Venezuela/ el colapso del chavismo y la "solidaridad incondicional" de la izquierda latinoamericana [Edgardo Lander - entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Mar 23 13:40:35 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

23 de marzo 2017

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Venezuela

Entrevista al sociólogo Edgardo Lander

La “solidaridad incondicional” de la izquierda latinoamericana con el
chavismo reforzó las tendencias negativas del proceso

Edgardo Lander no es sólo un académico, profesor titular de la Universidad
Central de Venezuela e investigador asociado del Transnational Institute. Es
una persona vinculada desde hace años a los movimientos sociales y a la
izquierda en su país. Desde ese lugar, afirma que el apoyo incondicional de
las izquierdas de la región al chavismo reforzó las tendencias negativas del
proceso. Sostiene que las izquierdas a nivel global no han tenido “capacidad
de aprender”, que terminan respaldando un “gobierno de mafias” como el de
Nicaragua, y que cuando “colapse el modelo venezolano” es posible que
simplemente “miren para otro lado”.

Natalia Uval

La Diaria, 23-3-2017

https://ladiaria.com.uy/

–Hace tres años caracterizaste la situación en Venezuela como la “implosión
del modelo petrolero rentista”. ¿Ese diagnóstico sigue vigente?

-Lamentablemente, los problemas que pueden caracterizarse como asociados al
agotamiento del modelo petrolero rentista se han acentuado. El hecho de que
Venezuela ha tenido 100 años de industria petrolera y de estadocentrismo
girando en torno a cómo se reparte la renta ha conformado no sólo un modelo
de Estado y de partido, sino también una cultura política e imaginarios
colectivos de Venezuela como un país rico, de abundancia, y la noción de que
la acción política consiste en organizarse para pedirle al Estado. Esa es la
lógica permanente. En el proceso bolivariano, a pesar de muchos discursos
que aparentaban ir en la dirección contraria, lo que se hizo fue acentuar
esto. Desde el punto de vista económico se acentuó esta modalidad colonial
de inserción en la organización internacional del trabajo. El colapso de los
precios del petróleo simplemente desnudó una cosa que era evidente, cuando
uno depende de un commodity cuyos precios necesariamente fluctúan.

–Las críticas a la situación de la democracia en Venezuela se han acentuado
tras la asunción de Nicolás Maduro. ¿Por qué es así? ¿Cómo se compara con la
situación bajo el gobierno de Hugo Chávez?

-Primero hay que tomar en cuenta qué fue lo que pasó en el tránsito de
Chávez a Maduro. Yo soy de la opinión de que la mayoría de los problemas con
los que nos encontramos hoy son problemas que venían acumulándose con
Chávez. Los análisis de parte de la izquierda venezolana que reivindican la
época de Chávez como la época de gloria, en la que todo funcionaba bien y de
repente aparece Maduro como un incompetente o un traidor, son explicaciones
demasiado maniqueas y que no permiten desentrañar cuáles son las lógicas más
estructurales que llevan a la crisis actual. El proceso venezolano, por
decirlo muy esquemáticamente, siempre estuvo sustentado sobre dos pilares
fundamentales: por un lado, la capacidad extraordinaria de Chávez de
comunicar y de liderazgo, que generó una fuerza social; por otro lado,
precios del petróleo que llegaron en algunos años a más de 100 dólares el
barril. En forma casi simultánea, en 2013, estos dos pilares colapsaron:
murió Chávez y los precios del petróleo se vinieron abajo. Y el emperador
quedó desnudo. Quedó claro que esto tenía un alto grado de fragilidad, por
depender de cosas de las cuales no se podía seguir dependiendo. Además, hay
diferencias muy importantes entre el liderazgo de Chávez y el de Maduro.
Chávez era un líder con capacidad de dar orientación y sentido, pero también
tenía un extraordinario liderazgo dentro del gobierno bolivariano como tal,
de manera que cuando él decidía algo, esa era la decisión. Eso genera falta
de debates y muchos errores, pero genera también una acción unitaria,
direccionada. Maduro no tiene esa capacidad, nunca la ha tenido, y ahora en
el gobierno cada quien jala por su lado. Por otra parte, durante el gobierno
de Maduro ha habido un incremento de la militarización, quizá porque Maduro
no viene del mundo militar, entonces para garantizar el apoyo de las Fuerzas
Armadas tiene que incorporar a más integrantes de las Fuerzas Armadas y
darles más privilegios. Se han creado empresas militares, actualmente la
tercera parte de los ministros y la mitad de los gobernadores son militares,
y están en lugares muy críticos de la gestión pública, donde ha habido
mayores niveles de corrupción: la asignación de divisas, los puertos, la
distribución de alimentos. El hecho de que estén en manos de militares hace
más difícil que sean actividades transparentes, que la sociedad sepa qué es
lo que está pasando.

–¿Qué sucedió con los procesos de participación social que promovieron los
gobiernos bolivarianos?

-Hoy en Venezuela hay una desarticulación del tejido de la sociedad. Después
de una experiencia extraordinariamente rica de organización social, de
organización de base, de movimientos en relación a la salud, a las
telecomunicaciones, a la tenencia de la tierra urbana, a la alfabetización,
que involucró a millones de personas y generó una cultura de confianza, de
solidaridad, de tener la capacidad de incidir sobre el propio futuro, uno
suponía que en momentos de crisis habría capacidad colectiva de responder, y
resulta que no. Por supuesto, hablo en términos muy gruesos, hay lugares
donde hay mayor capacidad de autonomía y autogobierno. Pero en términos
generales se puede decir que la reacción que se vive hoy es más en términos
competitivos, individualistas. De todos modos, creo que quedó una reserva
que en algún momento puede salir a flote.

–¿Por qué no pudo mantenerse esa corriente de participación y organización?

-El proceso estuvo atravesado desde el principio por una contradicción muy
seria, que es la contradicción entre entender la organización de base como
procesos de autogestión y de autonomía, de construcción de tejido social de
abajo hacia arriba, y el hecho de que la mayor parte de estas organizaciones
fueron producto de políticas públicas, de promoción desde arriba, desde el
Estado. Y esa contradicción se jugó de manera diferente en cada experiencia.
Donde había experiencia organizativa previa, donde había dirigentes
comunales, había una capacidad de confrontar al Estado; no para rechazarlo,
sino para negociar. Además, a partir de 2005 hay una transición del proceso
bolivariano desde algo muy abierto, desde un proceso de búsqueda de un
modelo de sociedad diferente al soviético y al capitalismo liberal, a tomar
ya la decisión de que el modelo es socialista, y a una interpretación del
socialismo como estatismo. Hubo mucha influencia político-ideológica cubana
en esta conversión. Entonces estas organizaciones ya empiezan a ser pensadas
en términos de instrumentos dirigidos desde arriba, y empieza a consolidarse
una cultura estalinista en relación a la organización popular. Y eso le ha
dado obviamente mucha precariedad.

–¿Cómo es la situación de la democracia en términos liberales?

-Obviamente es mucho más grave [durante el gobierno de Maduro], y es más
grave porque es un gobierno que ha perdido muchísima legitimidad y que tiene
niveles crecientes de rechazo por parte de la población. Y la oposición ha
avanzado significativamente. El gobierno tenía hegemonía de todos los
poderes públicos hasta que perdió aparatosamente las elecciones
(parlamentarias) en diciembre de 2015. Y a partir de allí empezó a responder
en términos crecientemente autoritarios. En primer lugar, desconoció la
Asamblea, primero desconociendo los resultados de un Estado que le quitaba
la mayoría calificada a la oposición en la Asamblea, con razones
absolutamente tiradas de los cabellos. Posteriormente, ha habido un franco
desconocimiento de la Asamblea como tal, que desde el punto de vista del
gobierno no existe, es ilegítima. Y es tan así que hace unos meses era
necesario renovar los integrantes del Consejo Nacional Electoral [CNE], y
entonces la Corte desconoció a la Asamblea y nombró a los integrantes del
CNE, que por supuesto son todos chavistas. Maduro tenía que presentar a
comienzos de año una memoria de gestión del año anterior, y como no
reconocen a la Asamblea, la memoria se presentó ante la Corte. Lo mismo
sucedió con el presupuesto. Teníamos un referéndum revocatorio para el cual
se habían cumplido todos los pasos. Debía hacerse en noviembre del año
pasado y el CNE resolvió posponerlo, y eso significó matarlo: simplemente
ahora no hay referéndum revocatorio. Era constitucionalmente obligatoria la
elección de gobernadores en diciembre del año pasado, y simplemente la
pospusieron indefinidamente. Entonces estamos en una situación en la que hay
una concentración total de poder en el Ejecutivo, no hay Asamblea
legislativa, Maduro tiene ya más de un año gobernando por decreto de
emergencia autorrenovado, cuando debe ser ratificado por la Asamblea.
Estamos muy lejos de algo que pueda llamarse práctica democrática. En ese
contexto, la respuestas que se dan son cada vez más violentas, de los medios
y de la oposición, y la reacción del gobierno, ya incapacitado de hacer otra
cosa, es la represión de las manifestaciones, los presos políticos. Se
utilizan todos los instrumentos del poder en función de preservarse en el
poder.

–¿Qué consecuencias tiene esta situación a largo plazo?

-Yo diría que hay tres cosas que son extraordinariamente preocupantes de las
consecuencias de todo esto a mediano y largo plazo. En primer lugar, hay una
destrucción del tejido productivo de la sociedad y va a tomar muchísimo
tiempo recuperarlo. Recientemente hubo un decreto presidencial de apertura
de 112.000 kilómetros cuadrados a la minería transnacional a gran escala en
un territorio donde están los hábitats de diez pueblos indígenas, donde
están las mayores fuentes de agua del país, en la selva amazónica. En
segundo lugar está el tema de cómo la profundidad de esta crisis está
desintegrando el tejido de la sociedad, y hoy como sociedad se está peor de
lo que se estuvo antes del gobierno de Chávez; esto es algo muy duro de
decir, pero efectivamente es lo que se vive en el país. En tercer lugar,
cómo se han revertido las condiciones de vida en términos de salud y de
alimentación. El gobierno dejó de publicar estadísticas oficiales y hay que
confiar en estadísticas de las cámaras empresariales y de algunas
universidades, pero estas indican que hay una pérdida sistemática de peso de
la población venezolana, algunos cálculos dicen que es de seis kilos por
persona. Y eso, por supuesto, tiene consecuencias en desnutrición infantil y
tiene efectos a largo plazo. Por último, esto tiene extraordinarias
consecuencias en relación a la posibilidad de cualquier imaginario de
cambio. La noción de socialismo, de alternativas, está descartada en
Venezuela. Se ha instalado la noción de que lo público es necesariamente
ineficiente y corrupto. Es un fracaso.

–¿Cómo ves las reacciones de los partidos de izquierda a nivel global, y
especialmente en América Latina, respecto de Venezuela?

-Creo que uno de los problemas que ha arrastrado históricamente la izquierda
es la extraordinaria dificultad que hemos tenido como izquierda de aprender
de la experiencia. Para aprender de la experiencia es absolutamente
necesario reflexionar críticamente sobre qué pasa y por qué pasa. Por
supuesto, sabemos toda la historia de lo que fue la complicidad de los
partidos comunistas del mundo con los horrores del estalinismo, y no por
falta de información. No fue que se enteraron después de los crímenes de
Stalin, sino que hubo una complicidad que tiene que ver con ese criterio de
que como uno es antiimperialista y es un enfrentamiento contra el imperio,
vamos a hacernos los locos con que se mató tanta gente, vamos a no hablar de
eso. Creo que esa forma de entender la solidaridad como solidaridad
incondicional, porque hay un discurso de izquierda o porque haya posturas
antiimperialistas, o porque geopolíticamente se expresen contradicciones con
los sectores dominantes en el sistema global, lleva a no indagar
críticamente sobre cuáles son los procesos que están ocurriendo. Entonces se
genera una solidaridad ciega, no crítica, que no solamente tiene la
consecuencia de que yo no fui a criticar lo otro, sino que tiene la
consecuencia de que activamente se está celebrando muchas de las cosas que
terminan siendo extraordinariamente negativas. El llamado hiperliderazgo de
Chávez era algo que estaba allí desde el principio. O el modelo productivo
extractivista. Lo que hoy conoce la izquierda en su propia cultura sobre las
consecuencias de eso estaba ahí. Entonces, ¿cómo no abrir un debate sobre
esas cosas, de manera de pensar críticamente y aportar propuestas? No que la
izquierda europea venga a decirles a los venezolanos cómo tienen que dirigir
la revolución, pero tampoco esta celebración acrítica, justificativa de
cualquier cosa. Entonces, los presos políticos no son presos políticos, el
deterioro de la economía es producto de la guerra económica y de la acción
de la derecha internacional. Eso es cierto, está ahí, pero obviamente no es
suficiente para explicar la profundidad de la crisis que estamos viviendo.
La izquierda latinoamericana tiene una responsabilidad histórica en
relación, por ejemplo, a la situación de Cuba hoy, porque durante muchos
años asumió que mientras estuviese el bloqueo de Cuba no se podía criticar a
Cuba, pero no criticar a Cuba quería decir no tener la posibilidad de
reflexionar críticamente sobre cuál es el proceso que está viviendo la
sociedad cubana y cuáles son las posibilidades de diálogo con la sociedad
cubana en términos de opciones de salida. Para una gran proporción de la
población cubana, el hecho de que se estaba en una especie de callejón sin
salida era bastante obvio a nivel individual, pero el gobierno cubano no
permitía expresar eso y la izquierda latinoamericana se desentendió, no
aportó nada, sino simplemente solidaridad incondicional. El caso más extremo
es pretender que el gobierno de Nicaragua es un gobierno revolucionario y
parte de los aliados, cuando es un gobierno de mafias, absolutamente
corrupto, que desde el punto de vista de los derechos de las mujeres es de
los regímenes más opresivos que existen en América Latina, en una alianza
total con sectores corruptos de la burguesía, con el alto mando de la
iglesia católica, que antes era uno de los grandes enemigos de la revolución
nicaragüense. ¿Qué pasa con eso? Que se refuerzan tendencias negativas que
hubiera sido posible visibilizar. Pero además, no aprendemos. Si entendemos
la lucha por la transformación anticapitalista no como una lucha que pasa
allá y vamos a ser solidarios con lo que ellos hacen, sino como una lucha de
todos, entonces lo que tú haces mal allá nos está afectando a nosotros
también, y también tengo responsabilidad de señalarlo y de aprender de esa
experiencia para no repetir lo mismo. Pero no tenemos capacidad de aprender,
porque de repente, cuando termine de colapsar el modelo venezolano, vamos a
mirar para otra parte. Y eso, como solidaridad, como internacionalismo, como
responsabilidad político-intelectual, es desastroso.

–¿Por qué la izquierda adopta estas actitudes?

-Tiene que ver, en parte, con que no hemos terminado de descargar al
pensamiento de izquierda de unas concepciones demasiado unidimensionales de
qué es lo que está en juego. Si lo que está en juego es el contenido de
clase y el antiimperialismo, juzgamos de una manera. Pero si pensamos que la
transformación hoy pasa por eso, pero también por una perspectiva crítica
feminista, por otras formas de relación con la naturaleza, por pensar que el
tema de la democracia no es descartar la democracia burguesa, sino
profundizar la democracia; si pensamos que la transformación es
multidimensional porque la dominación también es multidimensional, ¿por qué
este apoyo acrítico a los gobiernos de izquierda coloca los derechos de los
pueblos indígenas en un segundo plano, coloca la devastación ambiental en un
segundo plano, coloca la reproducción del patriarcado en un segundo plano?
Entonces termina juzgando desde una historia muy monolítica de lo que se
supone que es la transformación anticapitalista, que no da cuenta del mundo
actual. Y obviamente, ¿de qué nos sirve liberarnos del imperialismo yanqui
si establecemos una relación idéntica con China? Hay un problema político,
teórico e ideológico, y quizá generacional, de personas para las que esta
era su última apuesta por lograr una sociedad alternativa, y se resisten a
aceptar que fracasó.

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Debate global

Edgardo Lander participó la semana pasada, junto a otros activistas,
académicos y medios de izquierda a nivel global, en una conferencia en
Ciudad del Cabo, Sudáfrica, denominada “La crisis de la política y la
política de la crisis”, organizada por el Transnational Institute de Holanda
y el Centro para el Desarrollo y la Información Alternativa de Sudáfrica.
Allí se conversó sobre diagnósticos y alternativas de la izquierda a nivel
mundial en la nueva coyuntura global, y se abordó, entre otros temas, el del
rol del Estado, el rol de “los comunes”, la base social de la izquierda, los
feminismos, la participación, el extractivismo, el sistema financiero. En la
conferencia, que duró tres días, estuvo presente el ex director nacional de
Industria durante el gobierno de José Mujica, Sebastián Torres. Luego de un
balance positivo de los gobiernos del Frente Amplio, Torres enumeró algunas
lecciones a aprender del proceso. Una de ellas es que “pensamos que éramos
superiores moralmente porque veníamos de la izquierda”, y sólo “somos seres
humanos, no tenemos superioridad moral, y podemos ser corruptos”. Otra
lección fue que se pensó que había que hacer “un cambio estructural”, que
“no queríamos el extractivismo”, pero cuando se llegó al gobierno “alguien
tenía que pagar las cuentas”. “¿Y quién paga por la salud, por la educación
pública, por las laptops [del Plan Ceibal]?”, preguntó. Cuestionó también la
desconexión entre la militancia política y el activismo social. Una tercera
lección, según Torres, es que se pensaba que la integración regional era
clave, y sin embargo, en la época de gobiernos progresistas en la región
hubo un proceso de fragmentación. “No nos integramos, nos llenamos de
discursos sobre la integración regional”, sostuvo.

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