Europa/ Cambio político: la extrema derecha gay-friendly [Pablo Stefanoni]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Jul 5 23:33:41 UYT 2017


  _____

Correspondencia de Prensa

5 de julio 2017

Boletín Informativo

 <https://correspondenciadeprensa.wordpress.com/>
https://correspondenciadeprensa.wordpress.com/

redacción y suscripciones

 <mailto:germain5 en chasque.net> germain5 en chasque.net

  _____

Europa

Cambio en la política europea: la extrema derecha gay-friendly

Los partidos de derecha más radical atraen parte de los votos de las
minorías sexuales, un fenómeno que la islamofobia ayuda a explicar.

Pablo Stefanoni

La Nación, 2-6-2017

http://www.lanacion.com.ar <http://www.lanacion.com.ar/>

¿Una mujer lesbiana a la cabeza de Alternativa para Alemania, el partido más
a la derecha del espectro legal? Así es. Se trata de Alice Weidel, 38 años,
doctora en Economía, vive en pareja y tiene dos niños. Recientemente se
transformó en líder de este partido fundado en 2013 para enfrentar el euro y
trasformado en poco tiempo en un partido antiinmigración. Esto, que podría
parecer una contradicción, es sólo el ejemplo más reciente de la creciente
visibilización de figuras provenientes de las denominadas "minorías
sexuales" en puestos dirigentes de partidos de extrema derecha.

Hace poco, un medio francés se preguntaba si el Frente Nacional (FN) de
Marine Le Pen se volvió realmente un partido gay-friendly. De hecho, la
estrategia de desdiabolización y normalización de Le Pen -que no agrada al
ala dura- incluyó una apertura hacia los homosexuales. Es más, la segunda
figura del partido, Florian Philippot, es abiertamente gay, al menos desde
que un medio lo fotografiara paseando de la mano con otro hombre. "Soy
moderno y vivo en el siglo XXI", zanjaría más tarde. Sébastien Chenu,
fundador del GayLib, una organización gay conservadora, se sumó también al
partido de extrema derecha como asesor y el "Mr Gay" francés Matthieu
Chartraire se declaró en 2015 fan de Le Pen. Y la lista sigue: Julien Odoul
pudo pasar de las fotos sexies en portadas de revistas gays a una
candidatura por el Frente Nacional.

Todo este mundo de la derecha -más o menos extrema- es diverso. Por ejemplo,
la alemana AfD considera al FN de Le Pen demasiado "socialista" y brega por
una suerte de nacional-liberalismo xenófobo, es decir, libre mercado sin
inmigración y sin euro.

Más extrovertido, el británico Milo Yiannopoulos es -o era- una de las
estrellas de la alt-right (derecha alternativa) estadounidense. Le encanta
jugar el juego de "súper villano" en Internet, durante años desde la página
Breitbart News, regentada por Steve Bannon, hoy un muy cercano asesor de
Donald Trump. Antifeminista, islamófobo y crítico de la corrección política,
Yiannopoulos perdió apoyo entre círculos conservadores norteamericanos
recién cuando su afán de extroversión lo llevó a bromear con la pedofilia.

Todo ello lleva a preguntarnos por las transformaciones de las identidades
Lgbti cuando cada vez más países legalizaron el matrimonio igualitario o al
menos la unión civil y las sociedades rechazan crecientemente la homofobia
(claro que perviven muchos países oficialmente homófobos, especialmente en
África y Medio Oriente, y en Occidente la intolerancia está lejos de haber
desaparecido). Tampoco se trata de que antes no hubiera homosexuales de
derecha -es famoso el caso del jerarca nazi Ernst Röhm y la homosexualidad
en las SA o miembros de la derecha republicana en Estados Unidos-, pero
solían mantener ocultas o semiocultas sus opciones sexuales. Hoy el fenómeno
de la extrema derecha capaz de interpelar el voto gay atrae cada vez más
atención en los medios y en las organizaciones Lgbti.

Como lo revela el discutido libro Pourquoi les gays sont passés à droite
(Por qué los gays se pasaron a la derecha), escrito en 2012 por Didier
Lestrade, el debate lleva a las transformaciones en la homosexualidad y a
los debates sobre formas de vida más mercantilizadas. Para Lestrade -una
figura del movimiento gay francés-, los homosexuales se transformaron en una
minoría privilegiada entre las otras minorías y la integración conlleva
también "aburguesamiento". Pero sin duda, la sigla Lgbti visibiliza al mismo
tiempo que oculta o al menos aplana la propia diversidad de las diversidades
sexuales y sus niveles de normalización social: no es lo mismo ser gay que
lesbiana o transexual. Y lo mismo ocurre con las divergencias ideológicas en
esta parte de la población. A diferencia de los homosexuales progresistas,
quienes adhieren a la extrema derecha dicen no "politizar" su identidad
sexual.

"Homonacionalismo"

El periodista francés Jean Stern, que acaba de publicar el libro Mirage gay
à Tel-Aviv, reflexionó sobre este fenómeno y utiliza el término
"homonacionalismo" para captar algunos cambios recientes. El término elegido
para el título es "espejismo" que, en francés, suena muy parecido a
matrimonio.

"En el caso de los políticos homosexuales de extrema derecha, su opción
ideológica se nutre de dos fuentes: por un lado, la islamofobia, el miedo a
los extranjeros y la idea de que en las periferias de las grandes ciudades
las mujeres, los “blancos” -los “verdaderos franceses”-, los judíos y los
homosexuales son amenazados por hordas de árabes homófobos y fanáticos. Y
por el otro, una mayor movilización por intereses patrimoniales que por el
destino de los excluidos, pobres o inmigrantes", dice a La Nación el
cofundador de la mítica revista Gai Pied en los años 70.

El sociólogo Ernesto Meccia, autor de Los últimos homosexuales. Sociología
de la homosexualidad y la gaycidad (2011), habla de la mutación de la
homosexualidad. En su lectura de las transformaciones advierte una relación
importante entre el incremento de la ciudadanía homosexual y su
visibilización en los grandes espacios urbanos a través de diversos
emprendimientos de mercado. Entre otros hitos, cabe recordar que en la
Argentina se creó la Cámara Argentina de Comercio Gay Lésbico y se puso en
circulación una guía llamada BAGay, en la que puede verse una notoria
infraestructura de servicios destinada a un público turístico gay de elevado
nivel económico.

Meccia refiere a un proceso multidimensional en el que no solamente los
emprendimientos empresarios hacen visible la gaycidad, sino también muchos
espacios políticos (de casi todos los colores). Este "acercamiento" a la
homosexualidad comenzó a ser calificado -no sin ironía-como pinkwashing para
significar que la homosexualidad (que en su momento fue una causa
estrictamente progresista) comienza a ser utilizada para "lavar la cara" de
personas y organizaciones que no tienen ningún interés específico y sincero
en ella, pero a quienes sirve para posicionarse en el rentable mercado
simbólico de lo "políticamente correcto". Para Meccia, el mito de Buenos
Aires como la ciudad más gay-friendly de América Latina, promocionado por el
95% de la clase política, debe ser leído en esta clave.

Para Stern, el turismo gay a Tel Aviv es un caso emblemático de pinkwashing
que da una clave de inteligibilidad de algunos cambios de la homosexualidad
en la arena política europea. Esta ciudad israelí se volvió una marca del
turismo gay gracias al apoyo estatal. Pero además de diversión -sexo, sol y
playa- el periodista francés identifica una batalla más amplia en la que
Israel -hoy gobernada por la extrema derecha y fuertemente cuestionada en la
escena internacional- encarnaría a Occidente en su batalla contra el mundo
árabe-musulmán. Sin duda no hay efectos mecánicos ni determinismos, pero en
muchos casos, ese turismo no sólo legitima facetas de la política israelí
frente a los palestinos sino que además termina por fortalecer imaginarios
políticos xenófobos. Un dato puede sorprender: en las elecciones regionales
de 2015 -según algunas encuestas-, más del 30% de los homosexuales casados
-con mayoría de gays sobre lesbianas- votaron por el partido de Le Pen,
aunque ella expresó que en caso de ganar las presidenciales derogaría el
matrimonio igualitario.

