Venezuela/ Crisis de una experiencia cardinal para la izquierda latinoamericana [Giorgio Boccardo y Sebastián Caviedes]
Ernesto Herrera
germain5 en chasque.net
Jue Jun 29 17:30:32 UYT 2017
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Correspondencia de Prensa
29 de junio 2017
Boletín Informativo
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redacción y suscripciones
germain5 en chasque.net
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Venezuela
La Venezuela bolivariana
Crisis de una experiencia cardinal para la izquierda latinoamericana
Giorgio Boccardo y Sebastián Caviedes
Viento Sur, 29-6-2017
http://www.vientosur.info/
Escribir sobre Venezuela duele. En parte, porque significa dar cuenta del
drama de un pueblo que por primera vez comenzaba a participar de la
redistribución de sus recursos. Pero también, porque supone abordar el
declive de un proceso político que ha sido referencial para la izquierda
latinoamericana en las últimas décadas.
Por ello, propiciar un debate crítico y reflexivo sobre la crisis venezolana
es fundamental. Lo que no implica, sin embargo, someterse al oportunismo de
derecha. Ese que, tras una fachada democrática, reduce toda discusión al
dilema sobre si el régimen venezolano es o no una dictadura, cuando sus
intenciones apuntan a reinstalar un modelo social y políticamente excluyente
como el neoliberal. Pero tampoco es responsable omitirse del debate como lo
ha hecho la mayoría del pensamiento crítico, apelando a una suerte de
solidaridad incondicional con el proceso, al punto de tornarse indolente con
la tragedia del pueblo venezolano.
Entonces, nuestro interés por debatir sobre la grave crisis que atraviesa la
sociedad venezolana, sobre los aciertos y errores del chavismo, tiene que
ver con advertir lo mucho que está en juego en Venezuela, no sólo para el
futuro de ese país y, por cierto, de toda América Latina; sino que para la
construcción de proyectos radicalmente democráticos y alternativos al de la
sociedad capitalista.
1. La crisis del puntofijismo
Entre 1958 y 1993 el orden político venezolano se sustentó en el Pacto de
Punto Fijo 1/. Básicamente, consistía en que los dos principales partidos
políticos, Acción Democrática (AD) y Comité de Organización Política
Electoral Independiente (Copei), de orientación socialdemócrata y
socialcristiana, respectivamente, acordaron que con independencia de quién
ganara las elecciones, se formarían gobiernos de unidad nacional en base a
un programa mínimo y a la repartición de las instituciones estatales. Este
acuerdo dio vida a una sociedad “meritocrática” que era integrada por grupos
empresariales, burocracias estatales y los obreros del petróleo, en torno,
precisamente, a la distribución de la renta generada por el “Estado dentro
del Estado”: Petróleos de Venezuela S.A. (Pdvsa). Pero esta “meritocracia
puntofijista” excluía a una proporción considerable de trabajadores, a los
campesinos y a los grupos marginales.
A fines de los años setenta, comienza una prolongada crisis económica y
política. El declive de la renta petrolera mermó las capacidades del Estado
para responder a las demandas de las fuerzas integradas al pacto. Por su
parte, AD y Copei, se fueron tornando cada vez más en maquinarias
electorales clientelares y corruptas, y se distanciaron de las bases que les
dieron sustento político 2/. Durante el segundo gobierno del adeco Carlos
Andrés Pérez (1989-1993), se inicia la aplicación de radicales políticas de
ajuste estructural, desatando, en febrero y marzo de 1989, masivas protestas
populares conocidas como el Caracazo, las cuales fueron violentamente
reprimidas, terminando con centenares de muertos y miles de desaparecidos.
Las reformas fueron resistidas por la burocracia puntofijista dado que para
su implementación se requería desplazarlas, así como reducir las prebendas
entregadas a las clientelas, lo que desestabilizaba los delicados
equilibrios de la alianza dominante. Pese a que las transformaciones se
llevaron a cabo, éstas fueron incapaces de detener la crisis económica y
política. De este modo, mientras en 1993 el puntofijismo destituyó a Pérez
por acusaciones de corrupción, por primera vez desde 1958 se impuso en la
elección presidencial un candidato que no proviene del pacto. El ex copei
Rafael Caldera crea un nuevo partido socialcristiano y, en alianza con
organizaciones de izquierda, gana las elecciones con un programa anti
neoliberal. Pero después de sortear la peor crisis financiera de la historia
del país, Caldera negocia con el FMI e impulsa la Agenda Venezuela. Con este
plan, además de las ortodoxas medidas monetaristas aplicadas, se reducen
drásticamente las prestaciones sociales a los trabajadores y se inician
políticas de apertura e internacionalización de la industria petrolera,
desatando nuevamente las protestas.
Tras pasar dos años encarcelado luego de encabezar, en 1992, el frustrado
golpe de Estado que lo convirtió en referencia política nacional, Hugo
Chávez es liberado. Junto al apoyo de militares, intelectuales y militantes
de izquierda, inicia una avasalladora actividad política. Así, en el
contexto de una sociedad profundamente dividida, en el que el sistema
político se encontraba totalmente deslegitimado y se profundizaba el
deterioro de las condiciones de vida de la población, Chávez funda, en 1997,
el Movimiento Quinta República (MVR). El año siguiente se impone en la
elección presidencial, apelando a un proyecto que le dio voz, sentido de
dirección y esperanza a ese enorme malestar social.
En resumen, la transformación neoliberal desata el colapso de un sistema
político corroído, que se mantenía desde el Acuerdo de Punto Fijo. Tales
condiciones de vacío político explican, en parte, el vertiginoso ascenso de
Chávez. Tras quince años de gobierno, el chavismo revierte varias de las
reformas neoliberales y, mediante una redistribución radical de la renta
petrolera, fija nuevas clientelas al Estado, las cuales sostienen un
proyecto nacional y popular que, no por ello, deja de ser capitalista 3/. 2.
Ascenso y desarrollo del chavismo (1999-2013)
El proyecto inicial de Chávez no se distancia en demasía de las coordenadas
del populismo latinoamericano: un discurso anti imperialista, la
recuperación de la soberanía nacional, la centralidad de lo estatal, un
caudillo militar, modos autoritarios de poder político e importantes
programas de redistribución de la riqueza 4/. La prioridad en su primer
gobierno fue la convocatoria a una Asamblea Constituyente para la creación
de la Quinta República. Con una amplia mayoría chavista, la nueva
Constitución reafirma el carácter capitalista de la economía venezolana, con
un fuerte papel del Estado, que se reserva la actividad petrolera y otras
industrias de interés público o estratégico. Políticamente, se incorporan
diversos mecanismos de participación que buscan profundizar la democracia.
En términos económicos, sociales y culturales, se expanden
significativamente los derechos.
Dada la extrema dependencia de la renta petrolera de toda la economía y del
Estado venezolano, el chavismo inicia una reversión de las políticas
neoliberales de los años noventa 5/. Para ello, se confronta directamente
con Pdvsa, que hace años priorizaba la rentabilidad por sobre el interés
nacional. Se reestructura su política tributaria, se aumenta la contribución
directa de ésta con el Estado y se detiene el proceso de apertura a
capitales multinacionales iniciados en la década previa. Se recupera,
además, iniciativa sobre la OPEP, para controlar los volúmenes de producción
internacional y así aumentar el precio del petróleo. En particular, la
política de control de precios acordada con países como Irak y Libia inicia
las confrontaciones entre Chávez y el gobierno de los Estados Unidos.
Dos son las leyes que mayor oposición política generan en el empresariado:
la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario, y la Ley de Hidrocarburos. La
primera, fue un intento tardío de reforma agraria para limitar el poder del
latifundio y dar cierta seguridad agroalimentaria a los campesinos. La
segunda, permitió recuperar el control político y económico de Pdvsa. Ambas
fueron catalogadas por el empresariado y la oposición política como un
atentado a la propiedad privada.
En su segundo mandato (2001-2007), Chávez inicia la confrontación con una
oposición dispuesta a utilizar todos sus medios para derrocar al gobierno.
Estaba integrada por sectores militares, empresarios, los partidos
puntofijistas, la “meritocracia” de Pdvsa y casi todos los medios de
comunicación, además del apoyo del gobierno estadounidense. En abril de 2002
se lleva a cabo un golpe de Estado. Pero las combativas protestas populares
obligan a restituir a Chávez en la Presidencia. A fines de ese mismo año, se
produce el paro petrolero empresarial 6/.
Nuevamente, la resistencia popular se mantuvo a favor del chavismo, y se
pudo doblegar el sabotaje opositor. Tras soportar ambos embates, y a pesar
del daño producido a la economía y de la drástica reducción del ingreso
fiscal, Chávez salió fortalecido. Se trató de un cambio en la correlación de
fuerzas que permitió desarticular a la oposición militar y las burocracias
petroleras, pero a cambio de un nuevo pacto con los grupos populares de los
cuales dependía la sobrevivencia política del régimen. Si bien ya habían
votado por Chávez, es al calor del conflicto que asumen que este era “su
gobierno” 7/.
En los primeros años del chavismo, la crisis fiscal, la prioridad
constitucional y la desestabilización causada por la oposición impidieron
que mejoraran las condiciones de vida de los sectores populares. Pero dada
su centralidad en la continuidad del proceso, y ad portas de un referéndum
revocatorio convocado por la oposición, el chavismo volcó todas sus energías
en el desarrollo de una nueva política social. Por medio de las llamadas
Misiones, se implementó un radical programa de democratización de la renta
petrolera, que mejoró significativamente los ingresos, la salud, la
educación, las comunicaciones y el acceso a la cultura del pueblo venezolano
8/ . En contraste con las políticas focalizadas, que prevalecieron en buena
parte de América Latina, el gasto social se concentró en disminuir las
desigualdades, pasando a ser un componente fundamental del gasto público. En
síntesis, se construyó tejido productivo y social, así como una nueva
institucionalidad.
La legitimidad de la nueva política social se expresó con claridad en el
referéndum revocatorio de 2004. Chávez se impuso por el 59% de los votos y,
en las elecciones de gobernadores de ese mismo año, sólo pierde en 2 de los
23 estados. Al año siguiente, ante la posibilidad de ser barridos en la
Asamblea Nacional, la oposición se retira de las elecciones, quedando el
Parlamento constituido exclusivamente por chavistas. Para la presidencial de
2006, Chávez triunfó por casi el 63% ante el adeco Manuel Rosales.
En adelante, Chávez se consolida como figura internacional, no sólo por
liderar la nueva estrategia de control de precios de la OPEP, sino por
frenar la política estadounidense de subordinación latinoamericana (el ALCA)
mediante la alianza con los gobiernos de Brasil y Argentina, con la creación
del ALBA y otras iniciativas de integración económica y social, así como con
el apoyo creciente a gobiernos como el de Bolivia y Ecuador. Se trató, en
definitiva, de una significativa resistencia política y cultural a las
pretensiones hegemónicas de los Estados Unidos sobre América Latina,
liderada por George W. Bush.
A comienzos del 2007, Chávez anunció que la “fase de transición” en
Venezuela había finalizado y era el momento de avanzar en la construcción
del Socialismo del siglo XXI. Para ello se requería de leyes habilitantes
que le entregaran poderes extraordinarios, una reforma constitucional para
declarar socialista a la República Bolivariana de Venezuela y construir el
Partido Socialista Unido Venezolano (PSUV). Entre las propuestas
específicas, Chávez reafirmaba la propiedad y el control del Estado sobre
los hidrocarburos, la eliminación de restricciones para la reelección
presidencial por más de dos periodos y la reorganización político
territorial del país.
Es precisamente durante este periodo que se produce una inflexión en el
proceso económico y político, cuyas consecuencias serán trascendentales para
Venezuela. Pues, primero, en vez de avanzar en una diversificación
productiva que hiciera al país menos dependiente de la renta petrolera y de
los ciclos económicos internacionales, se apunta a fortalecer el
distributivismo, así como la formación de un empresariado chavista de
carácter comercial y financiero. De tal suerte, la “maldición de los
recursos naturales” termina por sepultar en el largo plazo los esfuerzos de
democratización social alcanzados. Segundo, Chávez termina reduciendo su
propuesta de socialismo a estatismo y verticalismo. En efecto, en lugar de
radicalizar la democracia política, queda preso del autoritarismo militar y,
a pesar de la retórica, de las herencias del populismo y de los socialismos
reales. Luego, en vez de darles más poder político a las clases populares,
termina restándole poder a costa de un mayor clientelismo estatal y control
burocrático del proceso.
Entonces, más allá de las dificultades propias de enfrentar a los Estados
Unidos, a las fuerzas reaccionarias de oposición y las limitaciones del
subdesarrollo latinoamericano, es precisamente en el momento de mayor auge
del chavismo que se desaprovecha una oportunidad histórica de haber
radicalizado el proceso social y político en curso. En ese sentido, Nicolás
Maduro hereda condiciones sociales y políticas que estallan producto de los
bajos precios del petróleo, pero que se originan años antes de su ascenso.
3. La Venezuela después de Chávez
Con la muerte de Chávez en 2013, y no existiendo ningún liderazgo similar en
el PSUV, pesó en la nominación de Maduro su mayor amplitud política y
vínculos internacionales para conducir la amalgama de tendencias y
movimientos que convergen en la alianza chavista. Sin embargo, su ascenso al
poder se produjo coincidentemente con el declive de una renta petrolera que
llegó a representar cerca del 95% de los ingresos venezolanos por
exportaciones, el 60% de sus ingresos presupuestarios y el 12% de su PIB. En
esa pendiente, para 2015, habían caído en 40% los ingresos procedentes de la
exportación de petróleos crudos y, en 2016, la deuda externa crecía en más
de un 350% respecto a 1998 9/.
Junto al efecto demoledor de esta contracción económica, que dificulta al
gobierno sostener los exitosos programas de redistribución social y, así, el
consenso de la alianza dominante, se agudizan los rasgos autoritarios del
régimen político, tanto por herencia del proceso bolivariano en su conjunto
como por la incapacidad política del nuevo Presidente. Principalmente,
destaca la destrucción del tejido social que apuntaló la hegemonía chavista,
cuya falla de origen, agravada por la crisis económica y política, se
encuentra en el modo en que se entendió la organización de base sobre la
cual se asentó este movimiento, la cual fue escasamente entendida como
autogestionada y autónoma, siendo más bien producto de políticas públicas
llevadas adelante por el Estado venezolano 10/ .
Al interior del PSUV y del movimiento chavista, ello se expresa en una
cultura política que venía excluyendo, desde la época de Chávez, el debate
crítico entre las bases del partido, característico en su fundación 11/. Por
lo demás, un rasgo propio de estos últimos años es el incremento de la
militarización del Estado y el Gobierno, posiblemente a raíz de que Maduro,
al no estar vinculado orgánicamente a las Fuerzas Armadas, incorporó a más
de sus miembros a posiciones de poder, como una forma de asegurar su
lealtad. Así, hoy una tercera parte de los ministros (12 de 31) y
gobernadores (13 de 20) son militares, y muchos otros están en lugares
críticos de la economía, donde, a causa de la falta de controles
democráticos, se abren condiciones para que prolifere la corrupción,
especialmente en ámbitos como la asignación de divisas, los puertos o la
distribución de alimentos 12/.
Además de la corrupción, viejo problema venezolano que excede a la
experiencia chavista, la crisis evidencia los efectos negativos asociados al
rentismo extractivista petrolero que rige a la economía. Ejemplo de ello es
el sector energético, en donde la falta de inversión ha provocado cortes y
restricciones en el suministro eléctrico y ha sumergido al país en un
desabastecimiento de gas natural y sus derivados, aun cuando éste posee una
de las mayores reservas probadas de gas convencional a nivel mundial. Peor
aún, el gobierno ha declarado su interés por usar las técnicas de
perforación horizontal y fracking, comprobadamente dañinas para el
medioambiente y la salud, para iniciar la explotación de gas en la cuenca
del Lago Maracaibo 13/. Técnicas que, paradojalmente, le han permitido a
Estados Unidos lograr una relativa autonomía energética, causando un
desequilibrio del mercado mundial de petróleo que ha empeorado los precios
globales y ha perjudicado a la propia Venezuela 14/ .
La crisis, además, profundiza la penetración del capital transnacional, como
lo muestra la creación de la Nueva Zona de Desarrollo Estratégico Nacional
“Arco Minero del Orinoco”, que abrirá casi 112 mil km2 a la gran minería
local y extranjera, bajo la supervisión y control de las Fuerzas Armadas
15/.
Atentos a la debilidad de Maduro, la misma oposición que se enfrentó a
Chávez se rearticula para intentar reconstruir parte de la legitimidad
perdida en 2002. Nucleados en la Mesa de Unidad Democrática (MUD), en ella
conviven grupos que van desde la izquierda moderada a la extrema derecha
golpista, cada uno con programa propio. Por su peso en la Asamblea Nacional,
las organizaciones que lideran la MUD son Primero Justicia (PJ) y Voluntad
Popular (VP) 16/ , junto al viejo partido AD. Entre los miembros de PJ se
encuentran el ex candidato presidencial Henrique Capriles y Julio Borges,
actual presidente del Parlamento, arquetipos de la generación política que,
con el ascenso del chavismo, vio frustrado su lógico paso a la política
puntofijista tras ser educados en el extranjero y provenir del Copei. VP,
por su parte, comandada por Leopoldo López, apela a la movilización
callejera, con altos grados de violencia, al negarse a aceptar la
legitimidad del gobierno y promover la intervención exterior contra
Venezuela 17/.
Si bien existió, la orientación dialogante de la oposición duró hasta la
entrega de los resultados de la elección presidencial de 2013. En efecto,
desde la insostenible acusación de fraude electoral que realizara Capriles
18/,llamando a que provocaron 11 muertos, la radicalización de la oposición
ha dado lugar a hechos brutales como los acontecidos en las manifestaciones
estudiantiles de febrero de 2014, cuando López y su partido, junto a la
parlamentaria María Corina Machado y el alcalde de Caracas, Antonio Ledezma,
alimentaron una protesta que dejó 47 muertos, y en la que se vio la
colocación de alambres en las calles para decapitar a motociclistas
progubernamentales. El llamado a hacer caer al gobierno llevó a López y
Ledezma a cumplir en la cárcel una condena que, sin embargo, por obra de la
ofensiva internacional liderada por el ex presidente español José María
Aznar y otros ex mandatarios iberoamericanos, junto con el apoyo del
secretario general de la OEA, Luis Almagro, los ha convertido, pese a sus
antecedentes golpistas, en “mártires” por la defensa de la democracia y los
derechos humanos.
El gran problema de la oposición es la falta de un proyecto conjunto y
alternativo al chavismo. Manifiesto quedó mientras operó la “súper mayoría”
parlamentaria que obtuvo en diciembre de 2015 20/. Su oposición únicamente
se ha centrado en el desmantelamiento de todo lo que se hizo antes y en la
estrategia más adecuada para desbancar a Maduro, dejando de lado la búsqueda
de medidas concretas para afrontar el crimen y la inseguridad, o para
aliviar la crisis económica. Las pocas propuestas programáticas a su haber
apelan al crecimiento de la renta petrolera, la liberalización y la ayuda
que pueda brindar el FMI, lo que es poco atractivo para la sociedad
venezolana, pues muchas fracciones populares creen que perderán más de lo
que ya han perdido si es que la oposición llega al poder 21/. Apuntan, en
definitiva, a una rearticulación del pacto elitario que gobernó durante toda
la historia venezolana, levantándose contra el régimen que los excluyó del
distributivismo estatal o limitó su participación en éste, y al que buscan
desestabilizar por la fuerza.
Pese a ello, en el último tiempo, la crisis humanitaria en que ha devenido
el deterioro del país le ha permitido a la oposición instrumentalizar a su
favor la movilización popular del oeste de Caracas, bastión del chavismo,
abriéndose un hiato en el indiscutible arraigo popular bolivariano. Así,
mientras la oposición llama a crear un canal humanitario para solucionar la
falta de insumos y medicinas, pero se moviliza sobre todo por demandas
políticas como la liberación de los presos políticos o el referéndum
revocatorio contra Maduro, el pueblo, en su mayoría chavista, lo hace por el
hambre, la escasez de medicinas y productos básicos, y la violencia e
inseguridad generalizadas 22/.
El sistema de control del tipo de cambio y de los precios, impuesto en
2002-2003 para afrontar el sabotaje económico opositor, se ha tornado
disfuncional al permitir la especulación entre los sectores que controlan
divisas. La crónica falta de dólares ha socavado toda capacidad económica,
especialmente la importadora. En consecuencia, los mayores afectados han
sido los grupos populares que dependen de los productos que el gobierno
importa y que vende a precios controlados. Esto ha permitido el crecimiento
del mercado negro, contribuyendo a ello la falta de una estrategia de
suministro y distribución, que es otra tara del modelo de desarrollo
bolivariano 23/ . Junto a estos graves problemas de desabastecimiento, los
últimos datos económicos difundidos por el INE venezolano y Cepal, para
diciembre de 2015, indican una inflación general de 180,9% y de una
inflación de alimentos de 218,7% 24/ . En tal circunstancia, hoy crece la
desnutrición, por primera vez, a causa del hambre y no de las enfermedades,
al experimentar la población una pérdida de 8 kilos en promedio, en tanto
aumentan quienes señalan comer dos o menos veces al día 25/.
Tras sellar definitivamente su compromiso con los sectores populares a
comienzos de los dos mil, las políticas sociales chavistas empujan una
disminución, prácticamente ininterrumpida, de la pobreza y la indigencia.
Esta llega a su punto más bajo en 2012, cuando la pobreza alcanza un 25,4% y
la indigencia un 7,1% 26. No obstante, entre 2014 y 2016 se dispara el
porcentaje de hogares pobres de un 48,4% a un 81,8%, encontrándose un 51,5%
del total en situación de pobreza extrema 27/. Esto evidencia la importancia
que tuvo el redistributivismo de la renta petrolera, al mismo tiempo que su
talón de Aquiles.
La crisis política se ha acentuado desde abril de 2017, en tanto los rasgos
autoritarios del régimen se exacerban con Maduro, al punto de fracturar la
propia Constitución de 1999. Ello, con la anuencia del Consejo Nacional
Electoral (CNE) y el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) 28/.
A esto se suma el aumento en la radicalidad de los enfrentamientos entre las
fuerzas de choque de la oposición y del gobierno. Ahora bien, lo más
relevante desde un punto de vista político es cómo esto profundiza la
división al interior del chavismo. Y es que, si al comenzar el mandato de
Maduro la tensión se hallaba entre una facción civil a cargo de importantes
ministerios como el de Agricultura y Tierras y el de Energía y Petróleo, y
otra militar, compuesta de elementos activos y retirados, varios de ellos
compañeros de Chávez desde la asonada de 1992, y que se encargaban de
sectores nacionales estratégicos y controlaban la Asamblea Nacional y el
PSUV en la figura de Diosdado Cabello 29/ ; hoy esa división,
desnaturalizando la polaridad inicial, se ensancha hacia nuevas franjas
civiles y militares.
En el caso de estos últimos, gana relevancia el grupo 4F, liderado por ex
compañeros de armas de Chávez, que reclaman a Maduro su distancia de
cualquier proyecto revolucionario, socialista o bolivariano, al tiempo que
relevan la precariedad que afecta a los cuarteles y a las familias de los
militares 30/. Por su parte, la disidencia de izquierda del chavismo -cuyo
núcleo es Marea Socialista, colectivo de políticos e intelectuales chavistas
críticos que antecede a la crisis actual- suma a nuevos apoyos, incluyendo a
ex ministros de Chávez y Maduro, dirigentes políticos y sociales y
académicos, formulando una crítica a la “ruptura del hilo constitucional” y
al estado de polarización y violencia que afecta al país 31/.
Ambos grupos apuestan a la apertura de un diálogo político y social que dé
lugar a un consenso nacional. Pero, para la oposición de izquierda, la
alerta debe estar puesta en que el giro antidemocrático que ha dado Maduro,
sumado al de la oposición, y que ha horadado la frágil institucionalidad
venezolana, pueda abrir la puerta a la intervención extranjera. Esta
alternativa de izquierda, de todos modos, está poco desarrollada y, en
realidad, no cuenta con capacidad suficiente para liderar el proceso de
transición. Más bien, la orientación que adopte este proceso sigue estando
en manos de los militares, cuyo apoyo a Maduro explica en buena medida su
mantención en el poder.
De tal suerte, lo que está en juego tras la muerte de Chávez, más que la
democratización de Venezuela -que podría ser imputable a la mayoría de los
países latinoamericanos-, es la posibilidad de que en América Latina se
desenvuelva un capitalismo nacional y popular dentro de los marcos de una
economía internacional de sello neoliberal. Hoy, sin embargo, la inmediata
posición que debiesen defender las fuerzas de izquierda en la región es
cautelar la autonomía popular en la resolución de esta crisis, evitando que
de ella derive un nuevo pacto elitario, que incluso sea decidido desde fuera
de las fronteras venezolanas.
4. Crítica e internacionalismo ante la crisis política venezolana
El proceso venezolano sigue sumamente abierto. En buena medida, porque no se
ha producido un quiebre importante en las Fuerzas Armadas. Sin embargo, las
dramáticas condiciones de vida que enfrenta su pueblo pueden acelerar el
curso de los acontecimientos. Dependiendo de qué fracciones del chavismo y/o
de la oposición se terminen imponiendo (o pactando), el curso histórico de
Venezuela puede tomar rumbos insospechados. Ahora bien, más allá de intentar
predecir lo que deparará el futuro a Venezuela, nos interesa reafirmar
algunas reflexiones sobre la crisis del chavismo y lo que, nos guste o no,
heredan de él los esfuerzos de transformación anti neoliberal que hoy bregan
por emerger en diversas latitudes del orbe.
Primero, por más atractivos que resulten los beneficios que entrega la
explotación de recursos naturales para expandir la democracia social,
incluso cuando son monopolizados por el Estado, esto tiene límites para el
devenir de proyectos políticos de transformación: generan una extrema
dependencia a los ciclos económicos internacionales, producen crisis socio
ambientales en los territorios en que se explotan y, por lo general,
deprimen otros sectores productivos (la llamada “enfermedad holandesa”).
