Brasil/ En busca de un nuevo Temer: PSDB, PT y PMDB articulan sucesión [Agnesse Marra]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Mayo 25 14:13:33 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

25 de mayo 2017

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Brasil

Escándalo político

En busca de un nuevo Temer

Michel Temer hoy sufre la traición –y una cada vez más probable pérdida de
su mandato– orquestada por quienes lo apoyaron. Los grandes partidos
intentan llegar a un acuerdo para elegir a un sustituto del presidente –en
unas probables elecciones indirectas– que mantenga el perfil económico
neoliberal. La simbiosis total entre los poderes públicos y privados en la
política brasileña ha quedado al descubierto.

Agnese Marra, desde San Pablo

Brecha, 25-5-2017

http://brecha.com.uy/

La famosa frase de Marx “la historia se repite dos veces, primero como
tragedia y luego como farsa” se podría aplicar al milímetro para entender la
novela en que se ha convertido la política brasileña de los últimos dos
años. El presidente Michel Temer (del Partido del Movimiento Democrático
Brasileño, Pmdb) sufre hoy en carne propia lo que él mismo hizo con su
antecesora Dilma Rousseff: la traición y una cada vez más probable pérdida
de su mandato, orquestadas por quienes lo apoyaron.

Michel Temer llegó a la presidencia de Brasil el 12 de mayo de 2016 cuando
el Senado apartó temporalmente a Rousseff para analizar el proceso de
impeachment que se sentenció definitivamente el 31 de agosto. El
vicepresidente que funcionaba como aliado de los gobiernos petistas desde
que Lula conquistó el Ejecutivo abandonó a Dilma para ocupar su lugar. En
enero el propio Temer reconoció que el proceso de destitución de la ex
mandataria había sido “orquestado” por el ex líder de la Cámara de
Diputados, Eduardo Cunha (también del Pmdb), como una “venganza” contra dos
parlamentarios del PT que habían votado en su contra.

Las interpretaciones que hizo Temer del impeachment pasaron desapercibidas,
pero hoy es interesante ver cómo Eduardo Cunha, su compañero de intrigas
contra Dilma, que lleva preso seis meses por desvío de dinero y corrupción,
podría hacer (esta vez de forma involuntaria) que Temer también perdiera su
mandato.

Al borde

Las conversaciones que grabaron los hermanos Batista (dueños del
conglomerado cárnico Jbs) con el presidente brasileño, en las que Temer
autorizaría la compra del silencio de Eduardo Cunha, y donde no se inmuta
cuando el empresario le habla de comprar a jueces del Supremo Tribunal
Federal (Stf) y a fiscales, han dejado al jefe del Ejecutivo brasileño al
borde del precipicio.

Antes de que saliera a la luz esta noticia-bomba, el gobierno de Temer
tampoco gozaba de muy buena salud. En sus 12 meses de mandato, diversos
escándalos relacionados con Petrobras provocaron la dimisión de seis
asesores personales del presidente, ocho ministros, y la investigación en el
Stf de otros nueve. La corrupción perseguía a Temer como el avión de Con la
muerte en los talones a Cary Grant sobre los secos campos de algodón
yanquis.

Con apenas una aprobación popular del 8 por ciento, el líder brasileño
estaba cercado de acusaciones, aunque ninguna de ellas se refería a delitos
que habría cometido antes de su mandato, por lo que se protegía con la
inmunidad presidencial que otorga la Constitución brasileña. Temer cerraba
su primer año sin el beneplácito de las calles pero con todo el apoyo del
Congreso.

Las grabaciones de los Batista patearon el tablero. Esas conversaciones
tuvieron lugar hace apenas dos meses y su contenido se refiere a delitos que
habrían sido cometidos durante el mandato presidencial. Por ello el Stf
decidió investigar formalmente al presidente bajo las acusaciones de
organización criminal, corrupción pasiva y obstrucción de la justicia. Y
también por ello diversos partidos de oposición enviaron ocho solicitudes de
impeachment a la Cámara de Diputados, lo que deja a Temer sin apoyo en las
calles y con un Legislativo que amenaza con abandonar el barco.

Los lobbies preocupados

A lo largo de la semana los medios brasileños analizaron cada detalle de las
conversaciones para adivinar las posibilidades reales de una destitución del
mandatario. La Policía Federal adelantó que sus peritos tardarán al menos un
mes en evaluar la calidad de las grabaciones, y a partir de entonces se
sabrá si el Stf sigue adelante con la denuncia.

Las posibilidades de que un impeachment prospere son altas, pero para ello
el presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, debería aceptar
algunas de las peticiones presentadas en su despacho. Por ahora no parece
tener intención de hacerlo. La salida de Temer mediante una condena del Stf
o por un juicio político podría llevar varios meses, y todos los actores
tienen en cuenta el escenario de las elecciones generales que se celebrarían
en octubre de 2018.

La presión de los comicios del año que viene hace que tanto las elites
brasileñas como los lobbies del Congreso (que son más o menos lo mismo) no
estén tan preocupados por el futuro de Temer y sí por el de la reforma
laboral y la del sistema de pensiones, que el jefe del Ejecutivo prometió
como condición a cambio de que lo apoyaran para llegar al poder y quitar de
en medio a Rousseff.

Estas dos reformas que estaban a punto de ser aprobadas suponen un enorme
retroceso para los derechos de los trabajadores y una gran ventaja para las
grandes empresas. En un alarde de intentar aparentar normalidad, el Senado
pretendió este martes continuar con la votación de las enmiendas a la
reforma laboral, pero los partidos de oposición boicotearon el intento y
advirtieron que hasta que no se solucione la actual crisis política no se
seguirá adelante con esas reformas. Esta semana el ministro de Hacienda,
Henrique Meirelles, mandó un mensaje a los mercados y aseguró que las nuevas
normativas laborales y las relacionadas con las jubilaciones se
implementarían aunque su votación se atrasara algunas semanas.

¿Jaque al Rey?

Los partidos aliados, con el Psdb a la cabeza, evalúan hasta dónde Michel
Temer –con la crisis de legitimidad que sufre en estos momentos– podría ser
quien saque adelante las reformas de la discordia. El mandatario brasileño
se niega a renunciar, pero en Brasilia un grupo importante de aliados
intenta convencerlo de que se marche y así poder convocar a elecciones
indirectas, con lo cual el Congreso sería el encargado de elegir a un
sustituto de confianza para los mercados.

Fuentes parlamentarias en Brasilia confirman a Brecha que los partidos
socios de Temer “están muy divididos”. Hay un grupo de legisladores que
prefiere que Temer renuncie ya, pero otro gran grupo esperaría una salida
más limpia a través de la sentencia del Tribunal Superior Electoral (Tse).
El próximo 6 de junio el Tse va a juzgar a Temer por el supuesto uso de
dinero negro en la campaña electoral de 2014 de la fórmula Rousseff-Temer.
“Muchos parlamentarios esperan esa condena, porque de ese modo nadie
traicionaría al presidente, que al fin y al cabo pertenece al partido que
más escaños tiene en las cámaras”, advierten las fuentes de Brasilia. Pero
Temer no lo va a poner fácil, y ya advirtió que si lo condenaran en el Tse
presentaría un recurso ante el Stf que le daría más tiempo en el cargo hasta
la sentencia definitiva.

Lo único claro en Brasilia es que todos los grandes partidos (incluido el
PT) intentan llegar a un gran acuerdo para elegir a alguien que sea del
gusto de todos en unas probables elecciones indirectas. Nombres como el de
Henrique Meirelles (actual ministro de Hacienda y ex asesor de Jbs), el ex
presidente Fernando Henrique Cardoso (que funcionaría como un gran
conciliador) o el ex ministro de Defensa en el gobierno de Rousseff, Nelson
Jobim, están sobre la mesa. (1) Todos ellos serían firmes defensores de esas
reformas tan impopulares y estarían dispuestos a hacer el trabajo sucio
antes de las elecciones de 2018.

Democracia subastada

Independientemente de que el mandatario caiga o no, el terremoto político
que estalló en Brasilia la semana pasada confirmó la simbiosis total entre
los poderes públicos y los privados, y reveló la fuerza que tienen las
grandes corporaciones a la hora de marcar las tendencias de la política
brasileña.

Si las delaciones premiadas (entrega de pruebas a cambio de una reducción de
la pena, para condenados por corrupción) de ejecutivos de la constructora
Odebrecht –hasta el momento la empresa más investigada por los escándalos de
Petrobras– se definían como “las del fin del mundo”, las que surgieron tras
horas de entrevistas con Joesley Batista (uno de los dueños de Jbs) y con el
director del conglomerado, Ricardo Saud, superan el universo y más allá.

A lo largo de la semana los grandes medios publicaron con cuentagotas el
contenido de las declaraciones delatoras de los dueños de la mayor
productora de carnes del mundo (investigada por corrupción y con cinco
procesos abiertos en el marco de la Operación Lava Jato), que también tiene
entre sus subsidiarias marcas de ropa, e incluso gasoductos en Bolivia.

En sus declaraciones ante la Procuraduría General de la República, Joesley
Batista no sólo demuestra una impúdica frivolidad a la hora de hablar de
millones de dólares en negro destinados a una u otra campaña (todos los
grandes partidos se beneficiaron), lo que más sorprende de sus declaraciones
es la manifiesta capilaridad de un sistema donde la corrupción es la norma,
y el soborno el principal instrumento de gobernabilidad.

Sólo hay que ver los números que presentó Ricardo Saud cuando reconoció que
la empresa había gastado 200 millones de dólares en sobornar a 1.829
candidatos que pertenecían a 28 partidos diferentes a cambio de “ayudas” en
el sector público. La compra de votos aparece como el modus operandi para
conseguir diversos objetivos. Como ejemplos, Batista reconoció que les pagó
a cinco diputados para que votaran en contra del impeachment de Dilma
Rousseff: “Me pedían un millón y medio de dólares cada uno, al final pagamos
900 mil por cabeza”, decía el emperador de la carne. Más dinero se gastó en
conseguir que Eduardo Cunha se convirtiera en presidente de la Cámara: “Un
total de 6 millones invertimos para que ganara Eduardo”. Incluso ya en la
cárcel el ex diputado continuó recibiendo su “cuota”, a la que en Jbs se
referían de una manera especial: “Dar alpiste a los pajaritos”, era la frase
en clave para mantener su silencio.

