. Así lo
hizo hasta el 2015, cuando no se lo quisieron renovar más.

Ese 28 de junio llegó al Ministerio liderando la columna de la Tupac Amaru,
la más numerosa. Lo esperaban dirigentes de las otras 17 agrupaciones que
conforman el Frente por el Trabajo y la Dignidad Milagro Sala, entre las que
están Quebracho, Descamisados, la Federación de Trabajadores por la economía
social, Movimiento Nacional de Trabajadores Autogestionados (MNTA), entre
otros.

El movimiento piquetero y de organizaciones sociales nunca fue un bloque
uniforme. Pero a fines de 2016, la llamada “Ley de Emergencia Social”
–aprobada en diciembre- y su implementación generó una división. En medio de
las negociaciones para conformar un Consejo de la Economía Popular y el
Salario Social Economía Social y un Registro Nacional de la Economía
Popular, aparecieron las diferencias. La Confederación de Trabajadores por
la economía Popular (CTEP), la Corriente Clasista y Combativa (CCC) y
Barrios de Pie –que llevaban varios meses movilizando por la ley- quedaron
de un lado. Mientras que una veintena de agrupaciones formaron el Frente por
la Dignidad y el Trabajo Milagro Sala, que tuvo su debut en un plenario en
el mes de noviembre de 2016 en la sede de Constitución en la Facultad de
Ciencias Sociales. Para diferenciarse del “triunvirato piquetero” –así lo
dicen- dijeron que ellos no estaban dispuestos a “cogobernar” con el
macrismo.

—Yo fui a la casa de Emilio Pérsico y le manifesté que nosotros no estábamos
de acuerdo con esa alianza con el Gobierno. Nosotros planteamos que el
problema central era el modelo económico, que no era la transferencia de 20
mil millones de pesos de desarrollo social para la entrega de planes —dijo
Garfagnini.

El dirigente piensa que formar un consejo de la economía social en el ámbito
del gobierno es un error político, porque es cogobernar y así, las
organizaciones sociales se convierten en administradores de la pobreza y en
contenedores de una crisis social.

***

Los teléfonos de los dirigentes empezaron a vibrar y sonar. A todos les
llegaba el mismo mensaje. Afuera del edificio del Ministerio, la infantería
avanzaba por la 9 de julio.

—Che, ¿ustedes están por reprimir? —dijo uno de los dirigentes.

—No no, para nada. Estamos en comunicación con la policía, no vamos a
reprimir.

—Hijos de puta ¿van a reprimir? Está gendarmería, hijos de puta, van a
reprimir —dijo otro dirigente.

Los dirigentes sociales salieron a los apurones de la reunión, subieron del
subsuelo a la planta baja y salieron del edificio. Los funcionarios se
quedaron inmóviles de su lado de la mesa.

Una vez afuera, comprobaron que la infantería avanzaba con un carro
hidrante. Garfagnini se adelantó y pidió hablar con el jefe del operativo,
Juan Carlos Carna, de la comisaría cuarta. No era la primera vez que
hablaban cara a cara.

—Nos conocemos todos en la calle y tenemos buena relación. Cuando uno está
en la calle movilizando todo el tiempo tiene diálogo con la cana, es algo
permanente. Tengo buena onda con varios de los canas. Esa imagen de que
somos salvajes y les gritamos ‘puto puto’ a los canas es una construcción de
los medios. Siempre cumplimos los acuerdos que quedamos con ellos —dice
Garfagnini, en su casa, tres días después.

El dirigente de la Tupac estaba rodeado de otros referentes y militantes. La
escena fue registrada por cámaras de televisión y de celulares:

—Ustedes no nos dejan otra alternativa que quedarnos. Acá hay mujeres, hay
pibes. ¿Cuál es la idea de la guardia de avanzar contra los compañeros, eh?
Es al pedo. Cuántas veces nos hemos hablado nosotros y vos me has dicho pa
pa pa.

Los comisarios lo escuchaban, se miraban y hablaban bajito entre ellos.

—Sabés qué pasa —continuó Garfagnini—, ustedes avanzan y nosotros no vamos a
permitir que avancen porque tenemos mujeres y pibes. Nos vamos a terminar
cagando a palos entre nosotros, me entendés. Y los funcionarios, que ganan
150 lucas, se están cagando de risa de nosotros, me entendés. Entonces
arreglemos entre nosotros las cosas como son. Estos son del Newman, me
entendés, y ustedes son de los mismos barrios que nosotros. Nos vamos a
terminar cagando a palos entre nosotros y ellos se cagan de risa. Entonces
nosotros no queremos quilombo, me entendés.

—Nosotros tampoco queremos quilombo. Liberen el metrobús y saquen las gomas
—dijo el policía.

—Te apago las gomas, te libero el metro y basta —dice Garfagnini entre
aplausos.

—Quedate tranquilo que el resto lo manejo yo —dijo Carna.

Quienes rodeaban al referente de la Tupac aplaudieron. Los referentes
comenzaron a dar indicaciones a los manifestantes: la orden era liberar la
zona del Metrobús y dispersar las gomas con fuego. El teléfono de Garfagnini
volvió a sonar. Era Fernando Regio del ministerio.

—Vengan solo cuatro para seguir negociando.

***

La discusión sobre la protesta y sus métodos se reactualiza en Argentina en
forma semanal. Para la antropóloga Julieta Quirós, que investiga a las
organizaciones sociales y sus métodos de protesta, la nueva “voz oficial”
–gobierno, medios y sectores sociales que apoyan a la gestión Cambiemos- han
reeditado y nutrido en el último período la imagen demonizada de los que
protestan, poniendo el foco en ‘los métodos’ de la protesta o sus efectos
colaterales. “Esa operación de demonización e irracionalización de la
protesta es condición de posibilidad para la represión”, dice.

—Si la cana empieza a reprimir, se empieza a armar quilombo, la gente
empieza a correr para todos lados en forma de estampida, y se puede generar
una tragedia, hasta muertos. Nuestro objetivo es cuidar a nuestros
compañeros.

Garfagnini explica que lo de las gomas encendidas sirve para eso: para
ponerle un freno a la policía y ganar tiempo.

—En primera fila yo pongo a los más duros, los de Quebracho y algunos
compañeros de la Tupac. ¿Por qué? Es simple, yo confío en la palabra de la
cana; pero yo tengo 10 mil tipos ahí: mujeres embarazadas, pibes
discapacitados. Entonces, si la cana avanza yo los tengo que parar, no
porque me quiero cagar a trompadas, nadie se quiere cagar a trompadas con la
cana. Los tengo que parar porque tengo que ganar tiempo para que el resto de
los compañeros pueda salir.

En las movilizaciones, los militantes de Quebracho suelen marchar con las
caras tapadas y palos en las manos. Germán, su referente, aún conserva la
marca de la bala que le dispararon en el puente Pueyrredón, el día que la
policía terminó con la vida de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. Para
él, la cara tapada y los palos son una herramienta defensiva cuando se
atraviesan momentos de “represión en los barrios y la persecución hacia
quienes protestas”. Dice que este momento tiene características similares
con el año 2001.

Quebracho ya no está liderada por quien fuera su cara más visible, Fernando
Esteche. La organización continúa con un trabajo territorial que incluye
comedores populares a lo largo y ancho del país, en zonas relegadas de las
provincias de Chaco o Salta.

—Nosotros decidimos, desde hace muchísimos años, crear una estructura de
seguridad para defendernos de las agresiones de la policía, que también va
con la cara tapada cuando reprime –dice Germán-. Por otro lado, la cara
tapada también es un homenaje a Kosteki y Santillán, que estaban con
capuchas y palos.

Germán también aclara que durante los últimos años han participado de muchas
manifestaciones a cara descubierta, pero que desde que asumió el gobierno de
Cambiemos tuvieron que volver al mismo dispositivo “por una cuestión de
protección”.

—Nosotros jamás apoyamos al gobierno kirchnerista. Aníbal Fernández y Felipe
Solá eran nuestros enemigos por haber sido voceros de la represión en 2001.
El primer apoyo explícito que tuvimos fue apoyar a Scioli en el balotaje.
Antes mantuvimos la independencia electoral.

***

Un par de minutos después del llamado de Fernando Regio, Coco Garfagnini,
Germán de “Quebracho”, Fernando Gómez de “Descamisados” y Eduardo Monti de
“La Federación de Trabajadores por la Economía Social” entraron por al
ministerio por la calle Lima. Volvieron a darse las manos. Esta vez, también
los esperaba Carlos María Pedrini, secretario de Gestión y Articulación
Institucional, mano derecha de la ministra Carolina Stanley. También
pensaron que eso era una buena señal.

El “rango” del funcionario es clave para desactivar un piquete o conflicto y
acortar los plazos de negociación. La antropológa Julieta Quirós lo
sintetiza así: cuando se produce un piquete se apunta sólo a quienes se
movilizan pero no al Estado. El “por qué” del piquete no puede ser
unilateral. El Estado participa cuando privilegia la indiferencia, el
“bicicleteo” o habilita espacios meramente formales que no comportan
diálogos genuidos. Por ejemplo, cuando envía a negociar a funcionarios de
tercera línea que sólo proporcionan respuestas técnicas a problemas que
requieren decisiones que atañen a los rangos políticos.

A las 16:30 el Metrobús ya estaba liberado y las gomas apagadas. Pero, como
en toda negociación, igual se tomaron recaudos. En la Avenida 9 de julio las
fuerzas de seguridad seguían formando un cordón humano, al igual que los
manifestantes. Estaban enfrentados.

—Chequeen que la cana no reprima. Yo ya liberé el Metrobus y acordé —dijo
Garfagnini apenas entró.

—Quedate tranquilo, yo tengo contacto directo con la cana, quedate
tranquilo. Entremos así charlamos —respondió Pedrini.

Caminaron diez metros hasta el hall. Ahí escucharon: pum pum pum.

—Hijos de puta están reprimiendo —gritó uno de los dirigentes.

Corrieron hacia fuera.

—Había una decisión política previa de reprimir pase lo que pase. Esa
decisión fue del Gobierno. Y los que negociaban con nosotros quedaron como
idiotas, o son cómplices y fueron actores que jugaron a distraernos —dice
Garfagnini— Siempre me busca la cana para hablar y nunca tuve ningún
quilombo. Inclusive, en muchos conflictos, la propia policía fue la que
trabajó para que nos reciban los funcionarios y poder destrabar los
conflictos. Tenemos códigos de la calle. Pero después hay decisiones
políticas.

***

Al comisario Carna y al oficial de infantería Lacoste, les llegó la orden.
Hay que reprimir. Se los dijeron por la radio. La infantería avanzó junto a
los camiones hidrantes.

Fernanda Pereyra, la abogada de Quebracho, se acercó a Carna y le imploró
que no reprimieran:

—Deciles, Carna, modula.

Pereyra le pidió diez minutos así sus compañeros tenían tiempo de despejar
la zona e irse. Carna, mirando para abajo, le dijo que no podía.

Los manifestantes comenzaron a correr por la calle Moreno. Mujeres, chicos,
madres embarazadas, corrían para no ser alcanzados por las balas de goma.
Quienes eran capturados por los policías recibieron bastonazos y terminaron
con las caras llenas de sangre. Policías de civil redujeron a varios
militantes y le estamparon la cara contra el cordón. Además de los carros
hidrantes llegaron, por las calles laterales, las motos. Un grupo de
manifestantes ofreció resistencia: tiraron piedras, prendieron fuego tachos
de basura con fuego para ganar tiempo y proteger así a los compañeros que
corrían para escapar.

Cinco militantes quedaron detenidos en la comisaría 30 por unas horas bajo
la carátula de “intimidación publica y resistencia a la autoridad”. Otro
también es detenido en esa misma comisaría pero trasladado con heridas
graves al Hospital Argerich. Dos menores, uno de 14 y otro de 17, fueron
demorados en el Instituto Inchausti y tres fueron llevados de urgencia al
Hospital Finocchietto con heridas de bala de goma.

***

—Nos hemos movilizado en reiteradas oportunidades, y siempre de la misma
manera. Acá hubo una cacería ideológica planificada —dijo, tres días
después, por teléfono, Fernando Gómez, referente de “Descamisados”, una de
las organizaciones que forman el Frente.

Nacida en 2008 durante la denominada “crisis con el campo”, cuando las
patronales agrarias cortaron rutas en todo el país, la Desca, como la llaman
sus militantes, surgió “con la voluntad de construir una identidad” que les
“diera una disputa por el sentido histórico del peronismo”. Con presencia en
todas las provincias y en 50 distritos de la provincia de Buenos Aires, la
organización hace un trabajo territorial intenso. Tiene además un colectivo
de medios llamado “Oveja Negra”: más de treinta medios alternativos entre
revistas, radios, experiencias audiovisuales, y tres escuelas populares de
medios. Sus referentes tuvieron algunos cargos menores dentro del gobierno
anterior: formaron parte de la escuela superior de gobierno, que dependía de
la Jefatura de Gabinete.

Un caso similar, en cuanto al vínculo con el gobierno de Cristina Fernández,
es el de Eduardo “El Negro” Montes, referente de la Federación de
Trabajadores para la Economía Social. Era empleado en el ministerio de
Trabajo en el 2012, en la Subsecretaría de Promoción Social de Economía, que
dependía de la Secretaría de empleo de la Nación. Tenía un contrato
precarizado denominado “PNUD” y le facturaba al ministerio. Fue cesanteado
cuando asumió la gestión Cambiemos.

Montes es un trabajador de la Gráfica Patricios, una de las pioneras en
empresas recuperadas en el año 2003. Hoy, el establecimiento del barrio de
Barracas tiene, además, un colegio secundario de reinserción, al cual
asisten 600 jóvenes desde entre 17 y 21 años que quieren terminar sus
estudios. La Federación, que nació en agosto de 2015, nuclea alrededor de
diez cooperativas, todos trabajadores en medios de producción.

Garfagnini, Gómez y Montes fueron apuntados en diferentes notas
periodísticas como los “ex funcionarios K” que lideraron el piquete de la 9
Julio. Lo real es que los tres, que representan a trabajadores informales,
precarizados o de la economía social, desempeñaron funciones en el gobierno
anterior por medio de vínculos precarizados, similares a los que las
administraciones del Estado utilizan para contratar a personal de distinto
rango.

* Tali Goldman, periodista, egresada del CNBA y politóloga de la UBA
(Universidad de Buenos Aires) trabajó en Télam, Revista 7 días, revista
Veintitrés y el diario El argentino Zona Norte y fue columnista en la radio
de las Madres de Plaza de Mayo. entre otros medios.

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