Yemen/ Comprender la crisis humanitaria [Laurent Bonnefoy]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Jun 9 14:39:45 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

9 de junio 2017

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Yemen

Comprender la crisis humanitaria

Laurent Bonnefoy

Orientexxi, 29-5-2017

http://orientxxi.info/magazine/

Traducción de Faustino Eguberri – Viento Sur

http://www.vientosur.info/

La situación de la población civil en Yemen tras más de dos años de guerra
continúa suscita una inmensa inquietud en las organizaciones humanitarias.
La epidemia de cólera que desde finales de abril ha golpeado al menos a 30
000 personas según la Organización Mundial de la Salud (OMS) se desarrolla
de forma exponencial. Frente a esta tragedia, quienes toman las decisiones
políticas y militares a nivel local, regional e internacional prosiguen,
obstinadamente, políticas tan criminales como contraproductivas.

En agosto de 2015, cinco meses después del comienzo de los bombardeos de la
coalición dirigida por Arabia Saudita sobre las posiciones de los rebeldes
hutíes, el responsable del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR)
describía la situación en Yemen como peor que la de Siria tras cinco años de
guerra. Anteriormente, la ONU había hecho sonar ya la voz de alarma,
señalando una pre-hambruna y cifrando en el 70 % de los 28 millones de
yemeníes las parte de la población civil con necesidad urgente de ayuda
humanitaria.

Estos aterradores discursos continúan siendo defendidos por las ONG y
ciertos medios que denuncian, con toda razón, una “guerra oculta” u
“ocultada”. Pero, desgraciadamente, no han tenido el efecto que se suponía.
Las imágenes de mujeres raquíticas o de niños muertos de hambre han
emocionado, es verdad, durante algunos segundos, pero no han tenido más
consecuencias  1/. Los llamamientos a la ayuda formulados por las ONG han
quedado subfinanciados y la situación de los civiles se ha deteriorado
objetivamente desde entonces. Pero hay que reconocer que esta última no ha
alcanzado, felizmente, el punto de ruptura anunciado y que todos temían. Así
que estamos aún a tiempo de actuar antes de ver cómo se embalan los
contadores macabros.

Más de 10 000 muertos

Más allá de la urgencia humanitaria real, sin duda es importante comprender
los resortes de una cierta capacidad de recuperación de la sociedad yemení y
también admitir que los discursos se fundan generalmente en una comprensión
muy parcial e incompleta de la situación. El número de muertos es en primer
lugar desconocido, pero ya es instrumentalizado por los partidarios de los
hutíes así como por ciertas ONG que buscan financiación. La imagen de un
país pobre agredido por su vecino rico no agota la complejidad del
conflicto, e imputar la crisis humanitaria solo a los bombardeos de la
coalición árabe es engañoso.

La estadística de las muertes debidas a la guerra, publicada en todos los
medios, permanece fija desde enero de 2017 en más de 10 000 según la ONU,
tras haber estado congelada en 7 000 durante meses.Por su parte, el gobierno
yemenita reconocido por la comunidad internacional cifra en 27 000 el número
de heridos. Cada campo señala los probables crímenes de guerra cometidos: el
asedio de Taez, con el apoyo de francotiradores, organizado por los hutíes
de un lado, y del otro, los bombardeos sauditas de objetivos civiles como el
del funeral del 8 de octubre de 2017 en el cual encontraron la muerte 140
personas. Estos recuentos no incluyen las víctimas inducidas por la guerra:
civiles muertos debido a la ausencia de tratamiento por enfermedades
crónicas o niños que mueren de una diarrea que en tiempo de paz habría sido
fácilmente curada. Así, la cifra actual de la ONU está sin duda groseramente
subevaluada  2/

Durante el embargo, el comercio continúa

Sin embargo, aunque no hay que olvidar la amplitud de la crisis humanitaria
yemenita y su potencial inmensamente destructor, el paralelo con Siria sigue
siendo engañoso. Los daños materiales así como el número de víctimas no son
comparables y no es injuriar a éstas el señalarlo. Y esto no presagia en
absoluto nada sobre el futuro ni un deterioro violento de la situación
humanitaria. Así, frente al medio millón de muertos sirios, los yemeníes
desaparecidos siguen siendo veinte veces menos numerosos. El flujo de
personas refugiadas, por otra parte, sigue siendo aún limitado; no solo
porque las escapatorias exteriores son reducidas debido a la posición
geográfica del país, sino también porque los frentes están relativamente
localizados.

A pesar del embargo aéreo, marítimo y terrestre reivindicado por los
sauditas y denunciado por los hutíes, y a pesar de la persistencia de los
bombardeos, los flujos comerciales prosiguen. Sanaa, sin embargo objetivo
principal de la coalición, sigue siendo una ciudad muy animada  3/, los
automovilistas tienen acceso al carburante, se sigue encontrando el qat -un
ligero narcótico que se masca cotidianamente- y las tiendas tienen
provisiones. Incluso se ha abierto recientemente un nuevo centro comercial,
uno de los mayores de la ciudad, y se han inaugurado nuevas líneas de
autobuses entre Aden y la capital. En un país mucho más pobre que Siria,
conviene comprender cuales son o han sido los resortes para una capacidad de
adaptación que ha permitido, hasta ahora, evitar el escenario catastrófico
que algunos anunciaban desde los primeros meses de la guerra.

Frágiles redes de seguridad

El carácter aun mayoritariamente rural de la sociedad yemení ha podido en
primer lugar constituir una red de seguridad. Si la cifra de 3 millones de
desplazados internos señalada por la ONU es exacta, esas personas refugiadas
han podido, en una gran parte, reintegrarse a las estructuras rurales, pues
hay pocos campos (de personas refugiadas). En las zonas rurales, estos
civiles han podido a menudo ponerse al abrigo de los bombardeos, pero
también aprovecharse para alimentarse de los cultivos de alimentos. Además,
las lluvias, más generosas que los años precedentes, han permitidoabsorber a
estas poblaciones en las tierras altas que solo recientemente habían sido
urbanizadas y que habían conservado tierras arables. Los campos de
refugiados siguen siendo, en efecto, poco numerosos.

Los casos de malnutrición más agudos se concentran no en los principales
frentes, sino en las regiones escasamente agrícolas, en particular en el sur
de la Tihama. La ofensiva de la coalición sobre el puerto de Hodeida
controlada por los hutíes y que alimenta a Sanaa está anunciada desde
febrero de 2017, pero sigue siendo retrasada. Los beligerantes, a pesar de
un desprecio cierto por los yemeníes, tienen claramente conciencia de que se
trata de una palanca que ha permitido mantener la situación humanitaria bajo
control. Lo mismo ocurre para la capital hacia la que la ofensiva terrestre
continúa siendo atrasada.

Una segunda fuente de resiliencia ha estado mucho tiempo ligada al
mantenimiento de la independencia del Banco Central. Hasta finales de 2016
desde Sanaa, y por tanto con el asentimiento de los hutíes, éste ha
continuado pagando los salarios del conjunto del funcionariado del
territorio, evitando así un hundimiento del riyal  4/. La estrategia del
presidente Abd Rabbo Mansour Hadi, reconocido como legítimo por la comunidad
internacional, intentando transferir el Banco Central de Sanaa a Aden ha
roto una mecánica que ha permitido, sin duda preservar la vida de miles de
familias. Movilizando en Aden funcionarios no experimentados y a pesar de
las promesas de los Estados del Golfo de cubrir las necesidades del nuevo
Banco Central, los salarios están siendo impagados con frecuencia, y las
regiones del norte, partidarias de los hutíes, ignoradas  5/. La
desaparición de esta fuente de rentas regulares debilita innegablemente a la
población civil y aumenta por tanto la crisis.

La implicación de las organizaciones humanitarias del Golfo constituye sin
duda una palanca que, aunque difícil de medir, no puede ser descartada. Su
funcionamiento autónomo sin una corrdinación real con las ONG y las
instituciones de la ONU más experimentadas así como su posicionamiento
“embedded” (incrustadas) en los ejércitos, sin duda, hace de ellas actores
problemáticos. Igualmente, las cifras anunciadas oficialmente de una ayuda
civil y humanitaria saudita a Yemen que habría superado los 8 000 millones
de dólares desde el comienzo de la guerra resulta poco creíble. Y las
impresionantes estadísticas de beneficiarios proporcionadas por el King
Salman Humanitarian Center harían incluso dudar de la existencia de una
crisis humanitaria. Pese a estas enormes grietas, sigue siendo probable que
esta acción, añadida también a la implicación preciosa de la ONU y de ONGs
internacionales como Médicos sin Fronteras y Oxfam, hasta ahora haya
contribuido a impedir que la sociedad cayera en el abismo.

Previsible agravación de la situación

Nada indica sin embargo que estas frágiles redes de seguridad puedan
mantenerse mucho más tiempo. La capacidad de absorción del campo es
limitada. Las salidas exteriores son reducidas y ningún país vecino o lejano
parece dispuesto a acoger a muchas personas refugiadas yemeníes. El Banco
Central, instalado en Aden y enfeudado a un presidente Hadi, debilitado
incluso en su bastión sudista, sigue en crisis, y los funcionarios esperan
sus pagas. Las ONG tienen dificultades para acceder a determinadas
poblaciones o abandonan el terreno frente a la presión de los beligerantes
de ambos campos. En fin, la amenaza de la ofensiva de la coalición contra
Hodeida sigue estando al orden del día y rompería la principal línea de
aprovisionamiento de las tierras altas. Sin reorientación de la estrategia
de las partes en conflicto, es previsible un deterioro de la situación
humanitaria -a muy corto plazo con una aceleración de la epidemia de cólera
y a medio plazo en el plano del hambre.

En este contexto, las señales enviadas por Donald Trump en su visita del 21
de mayo de 2017 a Riad son desmoralizadoras. Una presión americana sobre los
saudíes para que éstos abandonaran su estrategia militar fracasada
constituiría una rara palanca para esperar una mejora y la apertura de un
proceso político. Pero la administración americana apoya sin reserva alguna
la lectura defendida por los saudíes. La firma de contratos de armamento
entre los gobiernos, entre ellos 6 000 millones de dólares para fragatas de
vigilancia y 28 000 millones para misiles, sistemas de radar y helicópteros
de combate, no augura nada bueno para la población civil yemení. Ver a los
Estados Unidos apoyar a Arabia Saudita, pero también a Israel en su visión
obsesiva de la amenaza iraní, es un punto muerto suplementario que,
desgraciadamente, la región no ha dejado de pagar, y con ella el mundo
entero.

Notas

1/ ”Instruments of Pain (I) : Conflict and Famine in Yemen”, International
Crisis Group, briefing n °52, 13 avril 2017.

2/  Helen Lackner, “Starving Yemen” , openDemocracy, 4/10/ 2016.

3/  April Longley Alley, “The Counter-productive Isolation of Proud and
Hungry Sanaa”, International Crisis Group, 15/05/2017.

4/  Mansour Rageh, Amal Nasser, Farea Al-Muslimi, “Yemen Without a
Functioning Central Bank : The loss of basic economic stabilization and
accelerating famine”, Sana’a Center for Strategic Studies, 3/11/2016.

5/  Amal Nasser, Alex J. Harper, « Rapid currency depreciation and the
decimation of Yemeni purchasing power », Sana’a Center for Strategic
Studies, 31 mars 2017.

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