Ciertamente, tales críticas deben compatibilizarse con los reclamos de
redistribución que legítimamente demandan sectores populares que,
precisamente, son los que les dan sustento a estas experiencias.
Segundo, una vez más queda demostrado lo insuficiente que es “la toma del
Estado” para avanzar en la transformación de la sociedad capitalista, aunque
sea con las herramientas de la democracia liberal. La tragedia que atraviesa
Venezuela nos remite nuevamente a los límites históricos de las izquierdas
en el poder durante el siglo XX, las cuales, una y otra vez, han reducido el
problema del socialismo al estatismo, cuando precisamente se trata de lo
contrario: de socializar permanentemente el poder y de democratizar
crecientemente la vida social.
Tercero, señalar que la crisis de Venezuela tendrá un enorme impacto para la
izquierda latinoamericana. Su derrota significará la deslegitimación de
buenas ideas que el chavismo intentó desarrollar, así como un mayor
predominio de la influencia estadounidense en la región, esta vez, por la
vía de Colombia, en donde mantiene instaladas bases militares. Se potencia,
además, con un Brasil atravesando también una aguda crisis política.
No sabemos cómo va finalizar la crisis venezolana. Pero sea cual sea su
resultado, tendremos que cargar con la pesada mochila de su legado.
Tendremos que explicarla, aprender de ella, de sus aciertos y de sus
errores, sin embargo, no puede ser alternativa para la izquierda ignorarla.
Aunque eso nos traiga importantes costos políticos (o electorales). Como
mínimo, debemos salir de ese silencio interesado, defender que nuestra
crítica a Venezuela es por radicalizar sus aciertos, y no revertirlos,
aprender de sus errores, pero también, embestir contra los términos que
busca imponernos la reacción y el progresismo neoliberal cuyos derroteros
han sido los principales responsables de las paupérrimas condiciones de vida
que experimentan día a día los pueblos latinoamericanos.
En lo inmediato, la solidaridad de la izquierda latinoamericana con el
pueblo venezolano debe sustentarse en su compromiso crítico con una solución
anti neoliberal y democrática a la crisis, empujando para que las fuerzas
que representan aquello se impongan. Con la misma fuerza, debe confrontar el
carácter golpista, elitario y neoliberal que representan las actuales
conducciones de la oposición. En definitiva, la conformación de una
izquierda radical también pasa por recuperar el internacionalismo crítico y
solidario que caracterizó a la tradición revolucionaria de nuestra América
Latina.
Notas
1/ Becerra, M. (2001). El colapso del sistema de partidos en Venezuela:
explicación de una muerte anunciada. En Maingón, T., Carrasquero, J., y
Welsch, F. (Eds.). Venezuela en transición: elecciones y democracia,
1998-2000. Caracas: RedPol, pp. 36-51.
2/ Lander, E. (2007). Venezuela: logros y tensiones en los primeros ocho
años del proceso de cambio. Gobiernos de izquierda en América Latina. Un
balance político.Bogotá: Aurora, pp. 39-76.
3/ Ruíz, C., y Boccardo, G. (2015). ¿América Latina ante una nueva
encrucijada? Anuario del conflicto social.
4/ Chávez, H. (1996). Agenda Alternativa Bolivariana: Una propuesta
patriótica para salir del laberinto. Caracas. Recuperado de:
http://minci.gob.ve/2014/03/libro-rojo/
5/ Boué, J. C. (2002). Internacionalización de PDVSA: ¿Triunfo estratégico o
desastre fiscal? Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, 8(2),
pp. 237-282.
6/ Maya, M. L. (2003). Venezuela en la encrucijada. Revista OSAL, (9), pp.
55-60.
7/ Lander, E. (2007). Op. Cit.
8/ Maya, M. L. (2008). Venezuela: Hugo Chávez y el bolivarianismo. Revista
Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, 14(3), pp. 55-82.
9/ Cepal. (2016). Anuario Estadístico de América Latina y el Caribe.
Santiago: ONU. Mientras en 2013 el precio promedio del crudo era de US$100,
en febrero de 2016 cae a su punto más bajo al costar US$24,25.
10/ Lander, E. (2016, 12 de julio). La implosión de la Venezuela rentista.
Aporrea.org.
11/ Buxton, J. (2016, julio-agosto). Venezuela después de Chávez.
Entrevista. New Left Review, (99), pp. 7-29.
12/ Lander, E. (2016). Op. Cit.
13/ , J. (2014, 19 de junio). El peligroso fracking en Venezuela.
Aporrea.org.
14/ Telesur. (2015, 22 de octubre). El fracking desequilibró el mercado
petrolero mundial. Telesurtv.net
15/ AVN. (2016, 27 de febrero). Plan del Arco del Orinoco contempla
industrializar potencial minero nacional.
16/ Son las que vehiculizan más recursos económicos, especialmente del
financiamiento que Estados Unidos le viene otorgando a la oposición desde
2002, a través de agencias como Usaid y la NED. Núñez, E. (2014, 5 de
abril). Usaid: ¿agencia de desarrollo o de operaciones encubiertas? BBC
Mundo.
17/ Lewit, A. y Brito, G. (2016). Radiografía de la MUD: análisis sobre la
oposición venezolana. Celag.org
18/ Se apuntó a la avería de 535 máquinas del sistema electrónico de
votación nacional. No obstante, aun cuando sea cierta esta situación, se
trata de una cantidad de votos marginal respecto al total de sufragios. Ver
Rosnick, D. y Weisbrot, M. (2013, mayo). A statistical note on the April 14
Venezuelan Presidential Election and audit of results. Center for Economic
and Policy Research (CEPR).
19/ Ver la “Declaración de Panamá” de 2015. Público. (2015, 9 de abril).
Felipe González se alía con Aznar para atacar al gobierno de Venezuela.
Público.es. 20/ Su desproporción visibilizó el fracaso del PSUV al abordar
los problemas del marco electoral. El frente opositor obtuvo el 56% de los
votos, mientras que el PSUV y su Gran Polo Patriótico el 41%. Sin embargo,
habiendo 164 escaños en juego, 113 fueron adjudicados de acuerdo con un
sistema mayoritario y los restantes 51 en razón de un sistema de lista. La
súper mayoría de la MUD dependía del apoyo de tres miembros que procedían de
comunidades indígenas. Pero esta se acabó cuando se descubrió que ellos
estaban implicados en un fraude electoral, junto a un miembro del PSUV,
siendo los cuatro inhabilitados. Ver Buxton, Op. Cit.
21/ Pardo, D. (2017, 5 de mayo). ‘Si esta es una dictadura, es la más feliz
del mundo’: ¿qué piensan y cómo ven los chavistas convencidos la crisis de
Venezuela? BBC Mundo.
22/ Pardo, D., Op. Cit. La confusión y la propaganda están a la orden del
día en este punto. Recordada es la visible naturaleza de clase con que se
inician las protestas contra Maduro, a poco de la muerte de Chávez,
concentradas en las zonas más acomodadas de Caracas, donde personas exhibían
sus camionetas último modelo y sus ropas de US$300. Weisbrot, M. (2014, 20
de marzo). The truth about Venezuela: a revolt of the well-off, not a
‘terror campaign’. The Guardian.
23/ Buxton, J. Op. Cit.
24/ Estos datos, ciertamente, son subestimaciones que hoy, además, se han
acrecentado. Ver Cepal. (2016). Panorama social de América Latina y el
Caribe, 2015. Santiago: ONU.
25/ Esto, según el acceso a una “canasta normativa de alimentos”. Ver
UCV-UCB-USB. (2017, febrero). Encuesta de Condiciones de Vida en Venezuela
(Encovi), 2016. Caracas: Fundación Bengoa.
26/ Cepal. (2016). Op. Cit.
27/ UCV-UCB-USB. Op. Cit.
28/ Este giro se expresa, sucesivamente, en: desconocer a la Asamblea
Nacional de mayoría opositora (sobrepasada reiteradamente por las decisiones
del TSJ); bloquear y postergar el referéndum revocatorio para el que la
oposición había cumplido con todos los requisitos constitucionales;
postergar la realización de las elecciones a gobernador de 2016; y convocar
a una Asamblea Constituyente, saltándose el requisito previo del plebiscito,
pasando a llevar una disposición que el propio Chávez respeto en su momento.
29/ BBC Mundo. (2012, 11 de diciembre). Un mapa del chavismo: socialistas y
militares. BBC Mundo. 30/ Santacecilia, M. (2016, 30 de mayo). ¿Quiénes son
las ovejas negras del chavismo? Deutsche Welle. 31/ Aporrea. (2017, 25 de
mayo). Sectores fuera de la polarización hacen llamado a detener escalada de
violencia. Aporrea.org.
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