China/Hong Kong/ En el vigésimo aniversario de la reunificación [Au Loong-Yu - entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Dom Jul 9 13:24:41 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

9 de julio 2017

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China/Hong Kong

Entrevista a Au Loong-Yu,   activista, escritor y miembro de Pioneer, una
organización socialista de Hong Kong

En el vigésimo aniversario de la reunificación con China

Robin Lee

Borderless Movement, 29-6-2017

https://borderless-hk.com/

Traducción de Viento Sur

http://www.vientosur.info/

-Recordando el momento del traspaso, ¿cuáles eran tus expectativas en aquel
entonces y cómo se compaginan con la situación actual en Hong Kong? ¿Se han
cumplido tus previsiones?

Sí y no. En 1997 ya existía una división entre los pandemócratas y el
movimiento social, porque los partidos pandemócratas se negaban a organizar
actos o manifestaciones para recordar al Partido Comunista Chino (PCC) que
queríamos que el pueblo hongkonés gobierne Hong Kong y que queríamos una
descolonización democrática. Los pandemócratas estaban en contra de hacer
cualquier cosa en este sentido, de modo que los demás grupos sociales –entre
los que se incluye más de un centenar de grupos como sindicatos, grupos
vecinales, confesionales, etc.– se unieron para organizar una manifestación
en demanda de devolución de la soberanía al pueblo.

Realizamos la manifestación deliberadamente en la medianoche del 30 de junio
de 1997 para simbolizar que lucharíamos por la democracia más allá de la
dominación colonial británica. Hubo algunos pequeños encontronazos con la
policía, pero nada del otro mundo. Pese a que mucha gente estaba muy
descontenta con la actitud de los pandemócratas y a que era bueno que se
organizara una manifestación independiente, no se consiguió prolongar la
movilización más allá de aquella acción singular con vistas a construir
partidos más progresistas y radicales después de 1997. Fue la flor de un
día. Una de las organizadoras de aquella manifestación habló hace poco
conmigo y me dijo que lamenta que no hicieran más cosas hace veinte años.
Ahora piensa que los activistas hongkoneses debieron haberse separado
radicalmente de los pandemócratas en aquel momento y no esperar a hacerlo
ahora, cuando es un poco demasiado tarde.

Una razón más interesante de por qué aquella coalición no era sostenible es
que cayó en la trampa del PCC con su táctica de dar largas a las medidas
represivas. Antes de 1997, mucha gente se sentía, por supuesto, muy insegura
y no sabía si el PCC acabaría de un plumazo con la libertad política de Hong
Kong. Retrospectivamente, creo que el PCC fue muy inteligente al no tomar
ninguna medida drástica en la primera fase de la descolonización. Pese a que
inmediatamente después de 1997 se impuso un legislativo provisional no
elegido a la población de Hong Kong, este órgano provisional también se
mostró muy cauto y no aplicó directamente el artículo 23 de la Ley
Fundamental (que estipula que Hong Kong debe convertir en ley la
salvaguardia de la seguridad nacional definida por Pekín), como nos temíamos
la mayoría, de modo que el PCC adoptó, visto desde hoy, una táctica
dilatoria. El problema es que muchos activistas hongkoneses se dejaron
engañar por este tipo de táctica y pensaron: “Bueno, el PCC tampoco es tan
malo y por tanto no urge radicalizarse ni organizarse mejor y ser más
reivindicativos”. Esto explica por qué no se planteó una reforma del
movimiento democrático y la creación de un partido democrático más radical.
No hubo ningún debate en este sentido.

Esto demostró dos cosas: por un lado, la táctica del PCC funcionaba y, por
otro, la mayoría de partidos políticos y movimientos sociales eran demasiado
ingenuos. Muchos creían que la libertad de Hong Kong se mantendría
indefinidamente. Incluso en 2003, cuando el PCC trató de obligar al gobierno
hongkonés a presentar la ley de seguridad nacional basada en el artículo 23;
entonces salieron 500 000 personas a la calle y paralizaron todo el tráfico
en las principales vías de la isla de Hong Kong para manifestarse en contra,
y el PCC reculó. Luego todo volvió a la normalidad y la gente pensó que a
pesar de que el PCC hubiera hecho mal con su intento, supo rectificar
rápidamente, y esto reforzó la ilusión de que podían mantenerse los dos
sistemas.

Ahora han pasado 20 años y es interesante ver cómo nos hemos debilitado.
Creo que es deprimente ver que mucha gente prevé una escasa participación en
la manifestación del día del aniversario del traspaso. En general cunde el
pesimismo entre los activistas. En realidad, este pesimismo ha ido
agravándose desde el Movimiento de los Paraguas. Esto no se debe tan solo a
que no lográramos nada, sino también a que desde entonces el PCC ha estado
interviniendo más abierta y agresivamente en Hong Kong. Sin embargo, el
campo democrático no sabe cómo ajustar sus estrategias y tácticas y no sabe
cómo responder al refuerzo del intervencionismo de Pekín. Este es ahora el
problema. Mientras que hace 20 años había cierta combatividad a la hora de
organizar la manifestación, hoy, después de 20 años, somos mucho más débiles
y estamos mucho más deprimidos. Este es el mayor contraste.

-Has mencionado el Movimiento de los Paraguas de 2014, cuando miles de
personas participaron en protestas y ocuparon las calles y plazas durante
semanas en demanda del sufragio universal. Tus comentarios parecen más bien
pesimistas al respecto. ¿Puedes explicar un poco más qué piensas de aquel
movimiento y cuál ha sido su repercusión en la situación política de Hong
Kong desde entonces?

Creo que a la larga el Movimiento de los Paraguas resultará de gran
importancia a pesar de no haber conseguido nada, pues yo lo calificaría del
primer movimiento realmente masivo que refleja un anhelo muy popular de
autogobierno democrático y de democracia. Sin duda el deseo de un Hong Kong
democrático, de una descolonización acompañada de una autonomía y una
democracia reales, siempre ha existido desde hace mucho tiempo. En 1989 hubo
una enorme movilización en solidaridad con el movimiento democrático en
Pekín, y esto también supuso una inflexión muy importante en la evolución
política aquí en Hong Kong. Fue un nuevo paso adelante y demostró que de
verdad queremos apoyar al movimiento democrático chino.

Sin embargo, aquella movilización también se vio limitada por el hecho de
que fue una movilización en solidaridad con China, pero no un movimiento que
al mismo tiempo impulsara una reforma democrática aquí en Hong Kong. Tras el
fin del movimiento democrático en Pekín, irónicamente, la mayor movilización
aquí en Hong Kong a finales de 1989 y en 1990 tuvo lugar para presionar al
gobierno británico a que nos concediera el derecho de residencia. No se
trataba de expresar nuestra necesidad y nuestro deseo de democracia, ni
tampoco de explicar cómo aspirábamos al autogobierno. Los partidos
democráticos impulsaron una campaña muy popular con vistas a presionar al
gobierno británico y al final este último solo entregó pasaportes a 50 000
familias de Hong Kong antes de que finalizara la campaña. Los partidos
democráticos estaban satisfechos porque en el fondo solo querían que la
clase media obtuviera los pasaportes y no les importaba que la gente común
no lo consiguiera.

Al menos en 2014, y por primera vez en la era de posguerra, hubo un
verdadero movimiento masivo por la democracia. Sin embargo, a medio plazo,
debido a que el movimiento no logró ningún objetivo y a que los estudiantes
y grupos sociales que apoyaban al Movimiento de los Paraguas carecían de
experiencia y dejaron que la extrema derecha los atacara en el último
periodo, siendo incapaces de defenderse, podemos ver que la adaptación
política, por no decir capitulación, se dio a esta extrema derecha. Así que
al final, fue la extrema derecha localista la que cosechó los frutos del
Movimiento de los Paraguas. Pasada la movilización, la extrema derecha fue
entonces capaz de acabar con la Federación de Estudiantes de Hong Kong
(HKFS), que había estado a la cabeza del Movimiento de los Paraguas. En
menos de un año, los localistas de extrema derecha hicieron algo que el PCC
no podía: desmanteló la HKFS mediante la agitación y haciendo que los
sindicatos de estudiantes federados la abandonaran.

Ahora podemos ver una de las secuelas de la derrota, y es que la mayoría de
sindicatos de estudiantes están en manos de los localistas. Puede que no
sean de extrema derecha, pero son nativistas y les importa un rábano la
justicia social o la defensa de la democracia y la lucha contra el PCC, por
mucho que su retórica sea contraria al PCC. De modo que los localistas de
extrema derecha destruyeron uno de los bastiones principales del movimiento
democrático, particularmente en el sector estudiantil. A corto plazo, el
efecto del Movimiento de los Paraguas es deprimente.

-Has mencionado el ascenso del localismo y de la extrema derecha desde el
Movimiento de los Paraguas. ¿Puedes detallar más las razones de ello? ¿Hacen
algo la sociedad civil o los movimientos sociales para contrarrestarlo?