Un último negocio

Pero la Jbs tiene un futuro más halagüeño que el de Temer y el de la propia
Odebrecht. Sus dueños ofrecieron a la Procuraduría General de la República
las pruebas necesarias para demostrar que la Operación Lava Jato era más
actual que nunca, y que la corrupción seguía campeando a sus anchas, desde
el Congreso hasta la puerta de la presidencia. A cambio fueron liberados.

Las grabaciones de las conversaciones con el presidente Temer y con su
principal aliado, el ex senador Aécio Neves (véase recuadro), junto con
pruebas materiales y las horas de entrevista pactadas como delaciones
premiadas, les han evitado la cárcel. El propio fiscal general, Rodrigo
Janot, les indicó que antes de que se dieran a conocer las declaraciones se
marcharan a Estados Unidos y no dieran información de su paradero ni
siquiera a sus familiares. Pero los hermanos Batista, antes de dejar Brasil,
y conscientes de la repercusión que la noticia iba a causar en el mercado
financiero, decidieron hacer un último negocio.

El día antes de darse a conocer la existencia de las grabaciones compraron
750 millones de dólares, y al día siguiente –con el desplome del real contra
el dólar– ganaron 150 millones más. Esa operación, más los 300 millones que
habían conseguido con la venta de acciones de su empresa un mes antes de
publicar la noticia (ahora su precio ha bajado estrepitosamente) les alcanzó
(y sobró) para pagar la multa impuesta por la Procuraduría General de la
República, que asciende a 250 millones de dólares. Poca cosa para el imperio
de la carne.

“Corporocracia”

Como ya se vio con Odebrecht, y ahora con Jbs, las corporaciones y los
intereses privados hace tiempo que se adueñaron de la democracia brasileña.
Son ellos los que dan el poder y los que lo quitan. En este sentido, la
socióloga Esther Solano, profesora de la Unifesp, de San Pablo, destaca el
concepto de “corporocracia” (la captura del poder político por parte de las
grandes corporaciones) como una de las claves que dejan a la vista la
Operación Lava Jato y el goteo de delaciones conocidas en los últimos días.

“En Brasil todos los partidos, entre ellos el PT, han enriquecido muchísimo
a las corporaciones, por eso dentro de la izquierda también hay mucho
antipetismo.” Según la socióloga, esta también sería una de las causas de
por qué en las últimas manifestaciones del pasado domingo la izquierda de
clase media no salió a la calle a pedir la renuncia de Temer ni las
elecciones directas: “El domingo sólo se vio a los sindicatos y a los
movimientos cercanos al PT, pero buena parte de la izquierda no quiere que
la identifiquen con estos movimientos, justamente por ser críticos con las
relaciones de intimidad entre estas multinacionales y el petismo. Una cosa
es que entre en ese juego la derecha, y otra que el único gran partido que
representa a la izquierda comulgue con esto y esté metido de lleno en la
corrupción, al igual que sus adversarios”, señala Solano a Brecha.

Para la socióloga el único resultado positivo que podría tener este nuevo
escándalo al que se enfrenta Brasil sería que “se acabara de una vez” con la
financiación privada de las campañas electorales: “Si no conseguimos eso,
las estructuras serán las mismas, todo quedará igual, sólo cambiarán los
protagonistas”.

Para avanzar con la propuesta de ley de financiación pública de las campañas
electorales también se necesitará el apoyo de la gente en la calle, más allá
de los actores clásicos representados por los sindicatos. La propuesta de
elecciones directas que impulsó la izquierda la semana pasada cuando se supo
que Temer podría perder su mandato parece desinflarse.

Este miércoles llegaron a Brasilia decenas de autobuses con sindicalistas y
representantes del Frente Brasil Popular (movimiento social afín al PT) para
pedir la salida de Temer y las “directas ya”, pero en las grandes ciudades
la consigna no termina de cuajar.

El Congreso parece que vuelve a tomar la delantera, y son los partidos de
oposición y algunos aliados del mandatario los que más presionan por la
salida del presidente y por la llegada urgente de una nueva figura que
mantenga el perfil económico neoliberal, pero que esté limpia de la marea de
corrupción en que se ha convertido la política brasileña.

Nota de Correspondencia de Prensa

1) El diario Folha de San Pablo confirma en su edición de hoy (25 de mayo)
que los ex-presidentes Fernando Henrique Cardoso, Lula y José Sarney,
lideran las conversaciones en busca de un consenso para la formación de un
gobierno post-Temer:
http://www1.folha.uol.com.br/poder/2017/05/1887166-fhc-lula-e-sarney-articul
am-o-pos-temer.shtml
<http://www1.folha.uol.com.br/poder/2017/05/1887166-fhc-lula-e-sarney-articu
lam-o-pos-temer.shtml>

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