Brasil/Brasilia/ Brutal represión del gobierno Temer contra miles de manifestantes [Darío Pignotti]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Mayo 25 12:38:32 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

25 de mayo 2017

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Brasil/Brasil

Brutal represión y despliegue de fuerzas armadas

El saldo de la represión de la policía antimotines ayer en Brasilia alcanzó
al menos 49 heridos de bala, gases lacrimógenos y golpes. El saldo de la
represión de la policía antimotines ayer en Brasilia alcanzó al menos 49
heridos de bala, gases lacrimógenos y golpes. El saldo de la represión de la
policía antimotines ayer en Brasilia alcanzó al menos 49 heridos de bala,
gases lacrimógenos y golpes. El saldo de la represión de la policía
antimotines ayer en Brasilia alcanzó al menos 49 heridos de bala, gases
lacrimógenos y golpes.

Dario Pignotti, desde Brasilia

Página/12, 25-5-2017

https://www.pagina12.com.ar/

“Asesinos, asesinos”. Son las 15.50 del miércoles, estamos en el centro de
Brasilia, a unos 150 metros del Congreso  cuando surge espontáneo el insulto
de la multitud dirigido a un helicóptero policial que vuela a baja altura
con actitud intimidatoria. El estruendo de los rotores agrega adrenalina y
algunos erigen sus dedos mayores en gesto de “fuck you”. La provocación
aérea ocurre minutos después de haber sido disparadas varias bombas de gases
lacrimógenos y balas de goma. El primer ataque fue lanzado por la Tropa de
Choque policial, con uniformes camuflados en negro y gris contra un grupo de
jóvenes arrodillados con los brazos en alto gritando consignas contra la
violencia. Luego vinieron más explosiones causando la dispersión de unos
mientras otros gritaban, desde  grandes camiones con parlantes, como los que
desfilan en carnaval, “no retrocedamos, vamos a quedarnos hasta que se caiga
Temer”.

“Están tirando indiscriminadamente, nosotros estamos desarmados”, dijo a los
gritos, para hacerse oír, la profesora Jandira Pinheiros, del sindicato de
educadores de Minas Gerais a PáginaI12. “Me dicen que le tiraron con armas
de fuego a un compañero , están mandando socorristas para verificar” se suma
Claudio Silva del Sindicato de los Bancarios de Brasilia. “Por favor cuenten
esto en todo el mundo porque acá la Globo lo va a esconder”. Horas más tarde
se confirmaría que la policía utilizó armas de fuego en la represión que
dejo 49 heridos.

Brasilia está en llamas. El gobierno post-democrático encabezado por Michel
Temer parece degradarse hacia un régimen autoritario. La carga violenta, y
hasta donde se pudo observar unilateral, de la policía, fue seguida por el
despliegue de las Fuerzas Armadas determinado a través de un decreto
presidencial.

Dentro del Congreso se replica la indignación de los millares de indignados
reunidos en su entorno. Legisladores del Partido de los Trabajadores (PT) y
el Partido Socialismo y Libertad (PSOL) se insubordinan contra el presidente
de la Cámara baja, el conservador Rodrigo Maia de Demócratas (DEM), que
justifica el decreto, pero luego se contradice. El régimen tambalea.

“No reconocemos la legitimidad de esta sesión mientras dure el estado de
excepción” lanza el jefe del bloque diputados del PT, Carlos Zarattini.

Afuera del Palacio el secretario general de la CUT, Marcos Nobre, se
espanta: “esto me recuerda los peores momentos de la dictadura...ni bien
comenzó a llegar la gente comenzó a ser reprimida”.

Hay decenas de miles de militantes que llegaron en columnas de varios
estados como Marcos Gonzalves Vasallo, de 26 años, que viajó con su madre
durante más de 16 horas en un ómnibus de la CUT de San Pablo. “Vinimos a
protestar como trabajadores porque Temer me sacó la beca universitaria que
me había dado Dilma, este tipo es un ladrón. Los pobres queremos que vuelva
Lula”, le cuenta a este diario mientras muestra una cartulina donde reclama
la beca perdida.

La índole autoritaria de Temer se percibió desde que ingresó por asalto al
Palacio del Planalto el año pasado e instituyó el lema “Orden y Progreso”.
Aquel 12 de mayo, mientras Temer carraspeaba al pronunciar su primer
discurso - llegó a quedarse sin voz - la policía le propinaba una paliza
sobreactuada a unos muchachos que intentaron subir por la rampa del palacio.
Era una advertencia. Luego, a fines de junio del año pasado, vino un decreto
sobre la nueva política de inteligencia que restableció el espionaje
político.

Finalmente el miércoles de la semana pasada explotó el escándalo que
posiblemente le costará el gobierno: el dueño del frigorífico JBS, Joesley
Batista, lo grabó mientras avalaba el pago de un soborno a su aliado Eduardo
Cunha, que purga una condena de 15 años por corrupción. Dos días después de
esa revelación Temer convocó al ministro de Defensa, Raúl Jungmann, y a los
jefes militares cuyo protagonismo político fue incrementándose junto con la
desintegración del gobierno surgido tras la deposición de Rousseff.

Desde que tomó estado público su pacto con JBS Temer se tornó un mandatario
nominal, sin autoridad sobre sus aliados a los que sólo les preocupa montar
una sucesión que garantice el ajuste neoliberal e impida elecciones
directas, porque de haberlas probablemente vencería Lula, que es la demanda
de los que ayer fueron reprimidos en Brasilia.

La pequeñez política de Temer se hizo patente ayer cuando algunos de sus
socios cuestionaron el llamado a los militares para actuar contra los
manifestantes que exigen su renuncia y el llamado a elecciones “directas
ya”.

Convocar a 1.500 hombres del Ejército y la Marina es “una insensatez”
protestó el senador Renán Calheiros, jefe del bloque del partido de Temer,
el PMDB.

Si una parte del PMDB ya no le responde, que decir de los otros dos partidos
que forman la alianza oficialista, el Partido de la Socialdemocracia
Brasileña (PSDB) y Demócratas (DEM), que ya dejaron de acatar las
instrucciones del Palacio del Planalto aunque no hayan roto formalmente.

“No voy a renunciar” habría repetido ayer por la noche Temer durante una
reunión de urgencia con sus correligionarios después de la multitudinaria
movilización en la que participaron el PT, la Central Unica de los
Trabajadores, el Movimiento de los Trabajadores Sin Techo y la Unión
Nacional de Estudiantes.

¿Provocadores?

Los lances de guerra urbana contra los manifestantes en la superavenida
brasiliense de 250 metros de ancho se completaban con la desinformación en
tiempo real. “La policía está reaccionando ante el ataque de grupos
violentos” narraba una radio de la cadena Globo mientras este reportero
observaba lo contrario: camionetas policiales camufladas se desplazaban a
alta velocidad por el cantero central de la Explanada, dando cobertura a la
Tropa de Choque que disparaba a mansalva.

No es posible que un cronista pueda  contar todo lo ocurrido durante varias
horas en un teatro de operaciones tan amplio. Lo que se vio fueron cargas
periódicas, cada vez más violentas contra un público en su mayoría
desarmado. Algunos canales de televisión reportaron actos focalizados de
supuestos Black-blocs y otros grupos minoritarios. Que puede o no ser
verdaderos.

Se recuerda que esas acciones foquistas ya fueron pretexto para represiones
desproporcionadas en las movilizaciones de 2013, cuando hubo una sugestiva
proliferación de estas células de dudosa autenticidad. En una de aquellas
movilizaciones un joven agitador, de buen porte, instó a cientos de
militantes a invadir el palacio vidriado de la Cancillería. Finalmente el
agitador destrozó una de las vidrieras e ingresó, cuando la custodia de la
Cancillería lo rodeó les avisó “soy uno de ustedes”. El extremista era, en
realidad, un fusilero naval infiltrado.

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