Brasil/ Fueron las bases que impusieron a las centrales sindicales la huelga general [Gabriel Brito]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Mayo 3 14:43:23 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

3 de mayo 2017

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Brasil

“La bases impusieron la huelga a las centrales sindicales, no lo contrario”

Gabriel Brito, Redacción

Correio da Cidadania, 2-4-2017

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Traducción de Ernesto Herrera – Correspondencia de Prensa

Cuarenta y cuatro días después de los masivos actos de protesta y huelgas
del 15 de marzo, y también de la fuerte movilización de las mujeres, Brasil
tuvo una gran huelga general, al anticipar el fin de semana largo del 1° de
mayo. Al menos 35 millones se cruzaron de brazos y el optimismo para barrer
las reformas del gobierno Temer creció.

“Fue ciertamente la mayor huelga general en la historia del país. Es obvio
que el sector de transportes fue determinante, pero alcanzó fábricas,
bancos, comercios, todos los estados. Fue secuencia de lo que venía
ocurriendo, las bases sindicales tenían claridad total de las reformas
laborales y previsionales. Ellas impusieron a las centrales la dinámica de
la huelga, no fueron las centrales las responsables de la paralización”,
dice Paulo Pasin, presidente de la Federación Nacional de Metroviarios, a
Correio da Cidadania.

De esa forma, es preciso más allá de las celebraciones y cantos de victorias
de las viejas direcciones de los organismos de la clase trabajadora y
vislumbrar el tablero que se juega. Al final, estamos hablando de centrales
que dieron toda su anuencia a la invención de la figura de Michel Temer como
fiador de la gobernabilidad lulista, adecuado a la fórmula presidencial que
ganaría dos elecciones junto a Dilma.

“El día 28 de abril de 2017 entra en la historia de la lucha de clases en
Brasil. Fue una de las más expresivas y abarcadoras huelgas generales del
país, constituyéndose como una respuesta al desmonte de los derechos
sociales y laborales llevado a cabo por el golpismo. Millones de personas
cruzaron los brazos, centenas de millares participaron de manifestaciones y
la gran mayoría del pueblo brasilero apoyó la realización de la huelga. Nos
colocamos en otro nivel de enfrentamiento al gran capital, a su gobierno y
al conjunto de los poderes de la República que están unidos en torno al
desmonte de la Constitución Federal”, concordó Edson Carneiro, el Indio de
la Inter-sindical.

Desconfiados de las intenciones de tales centrales en imprimir su propio
sentido a la huelga, muchos se preguntarán si el llamado del 28 de abril no
fue demorado, dado el éxito y el vigor de las protestas de marzo. De acuerdo
con nuestros entrevistados, también refleja las desconexiones entre
direcciones y bases, aunque sea un aspecto menos relevante en este momento
de ofensiva reformista de un capitalismo que no sabe eludir su propia
crisis, que ya hace 10 paraliza a todo el mundo, no sólo a Brasil.

“No sé si daba para hacerla antes. La ofensiva publicitaria y mediática del
gobierno es muy fuerte en el sentido de vender la idea de que no hay pérdida
de derechos. El tiempo entre el 15 de marzo y la huelga permitió informar a
un sector más amplio. En tanto, lo más preocupante es en relación a las
centrales: el propio día de la huelga la Fuerza Sindical ya hacía
propaganda, acordando con los puntos de la reforma previsional, con la edad
mínima, pero no a los 65 años, y hablaba de un regla de transición próxima a
la sugerida por el gobierno”, afirmó Pasin.

“Brasil es inmenso y comporta realidades muy distintas. Para algunos
sectores más organizados u otros que pararon el 15 de marzo, le pareció que
a finales de abril sería tarde. Pero para otros sectores ese tiempo fue
importante para comprender el tamaño del ataque y preparar la resistencia.
Ni todas las personas habían asimilado lo que Temer y los medios llaman
reformas. Con el debate quedó claro que sería el fin de la jubilación. El
tema de la reforma laboral no había llegado con fuerza en las preocupaciones
del pueblo” complementó Indio.

¿Lula allá?

Dos días después de la paralización, salió la encuesta de Da­ta­Folha a
informar que el ex presidente Lula continúa siendo el gran nombre del
imaginario popular como posible solución. Mientras la burguesía y sus
dispositivos hacen de todo para inviabilizarlo, su nombre continúa siendo
sinónimo de un país que dio resultado, por lo menos de un punto de vista
menos blanco y neoliberal, como tanto se publicita.

La sombra de su enorme figura es ineluctable a cualquier debate de
coyuntura, guste o no de convivir con tal realidad.

“La anticipación de las encuestas para 2018 es un equívoco para nosotros. El
crecimiento de Lula representa un repudio al gobierno Temer, a quien la
clase trabajadora identifica como agresor de derechos laborales y
sindicales. Pero en ninguna hipótesis se puede mirar la disputa electoral
ahora”, observó Pasin.

Por su parte, Indio ofrece un punto de vista más pragmático, tal por ver de
cerca las sensaciones que el nombre del ex presidente causa en el trabajador
común.

“Brasil atraviesa uno de los momentos más graves de su historia reciente. El
golpe instaló en la presidencia de la República un gobierno dispuesto a
llevar a cabo todo aquello que el gran capital no consiguió hacer desde la
promulgación de la Constitución. Mi opinión es que el lulismo optó por
políticas que no armaron a la clase trabajadora para el enfrentamiento
político fundamental y la orientación general por el aumento del acceso al
consumo despolitizó el proceso. Ya la opción de la presidenta Dilma por el
ajuste fiscal facilitó el movimiento golpista de la derecha. En suma,
hicieron un gobierno distante de nuestras aspiraciones. Pero a su manera y
sus contradicciones, fueron un freno a los avances de esas tres pautas
fundamentales: desarticulación de la jubilación, fin de la CLT
(Consolidación de las Leyes de Trabajo) y legalización de la tercerización
irrestricta”, analizó.

“La primera cosa para hacer es discutir un proyecto para la sociedad
brasilera, y no re­e­ditar la vieja salida de conciliación de clase,
representada por el PT en el poder. Enfrentar la contraofensiva del gobierno
es la primera tarea. Y en el mediano plazo preparar un proyecto alternativo
de sociedad, un programa político y económico de clase”, reforzó Pasin,
consciente de que el electoralismo petista ya está en el orden del día por
más que se intente reforzar el carácter amplio y plural de la huelga, con el
imperativo de resistir a una brutal rodada de eliminación de derechos
laborales y sociales.

Si la fuerza y la debilidad de las resistencias al gobierno Temer giran en
torno del ex presidente, el tiempo lo dirá. De toda forma, ambos concuerdan
que en el corto plazo la izquierda no dispondrá de una opción más combativa
y musculosa. Restaría la preparación de un programa político que mire a
mediano plazo, cuya ausencia en la escena cuatro años después de las
manifestaciones de junio de 2013, es el record histórico de huelgas
registrado entre 2009-2012, plantea otro debate.

“La izquierda socialista no fue todavía capaz de constituirse como polo
organizador, capaz de barrer el neoliberalismo radical pretendido por el
capital para superar la crisis económica internacional”, sintetizó Indio.

Medios, manipulación y represión

Otro aspecto que no agotado en esta materia es el de la cobertura mediática.
En líneas generales, un grosero y en ocasiones nauseabundo esfuerzo de
convencer al te­les­pec­tador a dis­cordar con la huelga. Ya en la mañana
del viernes, el reportaje de la Globo estaba en Fran­cisco Mo­rato, típico
reducto de pobres que solo parece en la desgastada cobertura de balazos
entre policía y bandidos. Esta vez, la noticia mostraba un ciudad donde sus
habitantes no conseguían usar la línea del tren para “avanzar” rumbo a sus
lugares de trabajo.

“Primero los medios intentaron no informar la existencia de la huelga,
creyendo que así la clase trabajadora no iría a saber, ni participar. Pero
existen medios alternativos y están las bases sindicales. Después, en el día
de la huelga, mostraron la huelga del transporte, sin la participación del
resto de la clase. Por fin, intentaron invertir disfrazarla con la imagen de
vandalismo, actos supuestamente violentos, etc. Ya en el día siguiente,
intentaron esconder el tamaño de la paralización y la diversidad de sectores
que adhirieron”, enumeró Pasin.

Y este día 2 de mayo no deja al metroviario mentir. En la Globo, nueva
incursión hacia la delincuencia en regiones periféricas, esta vez en Duque
de Ca­xias (Río de Janeiro), donde apareció un ómnibus incendiado y una
operación policial contra el narcotráfico que arrestó a 26 personas.
Nuevamente, el capricho semántico se hizo presente: a pesar de no saber que
prendió el fuego y ni de como empezaron los disturbios (“que perjudicaron el
acceso de sus habitantes al trabajo”); la palabra “enmascarados” fue
reiteradamente utilizada en la especulación -nunca una afirmación firme e
chequeada- sobre cómo habrán comenzado los disturbios. Una especie de
contrabando ideológico para futuros vidrios quebrados de bancos,
evidentemente.

En Folha de São Paulo de este martes 2 de mayo, se repite lo del 30 de
abril. No hay ninguna referencia a las manifestaciones del día 1° de mayo.
Pero sí una columna llena de tonterías de Hélio Schwarts­mann en defensa de
la reforma laboral, sugiriendo la “libre negociación” entre patrón y
empleado como uno de los más sagrados valores de la democracia.

“Reitero mi temor con la cúpula de las centrales sindicales, a pesar de que
todos reconocieron el éxito de la huelga, en utilizar su fuerza para nuevos
y hasta más contundentes enfrentamiento, sino por el contrario, entrar en la
lógica de negociar  enmiendas puntuales en tales reformas. Finalmente, la
clase trabajadora debe repudiar la represión ordena por el gobierno Temer,
sea en la prisión preventiva de militantes del MTST (Movimiento de
Trabajadores Sin Techo), la violencia de la Policía Militar de Goiás y la
violencia policial en Río de Janeiro. Pero la huelga fue tan fuerte que
ellos fueron obligados a admitir. Otro punto fundamental es: no existe
sociedad democrática con tamaño monopolio de los medios de comunicación,
como es el caso brasilero”, puntualizó Pasin.

De todas maneras, ninguna victoria efectiva de la clase trabajadora está
garantizada, por más que tales manifestaciones y apoyo popular animen a
todas las organizaciones y grupos participantes de los actos. La batalla es
larga y refleja la tentativa de redefinir un pacto social duramente
establecido y mismo así jamás cumplido.

 “Creo que ni toda la izquierda ni el conjunto de la clase todavía se dieron
cuentas del significado del desmonte de la CLT, la legalización de la
tercerización irrestricta y las consecuencias que tendrán sobre la
organización social y política de la clase trabajadora. Su aprobación,
además del desmonte de la jubilación, sería un tiro de muerte en las
conquistas del siglo 20, con capacidad de colocar a nuestra clase y a la
economía brasilera en condiciones mucho más difíciles en América Latina”,
concluyó Indio.

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