Argentina/ Crisitina y el kirchnerismo: nueva narrativa, viejas estructuras [Fernando Rosso]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Jun 22 14:24:14 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

22 de junio 2017

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Argentina

Cristina y el kirchnerismo: del populismo a “la gente”

La expresidenta presentó su coalición electoral en la cancha de Arsenal. El
populismo en los tiempos de Macri. Nueva narrativa y viejas estructuras.

Fernando Rosso

La Izquierda Diario, 20-6-2017

http://www.laizquierdadiario.com/

Cristina Fernández presentó la coalición Unidad Ciudadana que competirá en
las elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires.

El montaje milimétricamente guionado del evento que se realizó en el estadio
“Julio Humberto Grondona” del club Arsenal de Sarandí, tuvo todos los
condimentos estéticos de un modelo duranbarbista con rostro humano, a tono
con el clima “pospolítico” de la era Cambiemos.

Ni en el merchandising del estadio ni en el corto discurso de la
expresidenta hubo referencias partidarias, ni símbolo alguno de la liturgia
tradicional que siempre adornó los actos kirchneristas o peronistas. Tampoco
confirmó (ni negó) su eventual candidatura.

Los cincuenta intendentes peronistas (y pejotistas) que conforman la columna
vertebral de la alianza electoral, fueron cuidadosamente ocultados en el
acto de formato ciudadano. Tampoco hubo referencias al PJ (incluso
despotricó contra los partidos), ni a la dirigencia sindical.

Intendentes, legisladores peronistas y burocracia sindical fueron pilares de
la gobernabilidad de Mauricio Macri y de María Eugenia Vidal en este año y
medio de administración cambiemista. Una gran parte de los jerarcas
sindicales rompieron con el kirchnerismo (como expresión distorsionada del
enfrentamiento con el movimiento obrero convencionado) y orbitan entre
Florencio Randazzo y Sergio Massa. A los otros, fue mejor camuflarlos entre
“la gente”.

Cristina ensayó un novedoso relato donde el viejo y difuso populismo cambió
por el más liberal y republicano ciudadanismo de buenos modales; la juventud
militante y maravillosa de ayer (incluso con aire “setentista”), mutó hacia
el elector aislado en la desierta polis pampeana y los unidos y organizados
se convirtieron en la amorfa y disgregada sociedad. No hubo malditas
corporaciones, ni rabiosa prensa hegemónica, Clarín ya no miente más y la
agitada resistencia se transformó en domesticada integración.

Ni siquiera los tradicionales organismos y referentes de los DD.HH. que
formaron parte de la narrativa tradicional del kirchnerismo, tuvieron
protagonismo en la misa de Avellaneda.

Hacia el final del acto, Cristina hizo subir al escenario a personas que
representaban a los sectores damnificados por el plan de Macri y Cambiemos.
La presentación contuvo una falacia: parecía que los males y agravios de
esos sectores empezaron en 2015, cuando la realidad es que su situación
actual es producto de la profundización del deterioro que venían sufriendo
en un país con cerca de 30 % de pobres, 34 % de trabajadores “en negro” y
más de la mitad que se desempeña en la más plena precariedad laboral. Toda
pospolítica merece su “posverdad”.

El discurso de Cristina estuvo plagado de denuncias pero fue escaso en
propuestas programáticas. Denunció el endeudamiento salvaje, el latigazo
tarifario, los recortes en planes sociales o la crisis económica que
apuntala la recesión; pero no opuso lineamientos programáticos (ni si quiera
alguno de los contenidos en la extensa plataforma que circuló días pasados y
que quedará para consumo del núcleo duro).

No hubo referencias a ninguna organización colectiva (lo más parecido fue un
organizador de una sociedad de fomento) y mucho menos a la movilización o a
la acción callejera, para detener el ajuste de Macri. No mencionó la
escandalosa tregua de la dirigencia sindical.

El objetivo quedó promulgado con claridad: “Hay que poner un límite, poner
un freno”, aseguró Cristina y redujo esa tarea a las próximas elecciones.

Contuvo a quienes querían descargar su bronca contra Macri y evitó referirse
a los supuestos “traidores” que sostienen el proyecto de Randazzo. Es
entendible, entre los cincuenta “barones” que vienen bancando este proyecto,
existen varios que estuvieron en tránsito hacia la “renovación” randazzista.

Regresaron por el mero y oportunista cálculo electoral que podía poner en
riesgo su control territorial. Si se fueron algunos traidores no importa,
tengo otros.

La no confirmación de su candidatura tiene el objetivo de seguir
“rosqueando” hasta el último minuto en pos del eventual retorno de todos o
algunos de los “traidores” que se convertirán en ese mismo acto en
respetuosos ciudadanos de la unidad.

El relato ciudadano y el estreno de nueva estética esconden una operación
similar al kirchnerismo de los orígenes, adaptada a los tiempos de cambio.
Sin la potencia de la ocupación del Estado y con varias derrotas a cuestas.

El objetivo fue ampliar su base social y política más allá del núcleo duro.
El resultado: una amalgama que no colma las expectativas de los propios y es
de dudosa capacidad expansiva hacia los demasiado ajenos.

En términos del discurso concreto: un nuevo intento senil de cambiar la
narrativa sobre la base de las viejas estructuras. El cambio que llegó al
kirchnerismo: del populismo a “la gente”.

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