India/ calzado esclavo: salarios miserables, trabajo a "destajo", discriminaciones por casta y género [Eric Llopis]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Dom Mar 19 14:03:13 UYT 2017


  _____

Correspondencia de Prensa

19 de marzo 2017

Boletín Informativo

redacción y suscripciones

 <mailto:germain5 en chasque.net> germain5 en chasque.net

  _____

India

Calzado esclavo en la India

ONG denuncian vulneraciones “flagrantes” de los derechos laborales y
discriminaciones por casta y género.

Enric Llopis

Rebelión, 18-3-2017

http://www.rebelion.org/

Con una producción de 2.200 millones de pares de zapatos en 2015 (el 9,6%
del total mundial), India ha transitado durante años a rebufo –aunque a
mucha distancia- de la potencia china en el liderazgo global del calzado.
Más de un millón de personas en India trabajan en el sector. Sobre todo en
la producción y exportación de zapatos de cuero, que se venden en Alemania,
Estados Unidos, Gran Bretaña, Italia, Francia o Hong Kong. También importan
calzado de india firmas como Harrods, Pierre Cardin, Nike, Reebok, Versace,
Yves St. Laurent, Zara, Johnston & Murphy, Armani, Massimo Dutti, Bugatti,
Christian Dior o French Connection; adquieren prendas de piel, marcas como
Mango, Armani, Marco Polo, Pierre Cardin o Versace; y compran
artículos-accesorios de piel, emporios como Walmart, Yves St. Lautent, Marks
& Spencer, Levis, Prada o Pierre Cardin. ¿Qué subyace a esta expansión de
las macrocifras? Aporta algunas claves el informe “Se dejan la piel”, sobre
la vulneración de los derechos laborales en la industria del cuero y el
calzado en India, elaborado por Society for Labour and Development de Nueva
Delhi y el Instituto Südwind, de Bonn. La ONG Setem hizo pública la
investigación en España en diciembre de 2016.

Los autores, Vaibhav Raaj, Shashi Kant Prasad y Anton Pieper, vierten en su
trabajo las conclusiones de las entrevistas a 232 obreras, empleadas en dos
de los “clúster” de producción de cuero y calzado más potentes del país. Uno
se ubica en Agra (Estado de Uttar Pradesh), cubre casi el 50% de la demanda
nacional de calzado y más de un 25% de las exportaciones. El segundo eje de
la investigación es el “clúster” de Ambur (Estado de Tamil Nadu). De los
testimonios recogidos se infiere que los trabajadores “se enfrentan a
vulneraciones flagrantes de sus derechos laborales, agravadas por las
estructuras sociales excluyentes de casta y género”. Los empleados de la
curtiduría se dedican a las tareas de esmerilar, despellejar, pulverizar,
secar, limpiar, teñir o embalar. En las factorías del calzado se encargan de
engomar, cortar, coser, las labores de montaje y acabado. ¿Cómo operan los
“clúster”? Uno de los prototípicos, el de Chromepet-Pallavaram (Tamil Nadu),
acoge numerosas curtidurías, centros de manufacturación de calzado y
suministradores de materias primas; pero también talleres de reparación,
almacenes para guardar pieles en bruto y hasta “unidades” productivas más
pequeñas y sin regular, que transforman los restos de la producción en
artículos para la venta. En el “clúster” están presentes asimismo las
instituciones de crédito.

El grupo Tej, constituido en 1962, opera en el sector de la manufactura del
calzado en Agra. Provee a marcas europeas como Balducci, Deichmann o Hush
Puppies, y a países como Reino Unido, Bélgica, República Checa, Noruega,
Australia, Estados Unidos, Canadá, Rusia o Arabia Saudí. Produce cerca de
15.000 pares de zapatos diarios. El estudio se fundamenta en 24 entrevistas
a personas que se dedican a montar, cortar, fabricar suelas, el encolado y
tareas no cualificadas en factorías del grupo Tej. A la mayoría de obreros
se les remunera con un salario de carácter diario, asegura el informe, o
precio fijo por su labor “a destajo”. También se practica la contratación a
través de Empresas de Trabajo Temporal (ETT). “Casi ningún trabajador
consultado recibió una comunicación formal o contrato de trabajo, los
acuerdos verbales entre la ETT y los obreros son la norma”, explican los
autores del estudio.

El hecho de que no haya documentos acreditativos agranda la precariedad, ya
que excluye a los obreros de las prestaciones sociales, por ejemplo, el
Fondo de Previsión y el Seguro del Estado para Empleados. Además, buena
parte de la plantilla pertenece a grupos marginados por el sistema de
castas; esta discriminación en las factorías del grupo Tej se extiende a las
mujeres, reducidas a las labores –ayudantes o costureras a mano- peor
pagadas; en caso del desempeño de la misma tarea que un compañero, la
remuneración es inferior. En las fábricas analizadas no participa sindicato
alguno (los asuntos se ventilan con el encargado de fábrica o con la ETT),
tampoco existen botiquines en el lugar de trabajo ni en muchos casos equipos
de protección, pese a las frecuentes quemaduras y cortes. Es más, dado que
los trabajadores se ven excluidos de los servicios sociales, han de pagarse
ellos el tratamiento médico.