El gran reemplazo

Un precursor de la articulación política entre islamofobia y homosexualidad
fue Pim Fortuyn, un dirigente de la extrema derecha holandesa asesinado en
2002. Y un ejemplo actual es el francés Renaud Camus. En los años 70, este
escritor fue colaborador de Gai Pied y cronista explícito de la subversiva
sociabilidad sexual de los black rooms gays neoyorquinos. Hoy es el autor de
una "teoría" a la que denomina el "gran reemplazo", que fascina a los
círculos de la extrema derecha profunda: Francia está siendo colonizada por
los árabes y musulmanes y los "nativos" franceses, junto con su
civilización, están en camino de desaparecer con la complicidad de Europa y
de su propio gobierno.

Alexander Tassis, presidente de Alternativa Homosexual, la agrupación gay de
AfD, explica su posición en una entrevista con el diario El Español:
"Nosotros no nos identificamos con el movimiento LGBT izquierdista, tenemos
un punto de vista político de las cosas nacional-conservador siendo
homosexuales". Tassis retoma los temores al "reemplazo" y critica al resto
de los partidos políticos, acusándolos de participar en la "islamización de
Europa": "Es obvio que todos los partidos en Alemania tienen una agenda
islamizadora. Los partidos están engañando a sus electores y nosotros los
invitamos a despertarse".

Claro, no toda la extrema derecha se convirtió a las nuevas sensibilidades
ni la mayoría de los gays y lesbianas se pasaron a la derecha, pero los
desplazamientos son visibles. "Hay algunos miembros del partido que se han
expresado en contra de la homosexualidad, pero han sido obligados a pagar
una multa o fueron expulsados. La homosexualidad no es un problema en AfD",
señala, con naturalidad, Jana Schneider, lesbiana y dirigente de los Jóvenes
Alternativos, la agrupación juvenil del partido. Y agrega: "Los homosexuales
de toda Europa tienen que darse cuenta de que el islam político es un
peligro para ellos y sus derechos".

Recientemente, el portal argentino Sentido G se preguntaba: "¿Por qué
algunos gays se han pasado a la ultraderecha?" y recordaba un discurso de
Barack Obama en el que señaló que el racismo y la homofobia provienen de la
misma mentalidad. El joven activista y columnista gay y de izquierda
británico Owen Jones reaccionó en la misma línea, buscando reconectar
diversidad sexual y política progresista. No se trata de negar la homofobia
en el mundo musulmán sino de evitar las "amalgamas" constructoras de racismo
y las posiciones anticosmopolitas.

De hecho, como explicó en una oportunidad el escritor y activista Bruno
Bimbi, para argumentar en favor del matrimonio igualitario en la Argentina
se utilizaron los textos de Hannah Arendt contra la prohibición de
matrimonios interraciales en Estados Unidos. No obstante, algunas cosas
están cambiando en la medida en que la homosexualidad se normaliza. Si la
economía de mercado potenció en los últimos años un "capitalismo gay" y
liberal -basado en sólidos estudios de mercado-, los comprensibles temores
frente a los efectos de la migración y del terrorismo conducen a lo que ya
algunos llaman un "nacionalismo sexual", que pone en cuestión muchas de las
tradiciones más libertarias asociadas a disidencias sexuales del pasado.

  _____





---
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
https://www.avast.com/antivirus


------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20170705/d5b25c54/attachment-0001.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa