Ecuador/ No somos idiotas: ¡hace rato estamos en crisis! [Alberto Acosta y John Cajas Guijarro]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Jul 17 19:29:43 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

17 de julio 2017

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Ecuador

No somos idiotas: ¡hace rato estamos en crisis!

Alberto Acosta/John Cajas Guijarro

Rebelión, 15-7-2017

http://www.rebelion.org/

Breve lectura para algunos economistas sin vergüenza.

“No hay tal mesa servida, entiendo que todo eso fue consecuencia de mucho
trabajo y mucho esfuerzo por reinstitucionalizar el país; pero, por favor,
creo que se podía haber sido un poquito más mesurado al momento de dejar
cuentas en mejores condiciones”.  (Licenciado Lenín Moreno,  Presidente del
Ecuador, 12 de julio de 2017)

¿No que  la mesa estaba servida? ¿No que “académicamente” no había crisis?
¿No que “la historia sabrá reconocer” lo bien que se hicieron las cosas?
Resultó ser que el propio licenciado Lenín Moreno, flamante presidente de la
República, contradiciendo a su antecesor y promotor, reconoció que  la
situación económica del país es “sumamente difícil” . En una inmediata
respuesta el PhD en economía, Rafael Correa, insistió que  sí habría una
mesa servida “cuando no se es desleal ni mediocre”  . Allá ellos con su
pelea.

El caso es que tuvieron que pasar años para que el discurso oficial se
atreva a decir lo obvio: la economía ecuatoriana vive una situación en
extremo compleja, para no ser innecesariamente alarmistas. Tuvo que darse
una aparente confrontación política al interior de Alianza País para que
oficialmente se reconozcan los problemas. ¿Cuánto tiempo se perdió ocultando
lo inocultable? ¿Cuánta planificación se pudo armar si se reconocía los
problemas desde un inicio? Sin duda, tal pérdida de tiempo es una vergüenza.

Pero esa no es la historia completa. No es que la crisis se descubrió apenas
Correa tomó su avión a Bélgica. No es que el gobierno de Moreno se dio
cuenta de que “la mesa no estaba servida” recién al llegar al poder. El
Ecuador ha vivido una grave situación económica que venía complicándose
desde antes de la caída de los precios del petróleo, registrada desde 2015.
Hemos sido varios quienes, en reiteradas ocasiones y desde distintas
vertientes ideológicas,  hemos presentado evidencias de todo tipo para
mostrar que el Ecuador vive una crisis estructural  y que la -prolongada-
contracción de los precios del petróleo únicamente develó una crisis que,
tarde o temprano, se iba a desnudar.

A fin de demostrar cuán sin-vergüenza ha sido el discurso correísta para
ocultar la crisis, tomemos la declaración completa de Correa sobre su tal
“mesa servida”:

“Parece que hay memoria frágil, total desconocimiento, mala fe, o todo
junto: a inicios de 2016 nuestro petróleo bajó hasta un impensable $15 por
barril. Luego sufrimos un terremoto cuyas pérdidas económicas superan 3% del
PIB, y tuvimos que pagar a OXY y Chevron -por espurios arbitrajes fruto de
aún más espurios “tratados”-, más de 1,2% del PIB. Además, hemos tenido que
soportar dos inviernos extremadamente fuertes. Ni el mercado internacional
ni la naturaleza han tenido “mesura”, y ESAS son verdaderas dificultades
económicas. Pese a todo ello, en el primer trimestre de 2017 crecimos 2,6%,
la segunda tasa más alta de la región, ya tenemos superávit comercial, y el
inevitable déficit fiscal se haya financiado. Es la “mesa servida”, cuando
no se es desleal ni mediocre.” (Rafael Correa, julio 12 de 2017)

A partir de estas palabras Correa intenta mostrar que las “verdaderas
dificultades económicas” han sido solo exógenas, es decir, externas a la
estructura económica ecuatoriana. Y eso no es así. Vamos, de forma rápida, a
revisar punto por punto cómo el argumento correísta es insostenible e
impresentable.

Precio del petróleo

Es verdad que el precio del petróleo cayó a un mínimo en 2016
(específicamente en febrero), pero tengamos presente que esa no fue la
primera vez que dicho precio caía drásticamente. Basta recordar cómo,
durante el largo gobierno de Correa, mientras que a mediados de 2008 el
crudo WTI llegó a cotizar casi 140 dólares por barril, para inicios de 2009
el precio se hundió a alrededor de 40 dólares. Es decir, era claro que en
algún momento ese precio podía volver a caer (¿o acaso el correísmo esperaba
siempre tener un barril por sobre los 70 dólares?). A pesar de conocer cómo
evoluciona el mercado petrolero, nunca se tomaron las medidas adecuadas de
estabilización como, por ejemplo, un fortalecimiento de las reservas
internacionales (obvio que sin caer en aberraciones como el FEIREP).

Además, notemos que en la década 2007-2016 el sector público no financiero
obtuvo más de 84 mil millones de dólares nominales en ingresos por
exportaciones petroleras, equivalentes a aproximadamente 66 mil millones a
precios de 2007. Si de esos recursos se hubiera ahorrado apenas el 10%, se
hubiera podido contar con un fondo de más de 8 mil millones de dólares (6,6
mil millones en precio de 2007) disponibles para enfrentar la situación.

Tal fondo se hubiera obtenido incluso sin siquiera tocar los subsidios a los
combustibles, cosa que se debió hacer hace años de forma focalizada
(compensando su eliminación con un subsidio al sistema de transporte público
de pasajeros de forma planificada).

¿Cuántos miles de millones de dólares más se necesitaban para evitar la
desaceleración de 2015 y la caída de 2016?

Terremoto y otros problemas naturales

Si bien el terremoto (al igual que cualquier otro desastre natural)
complica la situación económica  , sin embargo debemos recordar que los
problemas ya estaban descubiertos desde 2015, cuando la economía del país
apenas creció en 0,2%. Además, sabemos que a los pocos días del terremoto el
gobierno de Correa tomó una medida vergonzosa: se incrementó el impuesto al
IVA de 12% a 14%. Es decir, se prefirió usar un impuesto regresivo y
recesivo en vez de apelar a un impuesto progresivo como pudo haber sido, por
ejemplo: un incremento drástico del Impuesto a la Renta para todas aquellas
compañías que forman parte de algún gran grupo económico y para quienes
ganen más que el presidente de la República; una contribución especial a las
elevadas utilidades de la banca y de las empresas que obtienen ganancias
extraordinarias; el establecimiento de un límite a los ingresos de los
funcionarios públicos de nivel directivo;  entre otras medidas que las hemos
propuesto una y otra vez para enfrentar la crisis  .

Pagos por OXY y Chevron

Es verdad que los mecanismos de arbitraje internacional -así como los
juzgados de los países del norte- velan más por los intereses de los
capitales transnacionales antes que por los intereses del sur. Sin embargo,
en el caso de OXY el mismo correísmo dio espacio a que se pierda el caso con
el precedente que dejó con  Petrobras, vinculado, además, al atraco de Palo
Azul. Respecto a Chevron es hasta una vergüenza los niveles de entreguismo
con los que manejó Correa una situación tan delicada, llegando incluso a
presionar para que las víctimas de la transnacional petrolera desistan de
cobrar lo que por sentencia les correspondía, con el fin de poder continuar
con el endeudamiento agresivo en el exterior…

Crecimiento en el primer trimestre de 2017

Es hermoso jugar con las cifras, ¿verdad? Sí, los datos oficiales (asumiendo
que son fidedignos) indican que en el primer trimestre de 2017 el PIB
ecuatoriano creció 2,6% en comparación al primer trimestre de 2016. Sin
embargo, también señalan que dicho PIB del primer trimestre de 2017 sufrió
una contracción de -0,6% comparado con el cuarto trimestre de 2016. Es
decir, entre el último trimestre de 2016 y el primer trimestre de 2017 se
dio una contracción, pero esa contracción se muestra como crecimiento si se
la compara con el primer trimestre de 2016 (que, por cierto, fue
precisamente cuando el precio del petróleo llegó a un mínimo histórico).
Estos movimientos muestran que el “crecimiento” de 2017 es más bien tibio e
incierto.

Además, tomemos en cuenta que cualquier expansión floja a inicios de 2017 se
logró al mismo tiempo que el país vivió una expansión agresiva de la deuda
externa pública especialmente vía bonos y “facilidades de liquidez”
otorgadas por el Banco Central del Ecuador (que, como bien saben desde
adentro del gobierno, representan flujos directos de liquidez).  Solo entre
diciembre de 2016 y abril de 2017 el correísmo inyectó a la economía
ecuatoriana alrededor de 6 mil millones de dólares con dichos mecanismos
(aproximadamente 6 puntos del PIB)  . Si con semejante empuje de liquidez
-entendible para construir la imagen de bonanza económica durante el proceso
electoral- la economía no crecía, hubiera sido el colmo. Y, de hecho,
reiteremos que entre fines de 2016 e inicios de 2017 no crecimos sino que
seguimos cayendo…

Y ya que nos gusta hablar de primeros trimestres, ¿cómo fue el primer
trimestre de 2017 en términos de empleo? ¿Por qué no se dice que el empleo
adecuado de marzo de 2017 mostró la proporción más baja de toda la época
correísta? A marzo de 2017 apenas 38,5% de la población económicamente
activa tuvo un empleo adecuado, la tasa más baja desde 2007. Es estúpido -o
cínico- creer que hay una recuperación en donde el desempleo y el verdadero
subempleo (oculto bajo esa etiqueta de “empleo no adecuado”) alcanzan las
proporciones más altas de la década.

Para completar la idea, cabe mencionar que precisamente en el año de
contracción, es decir en 2016, se observó una situación aberrante: mientras
que la mitad de la población vivió con 5 dólares o menos al día (monto
estancado desde 2015), en cambio apenas 30 compañías obtuvieron más de 1.500
millones de dólares en utilidades. Es decir, mientras que la crisis ya ha
golpeado a las clases populares, los grandes grupos económicos consolidados
en el correísmo siguieron ganando millones de dólares.

Ya tenemos superávit comercial

En una economía altamente dependiente de las importaciones (tanto de bienes
de consumo pero, sobre todo, de insumos y medios de producción) un saldo
comercial positivo -que no se explica por el incremento de las
exportaciones- podría indicar una contracción severa de la demanda. Solo
tomemos en cuenta que, en todos los años entre 2009 y 2015 (incluyendo los
años “dorados” del gobierno de Correa) el saldo comercial fue negativo y más
bien en 2016 (con contracción económica) el saldo fue positivo.

Este es un resultado muy paradójico, pero con una explicación clara: si hay
crisis y el aparato productivo dependiente de compras externas de medios de
producción e insumos se estanca, entonces es claro que las importaciones van
a caer. A eso sumemos la medida -desesperada- de aplicar salvaguardas a las
importaciones, las cuales terminaron golpeando aún más a una producción
importadora (que debía transformarse, pero no se lo hizo).

Financiamiento

Entre enero de 2007 y abril de 2017 la deuda externa pública ecuatoriana
creció de 10 a casi 27 mil millones de dólares (aumento de 20% a 26,7% del
PIB), mientras que la deuda interna aumentó de 3,2 a casi 14 mil millones de
dólares (aumento de 6% a 14% del PIB).

Es decir, el gobierno de Correa terminó con una deuda pública externa e
interna mucho mayor a aquella con la que empezó (tanto en monto como en
proporción) y en un proceso en donde la transparencia estuvo ausente… en
contra de lo que había sido el objetivo de la comisión de auditoría de la
deuda con la que se inició el gobierno del propio Correa. Y, por cierto,
ante la falacia de que se puede adquirir cualquier monto de deuda, debemos
mencionar que no es lo mismo adquirir sobre todo deuda en moneda local a
adquirir deuda en dólares…

Una sinvergüencería mayor

Quizá el tema de mayor preocupación (que no está en la declaración de
Correa) es la fallida “transformación de la matriz productiva”. Si se
hubiera avanzado con dicha transformación, muchos de los problemas actuales
no golpearían con la gravedad que lo están haciendo. Pero no, esa
transformación quedó solo en el papel, y  será recordada como la mayor
estafa política del correísmo  .

A modo de ejemplo, si la caída del precio del petróleo afecta con fuerza al
país en gran parte se explica porque la oferta exportadora ecuatoriana sigue
dominada por productos primarios, cuya valoración está sujeta a vaivenes
extremos en el mercado mundial.

En la década correísta se perpetuó la condición primario-exportadora: en
2007 el peso de los productos primarios en el total de exportaciones fue de
74,3%, mientras que en 2014 -el clímax de la expansión- la proporción de
productos primarios en las exportaciones se incrementó gravemente a 83,5%.
Incluso en 2016, ya con la caída de los precios del petróleo, el peso de los
productos primarios en el total de exportaciones fue de 76,7%. Así vemos que
existió una reprimarización de las exportaciones pues, incluso con precios
del petróleo deprimidos, la condición primario-exportadora del Ecuador al
final del gobierno de Correa fue más acentuada a cuando empezó.

Si a esa reprimarización de las exportaciones sumamos que el Ecuador de la
década correísta no fue capaz ni siquiera de promover una mayor
industrialización (el peso de la manufactura en el PIB real se mantuvo entre
11,9% a 11,7%), entonces es obvio que una caída del precio del petróleo
(previsible) iba a causar problemas a una estructura productiva sin
transformar.

¿Por qué Correa y los correístas no nos hablan de cómo le fue a la
“transformación de la matriz productiva”? Pues porque saben que fue un
fracaso. Basta medirla desde las propias metas que el correísmo se puso en
el famoso Plan Nacional del Buen Vivir 2013-2017 (objetivo 10). De las 13
metas previstas, 10 metas no se cumplieron. Ni siquiera la generación
hidroeléctrica cumplió las expectativas (por la mezcla de retrasos,
sobreprecios y corrupción).

Pero para gastar miles de millones en proyectos como la  invisible Refinería
del Pacífico  ,  la producción de rábanos  y de  vehículos eléctricos en
Yachay  o de  escuelas del milenio con forma de elefante  , ahí si el
gobierno de Correa no falló…

Vemos pues que el gobierno de Correa no solo que “no dejó la mesa servida”
sino que, incluso, ¡se llevó hasta la vajilla! Para conocer con más claridad
la cuenta que dejó el festín del despilfarro correísta bastará ver cómo los
casos de  Odebrecht, Caminosca,  Petrobras  y otros se empiezan a comer a
los “correístas ovejunos”.

Víspera de nuevos ajustes sin vergüenzas

Mientras que un economista sin vergüenza se fue, otros economistas sin
vergüenza (incluso actores de segunda línea en el correísmo) preparan un
golpe malévolo: quieren seguir haciendo pagar la crisis a los estratos
populares, sobre todo a los trabajadores.

Que no se nos olvide que el gobierno del licenciado Moreno heredó el legado
correísta, sintetizado en el enorme beneficio otorgado a los grandes grupos
económicos, los principales beneficiarios de su gestión. Grupos que, ahora,
están directamente presentes en el nuevo gobierno de Alianza País, quienes
parecería que estarían preparando el terreno para un ajuste mayúsculo.

Una breve -pero clarísima- muestra de esa pretensión es la irresponsable
propuesta de “aliviar” el aporte patronal al Seguro Social, acompañado de un
incremento del IVA, o la idea misma de “ flexiseguridad laboral”, con la que
se retomará la senda de la flexibilización laboral y  demás políticas
neoliberales impulsadas en la última etapa del correísmo  .

En estas circunstancias, no podemos permitir que la pugna dentro de Alianza
País nos distraiga de los nuevos golpes que se preparan para las clases
populares del país. Cada día es más evidente que el camino no es con
“Correas” ni con “Morenos” -menos aún con “Lassos”-, el camino hacia la
transformación estructural se construirá con la lucha y la organización
popular

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