Sí, hemos de reconocer que, objetivamente, cunde un sentimiento localista.
En realidad, en su forma sumamente rudimentaria mezcla muchos aspectos. Es
una combinación de oposición al PCC y sentimiento de nostalgia, y también
tiene que ver con el deterioro de la situación en todos los niveles de la
sociedad. Se agravan la pobreza y el problema de la vivienda, el sistema de
enseñanza se deteriora, así que es una mezcla de muchas cosas y la gente se
orienta más hacia lo local. Es una respuesta al tipo de sociedad que el PCC
y las élites dirigentes de aquí quieren que sea Hong Kong. Desde su punto de
vista, Hong Kong no debería ser una ciudad política, sino únicamente un
enclave económico. Es una idea típicamente colonial. El gobierno británico
ya pensaba que Hong Kong debía ser nada más que un puerto de libre comercio
al servicio del imperio británico. Cualquier cosa que fuera más allá no le
correspondía a Hong Kong. Esto siempre enfureció a la juventud. En la década
de 1970 también nos enfureció a nosotros.

Así que hemos de reconocer que existe un verdadero resentimiento contra esta
visión de Hong Kong por parte de la clase dirigente. Queremos un Hong Kong
que esté a nuestro servicio. En sí misma, no necesariamente es una visión de
extrema derecha, también podría ser de izquierda. El problema es que en Hong
Kong no hay partidos de izquierda, y todos los partidos pandemócratas son de
centro derecha. A resultas de ello, el llamado régimen liberal de Hong Kong
ha generado una mentalidad muy competitiva y de darwinismo social. Una vez
empieza a cundir este sentimiento localista, a la derecha siempre le resulta
más fácil capturarlo y orientarlo en un sentido xenófobo.

Pero también hay en juego un tercer elemento. Todo indica que algunos de los
localistas confesos y políticos de extrema derecha actúan en colaboración
con el PCC. Las informaciones de Sing Pao lo demuestran. Sing Pao siempre ha
sido un periódico muy conservador que apoya al PCC. Sin embargo, desde el
año pasado se ha convertido en un oponente muy activo a CY Leung (el jefe
del ejecutivo de Hong Kong). Esto rompe las reglas del bando pro-Pekín, que
dicen que por muchas diferencias internas que haya, todos han de apoyar al
jefe del ejecutivo. Sing Pao no solo ha acusado a CY Leung, sino que en
particular ha afirmado que CY Leung es responsable del ascenso del
movimiento por la independencia de Hong Kong. Le acusa de apoyar
secretamente a esta gente.

Asimismo ha afirmado que el jefe de la Oficina de Enlace de China también
participa en secreto en el apoyo al movimiento por la independencia. Además
de las acusaciones de Sing Pao, también está el hecho de que, durante las
elecciones del año pasado, muchas personas muy jóvenes, recién graduadas,
recibieron de pronto un montón de dinero para desarrollar campañas
electorales muy costosas. De hecho, hace un año, con motivo de la elección
del consejo de distrito, pudimos ver cómo algunos localistas fueron
condenados a prisión por fraude en la campaña electoral. En los
interrogatorios cruzados declararon que habían recibido subsidios del PCC
para presentarse a las elecciones en contra de los pandemócratas.

Así que es esta interacción de varios factores simultáneos la que ha dado
impulso a los localistas de extrema derecha y se ha convertido de pronto en
un movimiento por la independencia. Podemos ver cómo el ascenso del
movimiento por la independencia le sirve de pretexto al PCC para atacar la
autonomía de Hong Kong, descalificando a dos miembros independentistas del
Consejo Legislativo. Ahora van a la ofensiva y persiguen a otros miembros
del Consejo por la misma razón.

En realidad, para mí la xenofobia, el localismo de extrema derecha y los
sentimientos antichinos son exactamente lo mismo. No debemos olvidar que en
Hong Kong muchas personas se identifican como chinas. La mayoría de las
personas no consideran que su identidad china se opone necesariamente a su
identidad hongkonesa. ¿Qué pasa con la juventud? Existe aquí un profundo
abismo intergeneracional y pese a que la gente joven no necesariamente se
siente china, esto no la convierte necesariamente en antichina. Quienes son
expresamente antichinos son los localistas de extrema derecha.

No cabe duda de que hay jóvenes que les escuchan. Debido al primitivismo de
la educación política en Hong Kong, muchos no saben distinguir entre ser
anti-PCC y antichino. Sin embargo, esta simpatía por los localistas de
extrema derecha no se traduce en una adhesión a su partido, que es muy
pequeño. En internet parecen muy grandes, pero hay que tener en cuenta que
en internet también hay un montón de wumaodang (personas que cobran un
sueldo para defender a Pekín publicando comentarios en internet). A partir
de lo que se ha dicho en internet y en los mítines, podemos decir con
certeza que este sentimiento antichino tiene que ver con los localistas de
extrema derecha en general.

¿Qué se ha hecho para combatir esto? Por desgracia, poca cosa. Los
pandemócratas intentan a veces contrarrestar esta mentalidad antichina, pero
contraponen la identidad hongkonesa a su propia identidad china. Siguen
aferrados al nacionalismo chino, aunque en una versión más débil, pero esto
determina su futuro, ya que les separa totalmente de la generación más
joven. Choca directamente con las aspiraciones de la juventud, de modo que a
mi juicio tratar de contraponer la identidad hongkonesa a la identidad china
es suicida. El único enfoque razonable es respetar el hecho de que mucha
gente se sienta hongkonesa y comprender que esto no se contrapone
necesariamente a la identidad china. Contraponer ambas identidades es, desde
luego, una falsa dicotomía. Hemos de resolver el dilema oponiéndonos al PCC
y defendiendo la identidad hongkonesa, situando todo esto en un marco
democrático más amplio. Esto significa que necesitan una alternativa
democrática real. Es la única alternativa que permite contrarrestar a los
localistas de extrema derecha: combinar la defensa de la autonomía de Hong
Kong y la transformación democrática en China.

El problema es que, entre la gente y los activistas de Hong Kong, las
aspiraciones democráticas también son muy superficiales. Les resulta muy
difícil concebir una estrategia democrática que permita orientarnos en las
dos o tres próximas décadas. Por fortuna hay intentos de buscar este tipo de
orientación. Tenemos actualmente tres miembros del Consejo Legislativo
favorables a la autodeterminación que tratan de explorar una orientación que
no sea xenófoba y se oponga resueltamente al PCC. Lástima que todavía estén
dudando y está claro que pueden verse fácilmente presionados desde la
derecha y que en ocasiones se adaptan a estas presiones localistas de
derechas. Así que todavía es pronto para decir hasta qué punto van a seguir
una estrategia democrática de autodeterminación.

-¿Cómo valoras las recientes reivindicaciones de autonomía y
autodeterminación?

Pienso que uno de los aspectos alentadores de la situación es que hay un
número creciente de personas que se muestran receptivas a esta demanda de
autodeterminación. Todavía me acuerdo de cuando propusimos la idea por
primera vez, hace 35 años, y nos quedamos totalmente solos. Esto se debe a
que los pandemócratas se contentan con reclamar el sufragio universal dentro
de los límites de la Ley Fundamental. Pero esto es suicida. Nunca
conseguirás el sufragio universal real dentro de la Ley Fundamental, porque
esta otorga el poder de interpretación exclusivamente a Pekín. En una de las
cláusulas se establece explícitamente que el gobierno central puede obligar
al jefe del ejecutivo a hacer cualquier cosa mediante una orden ejecutiva.

Así que, desde el mismo comienzo, Hong Kong no goza de una verdadera
autonomía; los pandemócratas no hacen más que engañarse a sí mismos cuando
piensan que la tienen. Debido a esta mentalidad ingenua y su actitud
conciliadora con el PCC, a fin de cuentas, los partidos pandemócratas han
estado engañando al movimiento democrático hongkonés durante más de 35 años,
que no ha llegado a ninguna parte. El sufragio universal no está ni se le
espera. Lo que está ocurriendo ahora es justo lo contrario y estamos
perdiendo autonomía a marchas forzadas. Me atrevo a decir que Hong Kong ya
ha sido engullida por el agujero negro de la dominación del PCC. Que veamos
a Hong Kong intacta es pura ilusión.

En los últimos cinco años, la gente ha estado viendo la verdad; ha visto que
el PCC les ha engañado y que no existe eso de “un país, dos sistemas” ni una
autonomía real de Hong Kong. Así que ahora hay personas que demandan de
nuevo el derecho de autodeterminación. Esto no significa necesariamente la
independencia, sino darnos la posibilidad de decidir. El PCC dice que quien
reclama la autodeterminación, en realidad quiere la independencia. Esto no
es cierto, pero la gente también está asustada. Así, podemos contemplar una
situación muy contradictoria; por un lado, más personas ven la necesidad de
luchar por la autonomía y la autodeterminación, pero, por otro lado, debido
a la absoluta asimetría de la correlación de fuerzas, muchas son muy
pesimistas sobre la posibilidad de conseguir algo. Así que creo que es el
mejor momento, y también el peor momento, para luchar por la
autodeterminación.

-En esta situación, ¿cuáles son los principales desafíos a que se enfrenta
la sociedad civil hongkonesa y el movimiento democrático de cara a los
próximos veinte años? ¿Cuál es la perspectiva de futuro?

El mayor reto para el movimiento democrático es, en primer lugar, encontrar
una base social sólida. Durante los últimos 35 años nos han estado
inculcando que el movimiento democrático de Hong Kong depende de la clase
media. Así, los pandemócratas se sitúan en un consenso absoluto con Lipset y
la teoría de la modernización, que dice que con la modernización crecerá la
clase media y que la democratización de la sociedad depende de esta clase
media cada vez mayor. El movimiento democrático del pasado se basó en esta
tesis. Sin embargo, esta tesis no se sostiene y no se ha comprobado en la
vida real. Después de 35 años, el Partido Demócrata sigue siendo muy pequeño
y de hecho no hace más que capitular, de manera que está muy claro que estos
no nos llevarán a ninguna parte. Esto nos plantea la cuestión: ¿en que parte
de la sociedad debería basarse el movimiento democrático? Lamentablemente,
esta cuestión todavía no se ha planteado seriamente, pero creo que habría
que responder muy pronto.

Está muy claro que el movimiento democrático hongkonés solo puede encontrar
una base social en la gente trabajadora y la generación joven. Sin embargo,
el segundo reto es que no vamos a encontrar capas sociales políticamente
dispuestas. No vamos a encontrar ahora mismo una base sólida en el mundo del
trabajo, en los sindicatos o entre la gente joven. Esto no va a ocurrir
porque en los últimos 35 años el llamado movimiento democrático no ha sido
en realidad más que un movimiento electoral. Los pandemócratas nunca han
impulsado una educación política seria ni han defendido un cambio de
mentalidad. No se han preocupado por acercarse realmente a las masas para
construir una fuerza democrática profundamente arraigada en la comunidad.
Solo buscan votos y se dedican a cortejar a los electores cuando se acercan
las elecciones.

Por tanto, lo que entienden los partidos y los electores demócratas por
democracia es muy poca cosa. En la clase trabajadora y entre los estudiantes
y demás hay un deseo de democracia, pero no existe una visión cabal de la
misma. No entienden cosas tan básicas como que la democracia implica
necesariamente que se puede poner en tela de juicio la constitución vigente.
Por eso tenemos un movimiento democrático que siempre gira en torno a una
única cuestión. No ponemos en entredicho la Ley Fundamental; solo queremos
el sufragio universal para elegir al cuerpo legislativo y al jefe del
ejecutivo. Nunca cuestionamos el hecho de que tanto el jefe del ejecutivo
como el órgano legislativo carezcan de un poder real. El poder real está en
manos de Pekín y de la Oficina de Enlace. Así que a fin de cuentas tenemos
un movimiento democrático desorientado y la gente corriente y los sindicatos
independientes casi no tienen ni idea. De ahí que no sea extraño que haya
ciertos sindicatos independientes que también son localistas de extrema
derecha.

Estamos en una situación difícil y el reto es que este espacio social para
el movimiento democrático hay que construirlo desde cero. Si existe algún
sector social que puede constituir nuestra base potencial, como por ejemplo
la gente de los sindicatos, el problema es que carece de toda educación
política y que ya son viejos. Uno de los aspectos terribles ahora es que los
viejos líderes sindicales están perdiendo el contacto y no son capaces de
atraer a la gente joven. En cuanto a la juventud, el desmantelamiento de la
HKFS ilustra la fragilidad del llamado movimiento democrático estudiantil.
Allí no hay movimiento que valga. Incluso antes, durante el Movimiento de
los Paraguas, ya era muy frágil. Aunque fueron capaces de movilizar un
boicot a las clases con la participación de diez mil estudiantes, aquello no
fue más que una burbuja. En el día a día no movilizan más que cuatro o cinco
docenas de estudiantes. Siempre han carecido de una afiliación sólida.
Ahora, con el desmantelamiento de la HKFS, ya no existe ninguna fuerza
organizada. Así que el gran reto es cómo construir algo desde la nada. No
será fácil.

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