Uruguay/ La pedagagía del dolor: el fiscal Zubía, portavoz del sentido común punitivo [Daniel Erosa - Lus Eduardo Morás - entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Jun 16 15:52:01 UYT 2017


  _____

Correspondencia de Prensa

16 de junio 2017

Boletín Informativo

https://correspondenciadeprensa.wordpress.com/

redacción y suscripciones

germain5 en chasque.net

  _____

Uruguay

El sentido común punitivo del fiscal Gustavo Zubía

La pedagogía del dolor

Histriónico y hasta escandaloso, armado de un discurso radical a favor de la
“mano dura”, la represión y la cárcel como único método aleccionador para la
delincuencia, Zubía se encarama como portavoz de los que, más que justicia,
claman por venganza. El discurso del fiscal, dice sin embargo el sociólogo
Luis Eduardo Morás, es “peligroso para el Estado de derecho” y legitimador
de aquellos que piensan que los “delincuentes deben morir”.

Daniel Erosa

Brecha, 16-6-2017

http://brecha.com.uy/

No precisaba ser amenazado de muerte –como al parecer sucedió la semana
pasada– para que su nombre anduviera de boca en boca. Es el operador de la
justicia más mediático. Es el que dice lo que “la gente” que está “harta de
la inseguridad” quiere escuchar. Parece disfrutar de su exposición pública.
Le sirve de terapia, ha dicho. Le parece injusto que le digan “facho”, pero
no le molesta. Entre sus pares se ha hecho fama de “mano dura”, pero no
defiende la cadena perpetua ni quiere establecer la pena de muerte, ni
siquiera está de acuerdo con bajar la edad de imputabilidad penal. Sin
embargo es dueño de un discurso radical sin matices contra la delincuencia y
contra la “hiperbenignidad” del sistema de justicia. Aparece siempre
formulando sentencias verbales catastrofistas y maniqueas. Aplica el sentido
común punitivo como forma de razonamiento o como arma arrojadiza. Casi
siempre empatiza con esa indignación ciudadana que cuando clama por justicia
en realidad busca venganza o un exorcismo de celdas bien cerradas. Le
atribuye un rol casi excluyente a la privación de libertad como forma de
sanción para quien comete un delito. Y sin sanción, dice, no hay
posibilidades de convivencia. Asegura que anda armado. Vive en Colón. Fue al
Seminario y estudió música en Francia a comienzos de los setenta. Es hijo
del general Eduardo Zubía y sobrino del general Rodolfo Zubía, jefes de las
regiones militares 2 y 3 durante la dictadura, quienes junto a los generales
Esteban Cristi y Julio C Vadora tuvieron un rol decisivo en el golpe de
1973, y que integraban la logia militar ultranacionalista Tenientes de
Artigas.

El fiscal Gustavo Zubía –vicepresidente de la Asociación de Magistrados
Fiscales de Uruguay– es histriónico, exagerado y hasta escandaloso a la hora
de expresar sus convicciones penales. Habla de “hecatombes”, de “epidemias
delincuenciales”, de que “nos estamos comiendo unos a otros”, de que
“estamos yendo hacia las maras (pandillas centroamericanas)”, de que somos
“rumiantes” esperando ser devorados por los “depredadores”; diagnostica “un
lamentable cuadro de benignidad” del sistema penal, donde los presos “no
cumplen la sanción” porque “el Estado propicia que los delincuentes tengan
enormes beneficios”. Adhiere al viejo esquema de solucionar los problemas
sociales con nuevos establecimientos carcelarios y reclama que haya más
personas presas. Dice desde hace años que eso no ocurre en parte por
ineficiencias del sistema, por algunas razones ideológicas, pero sobre todo
porque el gobierno no quiere más presos por el gasto que ocasionan y por los
conflictos que se generan en las cárceles.

Discurso de odio

Sus aseveraciones son tan contundentes como entreveradas. Mezcla en la misma
arenga la falta de límites en la educación con el devenir delincuencial de
muchos jóvenes, con las barras bravas vinculadas al fútbol, con las madres
que agreden maestras, con los rapiñeros que hacen cuentas y deciden robar
porque les conviene. No analiza contextos, ni condicionantes estructurales o
históricas. Utiliza cifras como caballitos de batalla de su prédica punitiva
pero sin ningún rigor. En 2012 le dijo al semanario Voces: “Hoy el índice de
menores infractores profesionales lo estoy situando en un 40 o 45 por
ciento”. “¿Cuarenta y cinco por ciento de qué?”, le preguntaron. “De todos
los adolescentes, contando las tasas aproximadas a ojo de buen cubero.”

Y también es a “ojo de buen cubero” que calcula la eficacia de la justicia.
El 31 de enero de 2016 le dijo a El País: “Por año, grosso modo, se
denuncian 130 mil delitos, pero los criminólogos afirman que por cada delito
denunciado hay tres o cuatro cometidos. Entonces puede haber 500 mil delitos
cometidos. Ahora, por año, se procesan unas 12 mil personas, y un 40 por
ciento son procesadas sin prisión, entonces en gruesas cifras, por año
tenemos 6 mil personas que van a la cárcel… de unos 500 mil delitos
cometidos. Sólo el 1 por ciento va preso”.

Su discurso, que a primera vista suena como clarificador (¡por fin alguien
que dice la verdad y se le entiende!), es simplificador e inexacto. En el
fondo es político, y construye categorías binarias: buenos y malos,
rumiantes y depredadores, ciudadanos y delincuentes… Y de alguna forma
utiliza el dolor de las víctimas –a quienes dice defender a capa y espada–
para instalar la desconfianza en el sistema de justicia.

Quizás lo peor de todo es que no tiene un antagonista público que equilibre
sus sentencias, y sus palabras aparecen como obvias y verdaderas y ayudan a
reforzar un pensamiento social donde reina la intolerancia y el temor al
otro.

***

Brecha consultó a Luis Eduardo Morás, sociólogo, docente universitario y
experto en seguridad ciudadana, para analizar el discurso del fiscal.

—Es un discurso peligroso para el Estado de derecho, para las garantías
constitucionales, para la salud de la democracia. Tiene un discurso muy
peligroso al que nadie enfrenta ni contrapone otros argumentos. Se pone en
el lugar de cualquier ciudadano y no debería, porque es un operador de la
justicia y no es ese el lugar del ciudadano común. Es un operador político
que no se sabe a quién representa, pero que tiene una gran habilidad para
generar opinión y marcar la agenda.

—¿En qué sentido ve como peligroso lo que dice el fiscal?

—Elabora un discurso esquizofrénico. Es un funcionario público que acusa al
Estado de promover la impunidad de los delincuentes, es un operador
destacado de la justicia, pero desconfía de la justicia, quiere prevenir el
delito, pero a su vez lo alimenta con el tipo de declaraciones que hace.
Cuando dice que robar es un boleto, ¿no está alimentando aquello que dice
combatir? Es un personaje que vende, genera adhesión y nivel de audiencia.
Pero está trasmitiendo ideas que son graves. Es un modelo de pensamiento
embromado para la convivencia, para las instituciones democráticas, para el
futuro… porque te deja sin esperanza. Sin proponérselo, quizás, pero termina
desprestigiando a la propia justicia. Legitima los peores sentimientos de
las personas que ahora pueden proclamar en voz alta y sin ningún pudor que
los delincuentes deben morir. Es un discurso justificador de esa mentalidad.
El discurso del ojo por ojo, del odio, nos degrada y disminuye toda
posibilidad de esperanza, te aniquila la esperanza. Es barbarie contra
barbarie.

—Zubía asegura que el Estado propicia condiciones por las cuales delinquir
sería “negocio”…

—Habla de los diez beneficios que da el Estado para que la gente delinca,
después dice que son 14 o 15. Dice que se denuncian 130 mil delitos y que
los criminólogos afirman que por cada delito denunciado puede haber tres o
cuatro cometidos. Entonces puede haber 500 mil delitos cometidos. La
hipótesis es que si se denuncian 500 mil delitos y hay 6 mil procesados con
prisión, al año, estamos hablando de que sólo el 1 por ciento va preso. Es
una grosera confusión de la unidad de análisis: delito con delincuente.

Nadie le pregunta o le pide que explique el dato con una regla de tres. ¿Si
el 1 por ciento es 6 mil y la justicia fuera 100 por ciento eficiente,
deberían ir presas 600 mil personas? ¿Eso es lo que propone? Es toda la
población uruguaya de 18 a 30 años. Es toda la población que está al norte
del Río Negro. Es un poco menos que la mitad de la población económicamente
activa. Rusia es el tercer país que más encarcela en el mundo y tiene 634
mil, le sigue Brasil con 622 mil… y Brasil tiene 210 millones de habitantes.
Absurdo.

—El fiscal ha hablado de tipologías de delincuentes que toman el delito como
trabajo y que no les interesa dedicarse a otra cosa. De ahí la importancia
de que no se vean beneficiados por mecanismos de libertades anticipadas.

—Al parece su despacho es una especie de confesionario donde los
delincuentes abren su perversa alma. Para el delincuente de Zubía es negocio
robar, porque se entra y se sale fácilmente y el Estado le da una cantidad
de beneficios. Construye un tipo de delincuente que es un sujeto racional
–afana porque es barato, evalúa costo y oportunidad– o un mutante cultural.
No hay historia personal, no hay ninguna visión antropológica, no hay ningún
condicionamiento estructural, ni pasado, ni hubo en su historia problemas
educativos ni sociológicos. El delincuente de Zubía es una figura salida de
un cuento de García Márquez. Hice un censo de adolescentes en conflicto con
la ley. La tercera parte estaba entre los 18 y los 20 años. Y a ese
delincuente nunca lo encontré. Ni lo encontró el Serpaj en todas las
entrevistas que hizo en las cárceles durante años. No hay ningún diagnóstico
que valide la afirmación del delincuente que dibuja el fiscal Zubía.

—¿Y cuál es el propósito de “dibujar” ese delincuente irreal?

—Es un discurso que valida la represión y la cárcel como el único tipo de
respuesta posible. Deshumaniza al delincuente como para justificar todo el
rigor punitivo, toda la barbarie de lo que hoy significan las cárceles. Está
validando el discurso de la solución represiva frente a un sujeto extraño al
entramado social. El delincuente es un producto espontáneo de los tiempos,
al cual hay que eliminar. Los delincuentes son dueños de su destino, la
responsabilidad es individual y personal. Esa idea se traslada a otros
campos, a los que “viven del Mides”, a los que no entran en el sistema, a
los gurises sin-sin (sin acceso a educación de calidad, sin posibilidades de
un empleo decente) se los categoriza como ni-ni. De modo que la
responsabilidad es sólo tuya: ni estudiás ni trabajás… Son los desertores.
Los que abandonan la batalla. Ese discurso que prende como yesca en los
comentaristas de las redes sociales, ese cretinismo amparado en el anonimato
que destila odio.

—Lo que parece desvelar a Zubía es que las víctimas del delito no se sientan
estafadas por la justicia, que sientan que se sanciona al delincuente.

—¿Por qué hay que defender al ciudadano a través de la cárcel? ¿Es que el
Estado contemporáneo sólo puede defender a las víctimas del delito con la
cárcel? ¿Por qué no pensamos en medios de reparación de la víctima, apoyo
psicológico, económico, acompañamiento? Zubía es un representante de esta
oposición: derechos humanos de las víctimas contra derechos humanos de los
delincuentes. ¿Es que el Estado ya no se propone la utopía de defender los
derechos humanos de toda la sociedad? ¿Renunció a eso? Es grave la ecuación
que sugiere, porque suma cero. Todo lo que gana el delincuente es lo que
pierde el ciudadano, y viceversa. El derecho penal se construyó como un
proceso de garantía frente al autoritarismo. Es una larga conquista de la
humanidad. Zubía parece querer desandarla y parece que quisiera volver al
manual de los inquisidores, al martillo de las brujas del siglo XV. Es la
misma idea, crear un antagonismo que implique que para defender a uno tenés
de destruir a otro. Es un discurso prescindente del Estado. Y además te
perdés dos siglos de avance civilizatorio en defensa de los derechos
humanos.

—Ha dicho que somos una manada de rumiantes esperando al depredador…

—Me parece grave que coloque a la víctima en el lugar de un rumiante.
Simbólicamente es el más débil en la cadena alimenticia, y los depredadores
son los delincuentes. Está incitando a la legítima defensa, hace apología de
eso: “Además de víctima sos un cobarde”; está ofendiendo el sufrimiento de
la víctima y revictimizándola.

  _____

Zubía dixit (1)

•“Acá está faltando la brújula, pero el palo de la brújula. Cuando me dicen:
hacinamiento, indignidad, poco menos que cámara de torturas en el Inau, y lo
que quieran, pero la sanción y el dolor son educativos, a mi juicio. Quizás
alguno más comparta en este planeta que el dolor educa.”

•“Los delincuentes son sólo parte del problema. El problema real es la falta
de toma de decisiones. Como en África, somos una manada de rumiantes y los
depredadores nos están comiendo.”

•“Tenemos récords de sistemas para zafar de la responsabilidad penal.
Tenemos 14 o 15 mecanismos para que la persona no cumpla la pena que se le
impone. Eso es lo principal que deteriora la convivencia social.”

•“Si no hay sanciones efectivas no hay convivencia social, más allá de los
pajaritos de colores que son preciosos para escuchar, todos podríamos estar
de acuerdo en el país de Frutillita, pero vivimos en este país y no en el
país de Frutillita.”

•“El fenómeno de la delincuencia está instalado y ni usted ni yo conocemos
los poderosos y profundos tentáculos en toda la zona de América de Sur. El
delito nos está comiendo.”

•“El Estado tiene que crear más cárceles y tiene que haber más personas
presas. Porque hoy estamos atrapando sólo el 5 por ciento de los delitos… y
la mitad van procesados sin prisión…”

•“¡A mí qué me importa que las cárceles estén hacinadas! En tren de defender
al ciudadano, si se necesita construir cárceles con dos, tres o cuatro veces
más capacidad, hay que hacerlo, mi amigo […] hoy tenemos una epidemia
delincuencial.”

•“Cuando el código penal nuevo entre en vigencia va a ser la hecatombe desde
el punto de vista de la libertad condicional.”

•“Se ha generado un contrasentido brutal, y el delincuente, si hace
cálculos, dice ‘es negocio delinquir’, y con el nuevo código va a ser más
negocio delinquir si no se modifica la libertad condicional.

Nota

1) Las frases corresponden a distintas entrevistas y notas realizadas en
prensa escrita, radio y tevé de 2012 a la fecha.

  _____

El fiscal

Es el actual fiscal letrado penal de Montevideo de 8º turno, pero lleva más
de 35 años en el oficio. Primero en fiscalías de Maldonado y Cerro Largo, y
antes en Montevideo como secretario de fiscalías penales. En agosto de 1998,
junto al juez Ricardo Migues, tuvo a su cargo el misterioso caso de la
muerte del ex intendente arachán Villanueva Saravia. De Cerro Largo pasó a
la fiscalía de menores en Montevideo, desde donde militó con insistencia y
declaraciones rimbombantes por penas más severas. Actuó en esa órbita hasta
que alcanzó su cargo de fiscal en lo penal. Desde allí intervino en sonados
casos, como una trifulca entre jugadores de Nacional y Peñarol, en el que
pidió severas penas, y el famoso homicidio de La Pasiva. Siempre polémico,
también pidió el procesamiento con prisión por el delito de atentado
especialmente agravado para militantes políticos como Jorge Zabalza, Irma
Leites, Eduardo, Diego y Álvaro Jaume por su manifestación en la Suprema
Corte de Justicia en protesta por el traslado de la jueza Mariana Mota.

  _____





---
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
https://www.avast.com/antivirus


------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20170616/a0f4a813/attachment-0001.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa