Grecia/ Los europeos siguen sometiendo a Grecia al suplicio [Martine
Orange]
Ernesto Herrera
germain5 en chasque.net
Lun Mayo 29 16:37:01 UYT 2017
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Correspondencia de Prensa
29 de mayo 2017
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Grecia
Los europeos siguen sometiendo a Grecia al suplicio
Martine Orange
Mediapart, 23-5-2017
https://www.mediapart.fr/
Traducción de Viento Sur
http://vientosur.info/
Una vez más, Grecia se va de Bruselas con las manos vacías. Al término de
una reunión de ocho horas de duración, los miembros del Eurogrupo se han
separado, en la noche del 22 al 23 de mayo, constatando su desacuerdo, con
la única promesa de volver a reunirse el 15 de junio. “Todavía había un
abismo entre lo que se podía hacer y lo que algunos de nosotros pensábamos
que había que hacer”, ha explicado el presidente del Eurogrupo, Jeroen
Dijsselbloem. “Necesitamos más tiempo para ponernos de acuerdo sobre la
manera de encontrar más visibilidad sobre las medidas relativas a la deuda.
No debería estar fuera del alcance de la sabiduría humana llegar a un
compromiso”, ha comentado el ministro de finanzas griego, Euclides
Tsakalotos, en un intento de relativizar el fracaso.
Atenas sigue por tanto en suspenso, al albedrío de sus acreedores. El
gobierno griego sigue esperando el desbloqueo de una línea de crédito de 7
500 millones de euros, prevista en el marco del tercer plan de rescate de 86
000 millones de euros, firmado en julio de 2015. Sin este dinero no podrá
afrontar el pago de 7 000 millones que vence en julio para atender a sus
acreedores, entre los que destacan el Banco Central Europeo (BCE) y el FMI.
Tampoco puede refinanciarse directamente en los mercados: sin un acuerdo,
las deudas de Grecia no son válidas a los ojos del BCE y por tanto no gozan
de ninguna garantía.
Hace ya cerca de dos años que los europeos andan buscando la “santa
trinidad”, como dice el ministro griego de finanzas. Alemania, apoyada por
los países de Europa del norte, condiciona su participación financiera en el
plan de salvamento a la presencia del FMI. Sin embargo, la institución
internacional, que lamenta amargamente haberse implicado en la crisis del
euro, exige como paso previo a su participación en el nuevo plan una
reestructuración de la deuda griega, que considera insostenible: ya asciende
al 179 % del PIB. Berlín se opone a esta reestructuración, considerada un
regalo a los griegos.
A medida que pasa el tiempo, el ministro alemán de finanzas, Wolfgang
Schäuble, que dio su brazo a torcer en julio de 2015 –entonces abogaba por
la salida de Grecia de la zona del euro–, parece endurecer su posición. Las
circunstancias no le empujan precisamente a buscar un compromiso. En
Alemania tendrán lugar las elecciones legislativas en septiembre, y el
ministro de finanzas, y con él toda la dirección del principal partido
gobernante, la CDU, no tiene ninguna intención de hacer la mínima concesión
en el tema griego, convertido en un espantajo para la opinión pública
alemana. Máxime cuando los liberales alemanes también blanden el tema de
Europa de cara a la campaña de las legislativas. Compiten por ver quién
carga más las tintas a la hora de denunciar a los gandules de Europa del
sur, ese “Club Med” que cuesta cada vez más caro a los “virtuosos” alemanes,
según ellos.
Antes incluso de comenzar la reunión del Eurogrupo, el ministro alemán, por
cierto, ya anunció el resultado: no cabía esperar gran cosa, por no decir
nada. Según él, no es posible cerrar un acuerdo hasta que no se sepan las
conclusiones de un informe que permitan comprobar si el gobierno griego ha
llevado a cabo todas las reformas que había aceptado. El presidente del
Eurogrupo, Dijsselbloem, entonó la misma cantinela: “Hemos dicho siempre que
la decisión concreta final sobre las medidas suplementarias para aligerar la
deuda griega se adoptaría al final del programa. Es decir, el año que
viene.” En otras palabras, en las calendas griegas.
Recibido con expectación en esta su primera reunión del Eurogrupo, el nuevo
ministro francés de economía, Bruno Le Maire, apoyado por la Comisión
Europea, no ha logrado influir en el curso de los acontecimientos. Antes de
la reunión, sin embargo, el Elíseo había jugado fuerte, haciendo saber que
Emmanuel Macron había reafirmado el lunes su apoyo al primer ministro griego
Alexis Tsipras con ocasión de una entrevista telefónica. El presidente de la
República le había asegurado que deseaba “llegar a un acuerdo próximamente
para aligerar duraderamente el peso de la deuda griega”.
El jefe del Estado francés defiende esta posición desde hace tiempo. La
reiteró en su entrevista con Médiapart. “Es inevitable reestructurar la
deuda. ¿Por qué? Porque el sistema hoy es insostenible. Hay que poner los
cerrojos, las garantías, cerrar un acuerdo colectivo, pero todos sabemos, en
todo caso, que habrá que llegar allí”, explicó el 5 de mayo. “Esta es la
hoja de ruta del ministro de economía Bruno Le Maire”, había insistido el
entorno del jefe del Estado el lunes por la mañana. A la salida de la
reunión de los ministros europeos, el ministro francés, pese a todo, se
mostró optimista. Según él, es posible llegar a un acuerdo en junio.
Por mucho que se esfuerce por minimizar el fracaso de este Eurogrupo,
señalando que solo se trata de un mero informe, el gobierno de Syriza se
halla todavía más endeble. Para obtener la ayuda de los europeos y del FMI,
Tspiras, después de resistirse durante algunas semanas, aceptó finalmente,
en marzo, el nuevo programa de austeridad que le exigían los acreedores de
Grecia. En el debate sobre las nuevas medidas, adoptadas por el parlamento
el 18 de mayo, el primer ministro griego juró que serían las últimas. Como
compensación por estos nuevos esfuerzos exigidos, prometió obtener una
reestructuración de la deuda griega, que Atenas reclama desde hace más de
tres años.
Así, después del tercer plan, que concluirá en 2018, se pondrá en marcha un
nuevo plan. Este prevé 4 900 millones de euros de ahorro suplementarios de
aquí a 2021. Las pensiones (por decimotercera vez desde 2010), los salarios
y los servicios sociales sufrirán nuevos recortes. Se han previsto medidas
automáticas de rigor si Atenas no cumple sus compromisos, empezando por el
de un superávit presupuestario (antes del pago de la deuda) del 3,5 % del
PIB cada año hasta por lo menos 2022.
Objetivos económicos y financieros irrealistas
Para muchos economistas, esta exigencia de un superávit presupuestario del
3,5 % durante varios años es lisa y llanamente imposible. Incluso el FMI se
opone a la medida, considerando que alcanzar semejante excedente
presupuestario amenaza con anular duraderamente cualquier perspectiva de
recuperación económica, sobre todo en un país que sufre un desempleo récord.
Conseguir un superávit presupuestario del 1 al 1,5 % durante varios años ya
sería, según el FMI, todo un logro. Sin embargo, los europeos no sueltan
prenda: el 3,5 % de superávit presupuestario es un mínimo, según ellos, para
asegurarse del buen comportamiento financiero de Atenas y permitir su
permanencia en la zona del euro. El objetivo, además, no es irrealista,
sostienen, como demuestra el hecho de que el gobierno ha conseguido un
excedente presupuestario del 3,9 % en 2016.
¿A qué precio? Para alcanzar este resultado, el gobierno griego ha aplicado
los métodos propios de un saneamiento de empresa: ha recortado en todos los
gastos, tanto de funcionamiento corriente como de inversión. Las pensiones
de vejez han disminuido un 40 %. Se han ahorrado 5 600 millones de euros de
gasto público. Hospitales, escuelas, transportes, ya medio desmantelados
tras ocho años de crisis, han sido nuevamente objeto de importantes
recortes. Al mismo tiempo, todos los impuestos directos e indirectos han
aumentado. El IVA ha subido al 24 %, el impuesto sobre bienes inmuebles ha
subido. Se han creado nuevos impuestos sobre los automóviles, las
telecomunicaciones, las televisiones, la gasolina, el tabaco, el café y la
cerveza.
Este disfraz contable no puede durar más que un tiempo. A partir del cuarto
trimestre de 2016, la economía griega, que se había recuperado un poco a
comienzos de año, ha vuelto a hundirse. Los números del primer trimestre
confirman el retroceso: Grecia se halla de nuevo en recesión. Esto no impide
que la Comisión Europea siga apostando por un crecimiento del 1,6 % para
este año. ¿Cómo? Es un misterio. Mientras que las empresas supervivientes
luchan por mantenerse a flote, los créditos impagados y los morosos vuelven
a aumentar en los balances de los bancos griegos, que de por sí se hallan en
estado lamentable. Las tensiones son tan grandes que los griegos, inquietos
y avisados por la experiencia de 2015, han vuelto a retirar dinero de los
bancos. Los depósitos bancarios han descendido a 111 000 millones de euros
en marzo, por debajo del nivel alcanzado en el momento más agudo de la
crisis bancaria de la primavera de 2015. En cuanto a los ingresos del
Estado, por mucho que aumente la presión fiscal, corren el riesgo de
disminuir, no en vano dependen del estado general del país.
Un hundimiento histórico
Los responsables europeos se guardan mucho de comentar estos resultados,
que, sin embargo, son la consecuencia de las erróneas políticas ciegas de
austeridad que se aplican sin solución de continuidad desde 2010. El PIB del
país ha caído un 30 % en siete años, una cifra que no tiene parangón en los
anales económicos. Hasta la caída de la economía estadounidense en el
periodo de la Gran Depresión de la década de 1930 fue menor. La tasa de
pobreza es superior al 30 % de la población. Más de un millón de jubilados
viven con menos de 500 euros al mes. La tasa de natalidad ha descendido por
debajo de 1,2 niños por mujer. “Análisis de la experiencia griega: la
operación ha sido un éxito, el paciente ha muerto”, bromea la web griega
keeptalkinggreece.
Grecia se encuentra atrapada en una trampa de la que no puede salir. Porque
todo cuadra. El hundimiento de la demanda se traduce en un descenso del PIB
y una degradación de las cuentas públicas, lo que comporta un agravamiento
real y matemático (al descender el PIB) de la deuda. La tasa de
endeudamiento ha pasado del 120 % al 179 % del PIB actual. Un porcentaje que
muchos consideran insostenible, empezando por el FMI. Los dirigentes de la
UE discrepan. Los arreglos concedidos a Grecia, la redefinición de los
vencimientos de determinadas deudas y la rebaja de tipos, subrayan, hacen
que Grecia tenga importantes ventajas de precio con respecto a los demás
países de la zona del euro. En promedio, los intereses de la deuda
representan el 3,2 % del PIB frente al 3,9 % en Italia y al 4,2 % en
Portugal. Por tanto, no procede ningún reajuste.
De acuerdo con las previsiones elaboradas por los servicios del ministerio
de finanzas alemán, reveladas por la agencia Bloomberg, si Grecia logra un
crecimiento del 1,3 % a largo plazo y genera un excedente primario del 2,6 %
del PIB en promedio, la tasa de endeudamiento del país descenderá por debajo
del 60 % en 2060. Claro que existe otra previsión bastante más sombría. Si
el crecimiento de Grecia a largo plazo es del 1 % y si el excedente primario
es en promedio del 1,5 % anual, la tasa de endeudamiento de Grecia ascenderá
al 226 % del PIB en 2060. En el primer caso, Grecia no precisará ninguna
anulación de la deuda, mientras que en el segundo habrá que conceder, por el
contrario, una quita sustancial a Atenas.
Ni que decir tiene que los responsables europeos prefieren más bien la
primera hipótesis. Para ellos, hay que seguir imponiendo a Atenas una
gestión rigurosa para que el país no se salga del camino recto, aunque tenga
que esperar 40 años para reponerse. Sin embargo, todos los factores se
conjugan para que sea más bien la segunda hipótesis la que acabe
verificándose. Las restricciones presupuestarias, la ausencia de inversión
pública y privada y la renuncia a toda modernización del aparato productivo
amenazan con condenar a la economía a un estancamiento secular, impidiendo
toda recuperación.
Desde hace siete años vienen multiplicándose las advertencias frente a estas
opciones destructivas. Sin embargo, nada parece incitar a los responsables
europeos a desviarse de la línea trazada. El 15 de junio, reanudarán sus
eternas conversaciones. La situación, no obstante, puede escapárseles de las
manos. Porque Grecia no podrá seguir estando condenada por mucho tiempo a
semejante suplicio.
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