En Agra, apunta el informe de Society Labour and Development y el Instituto
Südwind, el salario mínimo del personal semi-cualificado entre octubre de
2014 y febrero de 2015 se situaba en los 87,5 euros mensuales; en Ambur,
todavía era inferior, 39 euros al mes. La mayoría de los trabajadores
entrevistados en las factorías del cuero y calzado percibían ingresos por
encima del salario mínimo (entre 20 y 160 euros mensuales), debido a las
horas extraordinarias –se trabaja entre ocho y doce horas diarias- y a que
laboran más jornadas al mes. El sistema implantado no garantiza derechos
básicos como el descanso semanal o los permisos por enfermedad, agrega el
estudio. El aumento sin pausa de la productividad y la creciente
auto-explotación en el “destajo” se revelan como imprescindibles para
sobrevivir. Por ejemplo en Ambur, el material de protección distribuido por
las empresas entorpece la satisfacción de objetivos.

Hace más de dos décadas que Kamakshi (nombre ficticio de una obrera de 38
años) trabaja en la industria del calzado en Ambur. Pese a acumular años de
experiencia en el corte (una labor cualificada), percibe un salario base
equivalente en rupias a 60 euros y un bruto mensual que se bandea entre los
94 y los 120 euros. Labora todo el día de pie en el área de corte, cerca del
jefe supervisor, quien vela por los objetivos y para que no se desperdicie
piel en el proceso. A diferencia de las factorías de Agra, esta empresa
cuenta con guardería, comedor y enfermería. Sin embargo, los ritmos
productivos y permanecer tantas horas de pie causan artritis y dolor en las
articulaciones. Los químicos utilizados provocan a Kamakshi mareos y
ausencia de apetito. Las lesiones y dolencias, destaca la investigación, son
frecuentes asimismo en el departamento de costura. La trabajadora
entrevistada revela que los jefes gratifican el alto rendimiento, por
ejemplo con pequeños descansos añadidos a la media hora de pausa para la
comida. También sospecha de ciertas connivencias entre los patrones y el
gobierno, ya que las inspecciones de trabajo resultan muy escasas, poco
rigurosas y se producen a intervalos muy amplios. En la fábrica existe un
sindicato, pero Kamakshi opina que fue cooptado por la dirección.

Ya jubilado, Manikkyam (también nombre ficticio) es un veterano líder
sindical en una de las mayores curtidurías de Tamil Nadu. Ha trabajado
durante cuatro décadas en el sector, desde sus inicios como ayudante no
cualificado en una curtiduría, el paso por el cargo de controlador y así,
pasando por responsabilidades superiores. Recuerda los primeros años cuando
no se empleaban químicos artificiales para reducir los tiempos de producción
ni se contaminaba el medio ambiente. La penetración de las sustancias
químicas llevó al gobierno a endurecer una legislación ambiental, cuenta el
ex trabajador, y al cierre de empresas. Pero las prácticas contaminantes se
mantienen, en parte por la corrupción que entorpece los controles
gubernamentales. El sindicalista afirma haber visto cómo mengua la
fertilidad de las tierras agrícolas de la zona y la práctica desaparición de
las fuentes de agua dulce. Su cuerpo lleva estampadas las huellas de la
química, en forma de tumores, pero la empresa niega cualquier
responsabilidad y le recuerda la disponibilidad del Seguro de Estado para
Empleados.

Los investigadores también ponen como ejemplo la actividad de la empresa
Roger Industries Ltd., constituida en 1979, emplazada en Agra y exportadora
de calzado a Europa, Estados Unidos, Sudáfrica, China, Rusia, Japón y
Australia. La producción de este grupo empresarial puede alcanzar los
100.000 pares de zapatos mensuales. De las 22 personas entrevistadas –la
mitad, montadoras- 20 trabajan con el salario a destajo o remuneración
diaria, y fueron contratados mediante acuerdos verbales con los supervisores
o las ETT. Además la discriminación por razones de género y casta coinciden
con las del grupo Tej. Los salarios se pagan semanalmente, sin que conste
una nómina ni resulten suficientes para vivir con dignidad. De hecho, se
hallan muy por debajo del salario mínimo estándar, lo que obliga en muchos
casos a reducir el dinero para la alimentación y educación de los hijos.
Ninguna de las fábricas disponía de sindicatos, aseguraron los
entrevistados. El estudio es fruto de la campaña internacional “Cambia tus
zapatos”, en la que han participado 18 organizaciones de Europa y Asia.
Denuncia una realidad no tan lejana, ya que se trata de obreros de factorías
que suministran a firmas europeas como Deichmann, Bata y Rieker. Su
situación es relativamente mejor en la región de Ambur (al sur de India) que
en Agra (al norte del país), debido a las tradicionales luchas obreras. La
investigación apunta un contexto de reformas legislativas que busca mano de
obra flexible para el capital financiero internacional.

  _____





---
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
https://www.avast.com/antivirus


------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20170319/6a06b689/attachment.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa