Economía/ Crisis: "una nueva fase prolongada de acumulación de capital, no es posible" [François Chesnais - entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Jun 3 14:01:43 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

3 de mayo 2017

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Economía

Entrevista con François Chesnais

“La salida de la crisis, es decir, una nueva fase prolongada de acumulación
de capital, no es posible” *

Para François Chesnais 1/, el capitalismo, inmerso en sus contradicciones
internas y también abocado a la crisis ecológica que genera, choca hoy con
“límites infranqueables”.

Henri Wilno

NPA, 28-5-2017

https://npa2009.org/

Traducción de Viento Sur

http://www.vientosur.info/

-Henri Wilno – El debate entre economistas marxistas sobre las causas de la
crisis actual no está cerrado ni mucho menos. ¿Cómo te posicionas en este
debate? ¿Cómo se articulan los distintos factores de la crisis?

-François Chesnais – El comienzo de la crisis suele datarse a finales de
julio y comienzos de agosto de 2007. En estos nueve años transcurridos, mi
posición ha evolucionado, por supuesto. En un texto de otoño de 2007 para el
congreso Marx International, publicado en el n.° 1 de la revista conjunta A
l’Encontre-Carré rouge, dije de inmediato que la crisis había comenzado de
una manera muy clásica en el sistema crediticio estadounidense, que se
trataba de una crisis de sobreproducción y sobreacumulación basadas en un
endeudamiento masivo de las empresas y los hogares, facilitado por medios de
ingeniería financiera inéditos y cuyo terreno era el mercado mundial. La
crisis de septiembre de 2008 en Wall Street estuvo a punto de llevarse por
delante el sistema financiero mundial y provocó una recesión mundial parada
al vuelo por China. Desde una perspectiva mundial, ha habido una
reestructuración y no una destrucción del capital productivo. Este no ha
sido el caso del capital ficticio, es decir, de los títulos que dan derecho
a participar en el reparto de beneficios en el caso de las acciones y
obligaciones privadas y, en el de los bonos del Tesoro, a cobrar a través
del servicio de la deuda pública con cargo a los ingresos centralizados por
el impuesto. Para sus titulares, estos títulos, que deben ser negociables en
todo momento en mercados especializados, representan un “capital” del que
esperan un rendimiento regular en forma de intereses y dividendos (una
“capitalización”). Desde el punto de vista del movimiento del capital que
produce valor y plusvalía, no son, en el mejor de los casos, más que el
“recuerdo” de una inversión ya realizada, de ahí el término de capital
ficticio. A partir de estas formas primarias, la “ingeniería financiera” ha
engendrado formas derivadas (en inglés, derivatives). En mis textos he
subrayado la actualidad del “ciclo corto” del capital-dinero (A-A’, es
decir, recibir más dinero que el aportado inicialmente), en el que los
inversores esperan, sin salir de los mercados financieros, flujos de
ingresos regulares “como los perales traen peras” [según una expresión
irónica de Marx]. Sobre la cuestión de la tasa de beneficio, en relación con
la cual yo no tenía nada que aportar, me he adherido a la posición clásica,
que la vincula a la composición orgánica del capital, pero he insistido en
la necesidad para el capital industrial de realizar el ciclo completo,
A-M-P-M’-A’ (para obtener A’ habiendo adelantado A, hace falta que haya
habido compra de fuerza de trabajo, producción y comercialización), y por
tanto de interesarse por la demanda. En los últimos meses en que estuve
escribiendo Finance Capital Today, cayó en mis manos un texto en inglés de
Ernest Mandel de 1986, que no se ha citado nunca o casi nunca, sobre las
consecuencias de lo que él llamaba el “robotismo”, que entonces estaba en
sus comienzos. Mandel sostiene en este escrito que “la extensión de la
automatización más allá de cierto límite conduce inevitablemente, primero a
una reducción del volumen total del valor producido, y después a una
reducción del volumen de la plusvalía realizada”. 2/ Veía allí un “límite
infranqueable”, portador de una “tendencia del capitalismo al hundimiento
final”. La robotización bloquea la posibilidad de rebajar la composición
orgánica, es decir, la relación entre la parte constante (el valor de los
medios de producción) y la parte variable (el valor de la fuerza de trabajo,
la suma de los salarios), de manera que el juego efectivo de los factores
que “contrarrestan la baja tendencial de la tasa de beneficio” se torna
esporádico y lo que era un límite relativo se convierte en un límite
absoluto. Mucho más recientemente, en un texto clarificador de 2012, Robert
Kurz habla de “producción real insuficiente de plusvalía” sobre el trasfondo
de la “tercera revolución industrial (la microelectrónica)”. La debilidad de
la inversión productiva hace que el capital ficticio viva cada vez más en
una esfera cerrada. Los “perales dan menos peras”, salvo en el caso de los
bonos del Tesoro, la labor de los operadores consiste en realizar
beneficios, minúsculos en la mayoría de transacciones, pasando de un
compartimiento del mercado a otro. El resultado es la inestabilidad
financiera endémica y la formación de burbujas, que es otro rasgo
característico del periodo.

-¿Podemos decir que el único horizonte del capitalismo es la perpetuación de
esta crisis?

-Así lo creo, máxime cuando se producirá un entrelazamiento con los efectos
económicos, sociales y políticos del cambio climático. Dos potentes
mecanismos, que se calificaban de “procíclicos”, se han vuelto estructurales
y favorecen esta situación en que la salida de la crisis, es decir, una
nueva fase prolongada de acumulación de capital, ya no es posible. El primer
mecanismo está claramente identificado, a saber, la defensa incondicional de
las pretensiones de los poseedores de títulos de deuda pública, que implica
imponer la austeridad presupuestaria y el ataque a los derechos sociales. El
segundo es un mecanismo cuya función empieza a reconocerse, a saber, los
efectos de la robotización, cuya ralentización resulta imposible debido a la
competencia capitalista, a la disminución tendencial de la plusvalía y a la
dificultad de satisfacer a los accionistas. Solo hay que ver lo que está
comenzando en el sector bancario, sin duda “la siderurgia de mañana”. Por
otro lado, la crisis económica, al prolongarse, se combinará con los efectos
económicos, sociales y políticos del cambio climático; las relaciones que ha
establecido el capitalismo con “la naturaleza” han conducido a otro límite,
cuya caracterización está en discusión. Marx no podía prever la destrucción
por la producción capitalista de los equilibrios ecosistémicos,
particularmente de la biosfera. Apenas previó el agotamiento de los suelos
por efecto de la industrialización de la producción agrícola. Algunos
marxistas, empezando por O’Connor, han tratado de llenar el vacío. Han
empezado definiendo la destrucción de los recursos no renovables bajo sus
múltiples formas y más tarde el cambio climático como un “límite externo”.
Defiendo la tesis de la internalización del límite, la necesidad ahora de
abandonar la oposición entre “contradicción interna” y “contradicción
externa” a raíz de la imposibilidad para el capitalismo de modificar sus
relaciones con el medio ambiente. En efecto, la valorización sin fin del
dinero convertido en capital en un movimiento de producción y venta de
mercancías, también sin fin, le impide frenar sus emisiones de gas de efecto
invernadero, controlar el ritmo de explotación de los recursos no
renovables. El mecanismo que conduce a la “sociedad de consumo” y su
insensato despilfarro es el siguiente: para que la autorreproducción del
capital sea efectiva, es preciso que el ciclo de valorización se cierre con
“éxito”, es decir, que las mercancías fabricadas, la fuerza de trabajo
comprada en el “mercado de trabajo” y utilizada de manera discrecional por
las empresas en los centros de producción, se vendan. Para que los
accionistas estén satisfechos, hace falta sacar al mercado una vasta
cantidad de mercancías que cristalizan el trabajo abstracto contenido en el
valor. Para el capital, es absolutamente indiferente que estas mercancías
representen realmente “cosas útiles” o que simplemente lo parezcan. Para el
capital, la única “utilidad” que cuenta es la que permite obtener beneficios
y proseguir el proceso de valorización sin fin, de modo que las empresas se
han convertido en maestras en el arte de convencer, mediante la publicidad,
a quienes tienen realmente o de forma ficticia (el crédito) el poder
adquisitivo de que las mercancías que les ofrecen son “útiles”.

-A propósito de la crisis ecológica, para designar la tendencia y señalar
las responsabilidades se utiliza a menudo el término “antropoceno”. Tú lo
rechazas. ¿Puedes precisar qué hay detrás de este debate?

-Lo que está en juego es la necesidad de dar un fundamento sólido al
ecosocialismo. No hay que olvidar que el artículo publicado en Inprecor es
una traducción de la conclusión de Finance Capital Today. Para mí se trataba
de proporcionar a un público anglófono un punto de referencia. El nombre de
Jason Moore le es familiar. El término “antropoceno” lo han inventado unos
científicos para designar la actual era geológica, que se caracteriza por el
hecho de que la “humanidad” se convierte en una fuerza geológica efectiva
que altera el conjunto de factores climáticos, geológicos y atmosféricos. En
un trabajo que pretende “multiplicar los puntos de vista”, Christophe
Bonneuil y Jean-Baptiste Fressoz han propuesto una “lectura ecomarxista del
antropoceno”, consistente en “releer la historia del capitalismo bajo el
prisma no solo de los efectos sociales negativos de su globalización, como
en el marxismo estándar (cf. la noción de ‘sistema-mundo’ de Immanuel
Wallerstein y la de ‘intercambio desigual’), sino también de sus
metabolismos materiales insostenibles (consistentes en fugas adelante
recurrentes hacia la ocupación de nuevos espacios hasta entonces vírgenes,
implantando en ellos relaciones extractivistas y capitalistas) y sus
impactos ecológicos”. 3/ Bonneuil y Fressoz, al igual que Jason Moore,
establecen un vínculo entre el cambio de las relaciones del ser humano con
la naturaleza, teorizado por Francis Bacon y René Descartes, y el de las
relaciones entre los seres humanos con la creación de la esclavitud y
después la construcción de la dominación imperialista. Moore es menos
ecuménico que los autores franceses y hunde el clavo. La palabra
“capitaloceno” sirve para afirmar que vivimos “la edad del capital” y no la
“edad del ser humano”. “La edad del capital” no tiene para él tan solo una
acepción económica, sino que designa una manera de organizar la naturaleza,
haciendo de la naturaleza un elemento externo al ser humano y también un
elemento cheap, en el doble sentido que puede tener esta palabra en inglés:
barato, pero también el derivado del verbo cheapen, que significa rebajar,
abaratar, degradar. 4/ Esto vale para los y las trabajadoras, cuando la
intensidad de la explotación del trabajo culmina en las minas y las
plantaciones.

-Tú reactualizas el debate sobre los límites del capitalismo. Esto realza la
importancia de lo que está en juego en el periodo actual. Ahora bien, a
diferencia de los años treinta, asistimos sin duda a un ascenso de las
fuerzas reaccionarias de todo pelaje, pero no al del movimiento obrero,
mientras que el movimiento altermundialista, en el mejor de los casos, está
estancado y los ecologistas son capaces de ofrecer resistencias locales
feroces, pero no más… En este contexto, ¿cuáles pueden ser las perspectivas
y los puntos de apoyo de los marxistas revolucionarios?

-Hay que tener cuidado con la analogía de los años treinta, cada vez más
marcada por la perspectiva de una nueva guerra mundial. Pero por lo demás
tienes razón. Todo está en manos de las y los “de abajo”. El peso del paro
lastra las luchas obreras. La tarea del momento es transformar la
indignación en cólera en todos los terrenos en que la suscitan las
desigualdades, y sembrar sus gérmenes y apoyarla cuando estalle. Es esencial
dirigirla contra el capital y la propiedad privada. Las luchas ecologistas
sacan fuerza de su convicción y de la delimitación exacta del enemigo. Por
el contrario, el movimiento altermundialista se estanca porque ha eliminado
el componente anticapitalista que ha tenido en algún momento.

* Publicado originalmente en la revista L’Anticapitaliste N° 86 (abril de
2017).

Notas

1/ Miembro del grupo de trabajo de Economía del Nouveau Parti
Anticapitaliste (NPA) y del consejo científico de Attac, François Chesnais
ha escrito, por ejemplo, Les Dettes illégitimes (Editions Raisons d’agir), y
dirigido La Finance mondialisée (Editions La Découverte 2004).

2/ Ernest Mandel, Introduction, en Karl Marx, Capital, Libro III (Penguin,
1981), p. 78.

3/ Attac, Les Possibles, n° 3, primavera de 2014, donde resumen las
posiciones defendidas en su libro L’événement anthropocène – La Terre,
l’histoire et nous, Le Seuil, 2013.

4/ Jason Moore, Capitalism in the Web of Life, Ecology and the Accumulation
of Capital, Verso, 2015.

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