América Latina/ Mujer/ Desempleo e informalidad: un reto clave [José Manuel Salazar-Xirinachs]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Mar 10 14:23:51 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

10 de marzo 2017

Boletín Informativo

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América Latina/Mujer

Desempleo e informalidad de las mujeres en América Latina: un reto clave

José Manuel Salazar-Xirinachs *, desde Lima

Inter Press Service (IPS), 6-3-2017

http://www.ipsnoticias.net/

La incorporación de las mujeres al mercado de trabajo de América Latina y el
Caribe ha sido una tendencia constante y positiva durante las últimas
décadas. Pero en 2017, en tiempos de aumento del desempleo y la
informalidad, nuevamente surge la necesidad de insistir en la igualdad de
género para generar más y mejores empleos para las 255 millones de mujeres
en edad de trabajar que viven en esta región.

Casi la mitad de esas mujeres, 126 millones, ya forman parte de la fuerza
laboral, lo cual es un logro importantísimo alcanzado a lo largo de muchos
años. Una vez más, sin embargo, es importante recalcar que no podemos bajar
la guardia.

Durante el último año, cuando la marejada de crecimiento lento o en algunos
casos de franca contracción económica que azota la región impactó de frente
al mercado laboral, produciendo una abrupta alza del desempleo y también el
deterioro de algunos indicadores de la calidad del empleo, fue evidente que
la situación afectaba en mayor medida a las mujeres.

La tasa de desocupación promedio regional de las mujeres subió a niveles que
no se veían desde hace más de una década en América Latina y el Caribe, a
9,8 por ciento, es decir al borde de los dos dígitos. Si se mantienen los
pronósticos de falta de dinamismo económico este año la tasa promedio puede
pasar de 10 por ciento en 2017.

Esa tasa de desocupación de las mujeres subió 1,6 puntos porcentuales, por
encima de la variación de los hombres, que aumentó 1,3 puntos porcentuales.
De los cinco millones de personas que se incorporaron a las filas de
desempleo, 2,3 millones eran mujeres. Esto significa que hay unas 12
millones de mujeres que están buscando empleo en forma activa, pero no lo
consiguen.

La participación de las mujeres en la fuerza laboral continuó aumentando
durante el último año. A nivel nacional (rural+urbano) la tasa de
participación de las mujeres pasó de 49,3 por ciento a 49,7 por ciento. Esto
es siempre una buena noticia. Pero aun así continúa muy por debajo de la de
los hombres, que es de 74,6 por ciento.

La contrapartida negativa fue que la tasa de ocupación de las mujeres, que
mide el nivel de demanda de mano de obra, disminuyó de 45,2 a 44,9 por
ciento. La de los hombres también experimentó una baja parecida, aunque es
bastante más elevada en 69,3 por ciento.

El último informe Panorama Laboral de América Latina y el Caribe de la OIT
(Organización Internacional del Trabajo), también destacó que la menor
actividad económica se ha reflejado en tendencias a la disminución del
número de trabajadores asalariados, aumento de los empleados por cuenta
propia, disminución en los salarios formales, que forman parte de las
señales de un aumento en la informalidad.

Las estimaciones más recientes disponibles sobre informalidad de las mujeres
indican que casi la mitad de la fuerza laboral femenina está en estas
condiciones, que habitualmente implican inestabilidad laboral, bajos
ingresos, falta de protección y derechos.

A lo largo de los últimos años se han identificado algunas características a
tener en cuenta al analizar la participación laboral de las mujeres. Como
por ejemplo que alrededor de 70 por cieto se desempeña en el sector de
servicios y comercio, donde las condiciones precarias aparecen con
facilidad, incluyendo la carencia de contratos.

Además unas 17 millones de mujeres realizan trabajo doméstico. Son más de 90
por ciento de las personas dedicadas a esta actividad. En esta ocupación los
niveles de informalidad siguen siendo demasiado elevados, en torno a 70 por
ciento.

Esta descripción de las características de la inserción laboral de las
mujeres en el mercado de trabajo no estaría completa sin hacer notar un
aspecto muy destacable que surgió en un informe regional sobre “Trabajo
Decente e igualdad de género” de varias agencias de Naciones Unidas
presentado en 2013: en esta región 53,7 por ciento de las mujeres
trabajadoras alcanza más de diez años de educación formal, en contraste con
solo 40,4 por ciento por ciento de los hombres.

Por otra parte, 22,8 por ciento de las mujeres en la fuerza laboral cuenta
con educación universitaria (completa e incompleta), por encima del 16,2 por
ciento de los hombres.

Sin embargo, esto no impide que haya una brecha salarial importante. Un
informe de la CEPAL  (Comisión Económica para América Latina y el Caribe)
advertía en 2016 que según los datos disponibles las mujeres recibían 83,9
por ciento de lo que ganaban los hombres en empleos similares. La brecha es
más grande en el caso de niveles educativos mayores.

Todas estas estadísticas son un llamado a la acción.

Este tema ya forma parte de los objetivos de desarrollo sostenible trazados
para todos los países en la Agenda 2030. En particular en el Objetivo #5:
“Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las
niñas”, y es clave para el Objetivo #8 sobre crecimiento económico y trabajo
decente. Para la OIT la igualdad de género es un objetivo transversal, que
está presente en todas sus actividades.

Estamos frente a un desafío estructural que implica cambios económicos,
sociales y como sabemos también culturales. Es necesario que tanto los
gobiernos como los actores sociales mantengan como una prioridad esencial
promover una mayor igualdad entre mujeres y hombres.

Hay que buscar fórmulas para mejorar la productividad de las mujeres
impulsando su participación en sectores más dinámicos de productividad media
y alta, y al mismo tiempo identificar las causas de la segregación.

Para continuar avanzando en la igualdad laboral es necesario recurrir a una
combinación de acciones que tengan en mira la igualdad de género, incluyendo
entre otras: políticas activas de empleo; redes de infraestructura de cuido
y nuevas políticas para el cuidado de los niños y personas dependientes;
estrategias para promover la división de responsabilidades familiares;
mejoramiento de la formación profesional y la educación; promoción de las
emprendedoras; aumento en la cobertura de la seguridad social; y una acción
decidida para prevenir y combatir la violencia contra las mujeres, incluida
la violencia en los lugares de trabajo.

La igualdad en el empleo fue un desafío enfrentado en el pasado, continua
vigente en el presente, y es uno de los retos más importantes para lograr un
mejor futuro del trabajo en la región.

* José Manuel Salazar-Xirinachs, director regional de OIT para América
Latina y el Caribe.

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